Los chicos del barrio…Y Correo Negro, de Jesús Sepúlveda
(Charly García) ..... ... .. . .... ... .. ... .. .. . .. ... . .. . .
Por Carmen Berenguer
MAGO EDITORES, JUNIO 2008
Dónde están? Lejos del terruño aquel grupo de jóvenes que les tocó vivir una adolescencia peleando, ayer, por una educación intervenida, hoy, los pingüinos luchan por una educación de calidad. Aquellos jóvenes que se fueron a perrear a lugares extraños, en otras lenguas, muchachos de aquel “Fines de Siglo” (1987) A Gerardo Godoy lo visité en Río en el barrio de Leblón, me mostró la Ciudad de Dios y la fabela La Rosiña donde el Papa paró unos segundos y le regaló el anillo papal a Doña Beba con el que comió toda la fabela.
Qué de Alvaro Leiva, escribe sobre Anacondas en Miami, y que fue de Felipe Moya, perteneció al grupo Rock llamado “Los niños mutantes”, estudió arte y sigue rayando con el Rock. Y la Carola musa de los muchachos de su época continúa musicalizando el drama de su tiempo. Y Guillermo Valenzuela, escribe teleseries en el Canal Nacional, Víctor Hugo Díaz obtuvo el Premio Neruda en poesía y Max Lorenz estratega y asesor de las nuevas viejas luchas por un mundo más justo. Juan Pablo Sutherland escritor y ensayista, pitutea el laburo chileno. Sergio Parra, Malú Urriola, Nadia Prado y Mirna Uribe, (ella absolutamente inédita) siguen en Chile, no fueron del taller, pero cohabitaron ese tiempo y la poesía.
Jesús Sepúlveda Doctorado en Literatura en Oregón, poeta autor de varios libros, andariego del mundo, va y viene todos los años. “Los chicos del barrio van a desaparecer…” la anticipación de Charly García y quizás por esa Plaza Drogotá y por esos barrios cercanos que conocimos, Jesús no deja de volver a desovar en el terruño como lo describió en su primer libro “Lugar de origen” (1987).
Y continúa la charla, porque conozco el barrio y también el Imperio, aprendí su lengua y su soledad la de él, la de cualquier latino en Nueva York, paseando por el puente Brooklyn, el mismo puente de José Martí y La nieve de Ogaño en Iowa poema de Oscar Hahn. Por ello, el Infierno surrealista de la prisión de Vallejos en Perú o el infierno de Hotel Marconi de Jesús Sepúlveda, destila ese veneno azul que le conociera como rasgo de la intuición poética desde su inicio, sólo que en Hotel Marconi se depura el lenguaje y su marco de referencias.
Es interesante el comienzo con una página en inglés entre una conversación spanglech con el poeta gringo Paul Dresman, traducen a media lengua inglesa, a media lengua española, el libro. Luego, un glorioso epílogo de los saltos del tiempo que fija las mudas del milenio con José Emilio Pacheco, ambos poetas, gringo y mexicano, abren y cierran el libro. Uno el umbral de lo desconocido: la lengua. El otro la memoria; lo más cercano a la lengua materna.
He recorrido la soledad en cada uno de sus versos que transitan en cada cuarto del Hotel Marconi como una película, vieron “Resplandor”, son los pueblos norteamericanos que tan bien describe su horror, Stefen King…pues bien, esos pueblos, ese vacío, ese asesinato, ese crimen, entre el infierno sureal que dejó en la prisión chilena y el infierno real del american way of life norteamericano en su encuentro de hoteles y piezas vacías con un teléfono en el velador y un corredor largo y fantasmal. En Spleen, un texto casi biliar o colérico ”Anoche el viento amenazó este poblado/ y yo no he recibido encomienda alguna/ desde el sur del mundo” pág 53, en el Poema “Nada dicen mis poemas sobre mí mismo” “Hay un reloj de muro/ atrapado en las palabras de la casa paterna/ un tic-tac de campana/ que sólo se detendrá con los pasos de mi padre/ y un vacío/ dejado en el bar donde solía perder mi tiempo” pág 57, En una página en blanco aparece la cita de Kerouac: “Cuando Kerouac me visita/ siempre estoy solo/ Y en mis sueños nadie cree/ que él se dirige a mí de esta forma ¿Qué tal muchacho/ qué de nuevo has escrito?”
“I feel good” de James Brown, aparece el desarraigo, como también el lugar de lo ido, de lo que fue y ya no está en Pio Nono, ni sus gentes, “ Nadie me conoce. El viejo hotel Tauro ya no existe”
Sí, porque la transformación urbana ha desintegrado barrios, hoy es una intención de ciudad moderna la que se ha instalado y el poeta Jesús Sepúlveda evidencia el desarraigo ni aquí, ni allá. Pero siempre lo habita esa pesadumbre de acá, de lo materno, la lengua. Hay textos notables, como Un Manicomio de Voces, sujeto agarrado y descarnado, entre el lirismo y la bilis atraviesa la malditud, como una narración de Pulp Ficción hasta llegar a Villón.
Hotel Marconi es un muy buen libro, y el anarquista poeta que sigue y lidera el movimiento en Seatle, (hasta aquí llegaron noticias) donde repuntó un momento de rebelión cultural, se mueve luego a Oregón, pero Jesús Sepúlveda es nómade, busca viaja hacia rutas chamánicas en Latinoamérica, se reorienta con pócimas primordiales para llegar al soul, el poeta es el viaje en si mismo hacia su interior para reconocerse, medita como budista posmoderno, en busca de su grial.
La ruta del Hachis, marihuana, hongos y la planta de la salud espiritual es el viaje de Escribanía, bello y fina pluma se apunta en estas pequeñas y verdes hojas, como la planta de la mejor cepa. ¿Qué es un poeta sino viaja hacia sí mismo? “Desplazarse no es igual que estar en movimiento, volver al terruño y partir de nuevo, como si los nudos del tronco del árbol/ de la casa de mis padres/ ya no existieran/ como si los anillos que sobran/ fueran los rostros de los que ya desaparecen. Pág 55, Poema central de Escribanía /Odisea Chile 2001, Escribanía es el Jardín de las Delicias, de Bosh, encuentros con Garcia Lorca y Salvador Dalí en el parque. Es un viaje por la pintura el arte y lo más importante, el jardín y la hierba de los caminos.
Finalmente, “La historia es la de siempre/ sobrevivir al máximo/ y soportar el tiempo/ que atraviesa el cuerpo en todas direcciones. Este poema es un anónimo, Blakmail, es una carta negra que se escribe a sí misma y por supuesto a sus emisores, “Es imposible decir lo que quiero decir, un correo negro a Elliot, “el desencanto es la esencia del juego” como diría Laurence,
“Como ves me he casado, y podría ser en un tono de réplica, peor ya no tiene caso” Suena a reproche, pero se resigna y le da lo mismo, y el vuelco / Yo te esperaré aunque sean cinco años, que amor más grande diría yo, pero bien, la cita- correo, el BlakMail es un chantage a sí mismo, no tiene correspondencia.
El reloj del muro es una cita que se repite, son los estados del tiempo, como el Hotel Marconi y saltos y saltos de memoria, fragmentado. “En ese viejo velador de la calle Marconi / encontrarás el prendedor con tu nombre, tan deso- lado el poeta Jesús, las mujeres cruzan el libro, como si se las hubiera tirado a todas. Lacho él, eterno enamorado. “Tiene una mente miserable aquel que no vive ni se entrega a la lascivia, pág 15, es un maldito gozador, la cita de Carmina Burana, “mis sueños son tener un hijo/ vivir en Chiloé y conocer Nueva York, sin duda la Gran Aple, Manhattan, José Martí y Gabriela Mistral, El puente Brooklyn, es la gran imagen del modernista José Martí, el gran cronista que unió la poesía y la crónica y fue la raíz del nuevo periodismo en USA, no existiría Truman Capote ni Mailer, a no ser por ese nuevo periodismo norteamericano que inauguró tanto Martí y Darío en ese tiempo poscolonial y finisecular, que en América sentaría las bases de la modernidad literaria.
Me volé y me entusiasmé con el Correo Negro del Poeta Jesús Sepúlveda. Es maravilloso el viaje, la carta, la poesía, la crónica, el monólogo, la prosa, la memoria y el tiempo de Chile. Jesús nunca salió del horroroso Chile!!!