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ALMANAQUE: HILO DE LA MEMORIA
Jaime Pinos / Lanzallamas Libros, 2010

Por David Bustos

 

La literatura es una forma privada de la utopía
Ricardo Piglia

 

A finales de los 90 Jaime Pinos publicó su primera novela “Los bigotes de Mustafá” (Editorial Calabaza del Diablo, 1997). Una novela generacional cortazariana, que fue recibida con inesperada sorpresa y que hacía presumir que este autor de sólo 27 años, había entrado en buen pie al complejo género de la novela. Pese a que la persistencia en la novela no se ha reiterado en estos años, Pinos no se ha alejado de su compromiso con la literatura. Él junto al editor Marcelo Montecinos, fue unos de los fundadores y gestores de la Editorial independiente Calabaza del Diablo, casa editorial que hoy por hoy, ocupa un sitial referencial dentro del campo editorial independiente, uno de los puntos destacados de la movida editorial de la contracultura post dictadura.

Almanaque es el segundo libro de poesía de Jaime Pinos. Anterior a esta última entrega había publicado Criminal (Calabaza del Diablo 2003), libro que tenía como personaje central a Roberto Martínez Vásquez, el Tila; el Sicópata de La Dehesa que por esos tiempos ocupaba las portadas de los diarios y que en 1992 fuera el niño símbolo de una campaña de rehabilitación del Sename ¿Ironías del destino o frutos de un sistema cruel y desigual? Estas  cuestiones son las que Pinos se encargó de poner en relieve en su primer libro de poesía: 1) El crimen como sínthome de la desigualdad social. 2) El crimen como espectáculo de los mass media. 3) El crimen como reflejo de una realidad histórica. Un libro polémico y con gran fuerza crítica, que nos enfrenta al crimen y al castigo como instancias competitivas, reseñó en su oportunidad la crítica Patricia Espinosa.

 Almanaque (Lanzallamas Libros, 2010), última creación de Pinos, es un libro que se plantea desde la conciencia del montaje y desde ahí traza una delicada narración; mediante la utilización de recursos que provienen de distintos lenguajes (fotográfico, periodístico, cinematográfico, publicitario), el sujeto relata a un personaje (casi a manera de testimonio) que se ha suicidado, de ahí léase el epígrafe del comienzo del libro: “Para hablar con los muertos/ hay que saber esperar.” (Jorge Teillier) y el poema “Elegía” con el que finaliza el libro: “A pesar de todo,/aquí estoy,/ escribiendo./Para hablar contigo,/ sigo las instrucciones de Teillier./Elijo palabras que puedas reconocer./Aprendo a esperar.”

Resulta interesante como Jaime Pinos maneja el montaje o el encuadre, sea del recorte periodístico, piezas publicitarias, crónica roja; donde aparentemente no se perciben las costuras, privilegiando el soft cut. Intercomunicaciones que tejen una delicada línea argumental y el siempre bien ponderado movimiento de cámara.

Son varios los tópicos que están sobre la mesa en este libro, pero diría que el troncal y que asoma desde el inicio hasta el final y que motiva seguramente la escritura de Almanaque, es un tema que antes no ha sido abordado por la poesía chilena, el del duelo de los hijos de los detenidos desaparecidos, en este caso el de Jorge Jordan Herrera hijo de Jorge Jordan Domic. Veamos el poema: “Una Muerte, un Silencio”

“Solo 35 años tenía Jorge Jordan y decidió terminar con su vida
el día del cumpleaños de su padre: 15 de septiembre. Casi toda su
vida vivió en proceso, un “eterno” proceso de búsqueda de verdad
y justicia. Tenía apenas tres años cuando vio a su padre por última
vez en la cárcel de La Serena.”

Freud en su ensayo Duelo y Melancolía (1915), habla del Suicidio Melancólico, que implica que en cierta medida el melancólico no se suicida, sino que al matarse mata el objeto. Podría  relacionarse con  ese “proceso eterno” del que habla Pinos, al describir a ese hijo suicida de un detenido desaparecido. En ese sentido es que el psicoanalista francés Jean Allouch ocupe la siguiente fórmula poética: “la sombra del objeto cae sobre el yo” es decir el desaparecido se hace uno con el que sufre la pérdida, ambos por igual sufren una doble muerte. El psicoanálisis y en especial Freud tendería a reconocer a una de las etapas de duelo como la identificación del yo con el objeto perdido. Pienso que eso sucede sobre todo con los sobrevivientes, en el personaje que nos presenta Pinos: Jorge Jordan, donde el duelo se transforma en un incesante, la imposibilidad de llenar ese vacío dejado por la perdida.

Entonces es pertinente preguntarse ¿cuántas muertes ocurren en el caso de los detenidos desaparecidos en dictadura? La muerte de la separación al no ver más al ser querido (desprendimiento), la muerte de la justicia al no encontrar a los responsables (borradura de la huella) y no poder restituir el cuerpo; y la muerte interminable de no poder consumar el rito fúnebre, pues no se ha encontrado a desaparecido, en este caso al padre. Pero como si esto fuera poco también está la sanción social por el duelo a lo que Geoffrey Gorer llama “Muerte invertida”. Si pensamos en el Chile de hoy nadie quiere hablar de muerte y menos de desaparecidos, eso puede arruinar el espectáculo -Al decir esto, tengo la idea de que por ahí se cuelan la ideas del progresismo y hasta la idea del fantasma en MEO me resulta sintomático y por ello aclaratorio- . Entonces el duelo (de un familiar que no encuentra a su ser querido hace inevitable ese “eternamente” estado emocional) se transforma en algo prohibido, en una marca, una paria para la sociedad. Es decir el dolus como sanción.

Veamos como nos describe la sociedad el autor:

Espectadores
esperando nada,
sobreviviendo al vacío de esta ciudad
donde se choca o se revienta
en los campos de fuerza
de la productividad y la competencia.

Luego Pinos más adelante en el mismo poema añade:

Escritura de los suicidas,
letra al pie de la muerte…

Una descripción cruda de la sociedad en que deben convivir estas dos figuras; primero el detenido desaparecido y luego el suicida.

El texto que ilumina estos aspectos en su representación de la realidad post dictadura es el poema: “Muerte del Dictador”

La lucha no nos hizo libres.
No hubo DEMOCRACIA AHORA
No hubo JUSTICIA AHORA.
El dictador nunca cayó.
No hubo PODER POPULAR.
No hubo HONOR Y GLORIA PARA LOS CAÍDOS.

No hubo paredón.

Hubo olvido.
Hubo perdón.

Según Michael Lazzara en su libro Primas de la Memoria (Cuarto Propio, 2007), se hace casi imposible no asociar la palabra “progreso” al panorama neoliberal actual de Chile, un paisaje donde lo nuevo reemplaza a lo viejo, donde olvidar el pasado es mucho fácil, y yo diría cobarde que darse el doloroso trabajo de reconstruir la memoria. El humus secreto de los muertosUn tintinear de las monedas/ en las bandejas/ de las cajas registradora dice el lúcido sujeto de Almanaque.

La Neurosiquiatra de la CODEPU, Paz Rojas Baeza, añade al respecto “en el campo del trauma humano, hemos comprobado que la verdad integral y la justicia son las principales armas terapéuticas para restablecer los mecanismos psicológicos alterados en el espacio mental de las personas, principalmente en las víctimas, y en el imaginario social.”

Desde esta perspectiva el tema de los hijos de los detenidos desaparecidos no se ha transformado en un tema de discusión y responsabilidad social, se ha privilegiado el ocultamiento y la impunidad a expensas de un sistema jurídico lento que no se responsabiliza del todo por los casos de DDHH. Todos estos elementos han provocado según Paz Rojas, que haya emergido un nuevo sujeto social, en el cual predomina como rasgo esencial la desconfianza y el individualismo.

Almanaque despliega una poética que apunta hacia esa dirección, a ese contexto del duelo “eterno”,  y al suicidio como síntoma de una sociedad que le ha dado la espalda a su pasado más reciente y que busca redimirse con una mirada de futuro. Veamos que dice Almanaque:

PORQUE LA VIDA ES AHORA
Reza la promoción de la tarjeta de crédito.
YO QUIERO OTRO MUNDO
Reza la promoción de la bebida de fantasía.

 Otros de los elementos formales dignos en destacar de este libro, son como algunos textos se transforman en verdaderas locaciones (Año Nuevo, Elecciones, Fotografía, Vacaciones, Unbirthday Song, etc) donde el poema transcurre dentro de un espacio escénico, y el lector se transforma en un observador (o viceversa) de una escena a veces íntima y otras absolutamente desoladora, desde esa perspectiva podríamos decir que hay un abanico de géneros cinematográficos que podríamos rastrear, desde el documental (plano fijo descriptivo) del poema “Investidura” hasta el poema Gore “Matar a los viejos” (violencia gráfica, teatralización de la mutilación). La cámara de Jaime Pinos es heredera de una poesía de la observación, que nos revela por momentos la construcción nimia de la vida o la multiplicidad de imágenes, Godard dixit ver es la condición del pensar. Importante destacar apropósito de filias, el poema “Gonzalo Millán es Seudónimo”, tal vez uno de los poemas más bellos escrito al fallecido y notable poeta Gonzalo Millán.

Entonces Almanaque recoge elementos dolorosos de la memoria, configurando una poética de la resistencia, observando con cámara en mano las contradicciones de la realidad. Un libro de un poeta que logra subvertir la conciencia estética, para luego de esa lucha acceder a los planos sociales más abismante de la sociedad chilena. Con Almanaque, Jaime Pinos se ubica sin duda, en los lugares de avanzada de la poesía post dictadura.



 

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