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Comentario de La Hediondez de Marcelo Mellado. Alquimia Ediciones. 2011

El  perfume de Dinamarca

Jaime Pinos



 

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Conocí a Mellado en Santiago. Junto a Marcelo Montecinos, oficiaba de editor del sello  y la revista La Calabaza del Diablo. Nos juntamos varias veces en Plaza Italia, temprano por la mañana. Mellado llegaba de San Antonio. Las primeras conversaciones para la edición de Informe Tapia. Yo ya había leído El Objetor y desde entonces sigo su trabajo con atención. Desde luego, lo considero uno de los narradores que realmente interesan en medio de un panorama donde abundan los gatos y escasean las liebres.

El mismo Mellado ha dicho que La Hediondez cierra un ciclo. La saga de La Provincia. Me gustaría, a propósito de esto, hacer un par de comentarios, un par de apuntes respecto al proyecto literario y político que Mellado ha venido construyendo.

Mellado sobre La Hediondez: Un divertimento, un juego delirante. La clave es la parodia, el carnaval, el hueveo generalizado. Es la ficción de la realidad, aunque la realidad está organizada como ficción. El humor. Negro, por supuesto, estamos en Chile. El país del chiste cruel, el país de la risa amarga. Los mundos de Mellado, sus pueblos hundidos, son territorios farsescos, sus habitantes personajes tragicómicos. Vidas mínimas, poetas menores, charlatanes de poca monta cuya historia sólo puede ser contada desde la sátira y la picaresca.

A este respecto, se me viene a la cabeza el último Lihn. El Enrique Lihn de El Paseo Ahumada, La Aparición de la Virgen o de los happenings. Como dijo Juan Cameron recientemente en una conferencia sobre su poesía: El hueveo como factor de lucha, en la contingencia de la dictadura, fue una de sus últimas banderas. Con el humor, Lihn pretendía recoger lo que identificaba como un rasgo de la idiosincrasia nacional y un mecanismo de autodefensa histórico contra la injusticia y el autoritarismo: De ese humor, y de ese distanciamiento que produce el humor, es algo que ha dado muestras este país, como una manera de defenderse de la realidad, y de hacer irrisión de ella. Son antídotos, por así decirlo, contra la monstruosidad ambiental. El poder siempre carece de la seriedad que puede tener el humor. En el mismo sentido que Lihn, Mellado hace del hueveo generalizado una epistemología y una política. Una bandera de lucha. En el mismo sentido, los últimos movimientos sociales han hecho del carnaval una forma de expresión espontánea muy difícil de asimilar por la izquierda tradicional o de manipular por el poder.

Un apunte respecto a la relación entre Mellado y Enrique Lihn, más allá de este asunto. En un artículo del año 91, titulado Lihn, la poética de lo otro, Mellado habla del trabajo de Lihn en estos términos: ese cuerpo de obra que se las jugó y se las juega en un proyecto desconstructor de la literatura, desarmador de su cánones y brutalmente crítico con la palabra institucional y sus presupuestos.  Me parece que estas palabras sirven perfectamente para definir la tentativa del propio Mellado, su proyecto de desconstrucción y crítica. Su búsqueda de una poética de lo otro.

La Hediondez está escrita, según Mellado, como la ficción de la realidad, aunque la realidad está organizada como ficción. O en términos de Ranciére, en la cita que abre el texto: lo real es siempre objeto de una ficción. Me parece que el título de esta novela, que cierra un ciclo, despeja la lectura más ramplona que se ha hecho de su trabajo. La identificación de la Provincia, recreada en este doble juego de realidad y ficción, con determinados territorios concretos. La Provincia de Mellado, más que una geografía determinada, es un espacio alegórico. Como dice Álvaro Bisama: un bonsái de los podres fácticos del presente chileno.

Todo ese mundo de lobistas ínfimos y microtraficantes de influencias, el patetismo de sus pugnas por un poder inexistente, los círculos que rabiosamente, como carretas delictuales, se disputan casi nada, todo ese mundo precario y bizarro, es más bien la metáfora de un estado de cosas. La post dictadura. El periodo democratoide, como lo llama Mellado.  

Una época que huele mal. Hace muchos años que algo está podrido en Dinamarca. La hediondez ya no se aguanta. Demasiados años de corrupción y complacencia. La corrupción de la clase política puede darse siempre por descontada. Sin embargo, es la corrupción y el colaboracionismo de muchos de los intelectuales y artistas de este país, esa otra élite, la que ataca Mellado con más vehemencia. La élite que moderó o anuló su crítica y se asimiló o devino en una nueva academia cuyo poder es la administración de una jerga anodina, sólo para especialistas. La élite que hizo de la práctica del arte y la construcción cultural un ejercicio de control burocrático y repartición de prebendas.    

 Tengo la misión de limpiar a Chile de la impostura, ha dicho Marcelo Mellado. De seguro, su literatura es una contribución importante a esa empresa de sanitización. Abrir, con las herramientas poderosas de la ironía y la crítica, las ventanas del cuarto oscuro y maloliente que han sido estos años de postdictadura. Estos años de silencios cómplices e imposturas.  Hacer posible la emergencia, imprescindible en este momento, de una poética de lo otro. Dejar que empiece a correr el aire fresco en Dinamarca. 

Bar Caoba. San Antonio. Octubre de 2011


 

 

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El perfume de Dinamarca.
Comentario de "La Hediondez" de Marcelo Mellado. Alquimia Ediciones. 2011.
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