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Criminal
Jaime Pinos Fuentes, Libros La Calabaza del Diablo,
Santiago, 2003, 46 páginas.
Por Luis Riffo Escalona
e-mail: lriffoe@gmail.com
Criminal
Jaime Pinos F.
La calabaza del Diablo, 2003.
No hace mucho, los medios de comunicación se concentraron en uno de
los criminales más crueles y despiadados de la crónica roja nacional: Roberto Martínez
Vásquez, alias El Tila o el Sicópata de la Dehesa, quien confesó el asesinato y
violación de una muchacha de quince años y el asalto con violación en dos domicilios
ubicados en aquella exclusiva comuna de la capital. Tal como lo venía haciendo desde
los catorce años, cometió los crímenes aplicando una violencia desmedida, que en uno
de los casos incluyó descuartizamiento y canibalismo.
Ése es el personaje central de Criminal, libro de poesía de Jaime Pinos (1970), editor de La Calabaza del Diablo. ¿Son poéticos el crimen, la captura, la
aplicación de la ley, el suicidio del condenado? En realidad, la mejor literatura ha
llevado en sus entrañas una buena dosis de violencia, pero, ¿puede un hecho policial
profusamente informado convertirse en el referente de un libro de poemas? La verdad
es que no hay límites temáticos para la escritura y para los efectos de una lectura
sin prejuicios sólo debe interesar la "calidad de la propuesta", como dicen los formularios
del Fondo del Libro.
Esta incursión poética en un hecho noticioso relevante para un país que tiene a la
delincuencia como uno de sus temas favoritos, tiene la virtud de rescatar del silencio el
lado oscuro de los acontecimientos, que por lo general está ausente en el discurso
periodístico. Y esa zona omitida es precisamente la que se relaciona con el aspecto humano
del criminal, los factores sociales, económicos y morales, detonantes de una conducta
antisocial que produce consternación y condena pública, pero jamás un intento de comprensión
acerca de las causas que originan ese brutal modo de actuar.
El texto recoge desde diversas perspectivas la vida del Criminal y la evolución de las
pesquisas policiales hasta su encarcelamiento. La voz del condenado (cuya actitud se
desplaza desde la amenaza hacia un mundo que intenta protegerse inútilmente de él:
"yo soy el que acecha. Yo soy su miedo", hasta la resignación del que se sabe culpable y
sin redención: "Yo soy el que no tiene perdón. Yo soy el condenado") se alterna con otros
discursos que intentan completar la figura que ha permanecido oculta, esa relación perversa
entre la sociedad y el sujeto que atenta contra ella:
............... "Aunque el cerco se cierre
............... y llegue a su final este doble juego en el que soy
............... el cazador y la presa,
............... ellos no podrán eludirme"
"Ellos", es decir, nosotros, los ciudadanos respetuosos de la ley, somos también los
cazadores y la presa del Criminal, pero también el objeto de un resentimiento que ha
crecido monstruosamente gracias a una existencia miserable:
............... "A otros les tocó el premiado.
............... A mí, sólo una vida de mierda
............... Y toda una vida de mierda para malvivirla"
Si bien plantea la tesis de que la sociedad es la que crea sus propios monstruos
("soy parte del producto interno de esta sociedad"), el autor no reduce su escritura a
esa premisa. Más bien, deja en evidencia el espectáculo que se monta en torno a una figura
maldita, cuya condena ya se había dictado desde el origen de su vida.
La poesía de Pinos se vale además de recursos como el poema encontrado, que incluye encuestas,
citas de la prensa, fotografía (en la portada se ve un dibujo basado en la foto del
Tila cuando era un niño que vendía globos), un plano de Santiago y el prontuario del criminal,
para mostrar no sólo el drama de un renegado, sino el retrato de un país condenado a una
desigualdad que disimula de mala manera su violencia.