DE TRÓPICO
                              
             
            FAENA 
              
              Ante  los ojos de la imaginación 
              -ceguera selectiva o malformación ocular-
              la espesura de la flora y la abundancia de la fauna
              son asuntos que aparecen adorables a toda costa
              igual que el vaivén de esta barcaza 
              en la que ahora mismo evitamos sentarnos
              sospechosos de las moscas y las escamas.
              Sin  embargo, para los otros
              -pupilas simplemente en sus cuencas -
              no existe más que lo inmediato y toda la bagatela de su ciclo
              girando en la órbita de lo de siempre:
              un anzuelo brillando en la espesura del barro o
              una aorta haciendo un charco en el centro del paisaje.   
              Nada  parece, entonces, otra cosa
              más que una postal que se intenta capciosamente rio arriba 
              comparando esto y aquello en la humedad de una libreta
              fantasía infértil del viajero, ejercicio inútil del escriba.
             
             
            POSTALES
            III
              Junto al puente un oso hormiguero y 
              junto al hormiguero una poza llena de cáscaras y mosquitos.
            En ella el reflejo de un caserío
              que se asoma desafiante ante los flashes 
              a enseñar los dientes, 
              a empuñar las manos y 
              a posar salvaje tras sus machetes.
            Un espectáculo que apreciar desde la distancia 
              que da la falta de entusiasmo 
              por el encantamiento frente a lo silvestre y 
              por todo su movimiento coreográfico. 
            En lo alto 
              un perezoso observa el nacimiento de un brote y
              a la sombra 
              un tronco en el que reposa un visitante 
              con el brazo aún rojo por el pinchazo contra la fiebre.
             
             
                          VI
            El detergente haciendo espuma en el barro
              como el reventón de las olas en una playa
              repleta de lavanderas.
            El sol estrellándose de lleno contra las ropas 
              que estilan en las ventanas y
              los niños debajo de ellas
              recibiendo su frescura en medio del cacareo de los  papagayos.
            Una imagen que sin duda recuerda
              las tardes en las que nuestro balneario
              se redujo al diámetro de los tarros
              en los que hundíamos las cabezas
              imaginando las maravillas de un mundo subacuático.
            Sólo la infancia es capaz de ficcionar 
                  hasta el ridículo la pobreza 
            Del otro lado
              perros bebiendo lavaza y
              escobillas flotando en las bateas.
             
             
            X
            Las  hélices giran bajo al agua
              dejando a su paso estelas que la superficie borra
              -igual que del mapa el brage a la langosta-veloz.
             
             
            ENDÉMICO 
            La novedad del paisaje desaparece
              tan pronto como los charcos
              tras una lluvia que deja paso inmediato al sol.
            Una impresión que se evapora
              en medio de los pastizales o
              en las barcazas que rio abajo
              terminan orilladas en el pantanal
              ante el asombro de aquel que pasa y
              ve en ellas tan sólo la cursilería del tiempo.
            Ningún secreto se alberga tras un nuevo horizonte
              como ninguno se esconde tras el mismo de siempre.
            Un tremendo bostezo en lo alto de la cascada y
              un estupor insufrible en la tormenta tropical.
            Ni la hamaca al calor de la choza, 
                  Ni la anguila, ni la carne del capibara 
            Porque la novedad del paisaje y
              el paisaje mismo desaparecen
              tan pronto como el encanto del bufeo o
              el trazo de una luciérnaga
              que de improviso se apaga.