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LA POESÍA ECOLÓGICA DE JESÚS SEPÚLVEDA

Por Nicolás Vergara
Publicado en revista Cronopio, edición 76, marzo de 2018


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Jesús Sepúlveda nació en Santiago de Chile el 8 de diciembre de 1967 y actualmente reside en Eugene (Oregón, Estados Unidos). Sepúlveda es el tercer hijo de una familia forjada principalmente en Chile. En 1973, cuando tenía 6 años, un golpe de Estado tuvo lugar en su país, que trajo consigo 17 años de dictadura y violencia política, en el estilo en que la violencia y la dictadura se desarrollaron en el mundo en la segunda mitad del siglo XX. La Dictadura marcó en muchos sentidos a la familia de Jesús: su padre, lutier de percusiones afro-latinoamericanas, tuvo que alejarse de los músicos vinculados a los nuevos movimientos de izquierda latinoamericana; su madre, funcionaria dedicada a la salud pública, fue obligada a dejar su trabajo, el que más tarde cambiaría por la administración de la pensión en la que se convirtió la casa familiar.

A los 19 años Jesús Sepúlveda se encuentra por completo dentro de la escena literaria chilena. Publica su primer libro de poemas; conoce, frecuenta y traba amistad con los viejos poetas y maestros de las generaciones anteriores de la poesía chilena (entre ellos, Carmen Berenguer, Gonzalo Millán y Nicanor Parra); sucesivamente, se pelea y reconcilia con sus generaciones más cercanas (en el estilo en que esto sucedía en el último cuarto del siglo XX), aunque esto es bastante obvio para la vida de un poeta latinoamericano. Por esa época, además, comienza una serie de viajes que lo llevarán a Argentina, a algunas ciudades del sur de Chile (Valdivia, Castro y Concepción) y a diferentes lugares de Santiago, hasta encontrar un nuevo centro de operaciones en los Estados Unidos, donde finalmente se radica. Allí vive hasta el día de hoy, en la costa noroeste, en una pequeña ciudad universitaria llamada Eugene, cuyo paisaje recuerda bastante al bosque laurifolio valdiviano de Chile, y cuya historia está indefectiblemente ligada a la poesía  beatnik, la silvicultura extensiva y a ese movimiento que en los Estados Unidos se denomina contracultura.



Sepúlveda habla inglés, francés y portugués. Sus primeros libros desarrollan poemas con una estructura binaria y sin metáforas, en línea con el trabajo iniciado por los poetas Raúl Zurita y Juan Luis Martínez en los 80. Sus dos primeros libros (Lugar de origen, 1987; Reinos del príncipe caído, 1991), padecen de las influencias de la poesía escrita en Chile por esa época y se inscriben fácilmente dentro de la estela de sujetos marginales que aparecieron en la poesía chilena como vehículos de expresión durante la represión en dictadura. Dentro de la línea de los poetas que escribieron en la misma frecuencia que Sepúlveda (agrupados generacionalmente por Luis Cárcamo-Huechante[1]), sus libros se desmarcan sobre todo por esa especial lectura de la técnica desarrollada por Martínez y Zurita, aplicada a un sujeto exteriorista, con algo de beatnik y altamente consciente de las problemáticas que constituían el lugar común de lo que por ese entonces era Latinoamérica.

En su tercer y cuarto libro Sepúlveda profundiza en la técnica aprendida en sus libros anteriores, incorporando, esta vez, metáforas abstractas, donde predomina la supresión del «como» a favor de la superposición de imágenes (Hotel Marconi, 1998; Correo negro 2001). El poeta ha pasado una temporada en la lectura de poetas franceses que ha tenido un gran efecto en la discursividad de sus primeros poemas, dotándolos de mayor densidad expresiva. A pesar de que este registro aún está muy presente en sus trabajos más recientes, es curioso observar la distancia que la actual poesía de Sepúlveda toma respecto de la técnica de la superposición de imágenes –muy útil para escribir acerca de experiencias oníricas-, sobre todo debido a que en esta etapa sus sospechas metafísicas son acompañadas por el uso de drogas como formas de conocimiento [2]. A contrapartida de esto, los últimos poemas de Sepúlveda presentan desarrollos lineales y alegóricos. ¿Por qué hace eso? Tal vez como reacción a una cierta retórica de los sueños o de la epifanía; en cualquier caso, pareciera ser que los libros de Sepúlveda van comprendiendo cada vez de mejor manera que el lenguaje no es solo una herramienta de cognición, sino también de asimilación.



Hasta la publicación de Correo negro (Buenos Aires, Ediciones del Leopardo, 2001), los trabajos de Jesús Sepúlveda recogen y prueban diversas posibilidades expresivas. En 2003, no obstante, su producción poética cambia radicalmente con la publicación de Escrivania (México, Ediciones del Hechicero). Con Escrivania la poesía de Sepúlveda comienza una especial lectura del Romanticismo angloparlante, especialmente por el camino que se puede trazar desde Wordsworth y Coleridge, las lecturas que de ellos hacen Emerson, Thoreau y Whitman y, finalmente, en poéticas ecológicas contemporáneas, como la que representa el proyecto de Gary Snyder [3]. Sin embargo —y lo que nos interesa a los lectores de su poesía en español— desde la publicación de Escrivania la obra de Sepúlveda trabaja con esta tradición, insertándola dentro de las problemáticas políticas y ecológicas de la poesía latinoamericana.

El modo en que la poética ecológica de Sepúlveda explora los conflictos contemporáneos es de gran novedad en la poesía en español, sobre todo en lo que respecta al papel que en ella tiene la naturaleza, el mundo aborigen y el anarquismo en su versión primitivista. Estos temas son especialmente visibles en dos libros publicados por el autor a comienzos de 2000: Escrivania (poesía) y El jardín de las peculiaridades (ensayo).


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El jardín de las peculiaridades (Buenos Aires, Ediciones del Leopardo, 2002) es el título del libro de ensayos que Sepúlveda dedica a sus reflexiones sobre anarquismo, política y primitivismo. El libro está estructurado en un conjunto de números secuenciales, en los cuales podemos encontrar comentarios a la obra de Walter Benjamin, John Zerzan y Murray Bookchin; ideas y sugerencias para llevar a cabo el programa político del anarquismo verde primitivista; reflexiones sobre la relación entre arte y vida, economía y vida, religión y vida; así como una propuesta de lectura —en el código del manifiesto— del ensayo clásico de la ecología profunda de los Estados Unidos: The Practice of the Wild (Gary Snyder, 1966). A pesar de que la mayoría de las ideas de este libro están desarrolladas dentro de las retóricas del ensayo, su estructura, así como sus temas, invitan a un lectura donde premisas y conclusiones se ligan en el modo en que lo hacen las novelas, sobre todo las que indagan en las posibilidades de la combinatoria. El ensayo clásico es una forma incompatible con el proyecto poético de Sepúlveda, sobre todo por su voluntad de incorporar conocimientos y prácticas que no tienen asidero en el discurso político moderno, ya sea sociológico o económico.

En  El jardín de las peculiaridades se plantea cómo la civilización moderna es la causante de la destrucción de la vida en el planeta. Su invitación es que a través de una variante del anarquismo —que pone el foco en una revalorización de las culturas aborígenes, el nomadismo y el vegetarianismo— se desarrolle un programa político basado en la idea de lo salvaje. Lo salvaje como un estado que posibilite una nueva relación con todo lo vivo, donde animales, plantas y seres humanos convivan, y cuya forma de organización política moderna sea la anarquista, en palabras de Sepúlveda: «La “salvajería” es liberarse de la pobreza del progreso, que no es sino una mezcla simbiótica de pobreso: la marca registrada del producto civilizador, cuyos matasellos y códigos de barra han sido estampados en la oficina de la estandarización. La “salvajería” es, entre otras cosas, la única riqueza posible, porque rebosa en paz, abunda en tiempo y le sobra vida y espontaneidad. La “salvajería” enriquece el espíritu» (El jardín de las peculiaridades, 2002).

El jardín de las peculiaridades fue escrito en la misma época que Escrivania. Si la invitación del Jardín de las peculiaridades es romper la distancia entre arte, política y vida —específicamente a través de esta práctica política denominada anarquismo verde primitivista—, Escrivania puede ser leído como la praxis de esta política y, en tanto poesía, el lugar para meditar sobre los planteamientos teóricos y prácticos que se encuentran en él: la práctica política del  Jardín de las peculiaridades, como si se tratara de una poética, es convertirse en poeta; la poética de Escrivania, convertirse en un anarco verde primitivista.


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Escrivania fue publicado en el año 2003 en México por Ediciones del Hechicero. El conjunto de poemas sitúa al sujeto en diversos espacios geográficos (Marruecos, Oregón, Santiago, Holanda). Esta diversidad de lugares se inscribe dentro de una poética que pareciera designar más la coexistencia de espacios mentales y la práctica del vagabundear, que una poética de los viajes (a lo beatnik) o del vagabundeo al estilo de un flâneur. Viajar y desplazarse como errabundo es una práctica que en la poética de Escrivania es una forma de lucidez respecto del mundo, a través de la cual es posible romper la distancia entre los seres humanos y la naturaleza.

Elaborar una «ética del movimiento» es consustancial a la gran poesía, y cada poeta está llamado a dotarla de un sentido en particular. En sus ribetes más políticos la ética del movimiento de Sepúlveda siempre termina maldiciendo la conformación del Estado y sus fronteras, elaborando —más que una invitación al viaje— una reflexión sobre el potencial revolucionario del nomadismo y su idea de orden social.

Cuando la poesía de Escrivania está interesada en política (sobre todo la que se refiere a la postdictadura de Chile), en vez de dirigir sus preguntas hacia el Estado o la Modernidad, como tradicionalmente han sido abordadas por sus pares generacionales, Escrivania interpela la distancia entre el hombre y la naturaleza. En este sentido, dos textos son ejemplares: «El animal tiene hambre» —que establece algunos puntos cruciales de la poética de lo salvaje—, y «El tambor», poema escrito en diálogo con el trabajo de Günter Grass, y que sitúa la vida de un niño —como el del Tambor de hojalata— que vive en el Chile de los 80.


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Escrivania y El jardín de las peculiaridades son el inicio de los trabajos de Jesús Sepúlveda en la incorporación de las poéticas ecológico–estadounidenses al lenguaje español. Su incorporación sucede como en muchos de los poetas que escriben desde la inmigración a países de habla inglesa: a veces con un español que sólo se reconoce en la época en que ellos lo frecuentaron (el español que Jesús Sepúlveda utiliza en Escrivania, en algunos casos, es el del Chile de los 80 y 90), otras veces con un español que parece surgido de una traducción del inglés y, finalmente, con un español que, incorporando la estructura lógica del inglés, parece siempre llegar a la métrica de los dísticos, o al uso de aliteraciones centradas en consonantes antes que en vocales.

La crítica literaria de este tipo de poesía tiende a confundir su imaginario con indiferencia intelectual, su exploración de las relaciones entre hombre y naturaleza, como un proyecto alternativo, y por qué no decirlo, naif e inconsciente, respecto de una posibilidad crítica de la Modernidad. En estos tiempos, como no mucho antes, al poeta se le permite ser un perverso, un payaso o un esteta, pero jamás un hippie (un hippie es a un excursionista, lo que un sujeto popular a uno burgués)[4].

La tradición romántico–ecológica estadounidense es escasamente leída en los países de habla inglesa, y sus traducciones al español no muy difundidas. Poesía con un camino difícil, sobre todo si consideramos que sus lectores y escritores muchas veces están vinculados a una forma de anarquismo que resulta problemática de incluir en encuentros literarios, y que el espacio que ha desarrollado la eco–crítica —quizás la escuela más proclive a revitalizar una lectura de la literatura que prescinda de los sociologismos del siglo XX— aún se encuentra en proceso de definición. En ese pequeño espacio de lectura, la poesía de Jesús Sepúlveda inicia su exploración.

Poemas de un bárbaro es uno de los últimos títulos publicados por Sepúlveda. El libro recoge la mayor parte de sus publicaciones desde 1987 hasta 2013, incluyendo nuevos trabajos donde profundiza en algunos de los temas de Escrivania, además de llevar a su máximo desarrollo la técnica de la superposición de imágenes y el uso de los dísticos. Como en  Escrivania y El jardín de las peculiaridades, sus nuevos libros son una celebración y una crítica de la vida, en la clave del anarquismo verde primitivista, donde la palabra  bárbaro  observa con extrañeza a la palabra barbarie, y dónde el pasado es examinado como algo que debe quedar, precisamente, en el pasado. A este extrañamiento es que se debe que la voz de Sepúlveda —con su crítica de viejo sabio que sabe ser un joven filósofo, un brujo, un carpintero y un agricultor— resulte tan evocadora.




SELECCIÓN DE POEMAS DE ESCRIVANÍA

EL ANIMAL TIENE HAMBRE

El animal tiene hambre
de fulgor y estambre
Tiene hambre

Ha muerto tratando de cazarlo
Suspirando
última y fatalmente

El hambre brinca
Tiene vigilias

Hay lomos liberados
que bailan / se calientan
Beben agua con sospecha

La hambruna enrarece
¿O pan o azúcar o té
o gas
o la mano tierna?

El animal tiene hambre
de bondad

Famélicos aquellos que engordan
dejando sin comer al otro
u otra
que permaneció atenta a sus cachorros

El animal tiene hambre
Recorre zanjas
lomas
Viaja

Se para en dos patas y escarba la colmena
Abre sus alas y se arroja de un risco

El animal tiene hambre
cuando va en bandada
o vende sus pulmones sus ojos
su bondad su bronca
que quedan colgando de los ganchos de la carnicería

No hay matarifes sin matadero

hay una revista. un cuento. una micro
y el barrio donde se crió el que escribe

Hay matanzas

Generales los jiferos que llevan delantal plástico
o cotona blanca como los doctores
los químicos los curas los investidos

O botones dorados / jinetas
o terno
A cuero limpio
o sudado

Cuando el animal tiene hambre
todo está tenso
Se desmoronan los libros
se parte la tierra

En el jardín brotan flores de otoño
En la glorieta irreal y necesaria
corre la brisa
pasa la gente

El hogar es uno
que fuma sentado en el patio de su casa
o en un hotel
o aguarda silencioso en el rincón de la infancia
o espera afuera
hasta que abran la mampara

El hambre sale y entra por las rendijas
Hace ranuras
Respira
Trepa rejas
Se alimenta

El animal en cambio no espera
desfallece o muerde
Tiene hambre
y frío

No sabe vivir
con dolor y angustia
pero trata

Se prepara once / se baña
o no se baña

Se harta hasta el hartazgo

Sorbe
Remoja el pan
Se serena un rato

 

 

EL TAMBOR

Die Blechtrommel

I

Solitario el niño mira tras la ventana
Vaho de boca en húmedo taller
Temblando se sienta en la cama
y entretiene a su sobrina
Juntos oyen venir como sirenas de muerte
los gritos del comedor

II

Cada mañana la mamá dobla la esquina
El papá trabaja al fondo
El taladro o el esmeril me dan nervio
El secador de pelo y la enceradora
Me gusta acurrucarme bajo las frazadas como si fuera invierno
Ahora el padre está enfermo
Hay helicópteros y toque de queda

III

El papá se curó ayer y anteayer
Pensé que estaba muerto
Huele a alcohol y me asusta

IV

Prefiero no salir a la calle
Mi hermana piensa que soy raro
Cada vez que me enfermo
se me hinchan los ojos y el cuerpo
Luego me deshidrato como una calavera

V

No soporto la oscuridad
A la mamá le gusta contar historias
Dice que la abuela regresa y abre los cajones
Con mi hermano nos miramos de reojo
Él es mayor y me manda
Yo leo sus libros y le gano al ajedrez

VI

Me dejaron salir temprano del colegio
Me dolía el estómago y las dipironas no sirvieron
El papá se quiso ahorcar anoche

VII

El doctor me recetó veinte pastillas diarias
Al atardecer escucho las conversaciones de los grandes
Hablan de política y toman vino o té
El verano me enfermé dos veces
Este año me eximieron de gimnasia
Me siento con mi cocaví en el patio del colegio
Siempre me da vergüenza
Pienso en la muerte
Me gusta la vecina y una compañera de curso
Los niños mayores hablan de culear
Voy a moldear una selva con plasticina
Prometo no resfriarme

 

NOTAS


[1] Ciudad poética post (Santiago, Instituto Nacional de la Juventud, 1992)
[2] Veáse, por ejemplo, sus poemas dedicados al hashís en Escrivania y la entrevista «Anarquía salvaje: bella, libre & alegre. Conversación con Jesús Sepúlveda» (POLÍTICA & TRABALHO, 2012).
[3] En su libro The Transatlatic Eco-Romanticism of Gary Snyder (Tovey, 2013), Page Tovey propone que la poesía de Gary Snyder lleva a cabo una lectura de la poesía pastoral inglesa y del trascendentalismo romántico de los Estados Unidos que articula y actualiza el debate sobre las relaciones entre los seres humanos y su medio ambiente. Para Tovey, la tradición romántica estadounidense es utilizada por Snyder para negociar la contradicción moderna del deseo de comunión con la naturaleza y el alejamiento de ésta a través del desarrollo de ciudades. Esta lectura podría perfectamente ampliarse al trabajo que Sepúlveda lleva a cabo en esta etapa de su trabajo, sobre todo en el contexto de poéticas interesadas en las problemáticas de la modernización de la América Latina de habla hispana.
[4] Una de las razones que dificulta la interpretación de este tipo de poéticas se relaciona a su difícil conceptualización (en vez de ecológica, podríamos llamarla «nueva poesía indígena americana», por ejemplo). En cualquier caso, esta dificultad va adquiriendo nuevos elementos a considerar, sobre todo a partir de la cada vez mayor incorporación de problemáticas medioambientales como tema de la narrativa en español. Habrá qué ver, entonces, cómo este tipo de poéticas se suman, modifican e interpretan dentro de este nuevo panorama.

 

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REFERENCIAS

• Sepúlveda, J., 1987. Lugar de origen, Santiago, Chile, Ediciones de la Hecatombe.
• Sepúlveda, J., 1991. Reinos del príncipe caído, Santiago, Chile, Documentas Ediciones .
• Cárcarmo, L., 1992. Ciudad poética post, Santiago, Instituto Nacional de la Juventud.
• Sepúlveda, J., 1998. Hotel Marconi, Santiago, Chile, Cuarto Propio.
• Sepúlveda, J., 2001. Correo negro, Buenos Aires, Ediciones del Leopardo.
• Sepúlveda, J., 2002. El jardín de las peculiaridades. 2002. Buenos Aires, Ediciones del Leopardo.
• Sepúlveda, J., 2003. Escrivania, Santiago de Querétaro, México, Ediciones El Hechicero.
• Sepúlveda, J., 2012. «Anarquía Salvaje: bella, libre & alegre. Conversación con Jesús Sepúlveda», POLÍTICA & TRABALHO, Revista de Ciências Sociais, n. 36; abril de 2012 , pp.29-56.
• Tovey, P., 2013. The Transatlatic Eco-Romanticism of Gary Snyder, California, Estados Unidos, Palgrave-Macmillan.
• Sepúlveda, J., 2013. Poemas de un bárbaro, Santiago, Chile, Contragolpe Ediciones.

 

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* Nicolás Rodrigo Vergara Muñoz (Santiago, Chile, 1981). Poeta y académico, en 2011 fundó el primer curso de ecocrítica en la Universidad de Chile. En 2010 publica Fábulas y Contrafábulas de la Elefanta Fresia (Lom, Chie), con el que obtiene un premio de poesía otorgado por la Universidad Diego Portales y una Beca del Ministerio de Cultura del mismo país. Ha sido publicado por revistas chilenas y extranjeras, entre las que destacan Pen International y La Presa. Ha sido invitado a dar recitales y talleres en varios lugares de Chile, República Dominicana y Canadá. Actualmente reside en Toronto, Canadá.



 

 

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