El jardín de las peculiaridades, de Jesús Sepúlveda
Nihil Obstat. Olmué, Valparaíso. 141 págs.
Por Juan Francisco Urzúa
Publicado en Suplemento Literario Grado 0, de El Ciudadano. 1ra quincena de abril.
La sociedad contemporánea ha ido destruyendo su ambiente. Desde la deforestación de la selva, extinción de especies, erosión de la tierra, contaminación de las aguas y el aire, hasta la instrumentalización de los hombres y la cosificación de la vida humana. En este tránsito, no solo hemos dañado la materia de nuestro entorno sino también nuestra espiritualidad, y, lo que es más grave aún, nuestra libertad.
Desde la relación social, política y familiar, hasta la salarización de nuestro trabajo, el ser humano ha ido cediendo su libertad en pos de la homogenización imperialista de los ejes mundiales de producción. Esta carencia de autonomía, ha terminado por separarnos de los seres naturales, como el puma o el helecho, convirtiéndonos en autómatas tecnológicamente desnaturalizados.
Desde este prisma se plantea “El jardín de las peculiaridades”, ensayo anarco ecologista del poeta, psiconauta viajero y doctor en filosofía Jesús Sepúlveda, quien nos propone el replantear las bisectrices por las cuales ha optado la humanidad en su desarrollo, por la naturalidad, libre y peculiar del jardín.
“Yo utilizo la metáfora del jardín para explicar el sentido de la peculiaridad que percibo en la naturaleza con el fin de desarrollar mi crítica contra la estandarización y homogenización civilizatoria. En un jardín, cada flor, planta e insecto tiene una función y razón de ser, incluso la maleza, que crece en espacios sin cultivar, porque todo brota, florece y se marchita cíclica y permanentemente. En este mismo jardín, cada flor, planta e insecto es único e irrepetible y jamás habrá otro igual, aunque lo clonen.”
Sepúlveda se decide a considerar lo peculiar, lo único: en como naturalmente siendo diferentes podemos aportar a nuestro entorno sin dañarlo. Esto encontrando la belleza en el imaginar un lugar diferente y libre, donde a través del lenguaje y la interioridad, el sujeto se libere de la domesticación del sistema estandarizador, dejando la cuantificación para volver a reconsiderar la belleza.
Para esto nos propone que “la mejor manera de defender la tierra y autodefenderse de la agresión política, policial, militar, imperial, industrialista, desarrollista, invasora, conquistadora, ecocida, genocida, femicida, etcétera, es respetar la vida a ultranza, sin prestar oído a la bocaza de los comisarios”.
El ensayo se plantea de una manera poética y pedagógica, donde la vida se expresa de una manera libertaria, y la naturaleza es reconsiderada. Jesús Sepúlveda no busca acomodar su discurso a las dinámicas de la academia, ni la occidentalización europea, sino a la contextualización de un ecosistema latinoamericano e indigenista, cosa extraña en la formulación moderna de la intelectualidad, pero absolutamente necesaria para la liberación.
El “Jardín de las peculiaridades” es el último grito de advertencia sobre el futuro de nuestro ecosistema, de nuestra libertad natural. La última ventana para volver a apreciar en armonía la naturaleza, en forma bella, libre y alegre.