Le cinéma de la vie.
“Un sang pareil au mien”. Jorge Marchant Lazcano.
Traducida del español por Janine Philipps y Renato Paveri.
Autrement Editions, París, 2009.
Por Hugo Pradelle.
La Quinzaine Litteraire, París, Febrero de 2009.
“Un sang pareil au mien”, o la historia de una continuidad trágica, la de los sentimientos, la de las atracciones y la familia, de aquellos lazos, en el fondo, inexplicables, acerca de las trayectorias que toman las vidas de los seres humanos, y que, a menudo, los sobrepasa.
En Chile, a partir de los años cincuenta y del final de sus adolescencias, dos jóvenes se desarrollan en torno a la figura de Arturo Julián, viejo homosexual, administrador de cines, seductor empedernido e inasible. Uno de los muchachos es un apasionado loco por el cine, fascinado por Montgomery Clift, empleado subalterno de una revista especializada. El otro, sobrino de Arturo, obsesionado por la enigmática muerte de su padre, disimula su homosexualidad a través de un matrimonio infeliz. La novela, alternativamente, sigue sus voces y nos sumerge en medio siglo de cambios políticos (articulados por el 11 de septiembre de 1973 y del 2001), en los arcanos de sus respectivas familias, de sus sentimientos, de una intimidad compleja hecha de culpabilidades y de deseos feroces. Paralelamente, a cincuenta años de distancia, Daniel (el hijo de uno de ellos) enfrenta su desamparo a partir de la muerte de su amigo Jaime, joven chileno enfermo de sida con el cual comparte su vida desde hace años. Cuenta, al revés, sus encuentros, sus dificultades, la decadencia física de Jaime, las relaciones con su familia, la revelación de su homosexualidad y sus angustias frente a la muerte ineluctable.
Sin embargo, la novela no se limita a una rica trama sentimental. No es tampoco una simple descripción de las condiciones homosexuales en la América del Sur (un tema poco abordado por la literatura sudamericana que tenemos aquí, excepto novelas como – a pesar de su fuerte dimensión política – “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo.)
“Un sang pareil au mien” es una narración polifónica enteramente construida en torno al cine. La sorpresa que causa esta novela reposa en su disposición, en su postura más que en la escritura a veces un poco apagada, al menos no a la altura del tema. No estamos frente a una gran novela que marcará sin duda una época o un tema (para este tema pensamos en “Una casa en el fin del mundo” de Michael Cunningham o al libro de André Aciman, “Más tarde o jamás”), pero es un intento prometedor que, sin decepcionar, plantea preguntas interesantes.
Sin embargo, la construcción de la novela alrededor de películas emblemáticas que revelan cimientes y desafíos, que ilustran y motivan las peripecias y los sentimientos de múltiples personajes, es de una gran virtuosidad. Así, capítulo por medio, la novela lleva el título de una película célebre, “Sunset Boulevard”, “West Side Story”, “La Soga”, “Cabaret”, que sigue una suerte de cronología (o mide con ellas el paso del tiempo) y que acompaña y produce el relato, como el paso de un soporte artístico a otro.
Jorge Marchant Lazcano escribe una novela abundante sobre el cine, sobre el amor de las películas, sobre la manera cómo nuestras vidas entran en relación con las imágenes animadas que pueblan nuestras fantasías de manera poderosa, un texto sobre la encarnación y la desencarnación, sobre la manera como las películas acompañan las vicisitudes de nuestras existencias, las condicionan y las ilustran al mismo tiempo. Ve el cine como una lectura común de los hechos, como una manera de estar juntos y de comprender algo del mundo que nos rodea. Es una manera de hablar de lo que es indigno, de lo que nadie escucha o no quiere ver y que sin embargo hay que decir: el amor por los jóvenes en los años 50, la vejez, la soledad, la pesadilla del sida, la decadencia de la enfermedad, la muerte infame, un cierto fin del amor. “Un sang pareil au mien” es un relato de la transmisión, de la repetición, del análisis de la imagen y de alguna forma de comunidad.