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Alegrando el Almanaque
(Reflexiones en torno a “Almanaque” de Jaime Pinos y una cita de Benjamin)

Por Edson Pizarro

 




 

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Llevar a cabo el trabajo del duelo presupone, sobre todo, la capacidad de contar una historia sobre el pasado.  Un almanaque lo que desea es predecir y fijar los periodos de cosecha basados en la astrología. La luna demora aproximadamente veintiocho días en repetir sus fases.  Podríamos dar a cada uno de esos días un nombre distinto a la luna, pero sería una labor inagotable.  Mejor decir  “Luna enorme, /relámpago de estrellas/ brillando en el cielo” como nos dice Jaime en su poema “Vacaciones”.  Este poema, desde su nombre y estructura de haikús, podría parecernos una mera estación para detenerse, relajarse y seguir andando, pero detenerse es imposible. Esta “Postal planetaria” termina con “el silencio absoluto de los cerros”.  El duelo es tomar conciencia de la vida, tomar conciencia de la muerte. Millán con guayabera de papagayos.  Cáncer: Enfermedad de la tristeza.  “La palabra como virus./ La imagen como antídoto”.  El cáncer es un estado de enfermedad cuya interpretación varía desde el punto de vista histórico, es algo incurable, tiene una posición destacada “cuando Gonzalo Millán /ya es otro seudónimo /de la muerte”.  ¿Cómo hacer el trabajo del duelo cuando el muerto ya no habla desde un espacio vacío caracterizado por la desconfianza que produce la fractura entre enfermedad y padecimiento?  ¿Entre el sujeto y su cuerpo? ¿Entre el sujeto, su cuerpo y el otro, cuyo síntoma fue el suicidio?

Llevar a cabo el trabajo del duelo presupone, sobre todo, la capacidad de contar una historia sobre el pasado.  Podríamos pensar que este pasado tiende a repetirse como un ciclo.  Año nuevo.  El primer poema se llama “Año nuevo”.  El ritual siempre se repite: “Sentado a la mesa de los parientes,/ observa el brillo de sus ojos. […] no cree en cábalas, /pero sí en ese brillo”.  Ese brillo se repite pero no es el mismo, cosas deberían haber cambiado.  No future gritó toda una generación coreando a los Pistols exigiendo cambios.  Las  pequeñas revoluciones son parte de este ciclo. Jaime habla de estas revoluciones, de esta militancia de los que sobran, de los que no fueron considerados cuando volvió la democracia, los que se convirtieron en actores secundarios de su propia historia. “Otra época, /Historia sin heroísmo”.  Para la izquierda armada, sin embargo, admitir esto habría significado reexaminar toda una mitología, incluyendo el concepto “partido de vanguardia”. ¿Qué es el MIR para la Concertación? ¿Y los Lautaro? ¿Y qué son ellos para los operadores de la cultura?  El recurso suicida del militante resultó ser la opción menos penosa.  “Gritos de guerra/ gritando en el vacío,/ consignas revolucionarias/parodiadas por el marketing”.  Solo instrumentalizaríamos esta muerte, como tantas otras,  una vez más, para eludir la derrota, renunciar a aceptarla y pensar “Este será un buen año, dice”.  Sería pensar desde lo que constituía, para Benjamin, el crimen más hediondo que se podía cometer contra la memoria de los muertos. Murió el dictador en su cama pensando en un mejor país, deseando mayor sabiduría.  “Hay suicidios que provocan conmoción nacional. […]  Hay suicidios, en cambio, que se lloran en silencio”.  ¿Cómo hacer el trabajo del duelo para aquellos que fueron llevados de cierta forma al suicidio?

Llevar a cabo el trabajo del duelo presupone, sobre todo, la capacidad de contar una historia sobre el pasado. “El poeta como /NARRADOR OBSERVADOR”. El narrador toma lo que narra de la experiencia; la suya propia o referida.  Y la convierte a su vez en experiencia de aquellos que escuchan su historia.  La experiencia de Jaime en este libro está mediada, interferida, tergiversada. “Conmoción Pública. /Titular de Diario. /Especial de Televisión. /Discusión parlamentaria. /Guión de Telenovela.” Porque hay muchas historias sobre la misma historia. Documento: noticias de diarios, literatura, comunicados oficiales, realidad, ficción, fragmentos vivenciales cuya función es hacer patente el paso del tiempo. Crónicas disfrazadas de poemas. La experiencia de Jaime en su libro se resume en ser un cronista que escribe libros de poesía, pues solo la poesía puede dar recursos para nombrar lo que no tiene nombre. El trabajo del duelo consiste en su imposibilidad de narrar.  Toda historia posee cierta linealidad, el verdadero duelo no se puede narrar, está encriptado.  Frente a la cripta. “Para hablar con los muertos hay que saber esperar”.  En este sentido, la muerte irrumpe en el hablante como algo natural, un poema puede nombrar  no solamente los veintiocho días que conforman el mes lunar sino cada porcentaje de su iluminación.   Crónicas disfrazadas de poemas. La crónica es la presencia testimonial del narrador, sin las intensiones de objetividad de un historiador. La narración de este poemario está ligada a la épica, cae en la mitificación del pasado. Es un libro que muestra un proceso personal, como todos los duelos. No existe duelo colectivo, solo catarsis colectivas ¿Qué justicia puede traer una narración?  ¿Cómo el lenguaje puede hacer justicia? Todo pasado fue anterior y nada más. “Él mira fijo a la cámara. El amigo suicida mira hacia un costado, fuera del encuadre.  Como si algo lo hubiera distraído justo antes del disparo, su cara levemente desenfocada por el movimiento.”  Es la voz de un espectro, de un adulto espectador del paso del tiempo que envejece pero no ha exterminado a su voz de adolescente que contempla una cripta, un mausoleo “como quien escribe una carta enviándole noticias a un amigo en el extranjero, contándole lo que pasa”.



 

 

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