La realidad en llamas
Comentario a Llamaradas de nafta de Hernán Castellano Girón (novela)
Por Jaime Pinos
Publicado en revista El Desconcierto. Número 2. Agosto de 2012.
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Hernán Castellano Girón ha sido hasta ahora un escritor casi secreto. Ello, pese a una vasta obra iniciada con la colección de cuentos Kraal en 1965. Más de una decena de libros: cuentos, novelas, libros de poemas y textos críticos. En el ámbito de la novela, cabe destacar Calducho o Las serpientes del Paseo Ahumada, con seguridad una de las narraciones más interesantes y más ambiciosas publicadas en Chile durante los años noventa.
Muy probablemente, parte del desconocimiento de su trabajo se deba al largo exilio iniciado en 1973 y que lo llevó a vivir por largo tiempo en Italia y Estados Unidos. Sin embargo, la relativa carencia de recepción crítica para sus textos se debe más bien al carácter singular de su escritura. Estoy convencido que mi pecado mayor ha sido uno sólo, ser original, llevar adelante un discurso que no calza con ninguna de las líneas aceptadas y aceptables sobre todo en narrativa, ha declarado Hernán Castellano Girón. Me parece que tiene razón.
Desde luego, su narrativa circula por fuera de las convenciones que la definen como simple arte de contar historias. Que funcionan en base a la construcción de personajes y el desarrollo de una trama. Por el contrario, las narraciones de Castellano Girón subvierten permanentemente estas convenciones y hacen de la imagen su centro de gravedad. Sus textos son imágenes escritas cuyo decurso parece definir los personajes y la trama en una lógica de construcción más cercana a la poesía que a la narrativa tradicional. En este sentido, su literatura se conecta con su dimensión de artista visual y la exploración de intersecciones y traslapes entre uno y otro lenguaje: escritura y visualidad. Su trabajo de traducción a la tela de sus cuadros de poetas como Neruda, Lorca, Pound, Williams o Pavese, es parte de esta tentativa por comunicar estos dos ámbitos.
Si me tienen que catalogar diría que estoy cercano a un surrealismo latinoamericano natural que proviene de nosotros mismos. Y quizás también a un realismo mágico, no de García Márquez, sino de Juan Emar. Un surrealismo latinoamericano. Uno que integra elementos de la época y la cultura popular. Que tiene su lugar en la vida cotidiana y los arabescos de la memoria. Hablando justamente de Juan Emar, un autor con el cuál podría asociársele con bastante propiedad, Castellano Girón define también su propio estilo y su poética: las transposiciones filosurrealistas, los personajes caricaturescos o monstruosos que son la quintaesencia de la chilenidad, la espesura y densidad del lenguaje, la ironía total, la recreación /deconstrucción de todo un mundo.
La publicación de Llamaradas de Nafta, selección de sus relatos editada recientemente por Editorial Cuneta, vuelve a poner en circulación la narrativa de Castellano Girón y su estética excéntrica. El volumen recoge once cuentos escritos y publicados, mayoritariamente, durante los años sesenta. Cuentos como La feria mental, TransylvaniaBoogie, Penumbra de la paloma o aquel que da título al libro, todos buenos exponentes de este surrealismo latinoamericano donde conviven la realidad y la imaginación con un resultado a menudo delirante o rocambolesco.
Una mención especial merece Nosferatu texto escrito a partir de la película homónima filmada por Castellano Girón el año 71, en plena Unidad Popular (http://www.youtube.com/watch?v=ubkGWbTb_8A&feature=relmfu). Una película que pone a un vampiro, aterrizado desde el espacio exterior, a deambular por las calles de un Santiago a la vez onírico y plenamente reconocible en la urgencia de la circunstancia política.
Llamaradas de Nafta nos da la posibilidad de releer una obra original y sugerente como proyecto y notable como factura literaria. Es de esperar que sea también una oportunidad de que esa obra encuentre los lectores que merece. Para leer a Castellano Girón hay que abandonar todo prejuicio y estar dispuesto a entrar en un doble juego donde los eventos de la propia vida se transforman en metáforas y por lo tanto en literatura, haciéndose reales mediante esa vía. Un lector que sabe que la realidad también es otra. Un lector capaz de explorar la realidad en llamas.
Valparaíso. Julio de 2012