Juan Mihovilovich:
La vida y la muerte se entrelazan y la humanidad queda sujeta a un hilo Por Sixto Sarmiento Publicado en Expreso, Perú, 11 de octubre de 2022
Arequipa, en el marco de la Feria del Libro, se engalana con una de las voces más originales y relevantes de la narrativa chilena
de las últimas décadas
—La crítica literaria saludó su nominación al Premio Nacional de Literatura 2022 en Chile, ¿cómo toma usted no haber sido el elegido?
—Mi postulación se efectuó por la editorial Simplemente Editores y en paralelo por una serie de académicos, periodistas y columnistas que han seguido de cerca mi carrera literaria. Sabía que las probabilidades no eran muchas, pero sí valoré el entusiasmo que suscitó mi nominación. Sirvió para que mis obras fueran más solicitadas y estuvieran en la discusión pública. No haber sido elegido es un detalle: los premios son un mero accidente. Escribo porque la literatura es mi razón de ser y va más allá de la coyuntura. Si un galardón llega es un aliciente. Nada más que eso.
—¿Cómo un juez llega a ser un reconocido e influyente escritor? —Escribo como vivo y vivo como escribo, lo dije al momento de ser incorporado a la Academia de la Lengua. Luego ser abogado o juez son funciones posteriores a mi decisión de ser escritor por vocación. Ser juez fue una etapa fundamental en mi existencia y se complementó de manera indivisible con la escritura. Mi influencia luego es una consecuencia de la opción primera y el hecho de ser reconocido por la judicatura en esa perspectiva sirvió para realzar un cierto sentido de humanismo en el ejercicio de la magistratura.
—Su obra y su propia vida se caracterizan por su entrega al arte, en particular al que rescata el que se hace en el ámbito regional, pero con implicancias universales, ¿cierto?
—Así es. Mis obras y mi vida pública se han consolidado siempre desde la provincia. He procurado congeniar mi visión de mundo con la necesidad de que la literatura sea una expresión de ella. La crítica ha valorado esa universalidad generada desde la región, lejos de los circuitos del poder central. Pienso que por ello hoy es estudiada y valorada en algunas universidades.
—Elegir y dar vida a sus personajes debe ser una tarea difícil, más aún cuando, como juez, se parecen a las personas con quienes los trata en la vida real, ¿cómo lidiar en esta contradicción?
—La persona humana está por encima de la eventual dicotomía. Extraer de la vida real a mis personajes es una consecuencia de la observación, esto es, de la experiencia, luego no hay mejor aprendizaje que la realidad. Incorporarlos entonces a mis cuentos o novelas es parte de una contradicción aparente: sólo quedan aquellos que sacuden profundamente mi interioridad. Claro, no es fácil decidir sobre un hecho determinado una vez que este pasa el cedazo del hecho empírico. Pero basta un gesto, una actitud, para que esa persona humana se traduzca en personaje y termine cobrando vida propia en mi literatura, obviamente mediatizado por la emotividad y la empatía que me inspira.
—Tu nuevo Anticristo, su última novela, tiene un nombre casi apocalíptico, ¿cuáles expectativas le despierta?
—Tu nuevo Anticristo es mi último libro y se inspiró en una doble convergencia de sucesos. Por un lado, por la tesis que elaborase mi hermano menor en cuanto a que la pandemia era producto de la aparición en el planeta del Anticristo. La pandemia “era y es” el nuevo Anticristo. Se había mimetizado en una infección imposible de contrarrestar, ya que se multiplicaba por el simple hecho de la respiración: inspirar y exhalar, de ahí que el contagio universal fuera inevitable. Escribiendo la novela a partir de la pandemia y con esos datos gruesos se produce en agosto de 2021 la muerte de mi hermano por un infarto en plena calle. El shock fue demoledor. Y sin poder asistir al funeral por la prohibición generada por la covid pude hacerlo recién después de un año. En el intertanto continué la escritura, ahora con el duelo de por medio y en una conversación atemporal con ese hermano que era capaz de vivir en dos dimensiones al mismo tiempo. Claro, el personaje vivencia el fin de una civilización y, paradójicamente, el posible resurgimiento de una nueva que la narración muestra entre líneas. La vida y la muerte se entrelazan y la humanidad queda sujeta de un hilo. En ese panorama crítico el Anticristo pareciera no retroceder. Pero la novela deja abiertas algunas alternativas que el propio lector dilucidará. Es una obra que apela, en su sentido último, a recuperar el amor por la especie humana.
—Cambiando de tema, ¿cómo ve a la literatura en el Perú?
—Sin ser experto de la literatura peruana de hoy tengo referencias sobre ella. Por eso mi venida a Arequipa es también esa necesidad de reconocerla en tiempo presente, más allá de los clásicos que leí y ayudaron a mi formación: Ribeyro, Vallejo, Vargas Llosa, Mariátegui, Arguedas, etc. Por eso rescato la emergencia de los más recientes, como José Carlos Agüero, Katya Adaui, Miluska Benavides o Rafael Dumett, entre otros. En esa perspectiva la rica tradición de la literatura peruana pareciera tener un futuro relevante garantizado.
—¿Con cuál de los escritores peruanos le gustaría compartir una charla?
—Cuando el año 2005 el escritor peruano Alonso Cueto ganó el premio Herralde, me motivó conocer su literatura, ya que yo había competido con El contagio de la locura, que quedó entre las semifinalistas. Leí su obra y pensé que en algún momento podríamos tener alguna conversación que para mí sería atrayente.
—Finalmente compártanos un mensaje para los lectores peruanos.
—La literatura profunda es imprescindible para intentar desentrañar el sentido de la existencia humana. Inmiscuirse en una literatura reflexiva y de contenidos es un imperativo actual, máxime si vivimos tiempos de crisis global que nos cuesta asumir y entender a cabalidad.
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La vida y la muerte se entrelazan y la humanidad queda sujeta a un hilo
Por Sixto Sarmiento
Publicado en Expreso, Perú, 11 de octubre de 2022
