Jorge Teillier
"Algún
día seremos leyenda"
Santiago Elordi,
Xabier Gómez, Beltran Mena, Cristián Warnken
NORESTE, Santiago,
Marzo de 1990
-Hemos estado releyendo tus poemas, y la nostalgia mítica
vuelve a tocar la puerta.
Bueno, es la nostalgia del tiempo que va a venir y no del que se fue.
A mí siempre me ponen como si estuviera recordando, como un
terrible melancólico, pero lo que busco es que el pasado permanezca
y se reviva.
-
Nos parece que tu poesía, por esa nostalgia mítica,
rima también con el mundo de Miguel Serrano. ¿Te parece?
Sí, a mí Serrano me gusto mucho desde la primera vez
que lo leí en "Ni por mar ni por tierra" (1951).
- Es difícil encontrar escritores que traten
los mitos, más bien están preocupados de otros asuntos,
de escribir con la inteligencia...
Me gusta mucho el mundo de los mitos, tengo un poema que se llama
«Cartas para una reina en primavera», que dice: «Algún
día seremos leyenda...»
- ¿Te sientes aparte de la poesía chilena?
Hay afinidades con algunos poetas, ciertamente con Neruda, aunque
trate de otra manera el paisaje, el escribe sobre un paisaje emergiendo,
no en decadencia como es mi caso, sobre el fin de un
tiempo... con Rolando Cárdenas también, escribe de un
Magallanes mítico, con fantasmas.
-¿Y tu ascendencia? La sangre también
corre por el presente...
Sí, mal que mal, dos tíos míos pelearon en la
primera guerra, se fueron de Chile a pelear por Francia y uno se quedó
para siempre y no volvió, fue jefe de estación en Ligournes.
Aparte de la sangre no
hay que olvidarse del mundo araucano. El mundo todavía está
en la infancia allí.
- Tu tienes un poema en que se habla de la llegada
de los sputnik, y las carretas de los bueyes...
Sí, ahí está mezclado el tiempo, uno tiene que
resguardar el mito. Y eso es lo que yo humildemente he tratado de
hacer.
- ¿Cuáles serían las cosas rescatables
de ese pasado que nos faltan ahora?
Creo que lo rescatable del pasado es un sentido de arraigo... ahora
hay un sentido de renovación, no vivimos en un mundo concéntrico,
sino en expansión, se va perdiendo el centro. Tú en
la aldea sabes cuál es tu centro, en el mundo actual ya no
sabes, a no ser que sea la Plaza Mulato Gil.
—¿Se podría tener nostalgia de este desorden
con máquinas, incomunicación, etc? ¿Puede haber
un mundo fundacional en el presente?
No sé, habría que irse a Aysén, habría
que importar gente de otra parte. Importar un personaje de Mozambique,
por ejemplo, uno que fue empleado de mi padre en Maputo, se llamaba
Alfredo, era un negro de dos metros, con dientes afilados, para introducirlo
en el campo, en trabajos alegres de agricultura.
—Conocemos un amigo que después de leer un libro
tuyo, se va a ir en tren a viajar al sur. ¿Qué te parece
eso?
Significa bastante, porque aunque ese pasado esté muriendo,
todavía hay algo que consuela en el sur, ustedes pueden anunciar
una noticia: que fui a vivir a un pueblo fantasma para que crean
que ya me morí... y que alguien habló en mis funerales
y qué barbaridades dijeron, y qué mentiras dije y me
las creyeron...
—Pero la poesía son puras mentiras: esa es la
gracia...
Claro, según Platón, los poetas eran unos grandes mentirosos
y había que echarlos de la República.
—Tú has hablado de boxeadores, prostitutas,
hombres de la calle, y no lo haces buscando una marginalidad tan de
moda.
Yo soy amigo de la gente simple, de los boxeadores, de los hípicos.
Para mí el mundo de las prostitutas, por ejemplo, nunca fue
un mundo sórdido o marginal, era un mundo familiar, uno se
incorporaba. Era un lugar de encuentro, hablo de treinta años
atrás, en los pueblos. Ese mundo de los boxeadores, es un mundo
que está desapareciendo también, así como pueden
estar a punto de desaparecer los poetas.
—Pero se pueden buscar nuevos medios: inventar un canal
de televisión que transmita poesía...
Tal vez meterse al juego para no ser aplastado, pero tiene que ser
con mucho cuidado. En cuanto a la TV, bastarían 5 minutos.
Ilusorios por ahora.
—¿Has intentado la comunicación con el
público?
Está bien que tomen en serio a la poesía, pero no a
uno, uno está aparte, la poesía pertenece al mundo de
los sueños... ¿Está funcionando la grabadora?
— Sí, todavía.
Hay que tener cuidado de que se gasten las pilas.
—¿Las de nosotros, las tuyas o las de la maquina?
No, las de la máquina, las mías ya están gastadas.
— A ti te gusta el poeta Blaise Cendrars. ¿Por
qué crees que no es un escritor muy difundido?
Cendrars es un poeta de acción, y eso se ha perdido. Normalmente
se conoce a Apollinaire como el gran poeta de Francia de esa época,
pero Cendrars, en 1912, escribe la Prosa del Transiberiano.
Apollinaire le debe mucho. Creo que Cendrars era el gran poeta de
Francia. Moravagine ¡qué maravilla! ¿No?
— También es un mundo nostálgico.
Sí, también es un mundo nostálgico, porque creo
que Cendrars también tiene toda esa cosa de buscar a los fuera
de la ley. Cendrars no quería triunfar, no era un escritor
típico, quería hacer dinero, pero no le importaba perderlo,
no era un literato en realidad. Era un hombre de acción, tanto
en poesía como en la vida..., cosa muy difícil de unir.
Él cumplía sus sueños, era reportero de guerra,
jugador, viajero, también peleaba en la guerra. Cendrars quería
estar con sus semejantes, aunque no fuera partidario de la guerra.
Tengo un tío que se arrancó de la casa para incorporarse
a la Legión Extranjera, y curiosamente estuvo en el mismo batallón
que Cendrars, en el 255 de la Legión Extranjera, en las batallas
de Verdún, etc... Tuvo que inscribirse en la Legión
Extranjera porque era menor de edad, y allí no preguntan el
nombre, ni la edad, ni nada...
- ¿Cómo has tomado tú el mundo
de la acción?
Sólo he escrito poemas. Lo demás no vale mucho.
-Pero tu poesía tiene bastantes trenes, viajes,
traslados...
Sí, es bastante narrativa, son cuentos. Yo creo que no tiene
mucho sentido, eso de los géneros, de diferenciar novela de
poesía, aunque el chico Molina decía que la novela era
la poesía de los tontos. Pero hay poetas que han hecho novelas.
¿Conocen al chico Molina?
- Un poeta que anunciaba un libro que nunca publicó...
«El Gran Taimado» se llamaba el libro, el título
lo copió Lafourcade.
—Tú escribes poesía ahora o colgaste
los guantes?
Estoy escribiendo, tratando se pasar en limpio varios poemas, pero
la mayoría se me ha perdido, los extravié, no se dónde.
—¿Han cambiado estos poemas con respecto a los
otros?
Sí, en éstos hay más amargura, como que no importa
nada. Antes en mis poemas había un centro. Está todo
disperso, son como una bengala lanzada al mar o al cielo.
—¿Tiene que ver con lo que te pasa ahora?
No, lo que le pasa a uno no tiene importancia. No soy un cronista
de mí mismo, jamás. Por supuesto que ahora que hablo
con ustedes soy un idiota, un «cotolengo». Todo este asunto
es como un náufrago: uno manda una botella al mar, y se acabó.
Se recoge o no se recoge... y cuando uno recibe respuestas es bueno.
—Hablemos un poco de mujeres, de amores. Tienes un
poema que dice que una muchacha nunca se acostará contigo.
Bueno, hay una escritora americana que se llama July Jones, creo que
le apuntó a algo, dice que mi poesía está desprovista
de sentido sexual. Cree que la amada deja de ser amada cuando se entra
a otro terreno, al terreno erótico. Por eso siempre las mujeres
parten en mis poemas, se van, han partido, no se venden...
—¿Para que se mantenga intocable el amor?
Claro, fuera de la tempestad del tiempo, aunque haya que despertarlas
con carbono 14. Aunque las mujeres que uno amó sean como las
momias del Padre Le Paige, siempre se conservan inmortales y vivas.
—¿Tú tienes comunicación con los
muertos, con ese otro mundo?
Sólo a través del recuerdo. Hablar de ellos es una forma
de hacerlos presentes.
—¿Cuando mueras, te gustaría encontrarte
con alguien especial?
Con nadie.
—Tienes poemas donde aparecen hadas, duendes. ¿Crees
que existan o los utilizas como figuras literarias? ¿Los has
visto?
Cuando niño... iba a buscar duendes a los bosques, pero creo
que en el fondo me los imaginaba. Lo que sí he visto, a cambio
de duendes, son personas dotadas de alguna cualidad angélica
o mágica, no sé cómo llamarlo...
—¿Por ejemplo?
Bueno, son gente con una vida sellada a la realidad y a la vez incorporada
a ella. El chico Molina era una especie de duende también,
porque vivía en el mundo imaginario, pero tenía la gracia
de crearlo, y tú podías entrar a su mundo y compartirlo.
Normalmente son personas que tienen buena comunicación con
los animales y los niños... Donde hoy vivo hay 22 gatos y ellos
saben distinguir a la gente, no les gusta la gente que no tiene una
especie de ángel. Hay un gato que incluso las araña,
es el gato dueño de casa... Los perros parece que también
sienten lo mismo, pero no tanto. Cristina los entiende a todos, solamente.
—¿Qué le parece la educación,
la manera cómo aprendemos los seres humanos a diferencia de
los animales?
La de los animales es más verdadera, regida por los instintos
y no la mentira. Por eso en La Ligua quiero ser alcalde y fundar la
"Escuela de la cimarra".
— ¿Cómo sería esa Escuela de la
Cimarra?
Bueno, todos los que quieran hacer la cimarra que vayan allá...
Que hagan tira el televisor si quieren, que jueguen si quieren, que
hagan lo que tengan ganas.
— ¿Lo que les dé la gana, pero con horario
de entrada y salida?
No, sin horario, abierto todo el día y toda la noche. Y con
mujeres para que los alumnos pololeen tranquilos... Y allí
sólo irán los profesores que quieran ir. Y todos llorarían
y reirían cuando tengan ganas, y se les seguirían pagando
a los profesores por supuesto...
— Pero sin represión no sabrían nunca
que están haciendo la cimarra.
Aunque no lo sepan... ¿Por que hay que saberlo? ¿La
cimarra no será siempre entretenida por sí sola?
— ¿ Y que habría en ese edificio?
Canchas para jugar al fútbol cuando quieran, grandes jardines
con ajedrez, piscinas y animales, piezas de tacataca, con cachos,
con dominó... Sería conveniente que aprendieran a jugar
dominó,
es algo muy útil en la vida. Y con un bar restaúrante
por supuesto. Todo gratis.
— ¿Quién pagaría la Escuela de
la Cimarra?
Ah, eso da lo mismo. A lo mejor sería sin edificios, sería
en los bosques.
—¿Hasta qué edad recuerdas de niño?
Me acuerdo la primera vez que me dieron un coscacho; como chileno
me acuerdo también de un terremoto, el terremoto del 39, pero
allí ya estaba un poco grande, tenía 3 años y
medio. Un postre
que se llama «leche nevada» era como icebergs flotando
que había visto en un libro, como embarcaciones flotando en
el plato. Antes de eso ya no recuerdo, seguramente hay algo antes...
—¿ Te has codeado con los delincuentes que aparecen
en tus poemas?
Una vez conocí a uno, contaba cosas sorprendentes; como muchos
escritores y poetas, a los delincuentes les gusta salir en los diarios,
y este personaje guardaba todos los recortes. Se llamaba «el
chilenito», empezó como cuatrero y terminó como
pistolero, ¿qué será de él?... tenía
7 crímenes a su haber, fue condenado a cadena perpetua, y salió
gracias a que escribía poemas.
—¿Cómo fue eso?
Bueno. Teófilo Cid era secretario de redacción en el
diario La Nación en los tiempos de Ibáñez, y
recibió una carta muy bien escrita, en que un preso firmando
como Enrique Rebolledo alababa sus
artículos. Teófilo, entonces, lo fue a ver. Y Teófilo
habló con el Ministro de Justicia y al final terminó
indultándolo Ibáñez. Rebolledo salió de
la cárcel y se casó, y volvió a caer preso, porque
parece que «lo cargaron».
—¿Era amigo tuyo?
Claro, éramos compadres, pero no lo he vuelto a ver nunca más.
Contaba que había cruzado el viaducto del Malleco a caballo,
perseguido por los carabineros. Escribió muchos libros, uno
se llamaba «Un hombre ahorca su sombra».
—En tus poemas se ve cariño por la vida... ¿Crees
que la vida está más cargada para el lado duro y negro?
Creo que uno la hace dura, o los demás te la hacen dura; pero
en general la vida da más de lo que uno cree. La represión
de estos años, por ejemplo, no diré que fue positiva,
pero creó un espacio
para la poesía que no había antes, antes todo lo ocupaba
la política. Conocí muchos muchachos que estaban en
la discusión inmediata, el desfile, el slogan. Bueno, y de
repente les quedó un vacío, y toda una energía
que iba encaminada hacia la utopía social se dedicó
a una búsqueda interior, y sin estímulos oficiales de
ningún bando, lo que es más valioso.
- Generalmente los poetas famosos se transforman en
figuras sagrada e inaccesibles, no es tu caso.
Mejor es conversar con todo el mundo, ¿no les parece?, que
si te piden un poema en una fuente de soda lo des sin exigencia.
- Se ha dicho que eres un poeta maldito. ¿Qué
te parece el título?
Eso de poeta maldito es una frase, un cliché, la gente entiende
por poeta maldito a un hombre en contra de la sociedad, que rechaza
el amor; fuera de la ley... pero yo no quiero estar fuera de la ley...
Yo quiero estar dentro de la ley y no me aceptan...
- ¿Por qué no te aceptan?
Ah... no sé. Te miran la cara y saben inmediatamente que en
el fondo estás en contra. En el fondo es un problema mío,
para qué le vamos a echar la culpa al mundo, no puedo adaptarme.
- ¿Eres un poeta romántico?
Tal vez... por ejemplo, me extrañó que Lafourcade, que
generalemnete es tan sin sentido, dijera que yo era un romántico
negro. El romanticismo negro es la búsqueda de las tinieblas
dentro del ser. Y de las tinieblas tú llegas a la luz.Un poeta
maldito rechaza la sociedad para cambiarla, en cambio yo quiero incorporarme
para que me dejen tranquilo. Siempre fui un buen alumno.
- ¿Y ahora?
Ahora tengo mala fama.
- ¿Cómo te manejas en el mundo práctico?
Pésimo, simplemente no puedo.
- ¿Crees que haya algo en el mundo contra la
poesía, un enemigo reconocible?
El mundo cotidiano, la realidad concreta.
- Un poeta necesita la distancia...
Por supuesto, tiene que irse, no puede aceptar ningún orden,
nada. Debe estar fuera de la política; por desgracia no sucede.
Un poeta debe buscar su propio grupo, sus amigos, su propio corazón,
nada más.
- Debe ser un asunto difícil, vivir con una
pata dentro y una fuera.
Es una doble medalla, al menos para mí, entienden. De pronto
es todo bueno, te das cuenta que amaneces bien, de que sale el sol,
y de pronto todo cambia y ves que tú no cambias con el mundo
y que hay algo que falta en el mundo, y que no hay cómo mejorarlo,
y lo único que se puede mejorar es uno mismo.
-Pero hay poetas que quieren cambiar el mundo...
Sí, también... Neruda, por ejemplo, tiene un lado así,
quería cambiar el mundo, pero no se cambiaba a sí mismo...
Su utopía era vivir en Isla Negra, ser feliz, tener una buena
mujer, los valores del mundo del pequeño burgués, y
está bien, entienden, pero no para un poeta. Buscó embajadas,
ser diputado, senador, y todo eso provoca una reacción en contra...
claro, porque todo el mundo tiene el terrible ejemplo de Rimbaud,
y hasta Neruda se apropió de Rimbaud. Teófilo Cid escribió
un artículo que decía: «Neruda y Anguita contra
Rimbaud», en 1954.
-¿Dónde se puede encontrar el artículo?
Fue escrito en octubre del 54 en el diario La Nación,
todo a raíz de que uno de los tantos homenajes a Rimbaud en
la Universidad de Chile, y Neruda mandó una cinta grabada sobre
Rimbaud, y Anguita leyó un ensayo sobre Rimbaud.
-Sí, se llamaba "Rimbaud Pecador"
Sí, y Rimbaud no era ningún pecador, si no creía
en nada, basta con ver sus cartas... Rimbaud es potencia, «potencia»
como dicen los boxeadores, y Teófilo Cid escribió que
ninguno de los dos sabía
lo que era Rimbaud y aconsejó a los jóvenes no acercarse
a Rimbaud porque era como acercarse a un volcán, la lava podía
arrastrarlos. Teófilo era muy moralista, como todo poeta.
-¿Como el mismo Rimbaud?
También, todos los poetas son moralistas, tienen que tener
una ética, no pueden ser ladrones, ni cosas así.
¿Y François Villon?
François Villon era ladrón, pero por juzgo.
-¿Por qué los poetas normalmente amenazan
el orden?
Digámoslo al revés, el poeta quiere que haya un verdadero
orden...
- ¿Tendrá que ver ese orden con algo
que se perdió y que es muy difícil recuperar?
Sí, y una manera de recuperarlo puede ser a través de
la nostalgia. Nostalgia del futuro. ¿Por qué no?...
En Rusia salieron a la calle las banderas zaristas, significa que
tenían guardadas las banderas desde los tiempos del Zar. Ellos
guardaron todo en su memoria, y así también los anarquistas
salieron con sus banderas negras... nada se ha perdido nunca...
- ¿Se parece la religión a la poesía?
Sí, la religión te ofrece un más allá
fuera de este mundo, la poesía ofrece un más allá
aquí mismo. Mejor es la poesía que la religión.
Si alguien nos afreciera: "¿Dónde quiere ser feliz,
en el paraíso o en la Tierra?", yo contestaría
en la Tierra. La poesía busca el paraíso en la Tierra.
- ¿El sueño romántico?
El sueño romántico en la línea de Hölderlin,
de Nerval, de Hoffmann es la ambición de vivir más allá.
El enfrentamiento con la realidad no es real, que tú eras más
real que la realidad, te llega un gran vacío que no sabes como
llenarlo.
- ¿Ellos quisieron vivir 24 horas soñando?
¿Transformar la vida con poesía?
Y primero tenían que transformarse ellos, pero todas sus empresas
en transformarse terminaron en un fracaso: suicidios, locuras, etc.
En definitiva no transformaron la sociedad. Sin embargo, llegaron
hasta nuestros días y podemos hablar con ellos, y significa
que también están presentes, están vivos. Y alguien
muy valiente, tal vez volverá a agarrar ese sueño.
- ¿Será tu caso? Esa afirmación
tuya de "vivir como poeta", viene de la misma tradición,
¿no?...
No sé, yo lo he hecho a veces, nada más. La entrega
de ellos fue total, como a un culto que exige grandes tributos, ellos
tomaban la poesía como religión, no como nosotros que
creemos que es un oficio.
- ¿Cómo diferencias a esos elegidos de
los otros? ¿Cómo reconoces a estos poetas que viven
el otro mundo?
Son los que cuando me afeito, me hace salir sangre al acordarme de
alguno de sus poemas. Bueno, vale la pena a veces conversar estas
cosas... Pero es malo ser tan serio.
- ¿Por qué?
No sé , se pusieron tristes.
- Y tú también.
Si, yo también...y soy el último romántico como
cantaba esta mañana, lo escuché en un bar de Apoquindo,
este, ¿cómo se llamaba? Nicola di Bari. Y la dueña
del bar lo único que hacía era llorar con este tipo.
La poesía también llega con una canción cualquiera.
Como decía Walt Whitman: "la enredadera que trata de trepar
por mi ventana, tiene más metafísica que toda la metafísica".
- Cuesta mucho decir eso.
Claro, no hay concepto, el concepto hay que disolverlo para llegar
a saber lo que es una enredadera, el concepto es la segunda etapa
del entendimiento. Cuando yo llegué a Santiago, la cordillera
existía, la cordillera me asustaba; ahora no la veo nunca,
¿por qué desapareció? No lo sé. Me sentía
enterrado por la cordillera, y tuve que superarla. Es el miedo al
paisaje, eso lo escribió Miguel Serrano y también Juan
Tejeda, uno de ustedes habló también de ello en alguna
oportunidad. El chileno no ha asumido el paisaje, el paisaje lo aplasta,
siente una extrañeza, lo suprime.
- Aparte de fórmulas técnicas dejas algún
legado a los que escriben poemas?
Que dejen de escribir poesía. Nada más. Y que sean poetas,
entonces la poesía llegará sola... tal vez ahora que
lo pienso más, mi legado sería que leyeran a Romeo Murga.
- Tu legado también puede ser lo que has estado
hablando...
Hemos hablado demasiado...
Santiago, 1990. .............