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PASAJE PARA DEAMBULAR Y DESAPARECER EN EL EXISTENCIALISMO EN EL POEMARIO
“EL RUMBO UNIVERSAL” DE CONSTANZA VELOSO
Por Juan Pablo Cifuentes Palma
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A lo largo del transcurso de la historia de la humanidad, el ser humano siempre se ha preguntado por ciertas interrogantes que rodean su diario vivir. Desde el inicio de nuestra civilización hasta el momento en el cual se extinga el sentido de la existencia andará retumbando en nuestros oídos esta interrogante. Así, se observa cómo el conflicto por el existencialismo ha sido abordado desde diversas fuentes y estudios, teorizado a través de ensayos, poesía, novelas y filosofías que intentan responder a grandes conflictos del hombre que tienen relación con cuál es nuestro aporte en el mundo, nuestro lugar en la naturaleza, si estamos bajo el dominio de seres divinos, el destino o somos nosotros los que gobernamos nuestras vidas.
En este sentido, la poesía evidencia el espíritu inquieto del ser humano que se puede ver manifestado en el poemario El Rumbo Universal de Constanza Veloso. En esta ópera prima vemos a un hablante lírico que va deambulando sin un lugar determinado entre las calles de cualquier ciudad, entre espacios y tiempos no determinados que van situando a la obra en una atmósfera mística de reencuentro con nuestra pregunta elemental fruto de nuestra evolución como es ¿Cuál es el destino y para qué vive el ser humano?.
La obra consta de quince poemas englobados bajo la premisa del reencuentro del ser humano con su destino. Este elemento se ve reflejado en el poema que inicia el libro en donde el hablante lírico sostiene que: “Antes no había nada / Probablemente ya existía, pero yo no lo sabía”.
A raíz de esto, vemos como el hablante lírico parte desde la creación, desde el génesis bíblico, desde la teoría del big bang, desde el estado más puro de la energía concentrada en el universo y que de un instante a otro floreció en dimensiones insospechadas. Es así como aparece el concepto de la nada, de la ausencia de la manifestación humana, de la naturaleza, del universo. La Biblia habla del caos, Veloso habla desde la nada elemental que nutre cada ser, cada átomo de nuestro organismo. Sin embargo, cabe la posibilidad que esta ausencia sea solo un proceso de pérdida de la memoria individual y colectiva. Esta probabilidad de existencia mezclada con el desconocimiento de entender quien soy, qué soy y qué hago aquí dan pie a una obra que se nutre de la filosofía existencialista para ir hilando los versos que van seduciendo al autor a dejarse someter por esta telaraña que Veloso ha elaborado hábilmente.
El hablante lírico se ve reflejado en otros, realiza un desdoblamiento que le permite dimensionar su existencia como lo menciona el poema Espejos en donde se sostiene que existen “Espejos de mí, eternas figuras de mi ser” con lo cual se realiza una eterna proyección de la personalidad del hablante lírico que puede adquirir diversos rostros reflejados en un espejo que cambia dependiente de las variables y situaciones contextuales en las cuales se vea inmiscuida su presencia.
Los existencialistas afirman que el hombre es un ser arrojado al mundo con la finalidad de que sea capaz de afrontar su existencia, cuestionarla, someterla y criticarla. Sin embargo, en la obra de Veloso se observa que el hablante lírico transita por este rumbo universal que, cual Vía Láctea va pavimentando de estrellas que iluminan la oscuridad. En este caso, la luz proviene desde el concepto del estar aquí, situado en un lugar físico y estable pero a la vez de no pertenecer al estar aquí y ser de cualquier lugar: “Ante mí se abren dos caminos: la muerte y la eternidad”.
Así, se observa como la muerte y cómo la eternidad son dos caminos bajo los cuales el ser humano transita de un lugar a otro sin encontrar un rumbo fijo por el cual pueda enraizar su camino. El hombre nace para morir, es la primera premisa del ser humano, la primera sentencia que refleja la condición mortal del hombre y que lo limita en su quehacer espiritual, ya que la humanidad se niega a vivir, se niega a envejecer, se niega a aceptar su condición mortal y a través de la inmoralidad, de la ciencia y de la tecnología, busca acercarse al polo opuesto, a la eternidad, a deambular eternamente por este rumbo universal que propone Veloso bajo el cual se busca un acercamiento del hombro con su condición infinita de ser supremo que se atribuye desde la percepción existencialista.
De este modo, la obra de Veloso es una invitación a explorar por los vaivenes del ser humano, por situar su peregrinaje en las virtudes que acompañan nuestra existencia y que cubren a la nada:
“Tan solo mirar a mi alrededor y descubrir el mundo en movimiento”.
El silencio y la pasividad de nuestro diario vivir contrastan con un mundo inquieto, con los movimientos que oscilan en torno a nosotros y que difícilmente logramos detectarlos. Así, el hablante lírico propone que “Del equilibrio prescindimos, somos manos liberadas. En la paz nos escondemos ¡Astutos entes divinos! Golpeamos con ímpetu nuestras caras y lentamente caen sus pedazos ¡No somos conciencia!”.
Estos versos pertenecientes al poemario Instinto reflejan que no hay un equilibrio posible en nuestra vida. La pérdida de la conciencia es el resultado de que no hay una identidad que se pueda manifestar como propia o innata al ser humano. Somos una copia feliz del Edén, un soplo divino, una necesidad, una plaga un artilugio del universo, un factor clave en el desenlace de este constante fluir energético o simplemente, somos un factor secundario, innecesario, parte de un todo mayor como lo refleja el poema Yo en el mar: “Llegué al final, mis pies tocaron la arena y en ella me torné” con lo cual la pérdida de la humanidad ya no solo es inmaterial, espiritual y mortal sino que es física, concreta y tendiente a señalar lo minúsculo que somos como especie frente a la grandilocuencia del universo que se abre ante nosotros como un lugar que cobija, que camufla, que atrapa y que succiona al ser humano.
De esta forma, El rumbo universal de Constanza Veloso es una obra que permite retornar a la tradición primitiva de cuestionar nuestro sentido del vivir, nuestra proyección hacia el futuro y los límites de nuestra especie en un mundo y una sociedad en la cual todo gira en torno al hombre, como ese gigante que visto desde el espacio no es superior a un granito de arena.
El Rumbo Universal, Constanza Veloso, Opalina Cartonera, 1ª Edición (2016), 25 páginas