Proyecto Patrimonio - 2013 | index | Javier Peralta Rojas |
Emersson Pérez
| Autores |
Callejeo Atemporal
Domicilio En Llamas, de Javier Peralta Rojas.
Ajiaco ediciones 2013
Por Emersson Pérez
.. .. .. .. .. .
Cuando éramos jóvenes o en realidad niños, para el estándar chileno, consumíamos con amigos una variedad de alcoholes en plazas de la villa, las favoritas eran las garrafas o chimbombos de ponche de durazno, aquél que decía contener “fruta real en su interior”, pero que, finalmente, estaban rellenas de un polvillo químico. En el fondo, a pesar de los químicos que consumíamos, eran buenos tiempos, ya que no le temíamos ni a las fuerzas de la ley ni a la delincuencia, las que cada vez más se nos hacían tan similares las unas de las otras. Nuestro mayor temor se basaba en que algún vecino nos agarrara a chuchadas o que tu vieja te fuera a buscar a la plaza (esto fue a finales de los 90’s).
Tiempo después esto comenzó a cambiar poco a poco, el arribo de departamentos más acomodados hizo emigrar el foco delictivo hacia nuestras “villas” como lugar de transición -porque el lugar donde habita uno es “villa” y no “población”, pero tampoco condominio que era el sector al que anhelaban llegar estas hordas- las plazas, repentinamente, comenzaron a ser “liberadas” por carabineros y finalmente cerradas con grandes rejas pintadas de negro, por decisión municipal; a los vecinos se los armó con silbatos y viví como muchos en carne propia esta especie de apartheid criollo de nuestras áreas verdes, donde las plazas se convertían en el patio trasero de algunos pocos vecinos, si ustedes se fijan en los antiguos blocks o departamentos construidos en la época de la UP, la mayoría contiene una plaza interior, esto no es arbitrario y refuerza la unidad y el sentido colectivo que se quiso destruir por una sociedad individualista, competitiva y consumista.
¿Por qué cuento esto?
Porque al leer “Domicilio en Llamas” de Javier Peralta, lo primero que se me viene a la cabeza es este pequeño paraíso urbano, la escritura de Javier definitivamente rompe el molde, este Santiago Ciberpunk era el que horrorizado comenzaba a observar en mi adolescencia y el que horrorizados también veían mis padres construirse en dictadura, con el arribo duro del neoliberalismo, ya que los muertos se convierten en árboles, pero el sistema económico perdura y con ello sus construcciones. Este libro híbrido entre poesía y narrativa, de esos que no se dejan clasificar y que cuesta definir en las bandejas de las librerías nos convierte en espectadores privilegiados de este apocalipsis permanente.
Con la lectura de la obra que nos convoca fue inevitable recordar la novela “Ayer” del escritor Juan Emar donde, junto al narrador, asistimos a un día de su vida –el día anterior a la narración-. Emar en un esfuerzo por dar coherencia a nuestras vidas nos lleva por caminos inesperados y surrealistas, la coherencia en el libro parece perderse, ya que al fin de cuentas estamos imposibilitados de observar la realidad de manera completa o incluso racional. En “Domicilio en llamas” por otra parte vemos el epitafio de un Santiago actual, acudimos a un día apocalíptico, que no es precisamente la jornada de “ayer”, es un callejeo atemporal hacia la destrucción.
La subjetividad de espacio y tiempo donde se desarrolla la historia nos hace ver esta ciudad desde su interior, más allá de las postales que solemos dar como país hacia el exterior, es un reflejo atemporal, ¡pero atentos! Esto es ”sinuosamente cercano a nuestro presente”, la similitud con lo que llamamos realidad se produce a través de esta especie de sinestesia temporal y se ve reforzado por el lenguaje filosófico-poético del autor.
El sociólogo Pierre Bourdieu nos explica que el escritor debe romper con sus determinantes sociales para construir una nueva realidad, para construirse como sujeto de su propia creación y eso es, precisamente, lo que observamos en este libro, un acercamiento a nuestra realidad país a este “Domicilio en llamas” que es nuestra morada y nuestro sistema, este libro nos brinda “libertad” ya qué es uno de los que se alejan de los gustos de lectores determinados por la oferta neoliberal.
Hay que salir un momento a callejear y esta obra es una alternativa directa y llameante a ver las cenizas de esta ciudad, otros se deslizaran como lluvia por el alcantarillado de la metrópolis. Parece que Javier nos invita a caminar juntos por las cenizas aún llameantes de esta sociedad.