Proyecto
Patrimonio - 2008 | index | Jorge Marchant Lazcano | Autores |
Ser o no ser gay en
Latinoamérica
Por Guillermo Cárceles
Revista NOIS, N°134, mayo de 2008
JORGE MARCHANT LAZCANO, nació en Santiago de Chile el
9 de marzo de 1950. Tras dedicarse algunos años a escribir
teleseries -como "Volver a empezar" en la que narra la transición
democrática en Chile; inicia su carrera literaria con el
estreno del drama "No me pidas la luna" y en 2002 aparece
su novela histórica "Me parece que no somos felices" a la
que siguen "La joven de blanco" y "Sangre como la mía" con
la que ha obtenido el Premio de las Bellas Artes. Con motivo
de su publicación en España hemos tenido la oportunidad
de mantener esta entrevista que os ofrecemos.
- ¿Cuánto hace que se publicó
"Sangre como la mía" en Chile?. ¿Cuál ha
sido la reacción?
-
"Sangre como la mía"
apareció por Editorial Alfaguara en junio
del 2006, después de haber publicado
otras dos novelas con ese sello. La novela
tuvo una excelente recepción por parte
de la crítica, y se la consideró como mi
novela más valiente y desgarradora. Las
implicancias en torno a la homosexualidad
y más aún, en torno al sida, provocaron
cierta polémica extra literaria que
llevó a los medios periodísticos a hablar
más de la enfermedad que de literatura.
El año pasado, la novela ganó el Premio
Altazor - Premio de las Artes Nacionales -
en donde todos los escritores eligen la
mejor obra del año anterior.
- En tu novela los protagonistas se ven
obligados a ocultar su homosexualidad a
causa de la homofobia del país. ¿Puedes
comentarnos cómo se vive en el Chile de
2008 la homosexualidad?
- Los personajes que deben ocultar
su homosexualidad - como lo hacían en
gran parte del mundo -, son aquellos que
viven en los años 50, es decir, las dos primeras
generaciones de la novela. Los
personajes del presente, pese a sufrir otro
tipo de dificultades, viven su homosexualidad
más libremente. Creo que, a pesar
de la gran homofobia que existe en Chile,
las nuevas generaciones pueden vivir de
forma mucho más libre de lo que se vivía
en los largos años de la dictadura de
Pinochet. Si bien durante la dictadura
existían muchas manifestaciones de una
intensa vida gay, especialmente en
Santiago, todo era oscuro, soterrado, clasista
y puertas adentro. Ahora hay
barrios, como Bellas Artes, en el centro
de la ciudad, lleno de cafés donde los
homosexuales hacen una vida pública sin
interferencias, y disfrutan de una visibilidad
que sólo la democracia puede dar.
Eso no impide que la estructura social y
religiosa del país, ponga grandes problemas
para la aceptación total de esta
forma de vida.
-
¿Es muy difícil salir del armario en
Chile?
- Creo que eso depende de cada
cual. Yo salí del armario en un Chile provinciano,
que parecía vivir fuera del
mundo, en los años del gobierno del
socialista Salvador Allende - antes de la
brutal dictadura que lo derribó -, y no me
fue ni tan difícil ni tan traumático. Tenía
las cosas relativamente claras y quería
vivir mi propia vida, por lo que me fui a
vivir solo, lejos de la mirada observadora
de mi familia, conocí a mis primeros compañeros,
algunos amigos con los cuales
hemos estado unidos hasta hoy. De cualquier
forma, tengo claro que no es así de
fácil para todo el mundo. En una sociedad
tan conservadora como la chilena,
los jóvenes deben luchar contra una
sociedad homofóbica en donde la familia
- sus propias familias - sólo legitiman las
relaciones heterosexuales. Es por eso
que la mayoría de los gay entran en un
proceso de naturalización de todo lo
ajeno y lo prohibido. Muchas veces es la
misma familia, amparada por el poder de
la iglesia católica, la que les impide ser
homosexuales honestos y realizados.
-
¿Son muchos los personajes públicos
que lo han hecho?
- Me voy a centrar solamente en el
mundo cultural chileno. La tradición cultural
de Chile, hace "invisibles" a sus grandes
homosexuales y lesbianas. Habría
que partir por Gabriela Mistral, primera Premio Nobel de Literatura en
Hispanoamérica en 1945, quien vivió
prácticamente toda su vida autoexiliada
porque sabía que le era imposible vivir en
Chile. Decir en Chile - como ha sucedido
en estos últimos meses-, que la Mistral es
lesbiana es un pecado mortal, una ofensa
que la empequeñece, como si la lectura
de su obra no tuviera otros alcances
mucho mayores a la luz de su verdadera
condición humana. Felizmente, Gabriela
Mistral estuvo unida en los últimos años
de su vida con Doris Dana, una norteamericana
que a su vez dejó toda su herencia
a una sobrina soltera, lo que ha permitido
que Chile pueda iniciar el reencuentro
con su gran poetisa, y el rumor atroz se
convierta en certeza esperanzadora.
Otro ejemplo: Augusto d'Halmar, uno de
los ejes de mi nueva novela, Primer
Premio Nacional de Literatura en 1950,
escribió en España en los años 20 una
novela homosexual, "Pasión y muerte del
cura Deusto", y Chile nunca se hizo cargo
de una lectura seria y comprometida con
los verdaderos alcances de esa obra
emblemática.
José Donoso, gran escritor chileno, vivió
toda su vida negándose su propia sexualidad,
temiendo ser visto y llamado como "un escritor gay". Después de su muerte,
es su propia hija adoptiva quien desvela
parte de la amarga historia de ocultamiento
y represión del autor de "El obsceno
pájaro de la noche".
-
¿Crees que la homofobia es más fuerte
en Chile que en otros países del continente?
- Es muy posible. Aunque no creo
que sea peor que en Perú o Colombia,
por nombrar dos países cercanos. En
definitiva, lo que nos empareja a todos,
es la presencia autoritaria de la iglesia
católica - terrible herencia hispánica -. Me
pregunto, ¿cómo habríamos sido si nos
hubieran colonizado los anglosajones? ¿Seríamos como los norteamericanos?
Y en relación a este mismo tema, me preguntas
en dónde se puede vivir con
mayor libertad la homosexualidad en
Hispanoamérica, y te respondo sin pensarlo
dos veces, en Argentina, muy en
especial Buenos Aires. La sociedad porteña
para quienes no la conocen es más
amplia de criterio incluso, diría, que varias
sociedades europeas. Buenos Aires es
una ciudad asombrosa, en el más amplio sentido de la palabra. Los porteños parecen
tener incorporado en su disco duro el
sentido de la diferencia, tal vez por haber
sido una ciudad de fuertes oleadas de
inmigración. La vida gay en Buenos Aires
es altamente estimulante, cultural, social y
sexualmente. ¡Es un verdadero placer ser
maricón en Buenos Aires!
-
¿Qué has pretendido plasmar en "Sangre como la mía"?
-
"Sangre como la mía" es, sin lugar a
dudas, la novela más personal de cuantas
he escrito. Me la debía hacía mucho tiempo,
y se la debía a mis numerosos lectores.
Siempre había "coqueteado" con
temáticas cercanas a la homosexualidad,
(como en el caso de mi novela corta "La
noche que nunca ha gestado el día") pero
no había enfrentado directamente el tema,
tal vez esperando cierto distanciamiento y
madurez para enfrentar temáticas tan
complejas como la relación de la homosexualidad
y el sida, un tema a mi juicio,
esencial para un escritor homosexual de
fines del siglo XX. Creo que el sida ha
sido para los homosexuales lo que el
holocausto fue para los judíos, una materia
de reflexión que los escritores gay "serios" han abordado ampliamente en
lengua anglosajona ( a modo de ejemplo,
Alan Hollinghurst y "La línea de la belleza").
Los homosexuales de todo el mundo
ya no son los mismos después del sida.
Por otra parte, no creo necesariamente
que un escritor homosexual deba escribir
solamente novelas gay.
Pero para un escritor latinoamericano,
viviendo en una sociedad clasista y
homofóbica, era necesario revisar la historia
de los últimos cincuenta años desde
la mirada y los acontecimientos que han
conmovido a nuestros hermanos. Y en
este sentido, el cine de Hollywood, uno
de los grandes ejes de la novela, tenía
mucho que aportar.
- Tras la publicación de tu obra, ¿en
qué estás trabajando?
- Me encuentro a punto de lanzar mi
nueva novela, "El amante sin rostro", que
aparecerá en Chile bajo el sello de
Tajamar Editores. Me ha tocado vivir por
razones muy personales en Nueva York
por varias temporadas, y esta novela asimila
en cierta forma esa experiencia, y mi
visión del mundo norteamericano, tan complejo y tan en crisis. Se trata de una
historia en donde priman las relaciones
familiares. Una mujer chilena casada con
un norteamericano observa como su
mundo se le desmorona. La visita de un
sobrino escritor que viene de Chile con
una inquietante noticia: el pariente más
ilustre, un obispo, acaba de desaparecer
en extrañas circunstancias, encerrándose
en algún monasterio. (Aquí entra mi
homenaje al cura homosexual creado por
Augusto d'Halmar.) Creo que uno de los
grandes ejes al respecto es el tema de la
culpa en las familias católicas. Pero también
está el desarraigo, las relaciones
entre padres e hijos y la tremenda necesidad
de imaginar, como principio y fin del
escritor.
- Y finalmente, ¿podrías definirnos con
unas pocas palabras a los siguientes personajes?
- Benedicto XVI: Cruella de Vil.
George W. Bush: Charlton Heston en feo.
Michelle Bachelet: Una Presidente con las
mejores intenciones, mal asesorada.
Jorge Edwards: Llegar a ser Carlos
Fuentes o Vargas Llosa.
Cristián Cuevas, líder sindicalista chileno:
(No lo conozco)
Editorial Egales: Un buen sello para títulos
diferentes.
Asociaciones Gay Chilenas: Dar la cara.