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LA RECEPCIÓN DE LA PROSA DE MIHOVILOVICH

Por Jerko Ljubetic

 

 

Es conocido que, como parte integral de la literatura chilena, también se considera la literatura que hace ya más de un siglo realizaron, casi exclusivamente en castellano, alrededor de doscientos emigrantes croatas y sus descendientes en este país. Un gran número de los croatas de las costas del Adriático, sobre todo de Dalmacia, o sea, de las islas de la Dalmacia Central, (especialmente de Brac), emigra los fines del siglo diecinueve a las áreas semidesérticas de Chile, en los alrededores de la ciudad de Antofagasta y a aquéllas en el extremo sur, en áreas subpolares del Estrecho de Magallanes. También hubo antes emigraciones personales a estas áreas.

Estas dos colonias croatas llegaran a ser la cuna (especialmente la del sur), de escritores chilenos de origen croata. Muchos de ellos realizarán obras supremas de la literatura nacional e hispanoamericana, que se traducirán a muchos idiomas y formarán parte de la herencia mundial.

Juan Mihovilovich Hernández, abogado, poeta, escritor de cuentos, novelas y ensayos, nació en Punta Arenas en el ano 1951 y pertenece a la tercera generación de emigrantes croatas. Él por su parte contribuirá significativamente en el desarrollo de prosa chilena de la misma manera como lo habían hecho unos cien años antes el costumbrista Arturo Givovich (1855-1905), el escritor de novelas de tema social; Andrés Garafulic en los años treinta del siglo pasado; Zlatko Brncic (1925-1985), escritor de los textos literarios surrealistas en la segunda mitad del siglo pasado; Amalia Rendic (1928-1986), escritora para niños; o Antonio Skármeta, uno de los más destacados nombres de la literatura chilena, hispanoamericana y mundial. El cuento chileno del sur modernizarán Nicolás Mihovilovic (1916-1986), Ernesto Livacic Gazzano (1929), y un grupo de escritores más jóvenes, pertenecientes a la misma generación: Eugenio Mimica Barassi (1949), Ramón Díaz Eterovic (1956) y Juan Mihovilovich.

Juan Mihovilovich, junto a los mencionados escritores del sur y Mario Banic (1950), quien introdujo la parte norteña del país ("Norte Chico", "Chico Verde") a la literatura, pertenecen a la generación de los años ochenta o, "a la generación del golpe de estado" como también la llaman. Es el grupo de escritores jóvenes que maduró cuando la junta militar dio el golpe de estado, tomó el poder e introdujo todos los atributos de la dictadura. "Todos hemos empezado ejercer la literatura", dice el crítico literario Diego Muñoz V., durante el periodo de la dictadura militar, "movidos por sentimientos internos, imposibles de detener; pero también seguros que ejecutamos una obra de liberación, que a su manera contribuye a destruir el vergonzoso gobierno de la fuerza y la demencia. Juan Mihovilovich pertenece al grupo de escritores que optaron por el humanismo con mucha pasión por la verdad (…) y no escapó de las obligaciones sociales; que arriesgaba su vida, teniendo el valor de condenar la violencia".

"Los católicos nacistas no sabían nada de las víctimas de GESTAPO, de la matanza de millones de judíos, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial cuando les mostraron las películas. Pienso que algo parecido pasa en Chile. Hay gente que no sabe qué pasa. Un día se enterarán de la verdad y entonces dirán: "Como pudimos estar seducidos de esta manera", escribía J. Mihovilovich en su libro sobre el obispo Camus (1988), en el cual describe la vida de una nueva clase de pastor, quien representaba a los empobrecidos, marginados, perseguidos, desaparecidos y liquidados en el difícil período de la historia chilena, cuando el mismo Pinochet "se esforzaba por sacar de uso la palabra obrero", escribe Mihovilovich. Pero, las palabras proféticas del obispo, como lo menciona Fortín Mapocho el 17 de junio de 1988 "eran la voz del que lamenta en el desierto, las cuales a pesar de los insultos, ofensas y ataques al obispo Camus, llegaron hasta muchos oídos. Personas como él, casi sin darse cuenta, han cambiado la historia de una época que parecía inerte y que seguramente se mencionará como un período oscuro en el cual la palabra de obispo Camus relucía con esplendor en la iglesia y fuera de ella".

Por eso nos es comprensible que Juan Mihovilovich haya sido atraído por este personaje; el abogado, escritor y humanista preocupado por el ser humano en la época oscura de la historia de su país, y en el estado crítico de la civilización contemporánea en la cual el hombre puesto en el epicentro de su prosa, está sufriendo. "El aire poético envuelve el contenido de su inspiración creativa y de su inclinación hacia la gente sin derechos" dice Ernesto Livacic Gazzano, profesor universitario de literatura, miembro regular de la Academia Chilena y miembro por correspondencia de la Academia Croata de Ciencia y Arte, uno de los mejores conocedores de la contribución literaria de los emigrantes croatas y sus descendientes a la cultura chilena.

 

 


Publicó las novelas: La última condena (los años 1980, 1983), Sus desnudos pies sobre la nieve, 1990, y pronto saldrá su nueva novela Desencierro; las colecciones de cuentos: El ventanal de la desolación 1989, 1993, El clasificador 1992, y la selección preparada para la imprenta Restos mortales. Por la colección de poesías Extraños elementos, recibió el premio argentino Julio Cortázar en el año 1985. Por su primera novela recibió el premio chileno Gabriela Mistral y Pedro de Ona en 1989 y el premio Antonio Pigafetta de la Universidad de Magallanes y de la Sociedad de Escritores Chilenos; elogios de la revista la Porte de Poetas en París; y en el año 1995, representó a Chile en el primer Congreso de los Jóvenes Escritores Hispanoamericanos en Madrid.

La crítica literaria chilena destaca que él es "uno de los mejores representantes de la prosa moderna, lo que es evidente en sus novelas" (E. Livacic G.). Mihovilovich, mencionan los críticos, es un escritor extraordinario, uno de los más interesantes en la generación de los ochenta, el escritor quien trajo un aliento fresco a la literatura chilena. "Es un gran escritor", dice Jaime González C. (1993): "enérgico, de estilo flúido, maneja el idioma-idea e imagen-palabra; en su texto no hay nada que apremia ni tampoco algo que falta". Hasta los críticos dicen que él introdujo un nuevo género literario.

La aparición de su primera novela provocará el gran interés de los lectores y de la crítica literaria. Algunos la llamarán "el ensayo romanesco"; otros la caracterizarán como la "novela experimental", el "realismo mágico o mítico", y el "espacio mistificante". El mismo Mihovilovich dirá que "inclina a una especie del realismo patético".

La trama de esta novela ocurre en un lugar apartado, llamado Yumbel, en las cercanías de la ciudad de Concepción, conocido por la religiosidad de sus habitantes, y que cada año atrae miles de fieles y comerciantes ("o viceversa", dice Wellington Rojas V.). Mihovilovich introdujo Yumbel en la literatura, "como un lugar de mito y leyenda" (Jaime Quezada) el que, parece, ama Dios como los demonios, y en el cual la realidad parece imaginada y los acontecimientos imaginados se parecen a una verdad real. "No es por casualidad que Juan Mihovilovich eligió un medioambiente modesto, el campo y campesinos, como el ambiente natural y humano en su primera novela a la cual tituló por el nombre "de correo", ¡La última condena! (J. Quezada).

El personaje principal, César Enrique, tiene la vida que es una serie de fracasos. Está condenado a la eterna sorpresa, sufrimiento y persecución por sus faltas carnales, casi monstruosas. El profesor Fernando Olavarria M. destaca que a Mihovilovich "la vida de César le sirvió como el motivo para pintar la decadente manera de vivir, en la cual los valores familiares tradicionales, cultura etc., tienen apariencia falsa, en un medio social en el cual las relaciones entre la gente son frágiles y se mantienen en vida gracias a la eterna lucha". Mihovilovich habla, como lo destacan otros críticos también, sobre la doble degeneración: aquella familiar y también de la degeneración de un ambiente atrasado y aburrido.

El académico Hernán Poblete V., en la novela encuentra a aquel "quien observa el mundo desde su mente oscura, no distingue y no puede distinguir lo real de lo imaginado". Es una "atmósfera de sueño y de locura que se mueve desde lo usual, trivial y prosaico, hasta lo mágico y milagroso".

También se nota que la novela de Mihovilovich está liberada de las construcciones formales - usa el punto sólo al final del capítulo, y como en ella la realidad pierde sus límites reales y llega a tener las características míticas, lo absurdo se trata como lo real y llega a ser lo cotidiano, así que el estilo corresponde a la temática - el escritor combina el discurso mítico con el habla cotidiano en frases hechas, y la narración continua sin parar. J. Quezada la llama "la narración acumulativa", que sigue a alguna palabra o a la secuencia, se junta en la continuidad de frases dependiente e independientemente compuestas, unas tras otras, sin ningún espacio entre ellas y sin "hiatos narrativos", además de la distribución a doce capítulos.

Partiendo sin embargo, del acceso y la valoración tradicional del texto literario, parece que el crítico Ignacio Valente era el único quien reprochó a esta novela de Mihovilovich, "la ausencia de clima, atmósfera y ambiente". "La acción", dice él, "podría desarrollarse en cualquier momento y en cualquier lugar, los personajes flotan geopolítica y socialmente indeterminados, (…) el cuento vaga, los acontecimientos no se dirigen hacia un fin visible". Pero, su opinión es, casi en todos sus detalles, contraria a las opiniones de otros críticos literarios chilenos.

Por otro lado, la crítica con razón indicará la influencia del escritor colombiano Gabriel García Márquez y de su Macondo de Cien años de soledad. Se mencionará también la influencia de Cortázar, Fuentes, de las películas de Buñuel, y de Kafka a otras obras de prosa de Mihovilovich. El mismo habla de la manera en que emotivamente lo inspiraron Dostoievski y "la literatura eslava", y cómo en su ciudad natal, Punta Arenas, en la cual, como sabemos, vive un gran número de emigrantes croatas y sus descendientes, se daba cuenta del "espíritu ruso".

A pesar de su "macondismo", menciona la critica literaria, Yumbel es en todo una real provincia chilena y este mundo de pueblo tiene su autoctonía y su propia realidad, que al mismo tiempo también es universal y /o por lo menos, parecida a estos ambientes en América Latina.

Y algo más. Mihovilovich a menudo usa dedicatorias y motes en sus obras. En su novela La última condena cita las palabras de Juan Rulfo de la novela Pedro Páramo (Pasaron muchos años desde que no levanté la cara / y me olvidé del cielo. Y aunque lo hice, que conseguí?). Por eso no es raro que sobre los que no conocen esta novela, flota en el aire el personaje de San Sebastián, con su vista elevada hacia el cielo que lo ha olvidado.

 




El segundo libro de Mihovilovich, la colección de veintiocho cuentos de los cuales, una decena son especialmente premiados, lleva el nombre de El ventanal de la desolación. Tuvo varias ediciones y algunos lo consideran su mejor libro de cuentos. Conociendo el convencimiento del autor sobre la relación entre el pasado y el presente, no nos sorprendería que la expresión desolación, fue tomada de la primera descripción de la región más austral del continente sudamericano, que usó en su diario Antonio Pigafetta, uno de los pocos marineros del barco de Magellán quien sobrevivió cuando éste en el año 1520, descubrió el estrecho marítimo, hoy Estrecho de Magallanes, que comunica el Océano Atlántico con el Océano Pacífico. Es interesante mencionar aquí, que Gabriel García Márquez (con cuya literatura, como hemos visto, la obra de Mihovilovich tiene cierta relación), al recibir el Premio Nóbel de literatura en el año 1982, dijo que precisamente en algunas descripciones de este terreno por Pigafetta, ve las semillas de la "nueva novela moderna". La palabra desolación se encontrará también en el título de la colección de poesías de la chilena Gabriela Mistral, la primera ganadora del Premio Nóbel de literatura de América Latina. Ella estaba en esta zona en el período del año 1918 hasta el año 1929 Otro ganador chileno del Premio Nóbel, Pablo Neruda, con cuya desintegración de lo real, la crítica vincula también a Mihovilovich, hablará sobre la soledad de estos espacios.

"El mismo titulo", comenta Mesa Seco (El Heraldo, 1989), "nos encamina al de un paisaje envuelto en absurdidades, en contrariedades y en alguna ingenuidad trágica". Él también indica que la realidad en la prosa de Mihovilovich no es exterior, sino se encuentra en la conciencia del hombre y en sus observaciones. "Quién sabe, quizá la locura no es otra cosa que una de las posibilidades no adecuadas de sobrevivir"; destaca Diego Muñoz V., al presentar El ventanal de la desolación", mientras que a Carlos Jazquera A. le parecerá que a pesar de que Mihovilovich describe el mundo pleno de imperfecciones, terribles errores, sueños frustrados, desgracias, desapariciones, él también " nos recuerda que somos así y que los imbéciles, tontos, niños, ancianos, muertos y liquidados somos nosotros mismos". "Su mundo no es imaginado (M. Seco), sino tiene sus raíces en la dura realidad y a sus personajes, que son de sangre y huesos, destrozados por locuras y por mortales pasiones (M. Seco), parece que nada es claro; están en el delirio o mueren, o están denigrados al nivel de animales. Están perdidos, los rodea la soledad, los destruye la nostalgia, los aflige el frío del sur, de lluvia y de lejanía. Ellos se encuentran al borde de la realidad, de la muerte y de los sueños.

E. Livacic nota que un gran número de cuentos de este libro, trata el tema de familia y matrimonios cuya integridad, estabilidad y felicidad son bruscamente atacadas por la situación social. "Sus cuentos", dice él, "dejan una impresión fuerte, pero no nos dan la solución al conflicto".

El prólogo de la primera edición de esta selección, lo escribe el profesor Andrés Gallardo, escritor y autor de, en esta época muy notable obra literaria, Cátedras Paralelas. "El mundo de la infancia y adolescencia", comenta él, "aparece en el Ventanal de la desolación como una vorágine incomprensible, en el mudo mundo de crueldades, asombros, pero también del verdadero calor y esperanza contradictoria. (… ) Los cuentos editados en este libro son el testimonio (…), y si ellos al final nos dejan un mensaje, éste es de que la vida no deja de tener sentido y que la libertad, lo absurdo y las ilusiones son parte de la realidad".

La crítica también destacó el gran humanismo de Mihovilovich y la poesía de su obra.
Él, al igual que muchos otros escritores de origen croata, quienes pertenecen a la generación más antigua o más joven, en sus textos literarios trata el tema de la emigración croata. Lo encontraremos también en la colección Ventanal en la desolación.

 




De la colección de cuentos de Mihovilovich El clasificador, la conocida crítica literaria Ana María Larraín, dice que ella "en realidad sintetiza las mejores virtudes del escritor para la prosa, y el don de relatar cuentos. Es una prosa flexible, de tonos oscuros, de un mínimo uso de diálogos, de escasas descripciones, pero sobre todo abundante".

En ella se habla de la gente marginal en el espacio reducido y cerrado (una habitación, una oficina); es la atmósfera de la soledad, de la presencia de la muerte, de la locura en el ambiente que sofoca la esperanza y la ilusión. "Estos seres marginales", dice Bernardo González, "tratan de lograr algunas posibilidades de vivir en el mundo que dirigen los que apoyan el estatus quo, pero estos otros generalmente logran mantener el estado establecido sin cambios. Los cuentos casi siempre están escritos en primera persona. El que los narra, está cerca de los acontecimientos, de manera que los vivimos indirectamente; en ellos, más se sugiere y menos explica, y Antonio Skármeta en sus cuentos ve "el llamado a ser más humanos" y agrega que "su hábilmente elaborados y bien presentados personajes principales y secundarios, arrebata la inercia de lo convenido".

"Mis héroes"; dice por su parte J. Mihovilovich, "hablan por adentro y sufren en su vida, en su nivel de conciencia e inconciencia. Por esta razón no uso el diálogo, él es para mí secundario. (…) Aquello metafísico se mantiene en los héroes captados por la rutina; la que no expongo en primer plano. Mis héroes se encuentran en un estado intermedio entre el sueño y la realidad.

Aunque exista la esperanza, ella es ilusoria y débil. ¿Por que? Regularmente por falta de solidaridad humana; la colectividad exige que la gente cumpla funciones análogas al trabajo de una máquina. Sólo entonces, cuando un individuo hace que la máquina deja de hacer, su vida toma las características humanas. Ése es un motivo muy importante en mi literatura; en ella existe la inclinación hacia la gente marginal, la gente que no decide, sino que está escondida en las estadísticas" y termina diciendo que quizá inconscientemente, quiere relacionar los mundos de los dos grandes escritores, el de Dostoievski y el de Juan Rulfo.

En el Barrio Croata, como se llama una de las zonas de Punta Arenas, la ciudad en el sur del país, se desarrolla Sus desnudos pies sobre la nieve, su segunda novela.

Partiendo hacia la zona más cálida del norte, hacia este área en el extremo sur de la América Latina, hacia "este territorio extremo", como lo llamó Gabriela Mistral, Mihovilovich regresará con su literatura, al igual que algunos otros escritores de origen croata nacidos a las orillas del Estrecho de Magallanes. De este modo es que, Roque Esteban Skarpa (1914 -1995), poeta, profesor universitario, quien en la capital de Chile, Santiago, logró todo lo que puede soñar un ambicioso hombre de literatura (es ganador del Premio Nacional de Literatura) y científico (presidente de la Academia Chilena), nunca se acostumbrará a vivir en la ciudad de un millón de habitantes; la fuerte nostalgia lo atraía hacia Punta Arenas. En su literatura, a la ciudad de Punta Arenas, regresa también Ramón Díaz Eterovic, llamándola "paraíso perdido"; luego Ernesto Livacic Gazzano, quien publica la selección de cuentos de "temática del sur"; y Nicolás Mihovilovic, cuando abandonó los "territorios extremos", dedicó toda su obra literaria a la provincia más austral, a Magallanes y a los croatas y sus descendientes.

Mientras los escritores más antiguos como, por ejemplo, Esteban Jakšic (1907-1978), Francisco Berzovic (1913-1996), Lucas Bonacic Doric (1884-1960), Simon Eterovic (1912-1973), se acercaban a los temas del sur con un tono un poco elevado, regresando a la historia y a la leyenda sobre la vida "heroica" de los pioneros, ya Nicolás Mihovilovic introducirá novedades en la literatura regional: temas de la vida de la ciudad y de la vida moderna; Ernesto Livacic Gazzano enriquecerá la producción literaria del sur con el aire especial de sus cuentos cortos; Ramón Díaz Eterovic sostendrá la temática regional en la óptica del escritor que introdujo "la novela negra" en la literatura chilena, y Eugenio Mimica Barassi, abandonando un poco la forma tradicional, accede de manera totalmente distinta, al ambiente y su gente; su atención de manera especial atraerá la "gente dislocada". Juan Mihovilovich parte hacia la profundidad del mundo interno de sus personajes y empieza a hablar sobre "los fantasmas, la oscuridad de la infancia que pasó allá donde termina el mundo" (Pacián Martínez), y habla sobre su madre epiléptica, sobre su hermano encantado con el cálculo; de su hermana enamorada de la blancura y la nieve; de su callado e inerte padre; de su abuelo. Diríamos, de "la problemática croata" totalmente, bajo una nueva luz; aquí también encontramos al raro Natalio quien aparece en varios textos de diferentes escritores de origen croata, y que en éste termina como una bola ardiente en la calle.

Cuánta atención Mihovilovich presta a la llamada "temática croata", nos dice el hecho que visitó Pražnice, un pequeno lugar en el interior de Brac, donde nació su abuelo paterno "mi nono", como dice en la carta del 14 de septiembre de 1996: "Tuve que visitar este lugar para terminar una parte de la voluminosa novela que empecé hace seis o siete meses". De su abuelo dirá que es "una cara y un personaje inolvidable". Esto por su parte muestra en que medida la historia y el origen, son el apoyo que no se puede evitar en las obras de muchos de los escritores de origen croata.

La crítica chilena proclamará la nueva novela de Mihovilovic Sus desnudos pies sobre la nieve como "la cumbre de nuestra prosa" (Wellington Rojas V.), y a su autor lo señalarán como "el escritor más original de esta época". "Con él empieza nueva era en la literatura chilena que habla sobre la nueva vida", afirmará René Astride Rojas.

"En esta prosa poética se destacan las relaciones entre la madre y el hijo" (W. Rojas). Ella es el personaje central, el punto central de toda una vida en la lucha para sobrevivir en un territorio inhóspito, frío; de manera que, en esta soledad, había que ser de mucha habilidad para construir el futuro. Su comportamiento extraño, su enfermedad y sus sufrimientos, activan los sentidos del muchacho sensible. La novela es corta, parece que no se desarrolla la acción ni los diálogos, sólo imágenes y acontecimientos, y "sin embargo, la novela nos ofrece todo un mundo" (M. Seco).

Son evidentes las diferencias entre la primera y la segunda novela de Mihovilovich. En La última condena, el autor se preocupa de lo que está sobre la "faz de la tierra" (Mario Rodríguez); esto significa que "en el nivel subconsciente, el ambiente también es capaz de formar cuentos místicos". En la segunda novela, "áreas de la conciencia individual son profundas, éstos son los sueños, los símbolos inconscientes (…)". "La vida, es", dice él al final, "por suerte rica y con esto podemos construir ciudades propias y palacios de arena y la basura en la periferia de la ciudad; en el conflicto entre lo aparente y lo real, lo superficial y lo profundo, entre lo que vemos y lo que queremos descubrir y conocer". "Es la novela sobre nosotros", dirá Gabriel Rodríguez (El Centro, Talca, 1991) y "el mundo de Mihovilovich es el mundo de lucha y de búsqueda".

La novela Sus desnudos pies sobre la nieve es muy compleja, comprimida, y a pesar de su sencilla estructura, exige especial atención del lector. Pero, también se la puede leer como una obra sobre la infancia dolorosa, escrita al estilo especial, con elementos poéticos, metafóricos. En el segundo estrato encontramos un sin número de asociaciones y reminiscencias literarias y filosóficas. Sobre ellas, escribe ampliamente René Ariste Rojas en su ensayo grande La catedral sumergida, doblemente más amplio que la misma novela. Entre otras cosas, esta obra de Mihovilovich se relaciona con los mitos de la antigua Grecia, con las obras de los santos y escritores cristianos, con Baudelaire, Sartre (al cual el mismo autor menciona en su epígrafe). Él, por ejemplo, indica la semejanza del nombre Adriana (en la novela), y de Ariadna, la hija del rey Minos, quien ayudó a Teseo a matar en el laberinto al Minotauro. "Sale adelante", dice él, "Teseo-Mihovilovich por el laberinto, con la seguridad que le infunde Adriana-Ariadna".

La prosa de Mihovilovich está empapada por la nostalgia y melancolía que también relacionan al autor con algunos otros escritores de origen croata, pertenecientes a la misma generación de los años ochenta.

Después de un largo período, Mihovilovich termina su nueva novela Desencierro con la cual, como dice, quiere dar su opinión sobre un mundo formado en el último tiempo, pero en ella regresa a algunas partes de la novela Sus desnudos pies sobre la nieve, y las hace más comprensibles para nosotros ahora. Así que, la escena de la matanza de gaviotas con piedras, obtendrá un tono más claro: "No se trataba de que simplemente las mataba, sino de morir con ellas". Agregará y algún detalle en la descripción de la inercia de su padre - ("Mi padre desde su usual sillón, observaba el techo de la cocina."); y sobre la desgracia de su madre ("No dije que mi madre rechazaba la suerte. Eso no era posible. La suerte no existía"). Pero, lo que más aumentará, era la descripción de su abuelo, que llegó desde una isla en el Adriático "y como vino del Mar Adriático, conocía la otra cara del mundo y eso le daba el poder de ver el mismo objeto, desde dos puntos de vista diferentes (…); duramente vio el revés de la vida, y como pensaba en otro idioma, me decía que no entendía mis palabras". Este "viejo de ojos azules, triste a pesar de su aspereza, me amaba como amaba a los demás, claro está que eso nunca lo había dicho. Nunca he visto a una persona que hablara tan poco, y se expresara tanto con movimientos".

Y aquel pensamiento de la novela Sus desnudos pies sobre la nieve, que la crítica chilena a menudo citaba, como abuelo y padre "mataban su propio pasado y destruían lo mejor en su origen", en la nueva novela de Mihovilovich recibe la explicación: "Olvidar el origen", dice el autor, "significa hacer dano al futuro. No es bueno aceptar la vida sin el lugar de la partida. La manera de como nos levantamos, andamos, levantamos la mano, como nos agachamos; todo tiene su antecesor en el pasado (..) Los ojos alargados y cerrados del pasado nos aprisionan en el mejor sentido de esta palabra. Lo que nos puede salvar, lo echamos al abismo de la vida. Sin descuidar que la sangre es un río que corre sin fin, junto con el recuerdo, qué podemos esperar mirándonos ahora vestidos y diferentes? (…) Esto me ayuda entender quien soy".

También en la novela Desencierro, el escritor como primer personaje, indirectamente se dirige al lector y establece un monólogo con él. Se comunica desde una galería subterránea, rodeado de huesos, hundido en el lodo flúido, sangriento, encerrado, golpeado y varias veces ejecutado; "condenado a estar encerrado y a observar la vida hacia adentro", cuando "más tiempo paso dudando de todo", empieza a hablar abiertamente sobre la vida, le quita la máscara, la desnuda hasta los huesos, sincero y sin prejuicios, convincente en su literatura, con un estilo flúido y expresivo; opina sobre sus más íntimos sentimientos, estados y conocimientos, sobre las relaciones entre la gente y en su familia.

"Muchos acontecimientos en su prosa", dice René Ariste R. "son un poco autobiográficos". Pero, la mejor respuesta la dio el mismo Mihovilovich diciendo: "La mayor parte de esta novela es la realidad, por esto ella es verdadera; gran parte de esta novela es el fruto del esfuerzo físico, emocional y mental de este autor, junto con su imaginación que de alguna manera, sigue su realidad personal e interior; y en esto, esta parte tampoco deja de ser verdadera".

La prosa de Mihovilovich, opina la crítica chilena, es el resultado de la época de presión en la que vivimos y de la corrosión del mundo moderno.

En la novela Sus desnudos pies sobre la nieve, encontraremos también la resurrección y la disconformidad con el estado sombrío y angustioso. El personaje principal, niño-narrador, quiere vivir con su propia "irrepetible" vida (en la novela Desencierro el narrador usará el término "insustituible"). Quiere partir como el gallo, símbolo de masculinidad. Sin embargo, "este es el canto a la vida a pesar de dolor" (R. Ariste R.).

 


 

Juan Mihovilovich Hernández, abogado, escritor de cuentos, novelista y ensayista, nació en Punta Arenas, en el sur de Chile, donde vive la gran colonia de los descendientes croatas (de origen generalmente de las costas de Dalmacia del Sur, especialmente de la isla de Brac y sus alrededores). Pertenece a la tercera generación.

Él, como muchos otros escritores de origen croata que participan en la literatura de este país por más de un siglo, contribuirá significativamente a su desarrollo. Juan Mihovilovich es uno de los representantes de la generación literaria de los años ochenta o "de la generación del golpe de estado", como también la llaman.

Por su obra literaria recibió numerosos reconocimientos y premios en Chile y en el exterior. La evaluación literaria destaca que él es uno de los mejores representantes de la prosa moderna, un escritor extraordinario, uno de los más interesantes, quien introdujo un nuevo género en la literatura chilena.

En algunos de sus textos literarios escribe sobre la vida de los emigrantes croatas, está vinculado con su pasado y piensa que si se olvidara de su origen croata, se hará mucho daño a su futuro. De manera especial habla sobre los destinos de los emigrantes croatas.

La novela Sus desnudos pies sobre la nieve está dedicada al barrio croata en Punta Arenas. En ella, usando un estilo prosaico especial, describe las angustias de una familia croata en las costas del Estrecho de Magallanes. A pesar de su brevedad, esta prosa poética, de muchos estratos, nos descubre su nuevo mundo.


Tradujo del croata: Željka Lovrencic


 

 

 


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