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Bucear en su alma, cuentos de Juan Mihovilovich.
Simplemente Editores, 2018

Presentación de Susana Burotto
Linares, septiembre de 2018



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Una tarde fría nublada del 17 de agosto en mi casa de Talca recibí el llamado telefónico de una voz que no reconocí al principio y que me aclaró a los segundos “soy Juan “. Era este escritor y amigo, que me saludaba desde Puerto Aysén, adonde había ido a retirar los libros de cuentos que ahora tenemos aquí, y que llevaba en su regreso a Puerto Cisnes. Me contó que quería volverse luego, que llovía copiosamente, pero que estaba todo bien. Aunque no me hubiera dicho lo último, yo lo habría adivinado, por su voz animosa, casi alegre. Le conté que justo en el momento de llamarme yo estaba leyendo en el computador el borrador definitivo de sus cuentos. Me quedó la imagen de este hombre, volviéndose en su auto en medio de la lluvia y los bellos parajes, portando las cajas de sus libros, con las palabras, los gestos, afanes y dolores de los personajes que también yo vivía mientras leía, en una realidad distinta a la de él, relativamente distinta en el sentido de lo físico, geográfico, climático.

Me quedó rondando por algunos días el sentido de la ficción literaria, que emergiendo desde la realidad, bucea en otras dimensiones, donde la imaginación erige otros mundos, tan distintos pero tan próximos a los nuestros en  sus analogías y complejidades, y, al mismo tiempo, tanto más amplios, diversos en sus temáticas, registro, matices.

Creo que esa es la clave de estos cuentos: la mirada que recae en  las posibilidades de la imaginación, sin por ello adentrarse en mundos ajenos, sino en los más cercanos: la niñez, los recuerdos de infancia, los sueños, las pesadillas imaginarias y reales, las historias del pasado y presente.

Otra clave de estos relatos es su accesibilidad al lector. En una dimensión más cercana que otras obras del autor, se abre una lectura de muchos cuentos que forman un abanico de posibilidades narrativas donde hay dos puertas de entrada: la primera es de quienes ya lo han leído y han estado en el mundo de sus ficciones y  saben que sus historias no nos lleva a argumentos y tramas lineales sino al universo interior del personaje. Si es ese acceso, la puerta se abrirá de par en par, obligándonos a parpadear un poco con la luz potente sobre nuestros ojos lectores, que se adaptan a la naturaleza conque cada autor trabaja sus ficciones. En este caso, estamos preparados para universos laberínticos, cerrados sobre su propia lobreguez, que no facilita la evasión ni la distracción lectora, sino que obliga a adentrarse y perderse en el poder imaginativo de su palabra austera y rigurosa. Y de pronto llegan estos relatos, sorprendentes en su aparente sencillez y transparencia. A esa luz intensa yo me refería.

Pero también está el acceso para aquellos que no lo han leído y creo que es ésta una oportunidad que no se debería desperdiciar. Empezar por este conjunto abigarrado de relatos es el camino justo para conocer a Juan Mihovilovich y apreciar a uno de los mejores escritores de la literatura chilena contemporánea.  Si tuviera que guiar a un lector, mi consejo sería precisamente éste: si empieza por estos relatos, tendrá que ir por más y así llegar a otras historias, de igual o mayor extensión, transitar por sus novelas que nunca más se dejan de leer, porque es este es el signo de los buenos narradores: se leen, se busca conocer sus universos cada vez que podemos y queremos leer.

La idea que busco expresar radica en el encuentro con esta entrada más “ benigna” a su universo literario, del que, por lo demás, nunca se ha desprendido ni tranzado por derroteros más fáciles, los que con certeza habría encontrado hace ya muchos años. Una lectura masiva  a sus ficciones nunca ha sido, me imagino, uno de sus objetivos. Pero en estos cuentos, si bien no hay un cambio de perspectivas ni concesiones a una narrativa más facilista, hay también un ligero destello de luz en la bruma espesa de sus ficciones principales.

Por los presentes relatos asoma la libertad de un autor que no siente la tiranía interna, que muchas veces sujeta nuestra mano para escribir con otros registros distintos a los que siempre parecen surgir en la identidad  conque buscamos representar el mundo los que escribimos. En estos cuentos desfilan diversidades temáticas, narradores cambiantes, oscilaciones del pasado, y el presente, universalidad, registros realistas y mágicos, presencia y ausencia de  anécdotas, estructuras cerradas del microcuento y del cuento tradicional, apertura y  fragmentación del cuento actual. Es como si nada se escapara, como si todo se mezclara y fusionara para que el Cuento- esa manifestación maravillosa de la literatura, ese género inmortal, esa idea con la que empezamos a recorrer todos los demás registros literarios- tomara aquí, en sus formas y líneas argumentales, un cariz  de primitivo  origen, de potente reflector que traza con sus palabras un territorio  de enlace entre la imaginación y la realidad.

Desde esos mundos nos habla un narrador que a veces  reflexiona (Perorata sobre Sancho y Don Quijote): En resumidas cuentas, no es sino la historia de un hombre convertido en esclavo de una conciencia inmanejable o un personaje que mira un ave gigantesca en la noche (Ave nocturna): Debió ser un sueño, un simple sueño, aunque ahora escuche un picoteo incesante en mi ventana. Así también, personajes que  narran en la aparente narración tradicional  u omnisciente .Tomó la calle angosta y se encaminó resuelto hacia el interior del empobrecido barrio comercial. En una de las aceras había un pequeño letrero enmohecido mimetizado en una pared gris y que con letras apenas perceptibles anunciaba a la adivina. (La nueva adivina) pero donde está atento a aparecer el factor que desestabiliza esta apariencia de orden narrativo. Cómo no mencionar también a los microcuentos, atentos a emerger en sus claves narrativas de paradoja y misterio, donde la suave caricia de una oreja de hombre nos lleva a otra cosa. Ahí estuvo su error (…) es la peor ofensa (…) señor juez. Usted sabe mejor que yo cómo se responde. (Provocación).

En este discurrir de un cuento a otro nos sumergimos, como lectores, en una variedad que nos lleva por diversas posibilidades temáticas y nos retrotrae a dos realidades: la del cuento, con su capacidad de asombro y síntesis, sus imágenes simbólicas precisas, pero también contenidas  y la de la novela, con su transcurrir más gradual pero sostenido, que navega en las mismas aguas profundas del cuento  pero que va más allá, micho más allá. Ambas realidades se conjugan  perfectamente en este libro, que también deja dos puertas abiertas a estas posibilidades que rara vez encontramos de manera consciente y bien trabajada en la narrativa, hablando de un modo general.

Así se va concatenando un nudo de cuentos que, como es el caso de los grandes narradores, pertenecen a su tiempo pero podrán leerse en otros: están ubicados en una realidad espacial, geográfica, temporal, pero los puede apreciar un lector ajeno a estos espacios y realidades.  Las eternas cualidades de universalidad  y tradición, unidas a la realidad inmediata y contemporánea, forjadas en temáticas que priorizan el sentido humano y reflexivo de la existencia, todo ellos trabajado en un lenguaje que funde el mejor realismo y la mejor poesía en aras de una intensidad y nitidez rigurosas, dan la orientación a quien se asoma por primera, segunda o por enésima vez a leer en las aguas d Juan Mihovilovich.

Desde la analogía de un niño con síndrome de Dawn (Bucear en su alma) con la realidad del mundo marino e insondable a la amarga constatación de la propia cobardía (Hombre de buena voluntad). Desde la  extrañeza de convertirse de visitante en visitado en un parque zoológico (Ser de sangre fría) a la narración de cariz mágico, donde la visita de un oftalmólogo a un pueblo lejano que lo espera por años nos remite a una visión kafkeana de la “irremediable ceguera” del visitante portando un maletín (Oculista). Desde la visión poética de alguien que lee un poema frente al mar y al mismo tiempo dialoga con él (El mar) a la muerte mezclada a los recuerdos de infancia (Parecido a un stradivarius). Desde la mujer sanadora y el egoísmo humano (La elegida) a la reflexión sobre la vida y sus hallazgos (El camino). Desde un cuento a otro hay enlaces, relaciones, diálogos mudos, como si todos se hicieran una sola gran voz armónica, un bloque de palabras que se hablan entre si, que suspiran duermen, gritan, cuentan, lloran y recuerdan, en estos cuarenta relatos cercanos, lejanos, realistas, mágicos, insondables, pensativos y visuales. El mundo marino de Ricky en Bucear en su alma nos mira y se junta con el mendigo de Bajo el puente y los pobres que quieren abrigarse de Mediagua y la visión del agua y su razón de ser en La cascada y la fuga incesante y eterna de Prófugo.

El gran cuento asomando su rostro de mil caras.

Talca, septiembre 2018



 

 

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