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La novela de Jaime Pinos
Por Cristóbal Gaete
(Texto de presentación a Visión Periférica, leído en Valparaíso, Librería Cummings 1)
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Cada visión crítica es una novela, es la historia de afinidades y exclusiones. Por años se ha extendido esta novela por parte de Jaime Pinos, que hoy nos arroja este físicamente impresionante libro. La novela de Pinos no es una lineal, una que brilla en las estanterías del mercadeo, sino en una para hacer el camino alternativo, que por supuesto, tiene sus bemoles. Cada vez que lo veía, le preguntaba por este libro que ya me parecía un fantasma, pero en realidad está lleno de ellos. Libros fantasmas en la circulación independiente que encuentran en Visión periférica el rol ecuménico.
Ningún crítico puede establecer una visión sin lazos emblemáticos con escritores del pasado. En este caso es Lihn y Droguett, su visión ética y artística se vuelven ideas transversales sobre el libro, un modo de situarse en ellas. No es el único muerto en esta novela, aparece Neruda, ícono inevitable, y la figura de Tellier, que representa muy bien el espíritu que ha impregnado el accionar del autor en esta ciudad: una mesa extendida donde caben todos estos textos. No hay un sesgo de clase ni de origen, en ellos. Nada más alejado de la patota, porque el rol del crítico es tremendamente individual para entramarse en su época.
La partida está marcada por la introducción del proyecto La Calabaza del Diablo, su novela Los bigotes de Mustafá, que es el comienzo lógico, el hito material de partida de la textualidad de este libro. Un objeto nacido a contrapelo, comprometido profundamente contra la cultura imperante, sacudiendo la nueva narrativa que no era más que un fenómeno comercial con escenarios neutrales. Incluir en esta edición artículos publicados en la revista La Calabaza del diablo es hacer la prehistoria, donde Jaime no se proyectaba como crítico sino como articulista o entrevistador en un impreso que socializa varias mentes de su generación. Que esté cuerpo libro aguante esa distancia temporal, habla de la seriedad, del germen de su escritura crítica, donde se forma y se entrena la visión periférica.
Una visión periférica sostenida desde los 90, el registro de un camino paralelo. Mirando como Pinos podemos levantar los ejemplares que quedan de la Revista en librerías, reelerlas, llenar los vacíos a través de este libro. La entrevista a Germán Marín o a Gonzalo Millán, respuestas como parte de la obra literaria. Escritores serios, comprendiendo que cualquier patinada puede significar la desaparición de su obra. Esa seriedad es la que permite revisitar entrevistas, que hasta entregan luces para releer a estos autores.
Los corchetes de distintas exposiciones permiten situar el contexto volátil de producción de los textos. Seminarios, años, donde desarrolló esta ramificación escritural. Por supuesto las presentaciones de libros, un género literario híbrido, de mierda, donde la línea de la zalamería está al borde de la superficie. Yo tengo miedo a sacar la cabeza por ahí siempre, también esta vez. Eso es para los hombres serios, otros juegan a burlarse del escritor en ellas, o se lanzan en relaciones teóricas que matan de aburrimiento. ¡Ni pensar en abrir el libro! Tampoco es una prueba de amistad, Jaime encontró su forma, un modelo que guarda distancia en un tono de seriedad, acompañado de su propio bagaje teórico.
Hay algo más inquietante en todo esto; muchas obras difieren profundamente de los comentarios que resultan, pero hay algo parecido al sentido común en Visón Periférica. No hay necesidad de inventar nada, trocar rocas en diamantes. Hay algo veraz en estas palabras. Y lo veraz no es nada casual. En la presentación de Piel de Gallina, de Claudio Maldonado, se cita en su epígrafe una reseña de Santo Sudaca, el libro anterior del autor. La investigación supera el propio texto, nada es en sí mismo. Traer citas, establecer relaciones en parte de la tarea. Acabada la idea de generación, las relaciones zigzaguean el tiempo.
Si esta novela tuviera un clímax, sería el texto sobre 1993 de Cristiano, en el cual se hiperbolizan los campos de lectura en tanto desarrolla una lectura propia de su generación, de los hechos y política. Es, al escribir de un compañero, donde se extiende todo al alcance de esta novela.
La introducción editorial que abre el libro la leo en relación a los medios tradicionales, que en general no integran la edición independiente, donde se forjan la literatura chilena. Pero creo que el libro se presenta como una bisagra de lo que fue y puede ser, en tiempos que existe el desarrollo de una crítica antojadiza por internet y otra que se toma en serio como la poesía y crítica y loqueleimos.com. Este es un período de abierta complejidad, donde renuncio a la idea de Pinos como sujeto extraordinario, sino que lo pienso como una vanguardia de algo que está sucediendo, que está destinado a suceder. No hay nada más hermoso para un libro que alguien escriba a de él a cambio de nada, pero lo haga con veracidad. Quizá en la literatura podamos romper el individualismo imperante con grupos como Pueblos Abandonados; que, para entenderse, pueden hallar claves en el taller de escritores de la Unidad Popular, referido en este libro.
Visión periférica recoge la experiencia multiforme, la otra novela de Pinos, que no se acaba, que no se apague. Que avance mirando de lado, de manera periférica. No es el éxito el que llama.