Entrevista a Juan Mihovilovich:
“Todo lo que uno escribe está cruzado por lo autobiográfico" Por Mario Rodríguez Órdenes Publicado en DIARIO TALCA, 28 de julio de 2024
Juan Mihovilovich acaba de lanzar un libro mágico, "El amor de los caracoles" (Simplemente Editores, 2024) un viaje personal y colectivo que muestra, como dice uno de los personajes: "No hay nada mejor en este mundo que ver con los ojos del alma". Muestra las luces y sombras del Maule. Con una notable belleza poética, la narración muestra la magia de la vida, ese acontecer de historias no contadas y que a pesar de las vicisitudes, es bella. Juan, actualmente, vive en las afueras de Linares.
—Juan, ¿cómo surge la escritura de "El amor de los caracoles"?
—"Nace el año 2005 cuando aún vivía en Curepto. Estaba en el patio de la casa leyendo y de pronto veo que el sol está dando de lleno sobre un par de caracoles que realizaban una especie de danza nupcial. Me acerqué y los observé: los rayos del sol le daban una luminosidad increíble, mientras ellos ejecutaban su ritual amoroso. Sus antenas se elevaban una y otra vez con una cadencia sobrenatural. Esa imagen me impactó. Luego busqué información sobre ellos y me sorprendió sobremanera saber que carecían de cerebro. Me dije entonces, ¿cómo es posible que los caracoles sean capaces de amarse de ese modo sin cerebro de por medio y los seres humanos, a su vez, fuéramos incapaces de amarnos teniendo la mente a nuestra disposición? Esa pregunta fue el leit motiv de la novela que, de todas maneras, se inicia con un tsunami antes de que ocurriera el fatídico terremoto del 2010".
—La novela transcurre en el Maule, muy distante a la Punta Arenas en que nació. ¿Cómo logró captar la esencia del Maule?
—"De algún modo he vivido parte significativa de mi vida en la Región del Maule y he aprendido —y aprehendido— sus coordenadas históricas, he apreciado sus costumbres, sus mitos, sus tabúes, los ritos ocultos del campesinado, su devenir inserto en las tradiciones, su religiosidad, sus prejuicios, sus supersticiones, su visión de mundo, en suma, esa mirada periférica alejada de los centros urbanos, entiéndase Talca o Curicó, ya que toda la trama de la novela se desarrolla en el poblado de Curepto y sus alrededores. Es una invocación a redescubrir ese espacio ilimitado de un tiempo que, lenta o rápidamente, va perdiendo sus vínculos con la naturaleza, en tanto la idea del progreso procura atraparlos con sus tentaciones post modernas. Los niños, a la sazón, ven esa contradicción y son enseñados por los más viejos a no olvidar sus orígenes, su tierra, su sangre, sus ascendientes. Y lo fantástico se asoma luego como una necesidad de trascender lo efímero de la materia humana y sus derivados".
—¿La considera una obra de madurez?
—"Decir que sea una obra de madurez puede ser pretencioso. Es sí una novela que rescata parte importante de mis 17 libros previos, una especie de unificación temática, de concentración de las múltiples obsesiones personales, y que mira hacia un futuro con más luminosidad o esperanza que en todas mis obras anteriores. La tenía guardada y retomé el texto en el 2020. Tuvo un largo proceso de revisión en que destaco la ayuda de mi amigo Marino Muñoz Agüero".
—¿Es correcta verla como una novela muy autobiográfica?
—"Todo lo que uno escribe está cruzado por lo autobiográfico, así se trate de obras delirantes, mágicas, fantasiosas o dramáticas. En la escritura se traslucen los dilemas íntimos, las búsquedas, los fracasos, esas frustraciones que constituyen parte sustantiva de la vida humana y que de vez en cuando, se ven coronados por rachas fugaces de éxito o de felicidad. En esa perspectiva, sí, es también autobiográfica si condensa mis indagaciones permanentes, las luchas internas que continuamente he vivido y que intento dilucidar".
Luces y sombras
Juan Mihovilovich (Punta Arenas, 1951) es escritor, ex juez de la República, defensor de los derechos humanos durante la dictadura militar chilena y miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua. De su fecunda y vasta obra, el crítico José Promis ha señalado al referirse a una de sus obras, "Desencierro": "Será un texto imprescindible cuando se escriba el breve catálogo de las mejores novelas chilenas contemporáneas".
—Los personajes de la novela se ven insertos en un proceso impuesto en Chile por el modelo neoliberal. ¿Qué tanto los agobia?
—"Como habrás visto en tu lectura los adolescentes están atentos a desentrañar, desde el mundo rural, ese mundo exterior que intenta atraparlos, de hacerlos partícipe de algo que sospechan insano, hasta demoníaco, en sus presiones físicas, emocionales y mentales. Claro, hay un personaje central que les sirve de nexo: el abuelo Laureano, un homicida que ha cumplido su condena por matar a su hermano, la pugna inevitable entre Caín y Abel, que corroe toda la civilización moderna. En esa lucha sin cuartel, como una alegoría contrapuesta, la sociedad campestre sindica al abuelo como Caín, sin embargo, él es en realidad Abel, que hizo un cuestionado acto de justicia contra el mal, entronizado en un sujeto abominable como su hermano de sangre. Ese peso lo agobia, pero lo ayuda a buscar la salvación a través de esos nietos adolescentes, que perciben un cambio profundo y espiritual del mundo que rechazan".
—¿Como deteriora la vida social de los pueblos?
—"En la novela se evidencia la ausencia de solidaridad, de empatía con el sufrimiento ajeno, salvo excepciones. De hecho, los dos hermanos que viven y sufren la marginación estudiantil sienten que son una especie de parias sociales, que, no obstante, ser partes de un mismo entorno físico y educativo común, de ser alumnos de un colegio pueblerino, son relegados por tener un padre alcohólico y un abuelo en condición de presidiario. Sufren el escarnio de sus compañeros, son vilipendiados incluso por una de sus profesoras, cuya
conexión con el padre de ambos se verá, a posteriori, y ayudará a entender la crueldad con que los agravia. Pero, naturalmente, es una forma de estar a la vera del camino, de no comprender cómo son esclavos de los resentimientos adultos e intentan desentrañar sus causas y efectos. Ese deterioro social es patente en un submundo cultural que les cuesta asumir, que les duele, pero que, paradójicamente los fortalece y constituye una sólida base moral para enfrentar un destino que es parte de sí mismos".
—Parecen atrapados por historias no contadas, que se ocultan. ¿Es correcta esa lectura?
—"Es correcta y certera, por algo que ya se contestó en la pregunta anterior, pero, además, porque en el entramado narrativo los hechos se entrecruzan: el pasado y el presente son un cúmulo de desaciertos y exploraciones que se van hilando de un modo críptico para consolidar un futuro que a los personajes les evidencia la posibilidad cierta de una salida mística, si cabe el término. Sólo en el desenlace se revela cuáles son los elementos concéntricos que configuran ese universo oculto, misterioso, un espacio degradado, pero que sirve para que los cuatro niños-adolescentes, que llevan el peso de las historias y sus variables, las comprendan en su integridad".
—El alcoholismo, por ejemplo, ¿sigue siendo un flagelo en la sociedad chilena?
—Absolutamente. En la descripción del padre de los tres hermanos, Pablo, Laurita y el narrador, conforma un eje fundamental. El cargo de conciencia paterno lo lleva a la autodestrucción personal, primero, y a la familiar después. Su seudo escudo protector es la inconsistencia de su masculinidad, su obstinación en evadir la culpa que lo corroe por los pecados cometidos, pero a su vez, por el estigma de llevar sobre sí el peso irremediable de un castigo al no haber asumido responsablemente, primero su infidelidad de pareja y en seguida, su actitud mezquina para hacer abortar a su amante, una joven profesora que creyó en él y lo espero inútilmente. De ahí que el alcohol haya sido su válvula de escape, pero de igual modo, una consecuencia del entorno social campesino. Otros personajes de la novela han sufrido a la par, la dependencia alcohólica, como el padre del llamado Monje Loco, un `poeta maldito' atemporal, que se instala en las alturas del llamado Cerro de los Cristales para vengarse de un pueblo como Curepto, al que aborrece por extensión del mundo urbano".
—La problemática de los bosques de pino, es un tema candente...
—"Ya lo creo. Me circunscribo al ámbito
novelesco, cuya correspondencia con la realidad ha de resultar inevitable. La construcción de dos celulosas, una en Constitución y otra en Licantén, en épocas y gobiernos distintos, engloban la mutación del mundo agrario local. De trabajadores de la tierra y parceleros campesinos, los pequeños propietarios van vendiendo o arrendando sus terrenos o aceptando su transformación para la siembra indiscriminada de pinos, árboles introducidos por las grandes forestales para sustituir el sentido de la pequeña propiedad campesina y suplantar —término muy a propósito— por extensos bosques destinados a la explotación de las celulosas. Ello conlleva una transformación socio cultural ineludible, que se extiende por la novela como un virus corrosivo del que los personajes no pueden ni deben abstraerse".
—También aparece el peso de la historia y la crueldad de la conquista española en el siglo XVI. ¿Cómo marcó a la sociedad maulina?
—"En ese ámbito la obra toca, con un enfoque místico-histórico, o a la inversa, la lucha soterrada del pueblo mapuche con los invasores españoles. Surge la figura emblemática de Lautaro, cacique guerrero que combatirá sin pausas la dominación y vencerá en muchas batallas, hasta ser derrotado en la cuenca del Mataquito. Pero luego, en la ficción, intentará reencarnar en el primogénito del matrimonio central de Nicanor y Leticia, padres de tres de los personajes adolescentes. Sólo que su reingreso al nuevo mundo no se compadece con el período histórico del siglo veinte, ni menos con la, supuestamente, absurda —o auténtica reencarnación que la narración pretende. No obstante, ese hecho sirve de basamento para conformar una idiosincrasia que ha absorbido a la estirpe maulina en su forma de coexistencia territorial, que va desde el Mataquito al Perquilauquen. Obviamente, en una novela como la que intentamos explicar, son elementos de juicio que el lector debe ponderar conforme a hechos reales y ficticios que, como es sabido, dan cuenta de una obra con una lógica interna propia, y expuesta al modo en que cada lectura individual perciba e interprete".
—Pero los personajes descubren que hay otra manera de vivir la vida cuando se dan cuenta que los caracoles no tienen cerebro y que, sin embargo, son capaces de amar como se aman... ¿A qué los lleva esa búsqueda?
—"El descubrimiento del amor de los caracoles se da por la experiencia de un personaje femenino central: Clarita. Ella ha descubierto que los caracoles son seres luminosos, dotados de una necesidad de amor mutuo, sin que el sexo sea lo distintivo en la unión carnal, a pesar que tal vínculo existe y por ello su hallazgo. La ausencia de cerebros en los caracoles les muestra a los jóvenes que, en contraposición, el amor humano carece de la nobleza que ellos procuran y requieren. Los caracoles, y el viaje místico a una cueva inmaterial donde está la esencia de los caracoles del mundo, les muestra que todos los seres vivos, animados e inanimados, minerales, plantas, animales o humanos, tienen un fondo u origen común: el sol es la energía vital que hace que todo lo viviente tenga el sentido de la creación divina y, hecho el descubrimiento, sienten que su 'estar y ser' en el mundo les abre un espacio infinito hacia la totalidad de todo lo existente: el amor, más allá de la imperiosa necesidad de sobrevivir en una realidad indeseable".
—Juan, finalmente, ¿se queda definitivamente en el Maule?
—"Nunca sé dónde he de estar por demasiado tiempo. He vivido en variadas ciudades y pueblos. Al parecer estaré un tiempo indefinido, que a estas alturas no ha de ser demasiado, en la Región del Maule, a la que pertenezco por adopción, siendo puntarenense de origen, siempre".
—¿Qué proyectos literarios vienen ahora?
—"Estoy escribiendo dos novelas en paralelo: una afincada en las vivencias nunca extinguidas del todo, en el barrio yugoslavo, década del sesenta en Punta Arenas; y otra en que abordo, desde una representación multifacética, la insanidad del mundo actual, sin excluir ni eludir los elementos autobiográficos que constituyen los claros oscuros del mundo personal y del entorno. Dan, ambos proyectos, para un par de años más, quizás...nunca se sabe...
La creación literaria es tan extraña como la vida misma y esa misteriosa lógica que entreteje su trama... ¿no te parece?".
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Entrevista a Juan Mihovilovich:
“Todo lo que uno escribe está cruzado por lo autobiográfico".
"El amor de los caracoles" (Simplemente Editores, 2024).
Por Mario Rodríguez Órdenes.
Publicado en DIARIO TALCA, 28 de julio de 2024