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Tijeras en mano, escritor porteño recorta la realidad en pedacitos
Jorge Polanco publica su libro "Cortes de escena"
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias, 15 de julio de 2019
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Hasta ahora el escritor porteño Jorge Polanco era conocido por algunos libros de poesía y por los ensayos en que ha desembocado su labor académica como investigador en asuntos filosófico-literarios. Luego de casi cuatro décadas en la región de Valparaíso, hace tres años cambió los cerros y el puerto por las lluvias y la fluvialidad de Valdivia, donde actualmente es profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad Austral, cambio radical de paisaje que, aunque haya sido por mera coincidencia, fue aparejado con una vuelta de tuerca en su trayecto creativo.
En su más reciente libro, titulado cinematográficamente Cortes de escena, Polanco parece sintetizar sus búsquedas literarias previas, llevando sus preocupaciones estéticas, históricas y políticas a una forma que le permite por igual la reflexión filosófica, la expresión narrativa y el despliegue de imágenes poéticas.
El volumen, publicado por la joven editorial chileno-española Isofónica, está compuesto por sesenta y tantos textos brevísimos e independientes uno de otro, todos en prosa, en los que se alternan microcuentos, recuerdos, impresiones de un instante, párrafos que intentan atrapar un cuadro de la experiencia, del pensamiento, de la cultura.
La vocación cinematográfica declarada en el título del libro, reafirmada con el epígrafe del cineasta Jean-Luc Godard que lo encabeza ("No una imagen justa, sino justamente una imagen"), marca el pulso de cada texto, como si se tratara de escenas sueltas de películas nunca filmadas. Casi siempre en un solo párrafo y en menos de una página, Polanco pinta con suma sobriedad un momento doméstico, describe algunos rasgos de un personaje o plantea una situación, y con eso basta: el resto de la pega queda para los lectores. Son cuadros, viñetas, impresiones que, a partir de escarceos amorosos, tensiones conyugales, pasiones deportivas, fluctuaciones ideológicas o incluso desagradables trajines de una mudanza, tocan alguna cuerda de la historia u obligan a internarse en la memoria íntima, a repensar problemas filosóficos centenarios o a ver con otros ojos algún rincón de la política contingente.
Las imágenes se suceden sin pausa. Un negro llamado Borges se pasea escuchando y cantando blues por una inmensa biblioteca. Unos niños se acostumbran a ver cómo los vecinos matan gatos en el barrio: nada saben del animalismo, sólo están reconociéndose en la muerte. Unos hinchas de Wanderers las emprenden contra el Camión Bahamondes, vieja gloria del club. Un profesor toma notas en una reunión con sus colegas, cuya cháchara deja al descubierto la chapucería reinante en el establecimiento educacional. Y así sucesivamente. Uno tras otro, los textos de Polanco van formando una especie de álbum de escenas vistas, leídas o imaginadas, que se recortan en el tiempo como bisagras claves de una historia mayor.
Tres caballos sugerentes
Un buen ejemplo de la mirada de Polanco sobre las imágenes es el texto "El caballo de Turín", que da cuenta de una curiosa coincidencia. En 1889, Nietzsche se compadece al ver un viejo caballo que está en las últimas, lastimado por años de trabajo, y lo socorre, dándole de beber. En 2011, el cineasta Béla Tarr filma el lamentable avance de un caballo azotado por un hombre en la nieve: el blanco y negro de la escena es dramático mientras los latigazos se incrustan en el pobre animal. Y vuelta atrás: en 1878, Van Gogh dibuja un árbol torcido, una borrasca que deposita un cráneo en el suelo y, por supuesto, un caballo que espera paciente bajo la lluvia. Fin.