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ORIGEN DE UN POEMA:
La huella
(Gabriela Mistral: Lagar, 1954)

Por
Jaime Quezada



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I
La huella, este mi hallazgo lectural el día mismísimo (10 de enero) que recordaba a nuestra Mistral en el 64 aniversario de su fallecimiento. Así Lagar no solo es el libro de los adioses y de los regresos (“desnudos volveremos a nuestro Dueño”); también de las albricias y de las novedades de cosas y de vida y, por cierto, de los inesperados y sorprendentes hallazgos más allá de silábicas lecciones.


II

La huella

Del hombre fugitivo
solo tengo la huella,
el peso de su cuerpo
 y el viento que lo lleva.
Ni señales ni nombre,
ni el país ni la aldea;
solamente la concha
húmeda de su huella;
solamente esta sílaba
que recogió la arena
¡y la Tierra-Verónica
que me lo balbucea!

Solamente la angustia
que apura su carrera;
los pulsos que lo rompen,
el soplo que jadea,
el sudor que lo luce
la encía con dentera,
¡y el viento seco y duro
que el lomo le golpea!

Y el espinal que salta,
la marisma que vuela,
la mata que lo esconde,
y el sol que lo confiesa,
la duna que lo ayuda,
la otra que lo entrega, ¡
y el pino que lo tumba,
y el Dios que lo endereza!

Y su hija, la sangre,
que tras él lo vocea:
la huella, Dios mío,
la pintada huella:
el grito sin boca,
¡la huella, la huella!
Su señal la coman
las santas arenas.
Su huella tápenla
los perros de niebla.
Le tome de un salto
la noche que llega
su marca de hombre
dulce y tremenda.

Yo veo, yo cuento
las dos mil huellas.
¡Voy corriendo, corriendo
la vieja Tierra,
rompiendo con la mía
su pobre huella!
¡O me paro y la borran
mis locas trenzas,
o de bruces mi boca
lame la huella!

Pero la Tierra blanca
se vuelve eterna;
se alarga inacabable
igual que la cadena;
se estira en una cobra
que el Dios Santo no quiebra,
¡y sigue hasta el término
del mundo la huella!


III
De La Antártica y el Pueblo Magallánico (1948):
… Después de la hora del silabario, yo daba otra de "conversación"… Una noche vi llegar gente extraña a la sala y sentarse hacia el fondo, familiarmente. Daba yo una charla de geografía regional… Al salir, el grupo forastero se allegó a saludarme. Dos reos políticos del presidio de Ushuaia habían sabido de ese curso nocturno y tan informal, quisieron ir a verme.... Me contarían la escapada de los corajudos, los trances de la pampa y el nadar las aguas medio heladas, husmeando entre matorrales encubridores, hasta alcanzar la ciudad de Punta Arenas… Yo miraba y oía a los fugitivos, con novelería de mujer lectora de aventuras, pero, sobre todo, devota de Ghea, nuestra madre, y de sus "claros misterios".


IV
De Celebración de Año Nuevo en la Patagonia (1948):
… Estamos sentados en torno de un fuego grande que alumbra hasta donde puede esa llanura en que yo, hija de quebrada, aprendí el goce y la dignidad del espacio. Hay un poquito de niebla vagabunda, de esa que en invierno se vuelve una emboscada para el que camina y le da la ceguera, pero en verano, cuando llega a cuajarse, es una niebla en derrota, que corre bajo aquí y allá como un perro golpeado, y se mete al fin en un matorral que la guarda.

… El olor del robusto yantar se mezcla con el de la parva de leña devorada, cuando la buena pira se tumba por un tronco que cae, yo me levanto a enmendarla con dos troncos más y, entonces, miro la noche ahora más poblada por aquellos perros vagabundos de la niebla, que se acercan al grupo.


V
Trasvasijamiento Prosa-Poesía-Prosa:

En el poema: Del hombre fugitivo
En la prosa: Yo miraba y oía a los fugitivos

En el poema: La mata que lo esconde
En la prosa: entre matorrales encubridores

En el poema: La marisma que vuela
En la prosa: nadar aguas medio heladas

En el poema: El pino que lo tumba
En la prosa: los trances de la pampa

En el poema: Perros de niebla
En la prosa:  niebla vagabunda, niebla en derrota, perros vagabundos de la niebla

En el poema: Hasta el término del mundo
(geográficamente equivalente a: el fin del mundo…)

En el poema:  Tierra-Verónica, La vieja Tierra, La Tierra blanca
En la prosa: Devota de Ghea, muestra madre
Tierra blanca: La Patagonia (Poema de Chile)

En el poema: el viento que lo lleva, el viento seco y duro
(Referencia al viento de la Patagonia, elemento siempre presente en GM: “La tragedia y la fiesta a la vez de la región magallánica es el viento. El recuerdo mío de Magallanes es, sobre todo, un recuerdo auditivo: el de un viento descomunal”.


VI
Treinta años después de haber estado en Magallanes (1918-1920), cumpliendo labores educacionales, Gabriela Mistral escribe, tanto en California (1947) como en Veracruz (1948), los recados cuyos fragmentos pertinentes he copiado. Por esos años escribe también poemas diversos que reunidos años después darán origen a Lagar (1954). A este libro pertenece La huella, que sin duda está plenamente motivado por aquella intensa experiencia y vivencialidad austral que le dejó por siempre Magallanes (“donde, a pesar del clima extremoso, fui feliz”).

No en vano, y aun pasen los años, la historia-anécdota del fugitivo revive en ella transfigurada misteriosamente en su alucinadora poesía.

 

Al poeta Christian Formoso
10. enero. 2021.


Foto: Retrato de Gabriela Mistral. Punta Arenas, Magallanes, 1919.
(Gentileza de Dusan Martinovic Andrade).
Portada del libro “Gabriela Mistral: Páginas (perdidas) de la vida mía”.
Jaime Quezada: Compilación, notas y referencias.
Mago Editores, Santiago, 2015.

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Origen de un poema: La huella (Gabriela Mistral: Lagar, 1954)
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