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LAS PALABRAS CALLAN
O el silencio
de Jorge Polanco
Ediciones
Altazor, Viña del Mar, 2005
Por Marco López
A.
Callejón Spic, Putaendo 2007
Adentrarse en los versos que configuran “Las Palabras Callan” de Jorge
Polanco S. (Valparaíso, 1977) es una tarea que nos mantiene
en constante estado de alerta, en constante reflexión y análisis
frente a una voz que toma cuerpo a medida que las páginas avanzan;
puesto que este poeta nos muestra
un espectáculo de palabras, imágenes y reflexiones (en
el sentido estrictamente poético), cuyo eje central es el lenguaje,
las palabras y sus consecuencias.
De ese modo, tomando clara conciencia de lo que esto significa, Jorge
Polanco busca la brevedad en el discurso, la imagen precisa, el verso
- poema, el golpe necesario para agitar el corazón. Ya que
para este poeta, el lenguaje es un instrumento casi vacío frente
al cosmos, debido a que igualmente las palabras no alcanzan a definir
lo que es una emoción, ya sea un hecho cotidiano o trascendental:
“Auschwitz. No podría pronunciar esta palabra Sin
llevar a cabo un gesto de silencio”.
De ahí que para Jorge Polanco tal vez lo más cercano
a la poesía sea el silencio, lo cual nos recuerda la sentencia
de Martín Heidegger “La poesía existe antes que el
lenguaje”. Basándonos en esto, podríamos interpretar
“Las Palabras Callan” como una muestra de fotografías con escasos
elementos, fotografías en blanco y negro mostrándonos
la esencia de lo cotidiano, lo histórico o trascendental de
lo que conocemos como “vida”. Un mínimo concepto que engloba
todo un universo.
A primera vista, lo que más sorprende en este poemario es la
solemnidad de los textos. La elegancia de la mano de Polanco es ineludible,
vemos aquí trascendencia, pensamiento consciente, estética.
Y aunque nos muestre pasajes dolorosos u oscuros, igualmente una luz
de belleza ilumina la página en blanco y negro. Su personalidad
adorna los espacios vacíos. El poder de las palabras definitivamente
no callan, más bien vibran, mutan las escenas y se nos hace
necesario su mensaje.
Algunos pasajes recuerdan la atmósfera de Alejandra Pizarnik,
en el sentido de la brevedad, el dolor, la oscuridad, el ajuste de
cuentas frente a lo observado y/o vivido: “Sus ojos de penumbra
sólo fueron abismos que germinaron marchitos a nuestras miradas”
/ “un gran misterio es al mismo tiempo un gran dolor”, aunque
debemos reconocer que Pizarnik se enfrenta directamente al abismo,
mientras que bajo variadas circunstancias, en el caso de Polanco,
notamos un poeta neutral, o tal vez un hablante en tercera persona
en combate constante frente a lo desconocido, pero basándose
en el lenguaje, las palabras, que a ratos parecen abandonarlo, dejándolo
a la deriva: “La poesía transita en la incertidumbre de
permanecer errante. Las palabras circulan unas tras otras, proliferando
en el fastidio, a la espera de un sentido o reclamando un sentido
más potente; pero pese a la precariedad, cuando la poesía
se escribe no deja otra alternativa que continuar”. Poema notable,
cargado de lucidez, pensamiento consciente que encara el verdadero
sentido del uso de las palabras. Aquí nos muestra un panorama
tal vez desolador para quienes buscan el empleo del lenguaje poético
y la construcción del discurso, pues frente a la incertidumbre,
no nos queda más que continuar por las borrosas huellas de
la palabra.