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La neblina como espacio de camuflaje de secretos y desconciertos en la novela "Camanchaca" de Diego Zúñiga
Random House Mondadori, 1ª Edición (2012), 120 páginas
Por Juan Pablo Cifuentes
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Un extraño fenómeno atmosférico ocurre en el norte del país sobre todo en las costas norteñas. Cada atardecer y amanecer una espesa capa de niebla llamada camanchaca va oscureciendo los villorrios, pueblos, ciudades y qué decir de la carretera que se ve envuelta en esta oscuridad que atrae hacia el caos y la muerte. De este modo, la novela breve Camanchaca de Diego Zúñiga constituye una suerte de espesura de los secretos familiares del 
protagonista, un joven de veinte años adicto a la comida chatarra, con una obesidad mórbida, de padres separados, estudiante de periodismo que intenta rescatar la memoria colectiva de su familia que está oculta en esta neblina.
Camanchaca es la ópera prima de Zúñiga, uno de las nuevas voces narrativas chilenas quien utiliza un estilo sencillo e intimista para cautivar al lector a través de una lectura dividida en dos partes intencionalmente diferenciadas por el escritor. En las páginas impares vemos al protagonista que debe viajar desde Santiago hasta Iquique en donde vive su padre porque éste le acompañará hasta Tacna en Perú para ver un dentista ya que le sangran sus encías y la familia teme que empiece a perder sus dientes. Vemos aquí la desazón del protagonista ante un padre que pretende en la fastuosidad de su discurso enaltecerse como un hombre perfecto, un buen padre que no se ha hecho cargo de su hijo mayor y que disfruta de esta nueva familia que insinúa ser un ejemplo por llevar de vacaciones a su hijo mayor a Buenos Aires o acompañarlo a Tacna o comprarle ropa, que en último caso, no es la ropa que el protagonista ni su madre esperan que le compren. Por otro lado, en las páginas pares nos encontramos con la solemnidad del pasado que comienza lentamente a emerger a través de recuerdos minimalistas, puntuales y fragmentarios que van desde su antigua vida en Iquique, sus años escolares, su afición por la comida chatarra, los motivos de la huida a Santiago, el ingreso a la carrera de Periodismo y en particular la relación que vive con su madre.
En este punto, descubre el lector que los personajes están dañados, fragmentados de idéntica forma que el estilo escueto y sutil que emplea Zúñiga para ir relatando los diversos conflictos presentes en la obra. Así, vemos como la madre y el hijo están unidos casi en una relación de Edipo mientras que el abuelo, un fanático testigo de Jehová, permanece en Iquique reprochando al mundo el estar cada día más abandonado. Los secretos comienzan a salir a la luz y con ella, surge una nueva versión familiar sobre la muerte de un tío tan querido y ahora olvidado tanto por el padre o la madre del protagonista.
En definitiva, en Camanchaca de Diego Zúñiga estamos ante la intimidad de una familia que se oculta en las apariencias, la desazón de seguir viviendo como se pueda, los secretos que permanecen en el baúl de los recuerdos y la soledad y desidia que acompaña a los personajes como un leiv motiv al interior de la obra dejando de manifiesto que la historia de esta familia puede ser la de cualquier chileno, plagada de secretismos, silencios, abulia y tristeza.
