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ÚTERO, Juan Mihovilovich
Novela, Editorial Zuramérica, 197 páginas. 2020
Por Antonio Rojas
Publicado en Letras de Chile, 18 de noviembre de 2020
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En esta novela singular, el autor nos narra una búsqueda, la búsqueda de sí mismo, de su razón de ser, del sentido de su vida. Y el lector, capturado por la prosa envolvente, cuidadosamente trabajada, es conminado a participar en una curiosa identificación con el narrador y, comparta o no los puntos de vista que plantea, experimenta también la búsqueda de sí mismo, de sus propios motivos, de sus interrogaciones, del sentido de su propia vida, de la vida de todos y cada uno de los seres que pueblan el planeta, que lo poblaron ayer y lo poblarán mañana.
Dice el autor: “Tal vez alucino que existo. La alucinación es un estado mental. Acaso también la existencia. O el sentimiento de un alma enferma. Puede ser. Me quedo escribiéndome a mí mismo. Mi historia. La historia de otros, de los demás, de quien surge en la distancia como uno mismo. Yo mismo. Nadie al fin. Solo 
y solos navegando por un océano de dudas. Los desconciertos ocurren. Los tropiezos acontecen al mismo tiempo y nada entonces es cierto. La memoria. La vieja memoria olvidada de sí y recogiendo los residuos del pasado. Eso es todo. Eso y nada más. Quién sabe”. (Pág. 69).
En esta exploración de la memoria, la novela avanza como el Viaje a la semilla, de Alejo Carpentier, del presente al pasado. El narrador, que declara ser juez en Puerto Cisnes, en lo que coincide con el autor, viaja a Punta Arenas, la ciudad en que nació, para proseguir allí su ejercicio literario, la búsqueda del adolescente y del niño que fue. Busca los lugares, que encuentra cambiados, procura recuperar las experiencias del pasado que lo fueron formando hasta llegar a ser el hombre que es, el escritor que pretende entender el sentido de la vida. Y que en la primera página de la novela confiesa que “a veces tengo unos deseos irresistibles de matar a mi mujer”. Pero no va por allí la historia. No atentará contra la vida de su esposa, ni contra su propia vida.
La muerte está presente en la novela, pero nadie la busca ni la apresura. Muere la madre del narrador, muere su padre, un compañero de la infancia. Pero no es la muerte lo que importa sino la vida. Al narrador no le preocupa lo que ocurra después de la muerte, le interesa la razón de estar vivo, el sentido de la existencia. Pocas novelas abordan un tema tan profundo, que en el fondo es el gran tema de toda la literatura, de todo el arte, sin el subterfugio de una aventura, de una historia en la que suceda algo tangible, que esté al alcance de todas las miradas, de las emociones, las ideas y los intereses de la mayoría. Mihovilovich se atrevió, y el resultado es una obra mayor, un trabajo sólido al que conduce toda su obra anterior. Aquí encontramos elementos presentes en sus cuentos y novelas que señalaron el camino hacia el Útero, está el hermano esquizofrénico, el juez en shock ante la realidad, están los escenarios, los paisajes y territorios en que se han movido sus personajes, en todos los cuales ha puesto tanto de sí mismo, de sus propias experiencias, y que en esta nueva ficción llevan al lector a preguntarse si todo esto será real, si el autor se está exponiendo a sí mismo, su más recóndita intimidad.
Pero eso, al final, carece de importancia. Todos los autores nutren sus obras de sus propias experiencias. Lo que interesa es que el resultado sea sólido y convincente. Y en pocas novelas encontramos la solidez de esta. Se ha logrado con un trabajo literario largo y serio. Es la obra de un autor maduro, que conoce el oficio de escribir al revés y al derecho, que lo ha practicado con pasión.
Los capítulos son breves, como golpes al mentón. Y el texto se presenta como una masa envolvente, en la que no hay puntos aparte. El narrador salta de un tema a otro, de un tiempo a otro, sin pausa, en una continuidad dictada no por lo que sucede externamente, sino por lo que aquellos sucesos provocan en la intimidad del personaje. Allí está el hilo conductor, en las preguntas del protagonista y en la búsqueda de sus respuestas. Preguntas y respuestas que todos nos hemos planteado alguna vez y que nos llevan a cuestionarnos, a pararnos frente al espejo y no reconocer al extraño que nos mira desde el cristal. ¿Seré yo, tal vez?
Esta es una novela para leer más de una vez, para pensar en ella, en lo que dicen y en lo que ocultan sus páginas. Es una gran novela, que no se puede dejar pasar.
