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Presentación de Peces en la Tele de Katherine Alanis. Ediciones del Temple 2011

Hasta arrancar de cuajo la caja negra

Por Jaime Pinos

Peces en la tele, primer libro publicado por Katherine Alanis, es un texto articulado por tres series o conjuntos de poemas.  Los peces, Peccata Mundi y Carta a los televidentes. Tres cuerpos textuales, como los tres leopardos blancos posados bajo el junípero, mencionados en la cita de Elliot que abre el libro. En estos breves apuntes, exploraré un par de coordenadas de interpretación que, lejos de agotarlo, son parte de las posibilidades de un libro cuyas alusiones y silencios (y el silencio es un material fundamental en su construcción) proponen un amplio  campo de lecturas posibles.

Soy un pez nadando en tu bañera dice el primer verso de este libro. Así se define el sujeto de esta escritura. Un pez entre otros peces: El amarillo sol/saliendo de igual modo para todos/indagándonos de modo distinto/esquivando privadamente nuestras escamas. En algún sentido, esta fábula, esta definición de nuestra vida como una vida de peces, metaforiza aquí un profundo desasosiego. Habitamos, han dicho algunos, una época líquida. Si la modernidad, como dice Marshall Bergman parafraseando a Marx, fue la disolución de todo lo sólido en el aire, la posmodernidad nos ha instalado en la vivencia  cotidiana y definitiva de esa disolución. Nada parece sólido en estos tiempos. El amor es líquido, las relaciones humanas son líquidas, las utopías son líquidas. La fugacidad y la carencia de compromiso parecen ser los signos de esta época donde nos movemos como peces en el agua.

Escepticismo; desesperanza. Ese parece ser nuestro líquido elemento. El espíritu predominante en los espacios donde nos movemos. Los peces de este libro nadan en esas aguas: Algunos de nosotros para sobrevivir/subimos a la superficie cada cinco minutos,/otros extienden sus sacos bronquiales,/es decir soportan la oscuridad, el peso/del fondo y se arrastran,/detectando el peligro irrigan sus capilares antenas/para encontrar nuevamente/a sus crías. Peces nadando en la oscuridad. Peces que soportan el peso del fondo y se arrastran. Peces abisales. Habitantes de tiempos oscuros; de un momento de la Historia sin posibilidad alguna de heroísmo. Peces viviendo su vida de peces, entre el conformismo y el consumo. Más o menos asimilados; más o menos resignados. Flotando, sólo flotando: Se diría que no pensamos en nada/nuestros diestros ojos/reciben el inesperado golpe de branquias/tragando el oscuro alimento/como cieno de un pantano.

Las escenas, los personajes de este libro, sus nombres propios, podrían ser parte de  la crónica de nuestra vida en las aguas del País Líquido. El relato, valiente por su honestidad, de nuestras propias renuncias o resignaciones. De nuestra transformación paulatina en peces  ciegos que, como dice un poema, ya sólo necesitamos bostezar.

En cada hogar una familia a medio elaborar clava sus ojos de vidrio/en el pequeño horno crematorio donde se abrazan los sueños. Versos de Enrique Lihn en el poema T.V. Peces en la Tele se ocupa también de ese pequeño horno crematorio; de lo que metaforiza en nuestras vidas líquidas. Unas vidas inmersas en la saturación de las imágenes vacías, en la fragmentación del sentido. La experiencia de la degradación del ser en el tener; y del tener en el parecer, como describía Guy Debord el proceso de construcción de la Sociedad Espectacular, de esa forma contemporánea del Poder.

Todos somos espectadores en una sociedad como la nuestra. Todos vivimos en el eterno presente del Espectáculo: Para comprender que es cuestión de suerte lo que alimentamos bajo las colchas,/en la televisión reeditan imágenes/de otras épocas, como los ancianos en las micros/masticando sus términos de frases/los errores de nuestra época  se parecen a las otras. Todas las épocas se parecen o confluyen en la permanente actualidad del Espectáculo, en el flujo permanente y ubicuo de sus imágenes inconexas. La televisión es sólo el medio para colonizar unas vidas reducidas a los ritos alienados del consumo y a la conformidad política y vital. Un utensilio doméstico de uso masivo en un país donde, sintomáticamente, proliferan los televisores, los teléfonos y las farmacias.

“Tele-visión” es la visión que el ser tiene de sí mismo cuando no yace consigo. Cuando Ser e Imago se han vuelto distantes. Es la visión desde una supuesta distancia ante sí mismo. La tele-visión es la conciencia que se forma cuando suponemos que nuestro ser no está con nosotros, dice el mexicano Heriberto Yépez. Este libro nos habla desde esa separación, desde la conciencia de esa soledad. De la profunda soledad de quienes vivimos a diario, como meros televidentes, en las aguas de un mar muerto donde nuestro ser no está con nosotros.

Una súbita desesperación/de querer ver bajo el agua. Así define la poesía David Bustos en otro libro de peces, Peces de Colores. Valoro en la poesía de Katherine Alanis, más allá de sus méritos estrictamente literarios, el trabajo de develamiento de nuestra forma de vivir, o de sobrevivir, en las aguas abisales. Si la poesía es una forma de crítica de la vida, como quería Lihn, este libro me parece escrito desde esa lucidez y desde esa exigencia. Un libro escrito para ver bajo el agua a pesar de la plena conciencia de estar nadando a oscuras, soportando el peso del fondo.

Sin embargo, a pesar de todo, todavía hay esperanza de navegar hacia aguas más claras: La pregunta para los que miramos/es si pagado el boleto/seremos un espectador frecuente/o convulsionaremos/hasta arrancar de cuajo la caja negra y sus 36 cuotas/esperando el don de la videncia.

No el televidente. El lector dirá.

 

Valparaíso. Marzo de 2011


 

 

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Presentación de "Peces en la Tele" de Katherine Alanis. Ediciones del Temple 2011.
Hasta arrancar de cuajo la caja negra.
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