Libro de poemas revela a un autor que no tiene pudores
con los géneros literarios. Una liberación
de las “monstruosas exigencias” que le imponía la prosa.
Guardados en un cajón de su mesa escritorio y lejos de su mano de novelista, o llevados consigo en su morral de viajero por villas y aldeas españolas, José Donoso se atreve ahora y en su Chile natal, publicar un libro de poemas que llamarán más a curiosidad que a interés literario propiamente tal. Acostumbrados a sus obras narrativas, los lectores donosianos no dejarán de sorprenderse con tan súbita incursión en el género poético, y que el mismo Donoso considera como una necesidad “pequeña pero diferente y complementaria a la de mis novelas”.
Los antecedentes en esta materia no son abundantes en la obra del autor. Confeso de no haber sido jamás un gran consumidor de poesía lee, sin embargo, en inglés a Rilke, y en la época de su juventud compartió las tradicionales lecturas de un Neruda. Durante su permanencia en Princeton (cuando Donoso se da cuenta que para bien o para mal es escritor) se deslumbra con la poesía en lengua inglesa de un T.S. Eliot, un Wallece Stevens o una Emily Dickinson. Poesía inglesa “que aun consumo, uso y con la que vivo”. Acercamiento más lectural que vivencial, que no deja rastros en sus poemas propios. Debe recordarse, además, el ensayo-crítico Five Chilean Poets (Parra, Barquero, Alberto Rubio, Lihn, Arteche) que Donoso Publica en revista Américas en mayo de 1964.
En Poemas de un novelista (Ediciones Ganymedes, Santiago, 1981), José Donoso reúne una treintena de textos –intentos de poemas en rigor- escritos entre 1970-1980 en diversas residencias y lugares geográficos de España (Calaceite, Sitges, Madrid), y en una época editorialmente importante. Entre capítulo y capítulo de El obsceno pájaro dela noche, Tres novelitas burguesas, Casa de campo, el narrador aligera el ánimo escribiendo unos muy personales e íntimos poemas. Una manera acaso de oficio lateral o de tomar conciencia de realidades inmediatas, huyendo o liberándose de las “monstruosas exigencias que me imponía la prosa”.
Los llamados poemas de Donoso se relacionan, a menudo, con la crónica, la confesión personal (“soy lo que no hice, lo que no hago, lo que no haré”), la síntesis de un pasado romántico y memorial. Aunque realistas y directos, nada de densos o imaginativos, más bien simples que sencillos, o están escritos por puro golpe intuitivo y lírico. Existe un trabajo muy consciente del verso, que evita la retórica, los pruritos metafóricos y la ampulosidad. Importa llegar al texto mondo, desnudo, “tiritando, pegado a mí”. Donoso (por ahora) no es natural y literariamente un poeta, ni tampoco él pretende tal aureola: “La poesía me parece un quehacer tan aterradoramente serio, solitario, definitivo, esencial, y las esencias, así, escuetas e implacables, no son mi vocación”.
De sus solitarios y duros años de Calaceite -“el pueblo de piedras tensas”- , el resultado es un Diario de invierno que resume historias, vigilias, planes (“Cerro los ojos. / Proyecto vender mi casa, / irme a otra parte en busca de corazones”); situaciones familiares y realidades paisajísticas de un lugar con callejones sillares, y donde el gesto humano puede estar en un puñado de higos que alguien “le regaló a mi hija / cuando aún a nadie conocíamos”. Un hurgar, también, en el pasado a través de antiguos retratos de familia. Galería sepia de personajes –tatarabuela, padre, madre-, en una atmósfera recordatoria e iluminada por una época iconográfica de borrosos álbumes.
Por el callejón de sillares, cata delgada como silbido, huye este viento que desconozco. Los vidrios ocultan facciones pordiosera de sol: la aguja, el rosario, la hipocresía -¿discreción?- del visillo. En su balcón el maíz sigue colgado falsificando sol. Adentro, retratos colorados, un santo sin candil ni flores en el corazón vacío, ahora, de la calle Maella. (Diario de invierno en Calaceite)
Es evidente que estos poemas, o temas versificados, nada tienen de pretenciosos, ni afanes de dar golpes a la cátedra. Tanto los Retratos como Diario de invierno, y los otros poemas del libro, están escritos a base de elementos y materiales valiosos, que en el texto mismo se debilitan por la carencia de un lenguaje que los haga maravilladores y mágicos desde el punto de vista poético. Más que un riesgo o actitudes narcisistas, como cree de buena fe el autor, estos poemas tienden a celebrar una insólita aventura de un novelista que no tiene pudores con los géneros literarios. De ahí, tal vez, el título: Poemas de un novelista. Es decir, un novelista, no un poeta, escribe estos sedicentes poemas, con algunos hallazgos e imágenes notables.
Precedido de unas excelentes y resueltas notas prologales, que llaman a una amena lectura, este libro –“Para mi hija Pilar”- constituye tan solo un interés meramente documental en la obra toda de Donoso. En vez del verso, hubiese sido más válido y oportuno contar esas mismas historias en textos prosísticos con la sencillez de la introducción. El libro habría perdido su intencionalidad y su gracia, es cierto, y los lectores habrían ignorado esta aventura poética que nada quita ni agrega a la bien merecida gloria del novelista.
PRELUDIO
Se dormirá tu recuerdo en el aire
dejando desnudo el nombre de las cosas;
huirá el sendero hacia la orilla de plata
pero distinta a tu presencia la esencia será escasa.
Todo estará más allá de mi piel debajo de mis huesos:
el humo y la lluvia y el dolor y el pánico.
De la alegría no tendré más que una imagen
seria y plana como un retrato.
El arco casi imperceptible del viento caerá.
Tu voz dejará de crecer desde ese árbol.
Y en medio de la soledad del frío ensimismado
buscarán tus pasos las aceras y las calles.
Así ha de ser, pues sabes que el mundo sin ti
llega sólo hasta mi talón y mis manos.
Se secará, esperándote, el lago que jamás vimos.
Se refugiará en la tierra el escarabajo que no miramos.
En los últimos días no hay paisaje en mi sed.
Sin verlo irá muriendo en mi pecho y en mis brazos
la cercanía de tu contorno, la piel ágil
de tus huesos será igual a la de todos los pájaros.
Pero un día, caminando,
cuando haya estrangulado el olvido,
sentiré, sin sorprenderme, tu voz oscura
llamándome entre los versos y los nervios de que estoy tejido.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com JOSE DONOSO: POEMAS DE UN NOVELISTA
Por Jaime Quezada
Revista Ercilla, Santiago, 5 de agosto de 1981.