Proyecto Patrimonio - 2017 | index | Juan Mihovilovich | Autores |
La danza del cangrejo.
(Del cáncer de mama a la esperanza)
Autora: Mónica Jensen (Lourdes Barría)
Poesía, 95 páginas. Premio Nacional del Consejo del Libro y la Lectura año 2016, categoría inédita.
Autoedición. Puerto Montt, 2017.
Por Juan Mihovilovich
.. .. .. .. ..
“Bailo a su sombra la danza del cangrejo/ dos líneas de Rilke tartamudeando/:
¿Qué puedo hacer yo con mi boca? / ¿Y con mi noche? ... ¿Y con mi día?”
(En el cuarto de alquiler. Pag. 27).
La danza del cangrejo no es la danza de un pez, ni de una araña, pero pudiera serlo. El cangrejo, un simple crustáceo invertebrado, sin columna dorsal que lo sustente, ¿y cómo entonces danza, y avanza y se revuelca entre las arenas, en las rocas, en las algas? Un cangrejo que camina y que habita al lado de la muerte, la muerte de una dama que se niega a morir, que se retuerce entre las sábanas nocturnas, que agradece la fortuna de saber que una mujer semejante camina por las calles y aerovías, que se mimetiza con las mujeres del pabellón, de la sala, de un hospital, de una bodega, de un claustro, de un sitio torturado, y desde allí se pregunta y canta, dulcemente, tristemente, con esperanza a veces…y abraza las horas del día que ya no es el día antiguo, aquél tránsito de horas sin horas que pesar, que nunca se puso por delante y que apenas se vio dibujado en un reloj de pared. No. Las horas que ahora vive son las de un tiempo silencioso, el silencio que se puede tocar con los dedos, que se introduce en la habitación y acecha o espera, y que pareciera cobijar a esos minúsculos seres endemoniados que atraviesan los glóbulos rojos y como invisibles sanguijuelas atacan, un seno, dos senos, los senos del mundo entero, que se agazapan y se retuercen en sus propios pezones dolidos y dolientes…la sangre… a pesar de la angustia con que se vive, de la expectativa, por sobre las radiaciones personales, por aquellas que emulan de mal modo a las atómicas, y el cuerpo entonces se dobla como una serpiente que se niega a morir antes de tiempo, porque no hay tiempo y hay tiempo, y hay espacio, cielo, luna, soles y universos, hay plantas y hay un ornitorrinco, un abejorro, un perro, un gato, una libélula, porque hay una larva que vuela envuelta en sus vestidos de luces y de sombras. Ah, dichoso dolor que se engarfia entre las venas y que despierta al fin de cuentas una conciencia inmortal, que atraviesa los párpados caídos y los levanta, salvaje, dura e intransigentemente, pero ¡oh milagro de la creación!... lo creado es más fuerte que el acecho, que el ataque artero, que el turbio pasaje de las sombras temporales. La vida, al fin, la vida que renace, las hojas otoñales que riegan el vacío y regresan en miel, en osos, en retoños de árboles gigantes en su pequeñez y ella, la que duerme en las noches de insomnio permanente, ella, la que ha sufrido acongojada y sonriente, ella, la mujer, la dama, la femenina transparencia universal, se saca las manos de los senos, los revierte, y brota el mana del cielo y de los dioses, entonces, solo entonces, ella, la mujer que nos acunó entre los senos desnudos y esperando, sonríe… y es el dolor el que sonríe con ella, como un parto, como una bella sinfonía con el nuevo mensaje en su interior hasta el otro océano, hasta el espacio vedado al ojo humano y material y que solo se descubre al borde de la muerte…para vivir al fin, para revivir, para seguir siendo en la ruta lo que el espíritu innominado le ha trazado…
Solo resta agradecer este fuerte, sufrido y bellísimo libro…