Una vez cuando era niño, me contaron
cuentos para niños.
Fueron pocos
cuentos. Pero, a pesar de eso, hicieron
que fantaseara
desarrollando mi
imaginación. En ellos todos eran felices.
Una vez, cuando era adolescente, me
contaron historias de héroes.
Fueron
pocas historias, pero eran de verdad.
Una vez, cuando
era ya un adulto, me
contaron secretos, secretos que nadie
debía enterarse.
En un automóvil va la
venganza. La venganza es real, lo demás
es leyenda.
-Capítulo séptimo-
La definición simple y genérica de la lluvia acida sería que provoca una seria
contaminación ambiental, que sus componentes químicos ponen en jaque a parte
significativa de la vida humana y los demás reinos de la naturaleza. Sin embargo,
en esta novela apasionante, Marcelo Balbontin Riffo utiliza la denominación para
darnos a entender que bajo esa lluvia ácida viven y sobreviven formas contrarias de
concebir la existencia, como si huestes de larvas invisibles se materializaran de
golpe confabulándose para hacernos participe de nuestro infortunio como especie.
En tal perspectiva la trama de la novela se centra en la búsqueda incesante de
Dionisio de la Cruz, un eventual rebelde que, unido a otro importante grupo de
elite, será la cabeza de playa que destruirá a un sistema totalitario que subyuga a
una población sumisa y carente de voluntad. Dionisio de la Cruz es la clave, el
arma secreta que, unido a sus vínculos con el grupo, debiera derivar en una
asonada insurrecta que terminará por derrotar al régimen imperante.
Marcelo Balbontin Riffo
Se configura paso a paso una sintética descripción de quienes van integrando ese
movimiento insurgente, de sus conflictos personales, de sus introspecciones, de sus
interacciones, a veces de modo evidente y muchas de ellas en claves, que deberán
descifrarse a medida que la narración avanza.
Pero aquella búsqueda es apenas un pretexto para subvertir el dolor de una soledad
general, que no acierta a comprender por qué el mundo sobrevive como tal:
desconfigurado, ahíto de dudas y tinieblas, de sufrimientos y perversiones que
asolan y azotan las carencias más esenciales de todo ser humano. No hay un rastro
de solidaridad, de empatía natural. Sólo seres que deambulan desprovistos de
sentido. La avalancha distópica cae como un rayo en medio de ellos y los deja
desamparados. Corren sin destino. El destino es un Estado avasallante, un anuncio
de la perdición.
Mario Lamporte, personaje central, es únicamente el enlace, alguien que se
desplaza por la ciudad con una tarea específica: encontrar a Dionisio de la Cruz,
pero ¿ese individuo existe o es apenas la quimera esbozada en cerebros tan
enfermos como el de quienes los gobiernan? ¿No es acaso el golpe de gracia final el
que los dejará abandonados a su suerte, a esa suerte que quisieron transformar en
soporte cuasi divino, como si las causas fueran otras, ajenas al mundo desquiciado
que les ha tocado vivir?
En las calles se aspira el ácido sintético, la lluvia rebota en los cristales y se
introduce en las córneas de los transeúntes que circulan anonadados, desconfiados
del día que comienza y termina en un suspiro. Los edificios son muros enquistados
en el cerebro de todos. Una especie de alimaña gigante corroe los orificios mentales
y coloca allí sus semillas destructivas. Los chips navegan por un firmamento
tenebroso como si volaran trayendo la buena nueva. Puede ser la ciudad de
Santiago de Chile —como pareciera serlo— o cualquier urbe acorralada en sus
dilemas morales, en sus extravíos artificiales, en sus congojas mundanas, en sus
miserias de clases, de liberalismos sofocantes, del miedo de existir.
Pero no. Balbontin Riffo se ha esmerado en reconstruir la ruina de un mundo que
no tiene fin. O, dicho de otro modo, que persigue su propio fin, más allá de que el
alzamiento de supuestos desharrapados pudiera concretarse.
Desde la oscura y lóbrega guarida del poder, protagonistas como Echeverría y
Gumucio son peones de magos siniestros, escondidos tras las bambalinas de un
poder omnímodo maligno. Desde esos recovecos al que ningún ser humano común
y corriente jamás accederá, los adalides del mal celebran su danza espectral
atosigando si pausas a los tristes y desamparados.
Desde el umbral de esa quimera, Lamporte, Baronti, Venson, Guita y el Pequeño,
Bollman, Mege —y Valeria, un símbolo que ayuda a continuar— prefiguran el paraíso
surrealista que acosa sus sentidos. Por encima de la rebelión ellos abordan la épica
de su propio exterminio en pos de la causa, más allá de que pululen en restaurantes
y bares de mala muerte o en hoteles de tercera clase.
Si la vida es sueño como suelen serlo los gobiernos de facto, las dictaduras, los
totalitarismos a ultranza, la opresión individual y colectiva, la exclusión de un
espíritu obstinado en superar la ausencia del amor anhelado, la lluvia acida se
esmera en desmoronar a dominantes y dominados. Partes del mismo y estrecho
sendero del espejismo humano, de una materia que se autodestruye con cada
parpadeo como si el infinito goteara sus lágrimas ácidas y corroyera sin vuelta la
decadencia indeclinable de la forma física y la carencia absoluta de la verdadera
libertad.
Lo demás, lo que pudiera extraerse de este libro extraño y lúcido a la vez, es lo que
una lectura atenta descubra entre las líneas ocultas de una obra que parece
confundirnos con sus anagramas y señuelos, pero que, incluido su imprevisible
desenlace, en el fondo aspira a que despertemos del terrible delirio global en que
estamos envueltos.
___________________________________ Marcelo Balbontin Riffo.
Nació en Santiago de Chile en 1967. Egresado de Periodismo.
Estudió Periodismo y Comunicación Social en la Universidad de Artes y Ciencias
Sociales "Arcis" y en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano "UAHC".
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com BAJO LA LLUVIA ACIDA
Autor: Marcelo Balbontin Riffo.
Novela, 127 páginas, 2024.
Editorial Rari Profundo
Por Juan Mihovilovich