—¿Qué opina de la escena literaria actual chilena?
—La escena literaria chilena es la plaza de Verona en donde se acuchillan los Montescos con los Capuletos. En tiempos de paz. se desconocen, no se leen, ni se saludan.
—Su nueva novela "El favorito de las viejas" se centra en el Marqués de Cuevas. ¿Por qué le interesó este personaje?
—Me pareció un atractivo antihéroe lleno de ambigüedades morales. Pese a la abundante bibliografía sobre él, sigue siendo una suerte de misterio, un mito. Por eso me pareció un desafío darle voz al personaje, y llenarlo de dudas, sin ser capaz de recordar qué fue cierto y qué fue mentira en su historia, como si él mismo no tuviera claro cómo se dieron las circunstancias de su ascensión social: su relación con los príncipes rusos Yusupov, el matrimonio con la rica heredera Margaret Strong Rockefeller, y lo
más inaudito, la creación del Gran Ballet del Marqués de Cuevas, una compañía clásica que triunfó con luces propias en Europa.
—¿Qué queda de la ambición del Marqués de Cuevas en el Chile actual?
—Tengo la sensación de que se saltó todas las normas. Fue un cajero del Banco de Chile, un adulador, un tramposo —homosexual encubierto— y por sobre todas las cosas, un gran arribista, en las primeras décadas del siglo XX, época en que se admiraba sobre manera a las clases altas, antes del advenimiento de la clase media con Alessandri. En el Chile actual, por el contrario, todo el mundo quiere ser clase media: los más ricos para pasar piola, y los más pobres por arribismo. La imagen de Jorge Cuevas guarda relación con el clasismo chileno que sigue siendo nuestra lamentable cojera. Estamos llenos de pequeños marqueses en nuestro mundo social, en la televisión, y en la política.
—Su primera novela "La Beatriz Ovalle" y este libro tienen que ver con arribismo.
—No deja de ser curioso que mi primera novela, publicada hace 45 años, tratara de una chica acomodada e insegura, en el difícil camino de trepar. Ambientada principalmente en los años previos a la Unidad Popular, tenía una connotación política innegable, pese a su supuesta frivolidad, que la hizo tan exitosa. Algo parecido sucede con este retrato del gran arribista de todos los tiempos. Son dos personajes que logran su cometido aunque paguen un precio alto. De cualquier forma, las ganancias de Jorge Cuevas son infinitamente mayores. El arribismo en Chile está presente en todas nuestras acciones: en el majadero tema de los apellidos, en las vueltas de chaqueta política, en la devoción por el dinero fácil (presente principalmente en la televisión), y en el afán por tener la 4x4 más grande del mercado.
—¿Qué personaje del mundo político le provoca curiosidad?
—El Presidente Boric. Esa mezcla de líder, de descamisado sin Evita, de joven apasionado, de autoridad con sentido literario.
—Usted se radicó un tiempo en Nueva York y hace unos años se reinstaló definitivamente en Chile. ¿Por qué regresó?
—Mi paso por Nueva York duró alrededor de 10 años, y su motivo inicial fue acompañar a mi compañero, quien dejó el país por razones de salud. Yo no dejé nunca de ser un turista a medias, que pasaba la mitad del año en un país y en el otro. No fue fácil. Pero escribí algunas de mis más emblemáticas novelas en esta etapa trashumante -"Sangre como la mía", "Cuartos oscuros"-, me hice adicto a la ópera (New York City Opera y Metropolitan) y a los musicales de Broadway, tuve acceso a la salud pública. Tuve el buen ojo de instalarme definitivamente en Chile, en donde terminé haciendo un acuerdo de unión civil a los 70 años.
—¿Qué experiencia cambió su forma de ver la vida?
—Nada hace mirar la vida con más intensidad que la enfermedad. Y eso lo sabemos todos ahora, después del paso del covid. Nada será lo mismo de aqui en adelante. Lo dijo Camus: "La peste es ni más ni menos que un acontecimiento ejemplar, la irrupción de la muerte que da seriedad a la vida". Yo sobreviví a otra pandemia más silenciosa que fue el VIH-sida, que se dio en los años 80 y 90 del siglo pasado, y doy testimonio de ello en mi obra.
—¿Cuál es la virtud más sobrevalorada por las personas?
—La eficiencia. No hay nada mejor que perder el tiempo.
—¿A quién llamaría en una videollamada al pasado?
—A Oscar Wilde. Podría darme luces de la época victoriana, de su arriesgada vida gay en épocas tan oscuras, y pelar a Lord Bosie Douglas, su abominable pareja.
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"El arribismo en Chile está presente en todas nuestras acciones"
Por Juan Luis Salinas T.
Publicado en REVISTA YA, 24 de julio 2023
