Jaime Quezada ofrece inédito retrato de Bolaño antes de Bolaño
Maureen Lennon Zaninovic
El Mercurio.
Lunes 9 de Abril de 2007
"Llegué a los 15 años a México y fue alucinante. A partir de ahí pasé de ser un lector prudente a un lector voraz, y de ladrón de libros me convertí en atracador de libros", testimonió Roberto Bolaño sobre su estadía en ese país en la década del 70.
Jaime Quezada, reconocido poeta chileno y presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, fue un testigo privilegiado de esa época. Entre 1971 y 1972, y con 27 años cumplidos, estuvo en el DF, alojando en la casa de León Bolaño y Victoria Ávalos, padres del autor de "2666":
"Mi interés era quedarme sólo unos meses, pero fui extendiendo mi estadía por la calurosa hospitalidad y cariño de los papás de Roberto, que a sus 17 y 18 años vivía enclaustrado. Su adolescencia y juventud las pasó leyendo, encerrado en su pieza", agrega Quezada, quien en los próximos días, vía editorial Catalonia, lanzará "Bolaño antes de Bolaño" (Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura).
"Es un diario personal, con memorias, recuerdos, notas personalísimas, pero siempre centradas en un personaje joven: Roberto Bolaño, cuando ni siquiera se asomaba el escritor que iba a ser. Aunque desde el primer día me di cuenta de que estaba en presencia de un talento muy especial y eso se revela en las numerosas cartas que se intercalan en este libro, donde hablo de esta joven promesa a distintos amigos y familiares".
Carácter irascible
Durante su estadía en México, Quezada escribió columnas para el diario "El Universal" y participó en un taller de escritores de la Universidad Autónoma de ese país (Unam). En esa época comenzó a fraguarse su amistad con Roberto Bolaño.
-¿Grandes amigos?
- "Sí. Tanto que el único amigo que tuvo en esa época fui yo. Empecé a sacarlo de su enclaustramiento. Le quité el miedo a la calle. Lo llevaba a todas partes. 'Acompáñame a visitar a Octavio Paz', le decía. Tuve gran paciencia para soportarlo, como él tuvo gran paciencia para soportarme a mí. Tenía un carácter irascible y complicado. No fue fácil convivir con él, pero con el tiempo nos fuimos queriendo. Él vio en mí un apoyo, una suerte de hermano mayor; tanto, que cuando dejé México, en 1972, no quiso ir a despedirme al aeropuerto, porque le dio mucha pena".
-¿Ya escribía poesía?
- "Ese es un dato inédito. Roberto partió como dramaturgo. De hecho, lo acompañé a dejar un manuscrito a la Embajada de Cuba en México (Concurso Casa de las Américas). No pasó nada con este certamen literario, pero ahí se fraguaría su carrera".
-¿Lo volvió a ver?
- "En 1973, Roberto visitó Chile y se quedó en mi casa. Tras el golpe, su mamá y yo iniciamos gestiones para que regresara a México y lo conseguimos. Años después, a principios de los '90, cuando todavía no entraba a las grandes editoriales, me mandó sus manuscritos para ver si podía publicarlos en Chile. Fui a varios sellos, pero no tuve buena acogida. En ese momento me decían que él 'era un perfecto desconocido'. ¡Se perdieron una oportunidad fantástica!".
-¿Publica ahora por la bolañomanía que estamos viviendo?
- "En absoluto. Sentí el deber de trasvasijar este diario personal e íntimo porque creo que puede ser importante para los exégetas, para los estudiosos de la obra de Roberto. Aquí van a ver al Bolaño inicial, con una conducta y personalidad que ya dan atisbos del gran escritor que fue".
Nicanor Parra
A pocas semanas del lanzamiento de "Bolaño antes de Bolaño", Jaime Quezada acaba de publicar la biografía "Nicanor Parra de cuerpo entero" (Editorial Andrés Bello): "No deja de ser una sincronía maravillosa, porque Roberto Bolaño admiraba mucho la poesía del autor de 'Poemas y antipoemas' y viceversa", agrega el presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral. "Acá está el Parra en cuerpo y alma, con todo su humor, ironía y desfachatez; pero también están los amores del poeta, sus momentos más sensibles, sus reflexiones sobre la vida, anécdotas y acontecimientos inéditos".