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«La dicha vacante»
Jorge Torres.
Valdivia, Ediciones Barba de Palo, 2000

Por Walter Hoefler
Publicado en diario EL DÍA, La Serena, 20 de agosto 2001


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Afortunado título, que conecta dos campos disciplinados y metafóricos que no suelen cruzarse, como si sólo fuera posible ocuparse de uno a la vez. Se trata del campo de los afectos, del amor o de estos estados de alma cercanos a las virtudes, la dicha, la felicidad, un tema por lo demás del siglo XVIII; por otra hablamos del campo laboral en el que efectivamente la palabra vacante campea por sus fueros, además con toda su crudeza coyuntural. El hecho mismo de conectarlos no parece obvio, uno y otro término se interfieren inquietantes.

Jorge Torres es un poeta establecido, con seis libros a su haber y una actividad editorial nada despreciable, antes notablemente destacable. El Premio Municipal de Santiago de 1993, su inclusión en varias antologías nacionales prestigiosas, incluso algo que pocos pueden ostentar: una recopilación crítica exclusivamente dedicada a su obra, En libre plática. Aproximaciones a la poesía de Jorge Torres, 1994, ratifican estos méritos.

Torres ha construido sus méritos y su sitial en la literatura chilena con cierto sacrificio y enfrentando durísimos avatares personales, (lo sugieren sus Poemas renales (1993), casi un pendiente del Diario de muerte (1989) de Enrique Lihn), como desprendido del tronco gregario generacional, que al mismo tiempo que encubre los valores particulares, también protege, incluso facilita aparentemente las aproximaciones críticas al resumirlas como marcas generacionales.

Efectivamente él pertenecería a la generación del 60 ó 70, llamada en algún ya lejano momento emergente, más tarde diezmada, aquella de nacidos entre 1935, muy cercanos a Jorge Teillier, y en su fecha extrema, muy cercanos al nacimiento del poeta Zurita, 1950. Entre estos dos modelos o referentes se agitan sus empeños. Por eso no es raro encontrar entre las obras de Torres algunas que refractan experiencias similares a las del poeta de Lautaro, como Recurso de Amparo (1975) o Palabras en desuso (1978), pero encontrar también otras que se aproximan o trascienden algunos experimentos de Zurita, como es el caso de Poemas encontrados y otros pretextos de 1991. Sus fechas por lo demás delatan su producción en tiempos difíciles para la poesía, pero al mismo tiempo terriblemente fructíferos.

Este libro pareciera ser antes un texto de remanso, de quietud, de felicidad dispuesta y disponible, una obra de reencuentro, de amor que justamente no florece en medio de la felicidad, sino antes en el dolor, por esta extraña virtud compensatoria de la poesía que remienda o enmienda, que restaura o compensa.

Desde su portada parece un volumen plácido, con una sugerente fotografía que parece resumir un tratado de lencería, cierto discreto erotismo o una no ajena vinculación con la pintura contemporánea, aquella que se ocupa de pliegues, la de Claudio Bravo y otros, y que tiene su antecedente en Leonardo.

El foco de atención en la pintura se ha desplazado de la historia o su figuración a la textura, del mismo modo en la poesía de Jorge Torres la atención se ha trasladado de la anécdota al análisis de los sentimientos a afectos, aunque la vieja estirpe narrativa lárica, tanto nostálgica como elegíaca, no ha sido del todo suprimida o reprimida.

Sin lascivia lubrica la saliva./ El que ayer amó en esos senos/ Se fue. No está más. Se extinguió.

Sin embargo, éste no es un libro plácido ni complaciente, hay eso sí una virtud clásica, cierta reposición de antiguas y poderosas asociaciones entre la literatura, el amor y esas actividades ancestrales que no desmienten nuestros apegos animales, de mamíferos, esta reserva y supervivencia de instintos básicos. Llama la atención la proliferación de experiencias auditivas y táctiles próximas, de saliva, de pilosidades, arrullos, légamos, fluidos diversos, casi como recursos para materializar, hacer visible el amor tan intangible, tan poderoso.

La clave quizás esté en el penúltimo poema y su programático título: "¿Cómo pintar la alegría del amor?"

¿Cómo hacerlo perenne/ si no deja recuerdo de su tránsito? / ¿Sobre qué soporte y con qué instrumentos/ se pueden esbozar los trazos de la dicha? (p. 52)

Tenaz sentimiento, afecto o principio vital éste que se agita entre las lubricadas materias que parecen conformarlo y la evasiva digresión con que pretendemos configurarlo, desde los bien articulados poemas de Jorge Torres a esta modesta reseña que pretende reinstalarlo donde ya está muy merecidamente.

 


 

 

Poemas de "La dicha vacante"



PADDOCK.

Hay un día hermoso afuera y caballos
Sobre la mesa de billar.
Un ojo desorbitado limpiamente
Fuera de su cuenca
Que es por donde lloriquea
La realidad pobrecita
Realidad.
Hay un día hermoso afuera y caballos
Cegados por la luz en la partida,
Sobre la mesa de billar
Un ojo desorbitado limpiamente
Fuera de su cuenca
Llora.

 

 

ÓXIDO DE OLVIDO

Aunque aceptemos que el paisaje
no tiene dueño, y el supuesto
propietario es un pobre
sujeto que paga de mal talante sus impuestos,
siempre será furtiva nuestra mirada,
la mirada
----------- ----------- del turista
(léase: viajero, transeúnte, pasajero caminante).
Siente que le roba a alguien la belleza de la campiña.
La primaveral florescencia de los manzanos.
El sonido del beso de la ola sobre la playa.
Las ingenuas rosas rubicundas.
El estío sobre la hierba
y todo eso.

Viene de un lugar vedado donde la perspectiva
es estrecha, oblicua.
Él nomás sabe cuánto
daño hace sobre el paisaje: esa mirada corrosiva
restándole color, envejeciéndola
hasta la evanescencia.

Por ello el sepia de las fotos no es sino la
ecuación de los colores: nostalgia y adioses,
o sea,
óxido de olvido.

 

 

CONSTATAR QUE LA MUERTE ES RISA

La muerte de turista en Miami
duerme ahora su propia duermevela
en el sueño de un hombre ya maduro.
Sólo que ahora es un muchacho,
un joven que no ríe pero quiere.
Es un sueño absurdo con palmeras,
en la yacija húmeda del trópico.
Paradoja misma que se ríe para sí
----------- en portugués
----------- en español chileno
----------- en español cubano
que contiene su risa en la vigilia
pero que no sabe qué es esto de la risa.
Ni menos aún la sonrisa, que no sabe
qué hacer con esos estertores
que da la vida
cuando despertamos
en medio de sollozos,
----------- perplejos
sintiendo que se nos ha levantado
----------- (una vez más)
la falange del pulgar
----------- hacia el cielo.

 

 

NO HUBO TIEMPO PAPA GALANURAS

Vacante se halla la dicha
en la cumbre del dolor.
Ningún rostro cordial donde descansar
los ojos.

Es verdad, es verdad,
no tuve tiempo para galanuras
no obstante me esforcé, quedé exhausto
para justificar mis apareamientos,
espasmos, convulsiones y estertores.

Y es que a todos nos dieron el mismo capital en la partida:
capital de Fe, capital de Dolor, capital de Gozo.
Por cierto, nadie advirtió
la materialidad deleznable
de esas substancias.

Y ahí está la vacancia:
--------------- ------- placebos.
Nada más que
----------- ----------- placebos.
He ahí la vacancia.

 

 

CANCIÓN

Sin lascivia lubrica la saliva.
El que ayer amó en esos senos
Se fue. No está más. Se extinguió.

Turgescencia de magnífico pezón
Gran lunar mayor, lágrima cauta
Llora ahora resignada su miseria.

Nostalgia, sí, de querubes otrora
Que asidos a sus orlas y borlas
Deleitábanse de su láctea preñez
Ellos que, antaño, en ellos mamaron.

Lubrica la saliva sin lascivia
Fatigada e instalada en el fastidio
De lengua en su caverna encarcelada:
Roe el soez y acedo pan de lo senil.

 

 

TEORÍA DEL ALIENTO.

"Todos cantamos, pero sólo percibimos la canción ajena"
Alfonso Reyes

Beso mujeres que sólo aman mi voz.
¿Qué eco buscarán en el istmo de esas fauces?

No.
Es por la letra, dice una.

Canción y cantiga importan más
que toda melopea.

¿ No será acaso el simple canto de la úvula?

Úvula rosada por el aire.
Pulso de alvéolos, latir
de bronquios, por qué no.

Beso mujeres que sólo aman mi voz.

¿Esperan estas reencantarse
como cuando el primer amante
en la glotis y la epiglotis?

----------- ----------- ¿ Y el eco dónde ?

Aprendices siquiera en el Arte del Mimo.
Soberbias aspirantes, pronto saben
que no es cosa de aplicar
labios sobre labios
para separar con chasquidos
los carnosos bordes donde
culmina el aliento.

¿Y qué dirá ese eco, Señoras ?

¿Acaso la queja o el gemido del que
os amó por vez primera y la de todos
los caídos en el mismo bregar,
develará algo de aquel portento?

----------- ----------- Por ello, digo provisoriamente:

----------- ----------- beso mujeres que sólo aman mi voz,

----------- que no es más que éter
-------------tesitura-- ------- vibrato
--------metal - ---- ------------- coloratura
melodía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . timbre
. . . . . . . . . . . . . . puros nombres
. . . . . . . . . . . . . . para el prodigio
. . . . . . . . . . .pues mi voz no existe si
. . . . . . . . . . . . . . . vosotras
. . . . . . . . . . . . . no me besárais

. . . . . . . . .V o s o t r a s q u e s o i s

. . . . . . . . . el otro pulmón de Dios.

 

 

DE LO QUE SETEJE CUANDO SETEJE

"Lo que más importa en ciertas situaciones, es dominar
a tiempo nuestra euforia".

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  R. Char

El fuego se consume en el hogar.
Él sostiene la madeja.
Ella ovilla diligente.
Va y viene la silla mecedora.
Indiferente, el perro bosteza.
Aumenta de volumen el ovillo.
Disminuye el ritmo del esfuerzo.
El perro lame sus heridas.
La gata ronronea de placer.
El fuego se extingue sin premura.
Hay preguntas suspendidas en el cuarto.
No hay más lana que ovillar.
Sólo palabras que se buscan
en su enredo.

 

 

LA ESTACA.


He atado el reclamo del viento a una estaca
para sumergirnos en las aguas del deseo.
Mareas detenidas por tu inmenso pelo rojo,
se confunden las algas, el sargazo del tiempo
medrando a la vera de los humedales.
Allí acuden las angulas al desove,
allí donde los pezones de tus pechos
se amoratan
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  de avidez.
Todo crece bajo el légamo portentoso de tu río,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  crece
el vello de tus axilas, en medio del pubis, la revesa
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  mece
traídos y llevados por la levedad del oleaje juncos y
totoras de tu playa,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . crecen.

Un pez pasa besándote los muslos.
Se estremece mi animal,
¿y qué es la caricia si no la culminación
de la bestialidad enmendada?

La estaca se ha roto.
Se ha roto la estaca.
Ahora estamos por fin a merced
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .de nuestros vértigos.

 

 

BALIDOS

Conducir un rebaño al desierto y buscar
con sus lamentos la piedad de los dioses
de la lluvia. Y la lluvia
que nada la detenga a la lluvia,
cualquier rebaño, digo, sirve cualquier hato,
que no es por motivo de sed que se invoca el sacrificio
tampoco la sequía de plantío alguno, que son
nuestras fauces y las fieras que en ella pugnan
latigándose resecas tras los besos.
Arrear un rebaño al desierto y traer
de vuelta el sano vaho de la concupiscere.

Conducir una manada al desierto y regresar
con el cayado en alto y el benéfico temporal
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .de la luxuria y el exceso.

 

 

LA RUIN MÁSCARA QUE TODO ENMASCARA

De partida confundía
el amor a Dios
con el de los hombres.
Pedía perdón por amar
mas,
amaba sin él.
Invocaba a Dios en sus orgasmos
para, en gesto de buena educación,
agradecer después.
De su boca salían palabras
incapaces de ganarse
lo que se ha dado en llamar
La Vida.
Estas palabras recogían apenas
los mezquinos mendrugos
de una caridad venida a menos.
Pronto se supo que detrás
de su amor
(su mentado amor),
no estaba sino
la ruin máscara del avaro,
pura estratagema de agiotista:

. . . . . . . . . . .Amor Propio e Interés.
. . . . . . . . . . . Oro y Desdén.

 

 

NO SE SALUDA SIEMPRE PARA DESEAR BUEN AÑO EN SUS VÍSPERAS

También hay avisos de neón bullicio
de fiesta y francachela, teléfono
anónimo que nos despierta entre hipos,
eructos y otros accidentes de la respiración.

Pero el que se salta la noche
del año viejo quiere abrazar
durmiendo los sueños que no fueron.
Entre un sueño y el otro
¿dónde está la diferencia?

¡No-me-vaya-a-decir-que-la-realidad!

Lejos de ese sueño, otro sueño:
una mujer esperanzada mueve los muslos,
marca el compás mientras observa la danza
de los demás. Coqueta, busca un poco de amor
para comenzar la sesentena a los sones
de un ritmo que su cuerpo y sus gestos
desconocen. Pero sabe de la necesidad de creer
en la mentira del divertimento:
- "la vida es una fiesta, la vida es una fiesta", se dice
- "Entrégate a la contentura", repite en sordina para sí.

Así y todo, la única que allí no miente
es la calavera,
la misma que sostiene los gestos de su rostro
acuarelado por una estética
de los años cincuenta.
Pero vamos:
¡una cara pintada no tiene estética,
como la necesidad no tiene rostro!
¿Necesidad?

Pero no de pavo de año nuevo
si no de amor,
que sí tiene una fecha importante:
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .  la de su final.

Ya casi al borde de las doce y los abrazos
(calzones amarillos, maletas,
las bíblicas lentejas y otros ritos)
entre campanadas y ulular de sirenas
pronto se verá
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .  ya se sabrá
la única y provisoria verdad para el año que se anuncia
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .  si seremos
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .  el payaso
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . que da
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . o el que recibe
. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .  las bofetadas.

 

 

EL ERROR ES UN HUESO DURO

Yertos sobre la albura de la crea,
rusa la ruleta del azar,
pastaban impasibles los trenes
detrás de nuestras nucas.

En tránsito inmóvil buscando
dentro la vulnerable unidad
del ensamble, el tiempo que
perdimos o ganamos en esta ruleta,
la rusa ruleta del azar.

Rusa, eslava o eslovaca,
este azar sin su ruleta,
yertos sobre la albura de la crea,
echados, sin cubilete, sin más.

¡No se nos vaya a acabar el tiempo!
¡No se nos vaya a acabar el tiempo!

Bobería de amantes que envejecen
olvidados del oficio. Olvidados del todo.
Que el tiempo es convención, sonido, pero
más que ello, ritmo, coreografías.

Mas, impasibles, los trenes esperaban
no sé qué, detrás de nuestras nucas.

¡Animales para la equivocación!

¿Por qué vivir con dieta de miedo?

Y aun cuando el error es un hueso duro
como hostia de condenado:

¡hartémonos del error!

Entonces tú viajabas hacia
la blancura de los ojos
y yo era un desconocido de mí.

Los trenes,
hartos de pienso,
habían iniciado la partida
con la misma discreción
y sobriedad ya de todos
ustedes conocidas.

Dados sobre la albura de la crea,
arrojados sin cubilete,
lo demás habría sido continuar
engordando la papada.

 

 

. .








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