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            | Sergio Infante  | Juan Mihovilovich  
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        Las Aguas Bisiestas. (–El alarido final-) 
                Sergio Infante. 
Poesía. 157 págs. Edit. Catalonia 2012
        Por Juan Mihovilovich 
         
         
        
 
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        Las  aguas bisiestas se anuncian como  el alarido final de un Ginsberg ultramoderno y que visualiza el mundo presente con pies de  plomo: ni un solo sitio hacia dónde moverse, ni un espacio virginal donde posar  los ojos y dejar que el cerebro descanse para reiniciar el nuevo día.  Anclado a lo que fuera el mar de las aguas  movedizas,  el poeta se queda absorto  contemplando la sequedad del cielo: no más lluvias, salvo las ácidas que  escocerán la piel, los huesos, calcinarán los ojos y dejarán al cielo  convertido en un despojo de cenizas.
          
          Apocalipsis hoy.  No mañana ni pasado.  Aunque mañana o pasado será el recuento de  los grandes ríos convertidos en una pesadilla reiterada en la cabeza enorme de  un Dios aburrido…¿de su obra?  O el  desmembramiento de los hielos eternos (¿?) convertidos en chatarra seca,  descolorida y envenenada, como la secuela póstuma de lo que alguien –un niño  tal vez-  dejó guardado en su diario de  vida que se chamusca con el viento, aún más áspero, de un recuerdo lacerante. 
          
          Las  Aguas Bisiestas son, ¿el aviso de lo inevitable? ¿El  clamor soterrado de los bienaventurados y humildes que callan sin otorgar? ¿De  los sueños o alucinaciones que alguna hechicera advirtió frente a una bola de  cristal envejecida mientras ojos atónitos contemplaban la inversión del mundo?  ¿El fin de la historia es o son estas aguas estériles que buscan a Manrique  hace mucho convertido en naufrago de su propia sentencia? Las aguas ya no son  los ríos que van…
          
          Las aguas bisiestas están premunidas  de advertencias condenatorias. La guerra del fin de mundo es una pálida fábula  de lo que se avisa. ¿Nos quedaremos acaso convertidos en arbustos disecados por  dentro enarbolando el último estandarte de   un brazo que clama definitivamente en el desierto?  
          
          Este libro señero se acerca a  la suma final del resto que pareciera quedarnos.  Es doloroso y crudo, pero entrevé a ciencia  cierta lo que nos consume a diario.  Si  esta advertencia es el grito final, queda la sensación de que lo que se viene  está a la vuelta de la esquina…y temblamos presintiendo lo inevitable, la  tragedia consumada y consumida, tapándonos los oídos para no escuchar el  alarido de Sergio Infante, que igual penetra caustico en medio de nuestra  sordera civilizada. 
          
          Un texto premonitorio, sin duda  alguna,  muy bien escrito y mejor  sentido.
          
          Se termina de leer con ciertas  sensaciones burbujeantes  (todavía  hay agua en las venas) a ras de piel, y con  un escozor demasiado incómodo por dentro.  
          
          Pero, nos quedamos con este  libro esencial,  útil y necesario; sobre  todo, necesario, porque al fin de cuentas la esperanza deviene siempre en la  propia poesía…