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RECADOS DE LA AMÉRICA NUESTRA
Gabriela Mistral: Padre Bolívar, Recados de la América Nuestra (*).
Editorial El Perro y la Rana. Caracas, Venezuela, 2021.
Compilación, prólogo, notas y referencias de Jaime Quezada.
Reseña epilogal de Laura Antillano.


Jaime Quezada



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Gabriela Mistral (1889-1957), que nos nace en un elquino valle cordillerano de Chile, que se recorre el territorio patrio en andanzas educacionales (“no voy sino a los pueblos donde puedo servir”), se nos irá luego Continente arriba en una errancia o extranjería de vagabunda voluntaria. Pero en todo lugar será siempre fiel a sus preocupaciones y motivaciones: su país natal de Chile, su América continente nuevo, y los habitantes de su país y de su América en sus geografías y sus costumbres, en sus maneras de rescatar lo mal deletreado o lo mal averiguado. Mujer de conciencia libertaria y maestra -la que más- sobre todo en una época que el asunto americano gritaba su hambre de didácticas por donde se le cogiese: “América, América. Todo por ella, porque todo nos vendrá de ella”.

No solo autora de una obra poética fundamental y trascendente en la literatura chilena e iberoamericana del siglo veinte, sino que a la par, también, una mujer-ciudadana en su tiempo, en su ahora y en su porvenir. Se diría, conciencia viva de una época que resume en sus recados y ensayos el ritmo vital de Chile, la faena de una América y la visión del mundo.

Así el tema de la América constituye no solo uno de los fundamentos de la obra toda de Gabriela Mistral, sino también uno de sus desvelos permanentes: pasión y voluntad atenta del destino del Continente nuestro. Vocacional y vivencialmente americanista, bolivariana -de Bolívar- tuétano adentro-, en emocionalidad y en sentido, en acercamiento a las realidades vivas de lo humano, lo racial, lo histórico, lo geográfico, lo social, lo porvenir. Y, sobre todo, una América como expresión de unidad de pueblo a pueblo y de gente a gente: “Los miembros de la vida espiritual de nuestros países andan sueltos como las tribus que no han aprendido aún vertebración, y por sueltos, desventurados, y por desventurados, rebeldes con no sé qué suicidio resuelto en la cara”. 

Ella misma se exigía un describir y un divulgar la América como norma o cartabón de maestra y como lección educadora cotidiana: “Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América. Di cómo se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla en el Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia. Divulga su Bello, su Sarmiento, su Lastarria, su Martí. Enseña el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Piensa en que llegará la hora en que seamos uno”.

Los muchos y sorprendentes textos o recados que de la América escribió Gabriela Mistral, son su admirativa muestra de adhesión, casi fisiológica, a los más variados asuntos del Continente. Esos recados, o muy singularísimos textos prosísticos, testimonian su palabra-pensamiento, su palabra-verdad, su palabra-ígnea. Importa en Gabriela Mistral tanto el pretérito como el futuro de su América, tanto el ahora como el día que viene. “Hagámosle criatura cotidiana mejor que nombre de aniversario”, dice, por ejemplo, de Simón Bolívar (1783-1830), y a quien mucho pareció seguir en su sueño de unidad americana: “A este hombre de batallas no lo volvió matonesco la montura y que, en cuanto bajaba del caballo, era civil, como si al general lo dejase en el estribo. Vivámosle en la permanencia y no solo en las lentas puntadas de los centenarios”.

Un Vasco de Quiroga o un Fray Bartolomé de las Casas, que en tiempos de conquista y arcabuces apostolizan con hechos sus ejemplos cristianos. Y después un Sarmiento, un José Victorino Lastarria, un Juan Montalvo o un José Vasconcelos que hacen su obra pensante y educadora con sentido americanista más allá de su Argentina, de su Chile, de su Ecuador o de su México. Y, sobre todo José Martí (1853-1895), “santo de pelea”, como lo llama en activa y piadosa frase. “El maestro americano más ostensible en mi obra”. Y a quien alaba, porque combatió sin aborrecer, luchó sin odio: “Todo es grande y es agradecimiento del guía de hombres terriblemente puro que la América produjo en él, como un descargo enorme de los guías sucios que hemos padecido”. Y más siglo veinte adentro, Augusto César Sandino (1895-1934), sin duda su contemporáneo, “hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro”, señala Gabriela Mistral en memorables artículos expresando su admiración y su adhesión hacia aquella causa nicaragüense de un pequeño ejército loco y de voluntad de sacrificio.

Estos, y tantos otros ilustres y visionarios y libertarios son los hombres de la América –derroteros morales nuestros y paradigmas de nobles utopías democráticas-, y a quienes Gabriela Mistral admira en alabanza y en conducta, muy lejos de los pedestales estatuarios o de héroes alegóricos. Gabriela Mistral nos enseña y nos motiva elogiosamente, críticamente, a pensar, lado a lado, en las realidades de la bella América, y en quienes han hecho con su política y con su espíritu, esta faena ciudadana de esa bella América.

De este pensar y contar la América está constituido este presente volumen, y que reúne aquellos reveladores textos (poemas y recados) en los cuales Gabriela Mistral anduvo siempre, y desde muy temprano, siguiendo no solo el sueño libertario de un Bolívar -Padre Bolívar, como dice -,   sino que a su vez, también, permanentemente preocupada de las circunstancias y realidades de una América toda: “En las asomadas dolorosas al hecho americano, cuando advertimos torpeza para las realizaciones, y cojeadura de la capacidad, nos traemos de lejos a nuestro Bolívar, para que nos apuntale la confianza en nuestra inteligencia” (**).

La poeta y maestra chilena, Premio Nobel de Literatura 1945, no solo mantuvo durante toda su vida el pensamiento bolivariano en sus acciones y decires sino que, además, fundamentó ese pensar tanto en su escritura poética como en la prosística, y en numerosos  artículos o recados de prensa y textos varios que revelan su permanente preocupación por los destinos de un continente latinoamericano en su contar y su pensar nuestra América: “Nos trabaja una ambición confusa todavía, pero que viene rodando por el torrente de nuestra sangre desde los arquetipos platónicos hasta el rostro calenturiento y padecido de Bolívar, cuyo delirio queremos volver realidad”. Gabriela Mistral: La faena de nuestra América, conferencia en la Unión Panamericana, Washington DC. mayo de 1946). Ese delirio es, sin duda, un recordarnos y hacer vigente aquel “Mi delirio sobre el Chimborazo”, que el Libertador proclamó en octubre de 1822 a los pies de ese volcán de los Andes ecuatorianos (***).

El tema Simón Bolívar fue muy constante en Gabriela Mistral. Ella misma, vocacionalmente bolivariana, además de martiana, admirará en alabanza y en conducta al Libertador de América, al definitivo Bolívar, como lo llama, y a quien mucho pareció seguir en una América unitaria o la América nuestra como rotundamente decía. Recuérdese que uno de los fundamentos del Premio Nobel de Literatura bien señalaba que la autora chilena constituía un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el Continente latinoamericano.

No solo una poesía cargada de intensidad y sentido humano en su siempre reveladora obra literaria, sino, y de manera muy principal, Gabriela Mistral representa a una mujer chilena del siglo veinte -proyectándose al XXI-  que supo decir buenamente lo suyo, y en lo suyo lo de los otros,  a  través de su pensamiento y de su acción,  en los temas tutelares de una América: “Vivo en lo equinoccial de lo americano y cuanto he dicho y diga arranca de mi pasión por las cosas esenciales que amo y defiendo: la cultura, la democracia, la libertad y la unidad necesaria de la América”.


Santiago de Chile, junio, 2012.
Caracas, Venezuela, septiembre, 2021.

 

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(*) Libro presentado por la escritora venezolana Laura Antillano y el poeta chileno Jaime Quezada en la reciente Feria Internacional del Libro de Venezuela, Caracas, noviembre, 2021.

(**) Gabriela Mistral: “Padre Bolívar. Recados de la América Nuestra”. Editorial Nuevo Extremo, Santiago de Chile, 2012.

(***) Imagen de portada: “Mi delirio sobre el Chimborazo”. Óleo sobre tela (1929) del artista venezolano Tito Salas. Casa Natal del Libertador, Caracas.

 

 

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