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El narrador de imágenes

Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio, Viernes 2 de Diciembre de 2005

Inspirado en la vida del pintor Julio Escámez, el narrador construye un texto chispeante e imaginativo. Muchos de los
fragmentos que aluden a los sueños del protagonista están entre los mejores de Varas.


Según lo expresa José Miguel Varas en el epílogo a Los sueños del pintor, su última novela, Julio Escámez solía embrujar o hacer estallar en carcajadas a la audiencia que le escuchaba narrar sus episodios oníricos. Algunos de ellos están expuestos en el extenso libro pero, como ocurre en estos casos, la transcripción literal de semejantes experiencias produce efectos muy distintos a aquellos causados en los interlocutores inmediatos del artista. En cambio, el conjunto de la vida de Escámez, su increíble trayectoria vital, la amplísima gama de hazañas en las que ha participado se nos revelan como un prodigio de humanidad y talento creativo. En Las pantuflas de Stalin, El correo de Bagdad, La novela de Galvarino y Elena, Varas se basó en personas de carne y hueso, transmutándolas en caracteres literarios gracias a su estilo sutil, chispeante, imaginativo. Los sueños... es, quizá, su texto más ambicioso y refleja las mismas características, aunque podría pecar, en determinados tramos, por el exceso de longitud y cierta tendencia a la dispersión.

La estructura de Los sueños... está conformada por quince capítulos, subdivididos en fragmentos o historias de mayor o menor desarrollo, intercalándose entrevistas —todas excelentes— y la narración de las imágenes a que alude el título —"El sueño de la luz", "El sueño del ladrillo", "El sueño del alambre", etc.—. Cada una de las secciones es una crónica autónoma, a veces directamente relacionada con el protagonista, a veces muy alejada de él, tanto así que pareciera provenir de otro volumen, distinto al que estamos leyendo. Muchos de estos relatos están entre los mejores de Varas y es una lástima que Los sueños... carezca de índice, porque "El ángel en la iglesia", "Cuento de Maupassant", "La bella signora", "La Navidad de Pancho", "Comer con De Rokha", "Viola volcánica", entre tantos, pueden releerse con alegría y satisfacción.

La primera parte del tomo describe la infancia y juventud de Escámez, en el lejano caserío de Antihuala, luego en Cañete, Concepción y finalmente Santiago. En esa época, la región de la Araucanía era una zona de bosques impenetrables, hoy devastada por la industrialización o la siembra de especies vegetales sin valor. El niño crece en medio de la pobreza y desde temprano muestra inclinaciones por el dibujo, la pintura, la música. Tras un accidentado paso por diversos colegios, obtiene ayuda de la masonería, trasladándose a estudiar bellas artes en la capital. Aquí apenas le alcanza para comer, aun cuando conoce a personalidades que serán gravitantes en la cultura nacional: Alejandro Jodorowsky, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, José Santos González Vera, quien le conseguirá una beca para Italia. Estas páginas evocan unos años memorables de bohemia, parrandas, comilonas, fiestas de varios días, en los cuales, a pesar de la escasez de dinero, la gente convivía y disfrutaba de una manera que hoy resulta impensable. Varas trata de modo incidental el ingreso de Escámez al Partido Comunista, sin dejar de recordarnos que, por entonces, un elevadísimo porcentaje de intelectuales profesaba dicha ideología. El viaje iniciático a Europa ilustra el deslumbramiento de las ciudades italianas y contiene una espléndida digresión sobre la técnica del fresco, elaborándose un paralelo entre las civilizaciones mediterráneas y precolombinas que la practicaron.

Julio Escámez estuvo durante períodos prolongados en la India, en Sri Lanka, China, Japón y otros países asiáticos. A esos lugares fue en barco, en tren y hasta a pie. Desde 1974, reside en las afueras de San José, Costa Rica; cuando viene a Chile, no le gusta lo que ve. Las peregrinaciones a tan remotos parajes se reseñan con fluidez y ligereza, con una flema que sólo Varas logra desplegar. Sin embargo, su héroe acomete empresas tan descabelladas como buscar una dirección en Calcuta, tratar de cumplir un encargo de Neruda en Rangún, escapar de la mafia en Tokio, pasearse por las calles de Pekín como Pedro por su casa. Los sueños... es, citando al novelista, un intento de poner por escrito algo de la existencia de un hombre extraordinario y un gran creador, alguien que también ha sido un fenomenal narrador oral.

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José Miguel Varas nació en Santiago en 1928. Debutó muy joven en la literatura con el libro de relatos Cahuín (1946) y posteriormente publicó la novela Porai (1963) y la biografía novelada Chacón (1967). De su producción de los últimos años sobresalen El correo de Bagdad (1994) y sus Cuentos completos, volumen por el que obtuvo el 2002 los premios Altazor, Círculo de Críticos de Arte de Chile y Consejo Nacional del Libro.


LOS SUEÑOS DEL PINTOR
José Miguel Varas
Editorial Alfaguara, Santiago, 2005, 526 páginas.
NOVELA

 

 

 

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