Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Joaquín Trujillo Silva | Autores |
Escritores de derecha
Por Joaquín Trujillo Silva
.. .. .. .. .. .
En su nota aparecida en El Mercurio, el escritor don Mauricio Electorat repostula una pequeña y gran tesis que aunque –y porque es— vieja no puedo dejar de comentar. Creo que sus menciones de escritores universales de derecha transluce una concepción filofascista, filoautoritaria, filotradicionalista de qué sea la derecha. Si se me permite incurrir en un name-dropping y se concede, sólo para estos efectos, que es a partir de la Revolución francesa cuando estas denominaciones cobran históricamente sentido, en esa lista están ausentes, al menos, tres nombres ineludibles: el vizconde de Chateaubriand, Honoré de Balzac y el viejo Goethe. Concedo por supuesto que estos nombres exceden con mucho el perímetro de esa triste etiqueta, y que hay que ver las coyunturas del siglo XX para conocer la alta definición de este asunto. En cuyo caso, hay al menos otros dos nombres que tampoco pueden faltar, el de Georges Bernanos y el de Joseph Roth, entre los más célebres. Con todo, no se me escapa el centro de la tesis de Electorat, y que atañe a Chile, esto es, la causa de la ausencia de grandes escritores de derecha, que ya ha sido latamente comentada en otras ocasiones, a propósito de otros asuntos más gratos.
Pues bien, ofrezco una pequeña explicación: la derecha sí tiene escritores y muy buenos en Chile, pero son todos de no-ficción, por lo general historiadores y críticos literarios. Y es que al parecer el mundo de la derecha no confía en la imaginación y en la expresividad. Teme demasiado al ridículo y por eso no expone el alma al daño. Y claro, por lo general los buenos escritores de ficción no conocen el sentido del ridículo y buscan el riesgo. En su discurso de instalación de la Universidad de Chile, Andrés Bello habló contra las orgías de la imaginación. Él, como poeta-cada-día-menos (el Goethe de los americanos, como lo llamó Angel Rosenblat) reconoció en alguna carta que la musa de la poesía era celosa de su imperio y que al poeta lo quería todo entero. Y claro, quienes creen tener a la realidad de su lado no tienen en las palabras un conjuro, y es que no necesitan conjurarla. Las palabras ahí son expresión de una realidad que es la más leal partidaria, factible de refuerzo por medios supuestamente más idóneos. Y la imaginación, que es solitaria contra la realidad, quiere sin embargo hacerse oír, la palabra es rebaño de los menesterosos. Este compromiso con la ficción y con las palabras tiene algo de voto de soledad, de pobreza y de resistencia. Como ocurrió tantas veces en los ejemplos europeos, quizá cuando la realidad se vuelva hostil habrá en Chile escritores de derecha, como los hubo tantos talentosos en los socialismos reales. Mientras tanto —y para volver al asunto que dio ocasión a Electorat— tendremos a Ampuero, y, hay que decirlo, para explicitarlo habrá que seguir argumentando desde la no-ficción.
