La poesía
como un acto de permanente disenso:
conversación con
Jesús Sepúlveda en La Paz, Bolivia.
Por Javier Fernández
Esta entrevista-conversación se llevó
a cabo en enero de este año en un café de Bolivia, luego
que el poeta Jesús Sepúlveda realizara una lectura en
el Centro de Artes y Literaturas Latinoamericanas (CEDOAL) en el espacio
Simón I. Patiño en La Paz.
Iniciamos nuestra conversación con Jesús Sepúlveda,
en su fugaz visita a Bolivia a mediados de enero pasado, con una pregunta
(tal vez trivial). ¿Cuál es el significado que tiene
la poesía para él?
"Es -nos dice- la manera de pecualiarizar el ser, la práctica
que agudiza la
interioridad del individuo y que lo remueve del molde estandarizador
que le impone la socialización".
"Y no estoy proponiendo un modelo teleológico, que tenga
alguna finalidad u objetivo a priori, porque la poesía es una
práctica vital y no se escribe para algo, sino por el simple
deseo de escribir. Por lo mismo, el efecto de vivir poéticamente
va transformando la práctica habitual de cada cual, lo que
debiera materializarse en la peculiarización del ser. Esto
es lo que se ha entendido más o menos como autenticidad. Cuando
se escribe en forma genuina, hay una voz única e irrepetible,
a pesar de sus ecos, que ayudan a afinar la puntería y la factura
verbal. Que a uno le guste o no alguna voz en particular, es otro
cuento".
"Por otro lado, hay que escapar del esquema moderno que reduce
la poesía a un acto inerme, centrado únicamente en torno
a los artificios del lenguaje, o a un acto de fe con una finalidad
instrumental: dualismo impuesto por el modernismo vanguardista de
principios del siglo XX. Hace tiempo ya que estamos concientes de
que el arte crea visillos simbólicos para ver por la ventana.
Y efectivamente, la forma contiene el contenido, al mismo tiempo que
incorpora un contexto estético referencial. A veces de manera
alegórica. Otras de manera directa".
"Lo que estoy diciendo es que la poesía no tiene una
finalidad secundaria en términos políticos, ni funcional
en términos personales, ni terapéutica en términos
sicológicos. Aunque los tenga. El siglo XX impuso el realismo,
el socialismo y el pasotismo como escuelas".
"Yo prefiero salirme de ese marco -enfatiza Jesús Sepúlveda
para explicar su posición crítica disensual- a fin de
poder explorar y crear visiones que atenten contra cierta estética
que pretende imponer -a través de formas autoritarias de socialización-
un gusto determinado".
"Lo que ocurre en Occidente es que el arte y la práctica
poética están separados de la vida cotidiana. De ahí
surge la idea de que la cultura -y con ella la poesía- está
en una especie de esfera de cristal fuera de lo cotidiano. Entre la
vida y el arte hay una separación impuesta por el mundo industrializado.
La cotidianidad está totalmente alienada. La poesía
comienza a morir por la imposición de los procesos de estandarización".
"Mi utopía es borrar esa línea de separación
y hacer que la poesía sea parte de la vida cotidiana, para
que ésta se viva poéticamente. En tal sentido, es necesario
tener cierta integridad estética, además de una radicalidad
permanente en la vivencia diaria. A veces, a través de la poesía,
se logra penetrar lo que hay de impenetrable en lo cotidiano, haciendo
que el aspecto más misterioso de la existencia se vuelva habitual".
De todas maneras, las convicciones de Jesús Sepúlveda
han tenido necesariamente que sustentarse a través de una filosofía
de vida. Por eso nos interesa su trayectoria literaria.
"Comencé a escribir -nos dice- en la década del
80, época en que estaba completamente absorbido por ese mundo
grisáceo y deprimente que había impuesto la dictadura
en Chile. En ese sentido, mis preocupaciones eran políticas
y pasaban un poco por sacarse la camisa de fuerza que le imponía
una suerte de cárcel invisible a la conciencia, a las ideas
y al espíritu, y que no nos dejaba ser libres. Además
había una materialidad concreta, objetiva: la represión".
"Cómo desafiar la autoridad y cómo desmantelar
el mecanismo que legitimaba la represión" era el desafío
que se planteaba Jesús Sepúlveda entonces, recordando
aquel proceso del que fue actor, testigo y combatiente intelectual.
"Este hecho -prosigue- tuvo un impacto en la literatura, en
el quehacer cultural de la época. Poco antes de que comenzara
a escribir había surgido la Neovanguardia, que era una literatura
que trataba de sortear la censura de la época. No obstante,
creo que la gracia de la Neovanguardia era tratar de evitar el discurso
panfletario. Este grupo tuvo su emergencia en el mundo universitario,
donde deambulaba cierta elite de clase media".
"Por otro lado -dice, ahondando en los factores que incidieron
en esta práctica cultural- creo que el autor que profundiza
con mayor acierto el desafío más radical a la autoridad
es Juan Luis Martínez, cuyo libro La nueva novela me
parece el más interesante del período".
"En esa época había un corpus de literatura panfletaria,
o de compromiso social, que permanentemente estaba tratando de imponer
su visión socializante o marxistoide a la realidad. En este
contexto literario comencé a escribir y, obviamente, mis preocupaciones
eran políticas, las que pasaban por la necesidad de desarrollar
un discurso literario y rebelde que fuera directo. Estaba un poco
en oposición a los autores que estaban tratando de sortear
la censura, eludiendo la realidad, o que la aludían mediante
las llamadas estructuras verbales de 'lo no dicho', a las que Raúl
Zurita se refiere en un artículo publicado en 1983. Obviamente,
esto implicaba escribir una poesía ácida que
representara la experiencia vital en forma directa, que es lo que
en esa época me llamaba la atención".
Continuando con este recorrido, Jesús Sepúlveda recuerda:
"Publico mi primer libro, Lugar de origen, en octubre
de 1987, con poemas escritos entre 1985 y ese año. O sea, son
poemas escritos entre los 17 y 19 años de edad. Allí
uso un lenguaje directo que aborda la realidad personal de un sujeto
urbano de barrio. Creo que la virtud de esa poesía, y de la
generación poética en que estaba inmerso en esa época,
es que logra develar ciertos temas de carácter tabú,
abordándolos en forma clara y directa, tales como las experiencias
sexuales, el mundo de la droga, la radicalidad política, la
transgresión de los límites, el exceso, etcétera.
Mi generación fue un punzón juvenil, contestatario y
rebelde que, sin ser necesariamente una generación de autores
politizados, tuvo un efecto en el imaginario simbólico nacional
y, por tanto, un efecto político: estimuló la imaginación
y fomentó la apertura. Curiosamente, la poesía que se
publica a partir de 1987 emerge en un momento en que en Chile se está
viviendo un proceso de apertura y, al mismo tiempo, de decadencia
de la dictadura militar. Se avanzaba hacia su derrocamiento, que a
la larga devino en la substitución -vía negociación
política- del régimen por otro régimen".
Como es natural, aquel proceso socio-político en la patria
de Jesús Sepúlveda, ligado a su vocación poética,
lo lleva a dar un giro que lo sitúa en una nueva realidad,
y en la que prima la práctica literaria:
"Literariamente, mi preocupación en esa época
pasaba por buscar un diálogo con cierta poesía, curiosamente
de lengua inglesa -y norteamericana-: la literatura Beat. Los
Beats constituyeron todo un descubrimiento y tuvieron un impacto
enorme en mi generación, que poco a poco los dejó de
leer".
"Al mismo tiempo estaba interesado en otro tipo de poesía,
con un lenguaje más directo y de expresión irónica,
que hallaba, por ejemplo, en el discurso antipoético de Nicanor
Parra, pero también en el de otros autores, como Ernesto Cardenal".
Paralelamente a estos procesos, y cuando comenzaba la transición
democrática en Chile, Jesús Sepúlveda dirigió
una revista que tuvo cuatro años de duración. Se llamaba
-nos cuenta- "Piel de Leopardo", editada actualmente en
Internet por Lagos Nilsson: [www.pieldeleopardo.com].
"A falta de publicaciones, esta revista se convirtió
rápidamente en uno de los pocos medios literarios disensuales
en Chile, que criticaba abiertamente el consenso mesocrático
impuesto en ese momento por la cultura concertacionista".
"Su concepto [de la revista] era precisamente el disenso; resistir
el oficialismo que promovía lo hegemónico, lo consensual,
el acuerdo nacional, la reconciliación, el consenso político
y, por tanto, el arte funcional. Y dentro de ese arte, cierta poesía
instrumental a la democracia negociada y restringida -que construyeron
en Chile- y que convirtió el arte, y la cultura en general,
en una práctica megaeventista, transformando a los intelectuales
y escritores en funcionarios e instrumentos del orden. Ellos se invistieron
como capataces del intelecto, cuya función ha sido categorizar,
organizar y ordenar la realidad administrada, siendo completos ineptos
al momento de criticarla, o de ponerse en oposición a ella
en forma disensual, porque cualquier tipo de oposición se estigmatizaba
-y se sigue estigmatizando- como un atentado a la estabilidad democrática.
En realidad, creo que ése ha sido el discurso más eficiente
para mitigar la práctica disensual y crítica en las
últimas décadas".
Bajo esta óptica, Jesús Sepúlveda dirigía
su revista, al mismo tiempo que escribía un segundo libro de
poemas: Reinos del príncipe caído.
"Nuevamente entré -dice- a una práctica vivencial
extrema, quizás con el secreto fin de abrirme a una nueva perspectiva
brindada por la intoxicación".
"Mi idea era poder desmantelar el corral simbólico, haciendo
que surgiese una pluralidad de voces capaces de desarrollar la interioridad,
y así generar un acto literario de alquimia: en el límite,
pero sin miedo a decir. Con la posibilidad de decir lo que uno piensa,
sin esa restricción producida de contrabando por los negadores
de la convicción, se alza el vuelo. La literatura oficialista
en Chile es una literatura autocomplaciente, remolona, que repite
los mismos procedimientos y los mismos imaginarios hasta el cansancio.
Es una literatura con adjetivo, que a veces se maquilla de light
".
"Como yo disentía de ese escenario, de algún modo
mi práctica vital se hizo autodestructiva. Estaba hiper frustrado
y no encajaba en ese esquema demo-consensual. En ese período
comencé a escribir mi tercer libro de poesía: Hotel
Marconi, que inicié el 92 en Santiago y terminé
el 97 en Estados Unidos. Después se publicó en 1998,
con lo que logré cerrar un ciclo más o menos intenso.
Paul Dresman, que tradujo el libro al inglés, piensa que ese
libro es mi temporada en el infierno".
"Luego comencé otra práctica escritural, y al
mismo tiempo vital, puesto que de algún modo mi vida se va
reflejando en mi práctica poética. De hecho, hay una
relación directa entre ambas, porque yo escribo a partir de
mi vida, mis experiencias, mis vivencias, etcétera".
De acuerdo a sus conceptos vitalistas, Jesús Sepúlveda
se siente un poeta de la experiencia. De esta manera, su rutina cotidiana
tiene siempre una expresión literaria. La lectura, ver cine,
escuchar música, conversar y hasta viajar son parte de su ejercicio
diario como experiencia vital.
"Después -continúa- creo que entré en un
período de mayor madurez. En 1998 fui a España invitado
a participar en un Encuentro de Poesía en Sevilla. Fue entonces
que comencé mi nuevo proceso poético. Le dedico el libro
a mi compañera, Janine, La Alondra " -enfatiza, valorando
a su pareja y a su hijo de un año y medio-.
"Este libro, Correo negro, comienza su periplo en México
y termina en Oregón. Y se publica finalmente en Buenos Aires".
A propósito del premio que le otorgó la revista argentina
"Perro Negro", el poeta costarricense Luis Chaves le escribió
a Jesús ponderando el texto como un libro "inquietante
y bello".
"Correo negro, que se publicó el 2001, aborda
un poco lo inquietante que es el hecho mismo de existir". Aquí
también se cierra un nuevo ciclo en la vida de Jesús
Sepúlveda.
"Comienzo a tener otro tipo de preocupaciones -continúa
rememorando-. Me adhiero intelectualmente al activismo anarquista
en Estados Unidos, y formo parte, sin habérmelo propuesto,
de la anarquía verde y del bloque negro".
"Escribí entonces un ensayo, que es una suerte de tratado
eco-libertario: El jardín de las peculiaridades, publicado
en Buenos Aires en el año 2002".
"Luego partí con mi compañera a Holanda -continúa-
e hicimos un viaje maravilloso por Europa y el desierto de El Sahara,
donde surge otro libro con otro imaginario que se llama Escrivania,
editado el año antepasado [2003] en la ciudad de Querétaro,
México".
"Éste es un libro que tiene que ver con la aliteración
y la sonoridad de las palabras, para lo cual me apropio del neobarroco,
que se fundamenta justamente en la melopeya poética. Es lo
que el argentino Horacio Fiebelkorn ha bautizado 'Realismo Onírico'.
Pero es también un libro de viajes. Luego volví a Chile,
donde me habían puesto una orden de arresto en toda la frontera
por consumo de marihuana. Éste es el contexto de mis poemas.
Cuando me voy nuevamente de Chile, salgo a Nueva York [2001], el mismo
año del pencazo a las Torres Gemelas".
"El atentado cambió el escenario cultural, social y político
en los EE. UU., donde se comienza a imponer una sociedad panóptica
de control global. Allí me involucro en el movimiento antibelicista
estadounidense".
"Otro proceso implica el libro que estoy escribiendo ahora:
Sincronía animal. Es una suerte de cuatrilogía
poética. Y uno de sus ejes es la percepción del cuerpo
como vehículo de conocimiento e iluminación. Algunos
poemas tienen que ver con el consumo de ayahuasca, que es una liana
alucinógena que crece en las riberas del Amazonas y que en
quechua significa cuerda de los muertos".
Interesados en conocer más sobre el Anarquismo Verde que Jesús
mencionó más atrás, nos explica:
"A grandes rasgos -dice- es la visión que apunta a la
liberación total de los seres humanos y de todos los seres
vivos en el planeta, a través del desmantelamiento radical
de las relaciones de poder. Fundamentalmente, es una visión
biocéntrica que no privilegia únicamente lo social,
sino que entiende las problemáticas socio-humanas en relación
al medioambiente, la tierra, la pachamama. La anarquía verde
comprende la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza,
mediante redes comunitarias que desmantelen el industrialismo civilizatorio,
a fin de que todos podamos habitar el jardín planetario que
nos cobija y nos protege".
"En este sentido -enfatiza más adelante- la anarquía
verde, que tiene su origen en algunos países del primer mundo,
se relaciona con las cosmologías originarias de los pueblos
autóctonos del continente americano. El puente que se forma
entonces entre las luchas de los pueblos indígenas y la resistencia
anarcoprimitivista es primordial para la radicalización de
la conciencia humana".
Jesús Sepúlveda nos menciona que es precisamente en
Eugene, Oregón (USA), lugar donde vive actualmente, donde surge
este pensamiento que se divulga en la revista "Anarquía
Verde", editada en esa ciudad.
"En efecto, mi tratado eco-libertario, El jardín de
las peculiaridades, tiene que ver con los planteamientos filosóficos
del escritor norteamericano John Zerzan, autor de Futuro Primitivo
y editor de la revista Green Anarchy [Anarquía Verde]".
"En Inglaterra también existe el periódico "El
Anarquista Verde" y en España el pasquín "Ecotopía",
que toma su nombre del libro Ecotopia de Ernest Callenbach,
publicado en California en 1975".
"Al vivir en armonía con el planeta y la naturaleza,
sin relaciones jerárquicas de poder, la poesía no estaría
separada de la cotidianidad. En ese mundo, quizás utópico
e ideal, todos podríamos ser poetas y todos podríamos
visualizar el diario vivir como una práctica estética,
sin esa separación tan tajante entre vida y arte que impone
el modelo civilizatorio occidental".
"La anarquía verde y el anarcoprimitivismo constituyen
una forma de pensamiento surgido más o menos hace una década.
Este nuevo paradigma filosófico e ideológico adquirió
renombre mundial debido a su influencia en la batalla de Seattle contra
la globalización y la Organización Mundial de Comercio
en noviembre de 1999. Es a partir de ese momento que se genera por
combustión espontánea un movimiento político
antiglobalizador, rebelde y anarquista".
"El valor de este movimiento está dado, entre otras cosas,
por su concordancia entre lo ecológico y lo espiritual, en
el sentido chamánico de la sanación, en cuya práctica
la poesía juega un rol primordial. De tal manera, mis preocupaciones
han variado desde lo urbano, que es donde habita mi primera poesía,
hacia la naturaleza y lo ecológico, pasando por el chamanismo
y la experimentación sicotrópica. En mi caso, la poesía
ha tenido un efecto liberador".
"Hay prácticas castradoras que estandarizan, que impiden
la liberación del espíritu y la conciencia, y que impiden
una poesía más auténtica, fuera de los marcos
de la mercantilización y la estandarización idiotizante."
Ahondando en la realidad del Anarquismo Verde, Jesús nos explica
que existen comunidades que practican esta filosofía en diferentes
lugares del país [USA], a pesar de estar bajo extrema vigilancia.
"También hay -nos aclara- otras experiencias comunitarias
en diferentes partes del mundo, tales como: "Gaviotas" en
Colombia, "Christiania" en Dinamarca, "Alpha Farm"
en Oregón; además de las múltiples experiencias
permaculturales repartidas por el mundo como micelios interdependientes,
o las experiencias de resistencia de las comunidades indígenas
autónomas o cuasiautónomas esparcidas a lo largo y ancho
del continente americano, como es el caso de los zapatistas en Chiapas".
Al mismo tiempo nos explica que desconoce cómo se están
desenvolviendo los eventos en Bolivia.
"Me temo, sin embargo, que el movimiento antineoliberal boliviano
corre el riesgo de ser capitalizado por organizaciones y partidos
políticos ajenos a sus principios y motivaciones, y puede ser
utilizado para catapultar al poder a personajes ambiciosos".
Como conclusión del cuadro descrito sobre el tema, Jesús
Sepúlveda dice:
"La naturaleza libre y silvestre de los seres humanos conlleva
a una forma anárquica de ser, en la medida que se desconoce
la autoridad de los Estados nacionales y de sus gobiernos. Una cuestión
que se debe tomar en cuenta aquí en Bolivia es que el 'problema
del mar' es producto de la conformación de los Estados nacionales
(chileno, boliviano y peruano) durante el siglo XIX. Por lo mismo,
el libre acceso al mar para los bolivianos no pasa realmente por los
acuerdos políticos que puedan firmar los jerarcas, sino por
el desmantelamiento de la estructura de poder y control que sustentan
a esos mismos Estados nacionales. Sin Estados nacionales en el continente,
todos los panamericanos podríamos desplazarnos libremente por
el territorio continental, con libre acceso al mar, a la selva, a
la cordillera y, en fin, a los ríos, lagos, bosques, etcétera,
sin necesidad salvoconductos, ni pasaportes ni cercos de propiedad".
De esta manera concluimos nuestra conversación con el poeta
chileno Jesús Sepúlveda durante su breve presencia en
La Paz. Nos quedamo indudablemente con un sabor a idealismo, a visión
lírica de la realidad, que propone hacer de la poesía
el pan nuestro de cada día.
La Paz, Bolivia, enero 2005.