Los poemas que aquí presentamos pertenecen a los libros Cuarzo e Hijos únicos. Ambos dan lugar a un lirismo «engañosamente transparente» (Hernández), cuya escritura «tiene dos tesituras al menos, la de la observación y la de la figura de la imagen» (Bustos). Por un lado, predomina la fanopeia, el tratamiento de las imágenes visuales: «Hay pestañas en la taza/ y nudos que la sal deshace» (2015b 51). Por otra parte, las acciones narradas con precisión que conforman un catálogo de acontecimientos mínimos, señales de un relato secreto, en negativo.
En ambos, imagen y narración se entrelazan y operan en deriva. Sin embargo, al verso elástico in crescendo de Cuarzo se contrapone el comedido fraseo de Hijos únicos, constituyendo maneras diferentes de concebir el espacio y su relación con el hablante. Si en el primero el espacio es dinámico, abierto y cualitativo, en el segundo prima lo escenográfico y lo mensurable, donde la memoria y sus efectos de montaje adquieren un movimiento en espiral «que no se petrifica como ícono de una nostalgia» (Torres). Mientras que en Cuarzo la identidad es difuminada por la observación y la degradación de los objetos, en Hijos únicos la tentativa autobiográfica se tensa mediante la irrupción de la segunda persona, la figura del doble y los efectos de despersonalización: «La luz del día empieza a coagular/ en todas las camas donde has dormido, / lo que te separa de ti mismo/ se sienta a la mesa y come» (47).
Indicios de un relato secreto y de un paisaje formativo, esta selección de poemas de Juan Santander se propone como un interrogante acerca de la manera en que el individuo, un repositorio de elementos disímiles, se cristaliza en el mundo. La narración y la imagen interrumpen el sentido y lo pliegan, evidenciando que tanto la persona, como el texto y el ambiente son cúmulos de nudos desechos por la sal.
Rodolfo Reyes M.
CUARZO
[selección]
Cuando llega el otoño me detengo a mirar a través de la jaqueca.
Hay pestañas en la taza
y nudos que la sal deshace. El gato quiere lamer las cáscaras del techo.
El aire de la madrugada
cubre los dormitorios con su gasa interminable.
Si durmiera un poco menos, no podría entrar en la vigilia.
Una somera orden, algunos fósiles, la miel está contaminada, los árboles han dejado de regarse. Por exceso de calcio la hija es enviada al sanatorio con su ortografía de arenisca. La narrativa debe continuar como una enfermedad y su remedio.
La piel está despoblada al amanecer, se abre la boca de los peatonales,
las clavículas son caminos cortados,
el pelo negro tapa los derrumbes, la dentadura es tan difícil de olvidar.
Detrás de la persiana alguien muestra el cuarzo por primera vez a un niño.
La prosa golpea los muros,
en la mesa hay una negra coliflor
que todavía parece comestible. Cada siesta es un ejemplo, Cada hora de trabajo es un ejemplo. El carpintero espera que su oficio sea necesario nuevamente y dos ancianos comparan sus manos como si fuesen de un metal rayado.
La saliva se mezcla con el viento que dobla los árboles. La familia perdona a la hija por tragar arena. Ella promete no hablar más de las dunas con desconocidos. Alguien escribe para que las coreografías no endurezcan sus heridas. Algo quiere decirle la luz cuando alumbra su rostro maquillado. El invierno llega como un pariente de rodillas frías y hay miedo a las palabras que trae.
Es agosto y la luz que entra por la ventana es falsa. Una mujer me enseña geometría con la mano izquierda. Con lápices grafito dibujo las playas que no alcanzo a ver desde aquí. Me dirijo a los estacionamientos que con mis amigos usamos como cancha de fútbol. Los bailarines dejan la televisión y comienzan a perder su tiempo en las hemerotecas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ./ y en las salas de fotocopiado.
El perro duerme en el living de su amo y las esquinas se limpian con la llovizna.
Después de fumar busco palabras aplastadas por la luz, como una paloma
su comida en la basura. La fiebre y la tos llegan puntualmente y siento juguetes de madera en los zapatos.
El sol abriga los pasajes y hay espacios en blanco para que los niños soplen humo sobre ellos. Los profesores se agrupan a la entrada del museo como una colección de minerales.
Ella me pregunta si sé cocinar, si quiero ir de viaje. Me habla de los balnearios que dan forma al ceceo que calma su cerebro. Ella me indica la maleza llamándola mostaza, llamándola vida conyugal bajo un techo de zinc. Yo hago lo posible por parecer un empleado de banco, una cría de animal atrapado en los . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ./ alambres del antejardín.
Ella me regala unos lápices de arquitecto como si yo supiera dibujar. Cuando llega tarde escribe una novela llena de lugares comunes: los grillos, los nísperos, la . . . . . . . . . . . . . . . . . . ./ luna llena, los embalses que se han vaciado en su tierra natal.
Cuarzo. Santiago de Chile: Marea Baja, 2012. Reeditado en La destrucción del mundo interior. Santiago de Chile: Overol, 2015
HIJOS ÚNICOS
[selección]
LENTE DE CONTACTO
Duermo siesta en la boca de un gato. El aire caliente no muerde, pero tiene dientes con los que me acaricia, un pájaro picotea el ventanal.
Estaba soñando con un esqueleto de ballena expuesto en un museo y soñé después con tus brazos, armas blancas encima de la cama.
Me cuentas que la puerta de un auto te apretó los dedos al bajarte,
que estás cansada de tanto trabajo,
y de almorzar frente al computador.
Y después los acertijos de siempre: me dices que empecemos a juntar
a la gente que más nos importa en pequeños grupos, para olvidarlos.
Yo me quedo todo el día en la casa
tratando de entender lo que dices, y tú pones un lente de contacto
en la yema de tu índice derecho.
Al otro día te despiertas a las seis, te vistes para ir a trabajar y ya no quieres seguir durmiendo en una cama que no sea tuya.
HIJO ÚNICO
Aunque hoy esté despejado agudas gotas caen del cielo, aunque hoy esté nublado el sol hace su mímica.
Acumulas discos y libros, te vas a vivir un tiempo en ellos
como un viejo que se cree joven, o un joven que se cree viejo.
Tus vecinos juegan ping pong
hasta altas horas de la noche,
sueñas que pierdes algo,
sueñas que te roban todo.
Hablas mucho, hablas de lo obsoleta que está la soledad, no hablas, los tomates del supermercado son gigantes pero insípidos.
La luz del día empieza a coagular en todas las camas donde has dormido, lo que te separa de ti mismo se sienta a la mesa y come.
CUENTO
La niñez tiene los brazos abiertos como una rama de apio en la cocina. Cuéntala bien, no la decepciones cuéntalo todo tal y como fue.
Río sin agua, invierno sin lluvia, lentejas a la hora del almuerzo.
Otoño sin hojas, verano sin playa, y la extirpación de las amígdalas.
Los pimientos deformes de la plaza,
los tableros de ajedrez, los jugadores. El mensaje de la oruga en las hojas del rosal, los hermanos sucedáneos.
Las estrías del cielo en primavera,
el colibrí que no encontraba flores, la máquina para fumigar plantas, la curva en el ánimo del padre.
Hijos únicos. Santiago de Chile: Overol, 2016
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Bibliografía
-Santander Leal, Juan. Allí estás. Santiago de Chile: Marea baja, 2009. ————; Cuarzo. Santiago de Chile: Marea baja, 2012. ————; Agujas. (2015a) Santiago de Chile: El trueno, 2015. ————; (2015b) La destrucción del mundo interior. Santiago de Chile: Overol, 2015.
————Hijos únicos. Santiago de Chile: Overol, 2016.
-Hernández, Leandro. «Mirar a través de la jaqueca». Dos disparos Online Magazine. (2016).
-Bustos, David. «“La destrucción del mundo interior”, de Juan Santander Leal». Letras en línea. Departamento de literatura. Universidad Alberto Hurtado. (2016). http:// www.letrasenlinea.cl/?p=7505 (14/10/17).
-Torres, Antonia. «Mirada, pertenencia e infancia en “Hijos únicos” de Juan Santander». Letras en línea. Departamento de literatura. Universidad Alberto Hurtado. (2017). http:// www.letrasenlinea.cl/?p=7833 (22/11/17).
Juan Santander Leal (Copiapó, Chile, 1984) Ha publicado Allí estás (Marea Baja, 2009), Cuarzo (Marea Baja, 2012) y Agujas (El trueno, 2015), todos ellos reunidos en versiones revisadas en La destrucción del mundo interior (Overol, 2015).
Además, textos suyos aparecen en el libro Memoria poética. Reescrituras de La Araucana (Cuarto propio, 2010).
En el 2016 se publicó Hijos únicos (Overol), libro ganador del premio Mejores Obras Literarias del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CNCA). Su más reciente publicación es la plaquette nueve lugares (Cuadro de Tiza, 2017).
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Deschechos por la sal. Poemas de Juan Santander Leal.
Introducción de Rodolfo Reyes M.
Publicado en Hyperborea. Revista de ensayo y creación, 2018.