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La memoria. Situación operativa.
Presentación de Por la patria, de Ernesto Guajardo
Por Jaime Pinos
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Por la patria fue autoeditado a mediados de 1989, gracias al apoyo del entrañable César, quien obtuvo el acceso nocturno a un mimeógrafo, e hizo al mismo tiempo las veces de impresor. El Chumango y la Valentina colaboraron en la realización de lo que pomposamente denominamos como portada. A la solidaridad de esas personas debo el primer momento de este libro, el cual se expresó en un conjunto de 42 poemas, impresos en papel roneo, en un tiraje de cien ejemplares, sin encuadernar y sin tapas. Así relata Ernesto Guajardo, en la segunda edición de este libro publicada el año 97, las circunstancias de su aparición a finales de los ochenta. Circunstancias de una extrema precariedad de medios pero, al mismo tiempo, de una voluntad compartida, de una complicidad personal y política que hizo posible, hace ya quince años, esa rudimentaria primera versión de estos textos.
Escritura datada, este libro sitúa sus textos entre los años 1983 y 1989. Un periodo especialmente dramático y vertiginoso en la historia de este país. Un periodo marcado por la confrontación popular abierta contra la dictadura y el reguero de sangre y de muerte que dibujó la represión consecuente. Los años de plomo. Pero también, los años de las últimas esperanzas. Vigentes aún las utopías, muchos vivieron y murieron esos años en la convicción de que el derrocamiento de la dictadura sólo era la primera puerta en el camino de una transformación más radical, más profunda. Esa es la situación de estos poemas que, como dice Guajardo en el mismo texto, se corresponden plenamente con dicha historicidad. Más aún, quien ha escrito estas palabras se reconoce como alguien que se ha formado en y por este contexto. Que ha vivido toda o casi toda su vida dentro de la dictadura y habla desde esa experiencia, desde ese lugar. Alguien cuya vida ha sido marcada a fuego por el arco que encierran estas dos fechas: 1973-1988. Como escribe Guajardo: nosotros nos construimos entre esos hitos, no nos agotamos en ellos., somos el proceso que va del dolor a la esperanza.
Algunos apuntes, un par de notas de lectura.
Los poetas han atravesado demasiados espejos/pierden narices en sí mismos/pareciera que fuera de sus ventanas/casi nada existe/o sólo hay excusas para el hablante. Estos versos de la serie Los del Olimpo, plantea uno de los asuntos que recorren todo el texto. Las relaciones entre escritura y contexto, la letra frente a la urgencia de lo real. Escribe Guajardo: Los poetas se acostumbraron a los textos/como cajas fuertes/a poemas impenetrables como es la casa de gobierno/por ahora. Esta incapacidad de la escritura para hacerse cargo, este desfase entre la literatura y el juego peligroso entre la vida y la muerte que era la vida cotidiana en esos años, no es aquí un problema teórico sino una cuestión vital. La crítica a esa poesía escrita con las ventanas cerradas a la calle, una crítica fundamentalmente ética.
Un fragmento de Taberna y otros lugares de Roque Dalton, poeta cuya influencia ya ha sido señalada respecto al trabajo de Ernesto Guajardo: Los poetas son cobardes cuando no son idiotas,/no depende de mí./Ahora todos ellos escriben novelas/porque ya nadie traga los sonetos,/escriben sobre la mariguana/y otros equívocos menos brumosos/porque ya nadie quiere saber nada del futuro. (…) NO HABLEMOS MÁS DE POLÍTICA. En algún sentido, este libro está escrito contra esa poesía. La poesía que, en medio de la lucha y la violencia, desvió la vista y la pluma hacia equívocos menos brumosos que la realidad terrible de la dictadura. Sea esto por cobardía o por idiotez. Un libro que denuncia la complicidad de cierta literatura que guardó silencio o trató de cambiar el tema frente a la escritura negra del poder. Que, en medio de esos años decisivos de nuestra historia, decidió no contaminar el ámbito sagrado de las bellas letras. Que, en medio de una dictadura sanguinaria, decidió no hablar más de política.
Muchos helicópteros sobrevuelan estas páginas. Los mismos helicópteros que solían surcar el cielo de la ciudad ocupada. Este libro está escrito en medio del ruido ensordecedor de sus aspas y motores: Yo solo escucho los helicópteros/los helicópteros los/he li cóp te ros. Lejos del silencio apacible en que viven los poetas olímpicos, estos versos fueron escritos escuchando ese soundtrack. La banda de sonido de un tiempo lleno de ataúdes y de muertos. La dictadura como la situación operativa que estos poemas intentan comprender y traducir a la escritura.
Esto último me parece fundamental respecto a la poética de este libro. La afirmación de la poesía como una experiencia política y personal cuya forma de comprender la historia implica, a quien la practica con coherencia y profundidad, arriesgar su letra en el aquí y el ahora. Historia es este momento, escribió Dalton. El poeta frente a la historia que, a diferencia del poema incluido en este libro, no actúa como Pilatos sino que es capaz de la valentía que exige todo trabajo de memoria verdadero. Escribe Guajardo en el poema Breves apuntes para el análisis de la situación operativa: El papel de la exploración es inmenso. Antes de elaborar el plan de acción, hay que realizar una completa y cuidadosa exploración y, según su resultado, repartir las fuerzas disponibles entre los diversos objetivos. Por la patria puede ser leído como la bitácora de esa exploración. Como el despliegue de una estrategia que busca hacer del texto una entrada a ese presente. Una forma de articular su memoria. De describir la situación operativa en ese tiempo aciago, antecedente directo de lo que hoy nos toca vivir.
Termino estas líneas hoy, 14 de mayo, día del natalicio de Roque Dalton. Termino con otros versos suyos: PERCIBIR LO QUE ESTÁ EN EL AIRE ES EL PROBLEMA:/EL GENIO ES CUESTIÓN DE FOSAS NASALES/PARA OLFATEAR/EN LAS BOCACALLES DE LA HISTORIA. Creo que uno de los principales valores de este texto, y de su reedición en estos días, es su calidad de testimonio honesto y arriesgado. Sin embargo, tan importante como esto es lo que su escritura representa y nos transmite. La poesía como una experiencia del presente que puede permitirnos percibir eso que está en el aire. La poesía como ese gesto de quien escribe para abrir sus fosas nasales y olfatear en las bocacalles de la historia.
Valparaíso. Mayo de 2014