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La
bruja
Manto

*

Libreto de opera


JTS



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PERSONAJES

Tiresias, viejo ciego vidente transexual (bajo); luego Tiresias-hada (mezzo).
Interpretado primero por un actor masculino y luego por una actriz, lleva primero la túnica como de un monje. Sus ojos son blancos, cuando se enoja son negros. Su barba es gris, larga y frondosa. Enredaderas cubren su atuendo y le coronan la cabeza entre cuyo cabello blanco asoman pequeños pájaros como si su cabeza fuese un nido. Después será un hada celeste, con alas de mariposa nocturna.

Manto, su hija, una vidente, una bruja (soprano). Viste una túnica de sirvienta. Es delgada y muy pálida. Sus cabellos desgreñados parecen las púas de un erizo.

Creonte, rey de Tebas (barítono). Hombre gordo, pequeño y de rostro rasurado. A veces viste de armiño, de frac, otras veces uniforme militar cargado de condecoraciones en el pecho. Cuando no lleva corona, lleva casco prusiano. Casi siempre una capa.

Antígona, su sobrina rebelde (soprano). Primero en traje de baño, después en bata. Otras con la túnica de las griegas arcaicas.

Hemón, novio de ella e hijo de Creonte (tenor). Atlético. Primero en traje de baño, después con uniforme militar y buzo de gimnasio.

Ismena, hermana de Antígona (soprano ligera). Es rubia, ligera de ropa. Sus piernas son muy notorias.

Eurídice, reina de Tebas, mujer de Creonte y madre de Hemón (contralto). Es un ama de casa. Lleva un delantal de cocina. Sus ojos son como dos pétalos marchitos, pero siempre sonríe.

Dante, poeta (actor). Viste como Dante.

Virgilio, su guía (actor). Viste como Virgilio.

Guardaespaldas, doncellas, atletas, coro del Hades.

1
Sobre un puente colgante en altura, Virgilio acompañado de Dante Alighieri.

DANTE (Al público, con un acento ligeramente italiano) Medio milenio antes que Cesar y Cristo rehicieran el mundo,
Sófocles escribió la historia de una princesa aún más antigua,
una que se hizo criminal y santa por darle sepulcro a un maldito.
Mucho después, en tiempos de Cesar y Cristo, Séneca reescribió
la historia de Edipo, el padre de esa princesa amiga de su padre.
Esta vez hubo un nuevo personaje: Manto, la hija de Tiresias,
el adivino que advirtió y al que nadie rico escuchó.
Esa otra hija fue una bruja. Esta historia es sobre esa bruja.
a quien visité en el círculo infernal de los impostores.
Por distintos motivos, todos estos personajes
yacen condenados al Infierno, el antro sin esperanza.

VIRGILIO (Con voz cavernosa y monótona, señalando al público) Cuántas veces te he dicho, Dante, discípulo mío, que no debes hablar a las sombras del Infierno sin mi permiso. Ellas ya no creen en nosotros. Solo creen en sus celulares. Que suenan ahora y callan para siempre.

Junto a la fanfarria inicial de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, se escucha un in crescendo de miles de celulares a la vez, operadoras de buzones de voz, notificaciones de redes sociales, correo electrónico, etc.

DANTE (Tras extinguirse la fanfarria) Virgilio, la comedia se acabó. ¡Silencio!

Desaparecen Dante y Virgilio.
Un viento seco y persistente, cuya intensidad varía. De vez en cuando se escucha repicar un teléfono. Además, metralletas, cañonazos y bombas.

2
Luz intensa. Un quitasol. Antígona y Hemón, en trajes de baño, están recostados sobre camas de playa. A lo lejos, Manto callada con una bandejilla en las manos. Dante y Virgilio en una esquina.

DANTE ¿Son ellos, maestro?
VIRGILIO Ellos son Antígona y Hemón, jóvenes patricios de Tebas, primos y novios a la vez, que se divierten mientras sus parientes cercanos se matan entre sí.
ANTÍGONA (Se palpa el cuello) Ninguna gota de agua moja los campos, pero el sol con feroz calor nos embellece.
HEMÓN Cuando acabe la guerra civil quiero casarme contigo, princesa Antígona, prima y sobrina mía.
ANTÍGONA Pero la guerra nunca acabará, príncipe Hemón, primo por madre y tío-paterno mío.
HEMÓN Quizás un día en que todos duerman.
ANTÍGONA Una noche, querrás decir.
HEMÓN Una noche con los invitados que hayan vencido el sueño.
ANTÍGONA Que hayan entrado en nuestro sueño.

Dúo
HEMÓN
Quedarme en vela contigo
es lo que quiero lograr,
para podernos amar
como hacen los vecinos
cuando ya nadie los ve,
y no queda un solo tres
que haga pensar en hijos.
ANTÍGONA
Duérmete, niño, duérmete ya.
HEMÓN
Tan solos tú y yo, te digo,
así es como quiero estar,
que no haya otro niño más
que beba el sol en tu ombligo.
ANTÍGONA
Duérmete, niño, duérmete ya.

ANTÍGONA (Como si de pronto se alegrara) Entonces no hay para qué esperar el fin de la guerra. El sueño siempre la detiene.
HEMÓN No, el sueño alarga la guerra.
(Indica a Manto con la mirada) ¿Quién es ella?
ANTÍGONA (Alarga el cuello con desgano. Observa a Manto con una sonrisa compasiva) ¿Ella? ¿De quién hablas?
HEMÓN Esa, la que nos mira.
ANTÍGONA ¿No es la servidumbre? (Yergue la cabeza. Duda)
Parece que es…
DANTE (A Virgilio) Manto, ¿no es verdad?
VIRGILIO (A Dante) La bruja Manto. Mírala y calla.
ANTÍGONA (A Hemón) ¿No es la hija de Tiresias, el vidente?
HEMÓN Ah, claro… sí, déjala, es la servidumbre.

Solo
MANTO
Una hija, dos hijas, tres hijas
Cuatro hijas, cinco hijas, seis hijas
Siete hijas, ocho hijas, nueve hijas
Diez hijas, cien hijas, mil hijas
todas vírgenes como esta hija.

Apagón.


3
Cantos, graznidos y gorjeos de pájaros (ruiseñores, loicas, perdices, cuervos, espátulas, canarios, codornices, taguas, jilgueros, tordos, chincoles, cernícalos, palomas, etc.) que poco a poco se van apagando. El ciego Tiresias lleva una rama de árbol como bastón (sobre la que está posado un pájaro, tal vez una perdiz), pero deambula afirmándose al hombro de Manto, su hija.

TIRESIAS Mis ojos están cerrados porque vi a casta Atenea bañarse como una ninfa en soledad de mil años.
DANTE (A Virgilio, por lo bajo) ¿Y este?
VIRGILIO (A Dante) Tiresias.
DANTE (A Virgilio) ¿El que…?
VIRGILIO (A Dante) Silencio. Escuchemos.
TIRESIAS (Continuando) …Y mis oídos abiertos a los pájaros están porque Atenea no pudo devolverme la vista pese a los ruegos de mi madre. Los dioses han buscado en mí a un juez que dirima entre sus combates de viento, calor, tormenta, diluvio. A disgusto de mis fallos me han hecho mujer a veces; otras me han hecho un hombre, pero siempre un hombre viejo que apenas puede contra otros hombres.
DANTE (A Virgilio) Ahora entiendo.
TIRESIAS (Continuando) Eso es lo que recuerdo pues mientras envejecía el joven, se hacía joven la mujer. A fin de mantener un juez vivo, que por vivo, recuerde tantos sucesos, los dioses me han hecho longevo. He oído desplomarse reyes y templos, abrirse ríos, roerse ciudades, hacerse abuelos de abuelos a los hijos de los hijos de los hijos.
DANTE (A Virgilio) Qué crueldad más infernal tener que saberle a los nobles las genealogías en vivo.
VIRGILIO (Sin perder la seriedad, a Dante) Escuchemos, pequeño escribiente florentino.
TIRESIAS (Continuando) Ningún imprevisto ha habido pues los pájaros me anuncian lo que, en vuelo, ven venir a lo lejos.
DANTE (Aparte) Ya me temía que los pájaros eran espías.
MANTO (Aparte) Oh, ah… cuántas veces me ha tocado soportar este mismo cuento.

Solo
(Canta, aparte)
Cuenta el cuento una vez más
para quedarme dormida
y no me despierte el par
de tiernos primos en la esquina
que se besan por llamar
el amor de la que mira.

TIRESIAS (Mientras Manto hace como que bosteza) A la hora en que los perros recuerdan que fueron lobos, yo escucho al búho decir cuánto el hombre ya no sabe por causa de su humano amor. No aprendiste de mí este don, Manto, más bien te fue regalado para defender tu mente de mi mente, que a veces se hace poderosa. Para que pudieras doler como un algodón que se hincha entre las espinas que lo engendran. Y entre nosotros dos, hija, los pájaros han cantado mucho más, por lo que no hay mentiras entre nosotros.

A lo lejos, se escuchan las risas de Antígona y Hemón.

MANTO (Recobrando la gravedad súbitamente) Es tan raro, madre, que hables ahora como padre sin preferir esa verdad que todas las aves silban repitiendo sin cesar; es tan frío que bajes del oído a la fosa de la boca, esa fosa por la que asoma el roedor que los sordos llaman lengua.
TIRESIAS Hablo para dar consejo a los reyes que visito y al pueblo que me asedia. Si ellos pudieran oír los anuncios de los tordos y las loicas otro gallo se tulliría en sus regazos, pero solo oyen al ratón que tú y yo evitamos con asco.
MANTO ¿Qué buscas decirme, padre, que no puedan confiarme los pájaros? Me hablas como si yo fuese uno más de ellos, cuando ¿no soy yo tu sangre por fuera?
TIRESIAS Nunca he dejado de hablarte. Antes los alados lo hicieron más alto.
MANTO (Enojada) ¿Acaso no ves la contradicción?
TIRESIAS ¿Y tú acaso ves que podría no haberla? Quien no la ve nunca, no tiene cabeza, y quien nada más ve, no tiene pies.

El pájaro del bastón emprende el vuelo. Tiresias se retira con aire sonámbulo, como si ya no precisara la guía de Manto.

Solo
(Tiresias canta:)
Pájaros todos,
negros y blancos,
grandes y chicos
bajos y altos,
pobres y ricos,
cuéntenme mucho,
cuéntenme poco,
cuéntenme más
cuéntenme menos
todo lo lindo
todo lo feo,
porque yo como
esas semillas
que dan los reyes
a todos igual.

Sale Tiresias.
Manto se permanece sola. Ya casi no se oye el canto de los pájaros, ni sus graznidos, ni sus gorjeos ni sus piares.

MANTO (Se observa con frenesí las palmas de las manos. Dibuja en ellas con la intensidad de los ojos) No quiero saber más lo que debieran saber ellos, que creen saber tanto; no quiero saber más para serles útil dando la alarma; para salvarlos sin que ellos teman el peligro. Quiero no saber nada y que por eso se pierdan, serles camino del error… pues no amamantan de otra forma.

Entra Creonte con sus guardaespaldas.

LOS GUARDAESPALDAS (En un coro magnífico:) ¡Abrid paso al absoluto Rey!
CREONTE (A los guardaespaldas) No temáis por mí, aquí me hallo entre amigos.
LOS GUARDAESPALDAS Los amigos hieren más fuerte.
CREONTE (A Manto) ¿Dónde está el vidente?
MANTO (Hace una reverencia maquinal) A su servicio, alteza…

Silencio durante el cual se escucha una gotera. Creonte clava sus ojos en los de Manto, que no parece entender que él aguarda una respuesta.

CREONTE El vidente Tiresias…
MANTO Anda próximo al río.
CREONTE ¿Qué hace?
MANTO Busca los pájaros
CREONTE ¿Pájaros?
MANTO Los que se le perdieron.
CREONTE ¿Dónde está? Demando su consejo.

Nuevo silencio. Creonte espera que Manto diga algo, pero ella no dice nada. Con la cabeza gacha, revisa la palma de su mano izquierda.
MANTO (Siempre con la cabeza gacha) ¿Un rico busca consejo de un pobre?
CREONTE (Ofendido, se repone al momento) Es un mito que los reyes seamos ricos.

Solo
(Canta a sus guardaespaldas)
Somos reyes porque somos pobres,
pobres importantes, pero pobres.
Pobres somos que cuidan su nombre
como un tesoro que se cultiva.
Nunca tendremos otra guarida
que esta pobre pobreza ejemplar.
Nuestra vida visible sin par
es una guardia que nos abriga.

MANTO (Aparte) Pero que cerdo más mentiroso. (Levanta la vista. A Creonte) Yo también sé de los tiempos.
CREONTE (Ríe) ¿Qué sabes tú? ¿A ver?
MANTO Sé que seguirás la ley de los dioses y ordenarás honras al bueno y al malo; a Polínices y a Etéocles, los que debían turnarse en el trono de Edipo; que se mataron el uno al otro, mas fue uno, y no el otro, el que invadió Tebas, dando lugar a la guerra civil que detuvisteis en una sola mañana, alteza. (Hace una nueva reverencia).
CREONTE ¿Qué puede saber de batallas una hembra?
MANTO ¿Qué puede saber de hembras un tonto, un tonto que no sirve para nada más que mandarme?
LOS GUARDAESPALDAS (Que rodean a Manto) ¡Una sospechosa justo entre nosotros! ¡Hablas con el rey de Tebas!
MANTO Rey no por mucho tiempo.

Creonte se larga acompañado de sus guardaespaldas. Cuando está a punto de salir, regresa:

CREONTE (A Manto) Lagartija negra, ¿qué sabes tú de mi tiempo? Háblame como el agua o cállate como el hielo.
MANTO (Ríe, agachando otra vez la cabeza) Alteza,¿en verdad quieres verte con mis ojos?
LOS GUARDAESPALDAS ¡Habla!
MANTO Tal vez.

Dúo con coro
MANTO
(Canta con lentitud)
Ulí, ulí, olá
Ulelilolilá
Lula, lulú, lilo,
Lalá, lololalo,
Tilá.
Los guardaespaldas dan un paso atrás, mientras susurran. Creonte repite secamente:
LOS GUARDAESPALDAS
(Cantan)
Oh, oh, oh, oh…
CREONTE
(Canta)
A-di-vi-na, a-di-vi-na…

Los pájaros pían, graznan, gorjean desmesuradamente.

MANTO (Como en trance, lentamente) Sé que el pulpo Hades no quiere en sus palacios al enemigo del pueblo, a ese que vino contra la Tebas de siete puertas entreabiertas. A ese que hizo arder fuegos alrededor de multitudes asfixiadas y que, de no ser por su hermano, hubiese consolidado la paz de su crimen.
CREONTE (Muy serio, baja la voz) ¿Y cómo complacer al pulpo Hades?
MANTO Hacedte rey tal cual fue Edipo, sin temer a las esfinges. El cielo está muerto, se desgajó del Hades. El destino del cielo es quitarle los muertos a la fosa uno por uno. Confía en que el cielo estará de tu lado… Alteza (Pronunciada reverencia).

Apagón.


4
Antígona está insomne. Se escucha un inmenso cantar de pájaros mañaneros que poco a poco se va apagando.
ANTÍGONA Me dan tanta risa esos seres alados que, en el alba, dicen y dicen algo que no sé… no sé si sea que olvidan y cada mañana creen y proclaman nacer; o sea que recuerdan un poco, solo un poquinto nada más, y por la mañana comentan que la noche no era el fin de los tiempos. Vienen así hace tanto tiempo, desde antes que humano oído pudiera el sueño arrancársele de entre las sábanas; desde mil años antes que el hombre se levantase con ellos y desayunase bajo el padre Zeus, en compañía del coro.
Y bueno, se van callando bajo la luz que proclaman.

Entran las doncellas de Antígona. Descorren las corinas. Se hace la luz.

Solo con coro
LAS DONCELLAS
(Entran cantando)
El mundo es de día
De noche en tu pieza
Despierta, princesa.
Es tarde, mañana…
ANTÍGONA (Sin levantarse de la cama. Se abraza a la almohada)
Que el día me despierte con un sueño.

Entra Manto.
MANTO (Con un conjuro) Duérmanse, aves mañaneras.

Todas las doncellas se desploman dormidas. Apagón.
Cuando vueleve la luz, Antígona en camisón de dormir está sentada. Manto la peina lentamente mientras, muy de vez en vez, se lo humedece escupiéndoselo.

ANTÍGONA ¿Cómo me decías que te llamabas?
MANTO (Con una reverencia, mientras la peina) Medusa…
ANTÍGONA (Ríe como una niña) No… La lengua no me deja hablar, por eso te lo pregunto.
MANTO (Con una reverencia, mientras la peina) Manto, princesa… Manto.
ANTÍGONA Dime, Manto, ¿qué dice tu padre?
MANTO ¿Sobre qué, princesa?
ANTÍGONA Sobre que mi tío Creonte se siente en el trono de Tebas, que ocupó mi padre Edipo.
MANTO (Hace otra reverencia y continúa peinándola) No dice nada.
ANTÍGONA ¿No tiene nada qué decir?
MANTO Las aves no le dicen nada.
ANTÍGONA ¿Y no hay otra magia que pueda hacerlas cantar?
MANTO Él no es un mago, es un vidente.
ANTÍGONA ¿No es lo mismo?
MANTO Son tan distintos como la noche lo es del día.
ANTÍGONA ¿Y eso por qué?
MANTO (Siempre peinándola) Los pájaros le hablan en la puerta de la oreja, pero él no invoca a los pájaros.
ANTÍGONA ¿Y por qué los pájaros ya no le hablan?
Silencio.
ANTÍGONA Los pájaros cantan con facilidad. A veces me despiertan sus conversaciones de madrugada.
MANTO (Al oído de Antígona) Porque comieron del cadáver.
ANTÍGONA ¿Un cadáver? ¿Cuál cadáver?
Silencio largo.
MANTO (Susurrándole al oído) El de su hermano, princesa, el príncipe Polinices.
ANTÍGONA (Sobresaltada) ¿Qué dices? Habla más.
MANTO Hablo poco y hoy he hablado demás.
ANTÍGONA (Como dando una orden) Para mí no es suficiente.
MANTO Quedará sin sepultura. Son las órdenes de su tío.
ANTÍGONA (Llora) ¡Ay Edipo, padre! ¡Ay Yocasta, madre! ¡Afrodita me gesta en su vientre! ¡Su flecha hizo de mí una isla! Soy una tonta del amor.
MANTO El amor es para las siervas pues poco tienen que perder.
Entra Immanuel Kant quien se desliza en cámara lenta. Diálogos simultáneos de Antígona y Manto, por un lado, y Dante y Virgilio, por el otro.
ANTÍGONA (A Manto) Y Tiresias, tu padre, Manto, ¿no puede aconsejarlo bien?
MANTO (A Antígona) Sus consejos provienen de los pájaros, pero los pájaros están callados, princesa. Solamente el gallo cacarea todas las mañanas para todos por igual, princesa, y no sólo por despertar a mi padre.
Entra Immanuel Kant que pasa caminando por la mitad de la escena.
DANTE (A Virgilio) ¿Y ese caballero quién es?
VIRGILIO (A Dante) Es el gran filósofo de la oscura Germania Immanuel Kant, que hace su paseo matutino.
ANTÍGONA (Manto) Debe ser un malagüero.
DANTE (A Virgilio) ¿Y tiene que cruzarse por en medio del escenario?
VIRGILIO (A Dante) Él no cruza por en medio, el medio es el que se le cruzó a él.
MANTO (A Antígona) Nada se sabe del silencio.
DANTE (A Virgilio) Que alguien lo saque a patadas. Esto no es una columna de Carlos Peña.
MANTO (Mira de reojo con la cabeza gacha) ¿Y por qué no se lo dice usted, princesa?
ANTÍGONA ¿A mi tío Creonte?
MANTO (Le escupe el cabello repetidas veces mientras la peina) ¿Por qué no lo aconseja usted? Entre los miembros de la casa de Layo podrán entenderse fácilmente…
ANTÍGONA Ay, qué dolor. La casa de Layo está dividida por la suerte de Edipo, mi padre, y la de mis dos hermanos, Polínices y Etéocles, que se mataron él uno al otro. ¿Qué podría decir yo? Soy mujer y estoy maldita a causa de los varones.
Silencio largo.
MANTO Decir, no sé qué usted… pero sí... hacer.

Dúo
Cantan
ANTÏGONA
¿Decir?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
¿Qué decir?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
¿Y por qué?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
¿Y cómo?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
¿Y dónde?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
¿Para qué?
MANTO
Hacer.
ANTÏGONA
Yo no sé.
MANTO
Hacer.
LAS DONCELLAS
(Que despiertan a un gesto de Manto, repiten)
El hacer, el hacer, el hacer…

ANTÍGONA ¿Hacer qué?
MANTO Sepultarlo usted.
ANTÍGONA ¿Yo? ¿y con qué?
MANTO Con sus diminutas manos.
ANTÍGONA ¿En razón de qué me das ese consejo? ¿Qué sabes de mi destino? Dime cuanto sepas. ¿Heredaste de tu padre la videncia?
MANTO De él heredé el buen consejo; y de mi madre, las artes de hacer prodigios.
ANTÍGONA ¿Y no moriré yo también, por complacer a mis hermanos en lo profundo? Soy la novia del príncipe Hemón, hijo amado del tío Creonte, hermano de mi madre, esa que se colgó de una viga con los cordones de su enagua al ver que habíase acostado con su hijo, mi padre Edipo. ¿Tengo algo que hacer en pos de la ciudad y de una sangre tan negra?
Silencio.
MANTO (Hablando con resolución) Los designios de los dioses claman que ningún cuerpo muerto viva fuera de los recintos del Hades. A partir del suelo comienza el cielo que es gobierno de Zeus olímpico. Devuelva, princesa, a su lugar a los vivos y a los muertos, tal como su padre, el rey Edipo, supo que su lugar estaba en Colono, en el exilio y en la abducción por la ventosa tormenta.
ANTÍGONA ¿Y qué hará Hemón cuando me vea removiendo la carne y la tierra contra órdenes de su padre?
MANTO (Bajando su boca hasta el oído de Antígona)
Hará ceder a su padre Creonte en favor de la princesa Antígona; porque usted será algún día la reina con la venia de Zeus y de Hades.

Apagón.
 

5
Luces. Creonte con traje de armiño. En la punta de su báculo la cabeza de una oveja.
Con estruendos, el coro del pueblo murmura, lo aplaude, lo ovaciona.

CREONTE ¡Terrorista que detonó bombas entre inocentes de acto y pensamiento, para disponerles el pensamiento contra la paz de un poder que los dioses han consentido con el cese de la guerra! ¡Terror castigado en las llamas de su propio incendio mortal! ¡Que sea él entonces una brasa apagada sin decoro! ¡Que no tenga honor fúnebre quien nos obligó a honrar antes de tiempo nuestra vida! ¡Y que sí lo tenga quien defendió con su cuerpo la ciudad; que ese cuerpo sea lavado, ensortijado, amortajado y hecho descender, con su perdón, a la ciudad más antigua, más profunda, más remota, más oscura, esa negrísima ciudad que algún día recibirá al resto del universo! ¡Porque todos los cielos giran en torno a la tierra y la tierra tiembla porque busca la fosa de Hades!
LOS PARTIDARIOS: (Repite) ¡Viva Creonte!

Apagón.


6
Antígona e Ismena tejen una especie de manta. Sus cabezas están apoyadas la una contra la otra.
ANTIGONA Querida Ismena, ¿viste las noticias?
ISMENA Algo supe.
ANTÍGONA ¿Qué, exactamente?
ISMENA Vi los reportajes del verano, las playas atestadas de castillos de arena y agua salada.
ANTÍGONA ¿Pero viste la política?
ISMENA Sí. El tío Creonte, inauguró una montaña.
Silencio.
ANTÍGONA ¿Y lo del Poli?
ISMENA (Molesta) ¿Qué cosa?
ANTÍGONA Lo que le hizo.
ISMENE (Hace un gesto para que Antígona se calle) Mejor hablar sobre lo que no tiene remedio, mejor no hablar sobre lo insoportable.
ANTIGONA …Una sirvienta leal me contó que el tío Creonte...
ISMENA (La interrumpe) Veo que puedes soportarlo.
ANTÍGONA Enséñame entonces a soportar la carne, las vísceras y los huesos de nuestro hermano, esparcidos por las garras, por hocicos y los picos.
ISMENA ¡Y eso qué importancia tiene!
ANTÍGONA Los dioses, las leyes remotas.
Silencio.
ISMENA Son viejas mitologías que trenzan los brazos no por amor. Piensa en esto, Antígona, piénsalo bien y tranquilízate: Cada cuerpo tiene una sombra que es una sola luz del lado del sol. Cuando se extinguen las palabras, los suspiros, el hambre y la sed, la sombra pasa al Hades y el cuerpo queda aquí
como una piedra fresca que debe secar Apolo, llevarse Eolo, u ocultar Gea. Sólo vive la sombra que Hades siempre recibe. En cuanto a la carne, carne solo es. No es Poli esa bazofia.
ANTÍGONA (Alzando la voz) ¿Incluso como alimento de perros y pájaros?
ISMENA (Susurrando) No vale la pena gritar y llorar. La carroña es carroña, a la vista o velada. En cuanto a la sombra, nadie, ni el edicto del tío Creonte puede retenerla aquí, arrancársela al viejo Hades, aun como alimento de pájaros y perros. Recuerda, tú que amas los cuentos de niños: No lo pudo el bello Orfeo con todo el Olimpo a su favor, mientras Eurídice volvía tras él desde los intestinos de Hades, y Orfeo se volteó a verla, cuando Apolo ya salía a lavarles las caras.
Silencio.
ANTÍGONA Ésta que tejemos será la mortaja del Poli.
ISMENA Esta será la manta que abrigue a mi hijo pues hay nuevas vidas en la casa de Layo.

Solo
ISMENA
(Canta)
La vida se ha hecho nueva
la muerte se ha hecho vieja
de nada sirve gritar.

Estamos hechos de muerte
en parte también de suerte
solo nos queda bailar.

Déjate ya de pensar
de hacer odiosa la fiesta
que sea lo que Dios quiera.

 

7
Una mesa con un mantel. Están sentados Creonte, Hemón y Eurídice. Creonte lleva puesta una corona, Hemón viste de gimnasta y Eurídice un delantal de cocina.
EURÍDICE (Espanta las moscas con la mano) Dicen que han aumentado las moscas.
HEMÓN (Cómplice) ¿Por qué será?
EURÍDICE (Con el matamoscas en al aire) Dicen que han aumentado.
CREONTE ¿Quién anda diciendo esas cosas?
EURÍDICE La gente…
CREONTE Eso es cualquier cosa. ¡Nombres!
HEMÓN Dicen que han aumentado las moscas porque los dioses están…
CREONTE (Interrumpe a Hemón) Tonterías, siempre ha habido moscas. Desde niño las recuerdo posarse en mis brazos, en mi nariz. Todos hemos aprendido a reír con sus cosquillas.
EURÍDICE Pero ahora pican como arañas malas.
HEMÓN La furia de los dioses.
Eurídice con el matamoscas va espantando a las que se posan junto al plato de Creonte.
CREONTE ¡Tonterías y más tonterías! (Como dando un discurso) Cada flor, cada insecto, cada humana sonrisa no existen porque las hayan acariciado los dioses. Existen a pesar de ellos. Porque los dioses han dejado hacer a la primera luz y a la primera sombra. Mientras luchen sólo entre sí y menos a través nuestro, mejor para nosotros que somos la esperanza viva de los muertos.
EURÍDICE (Triunfal, blande el matamoscas y ríe) Maté a dos.

Dúo
Hemón y Euridice cantan mientras dan golpes en la mesa con los matamoscas. Creonte come sin desconcentrase.
HEMÓN
Mata la mosca, madre.
EURIDICE
Tú mata la otra también.
HEMÓN
Mosca del plato del rey
EURIDICE
Sal o muérete de hambre
HEMÓN
Mosca que todo lo sabes
EURIDICE
Robate la mala ley.
HEMÓN
Todas las mocas del mundo
EURIDICE
Tengan o no tengan rumbo.
HEMÖN
Hagan al padre que escuche
EURIDICE
Con su rumor el embunche
HEMÓN
Que vea lo que no ve.

 

8
Antígona con una lanza en la mano.

ANTÍGONA El tío Creonte quiere dejar fermentar como si fuese un alimento la carne de nuestra sangre. Sangre de dioses que nos han elegido para visitar la tierra, que nos han hecho de tierra, de lodo, de sangre, de amor y guerra.
Hermano, es cierto que soy princesa y que no sé nada de buscar por el olor la muerte como el perro, pero voy a encontrarte para esconderte en los palacios inversos de Hades; voy a encontrarte aunque seas hecho cuncunas, osamentas o flores pues la basura es muerte más cerca de la vida, como lluvia de ser río.
Para que nadie me vea, seré más tonta, más fea. Diré no saber nada de leyes ni de reyes; sólo de muertos y de vivos y de polvo de caminos.

Apagón.

 

9
Manto se observa en una poza de agua.

MANTO Espejo que sólo yo veo y que mira de reojo al mundo, dime: quién es la más bella, si yo o la princesa Antígona. Ella es princesa, es verdad, pero de no haber sido por mis consejos hubiese permitido
el ultraje de Hades, a manos de su tío.
Tiresias aparece por la espalda.
TIRESIAS El espejo no te dirá nada. Serás tú quien vea por él; y en silencio serás la juez, Manto, de tu propia causa. Los brujos hacen por los ojos sus artes transformatorias; por los ojos malogran leche, agua, flor, casa, niño en cuna y el espejo finalmente les pone los ojos en contra.
La ceguera me bendijo: apartó de mí para siempre el agua serena como un gato que es un espejo no buscado. ¡El espejo ya no me cruza! Pero tú, Manto, ten cuidado de hallarte en la verdad del mundo como en vanidad de agua quieta.

Apagón.

 

10
Luz intensa. Enjambres de mosquitos, avispas, ladridos de perros. Entran perros quiltros. Antígona viene detrás.

ANTÍGONA (Se tapa la nariz) Esta luz y ese olor… Esas moscas azules… estos perros jadeantes…
esos pájaros nocturnos… (Va a vomitar pero se contiene. A los perros) Avancen, hermanos de la mujer,
el hermano está cerca. Ay… el olor antes guiaba, pero ahora… tanto olor ya no me guía.

Apagón.
 

11
Hemón (con un brazo enyesado) y Creonte (ahora con uniforme militar).
HEMÓN Padre, estoy con usted.
CREONTE Te luciste defendiendo la ciudad. Hemón, hijo amado. No sabías que al defenderla del traidor Polínices, defendías tu futuro reino.
HEMÓN ¿Mi reino, dice usted?
CREONTE Ganaste una ciudad libre sin ser su rey, pero vas a heredarla tarde o temprano.
HEMÓN Serví a la ciudad en su honra no en la mía.
CREONTE Hijo, tú honra y la de ella serán la misma, y es que también voy a hacerme hijo de Hades
como todos tienden a serlo.

Apagón.

 

12
Cielo estrellado. Manto observa las estrellas.

TIRESIAS
Quien se mide con las estrellas, a pesar de ser pequeño, tiene en ellas su reino.
MANTO Quien se mide con estrellas es que no sabe que es pequeño y ni aquí ni en ellas tiene reino.

Solo
(Canta)
Yo contaré cada estrella
para que pueda vivir.
Yo pensaré en cada una
para quedarme con ellas
y con esto decidir
si vivo aquí o en la luna.

Apagón.
 

13
Antígona sobre un promontorio. Agitada.

ANTÍGONA He logrado sepultarte, hermano mío, bajo piedras, bajo escombros, bajo plantas, vasijas, basura, bajo caca.
He logrado sepultarte. Visita la casa negra de nuestros padres.
Ahora baila en los palacios invertidos de Hades. Baila para que yo baile por dentro. No hay leyes de tiranos, sólo rutas de dioses.

Solo
(Canta)
Tumba para él
eso es lo que quiero
Tumba para él
es lo que yo anhelo
Tumba en la que él
despierte sin miedo
Tumba en la que él
duerma sin llorar
Tumba en vez de altar.

Aparece Manto. Levanta una mano con decisión.
MANTO Despiértate, carne, corre a perderte; cumple las leyes de Creonte; salva a tu hermana de acompañarte en la sombra.
El cuerpo bajo Antígona se mueve. La deja caer. El cuerpo se escabulle. Manto lo monta, galopa sobre él y ambos desaparecen. Aparece Hemón que corre a socorrer a Antígona.
HEMÓN Antígona, amiga, hermana.
ANTÍGONA Sólo tengo un hermano que huye de mí aun estando muerto.
Apagón.
 

14
Creonte sentado en una silla vienesa, viste un frac. Manto en una esquina va deshojando una flor. Entra Antígona con la cabeza gacha. Se escucha un pequeño sollozo de Antígona.

CREONTE (Enternecido. Va hacia Antígona) Pobre Antígona ¿por que lloras?
ANTÍGONA Porque fui contra el edicto y sepulté al hermano.
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) ¡Cómo pudo hacerlo!
CREONTE (Molesto) ¿Por qué lo hiciste?
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Los dioses, Antígona, los dioses…
ANTÍGONA (Secándose las lágrimas) Lo mandan los dioses.
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Ah… los dioses sin hablar pesan más que todas las palabras
del rey Creonte.
CREONTE (Furioso) ¿Acaso no valen mis palabras? ¿No valen las leyes del estado más que leyendas y supersticiones?
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Qué son esas leyes al lado de las viejas.
ANTÍGONA Las leyes no escritas, que vienen de lo antiguo, valen más que las palabrotas.
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) ¿El huevo vale más que la gallina?
CREONTE ¡Qué sería de los hombres si mandase sobre ellos el pasado!
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Los dioses serían obedecidos.
ANTÍGONA Los dioses hablarían todavía nuestra lengua.
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Pues ya no la hablan.
CREONTE Tú lo has dicho, no la hablan ya; y no por eso dejamos de hablarnos entre nosotros.
MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Pero el agua baja del cielo y sube hacia el cielo, también.
ANTÍGONA Hablamos gracias a los dioses. Los pájaros, en cambio, requieren del intérprete.
MANTO (Arranca el último pétalo. Aparte) Tal cual las leyes no escritas.

Apagón.
 

15
Creonte y Hemón, uno frente al otro.

CREONTE Muy princesa será Antígona, pero su rama está podrida y el árbol vivirá gracias a otra. Yo soy esa rama de la familia real y ordené a mil voces despojar de la tierra el cuerpo del traidor; dejarlo hacerse comida de pájaros, de roedores, de langostas y los canes carroñeros. (Furioso) ¡Ahora morirá ella y sí será sepultada para que ni aún muerta reencuentre a su perdición!
HEMON

Solo
(Poniéndose de rodillas, canta repetitivamente)
No quiero ser rey sin reina
ni puedo quedarme así.
No quiero reino sin ella
ni puedo oponerme a ti.
No quiero, no puedo no…
Ni puedo, ni quiero, si…

HEMÓN (Siempre de rodillas) Padre, no me hagas rey y déjala vivir a ella.
CREONTE No serás rey por mi venia sino a causa de mi sangre y a causa de mi muerte, según las leyes antiguas que tanto gustan a esa.
HEMÓN Esas mismas que la unen, sin quererlo, al traidor.
CREONTE ¡Ah… tonto que oyes chismes de mujeres y tomas partido como una de ellas!

Se escucha un rumor de voces.

CREONTE ¡Ah! Se acercan mis nuevos hijos. Los jóvenes atletas.

Entran los atletas.

LOS ATLETAS (En un coro magnífico:) ¡Heil! ¡Heil, Creonte, invicto rey de Tebas!
CREONTE Magníficos jóvenes de Tebas que desgastáis las energías del odio en los estadios, que caís rendidos cada día de tanto venceros a vosotros mismos, mientras estáis malgastando lo malo y acumulando lo bueno, ¿qué hacen vuestros decadentes príncipes, incestuosos hijos de Edipo? Se matan entre sí arrastrando con ellos a la ciudad y no contentos, ahora remueven cadáveres por el puro gusto de no parir hijos sino que, como parteras del Hades, nos recuerdan a todos nuestro destino mortal. Esta ha sido la clase de roedores, rapiñas y vinchucas que os ha gobernado, sumiendo a la ciudad en guerras internas, pobreza y pestilencia.
LOS ATLETAS ¡Malditas sean las viejas princesas!
CREONTE ¡Así es! Malditas sean las viejas princesas que más parecen brujas, arpías, erinias.
LOS ATLETAS ¡Viva Creonte, nuestro salvador!
CREONTE No temblarán mis manos.
LOS ATLETAS No temblarán tus manos.
CREONTE Ni mi boca callará.
LOS ATLETAS Ni tu boca callará.
CREONTE Todo lo sabré.
LOS ATLETAS Todo lo sabrás.
CREONTE ¡Diré y haré, haré y diré! ¡Yo dictaré las palabras!
LOS ATLETAS (Se ponen de rodillas) ¡Díctanos la tarea!
CREONTE ¡Callen para que sea el rey!
LOS ATLETAS (Repetidamente) ¡Heil, heil, heil, heil!

Silencio. Hemón mira horrorizado. Apagón.
 

16
Manto y Tiresias.

MANTO (Aparte) Esa Antígona… Su odio es más duro que su amor, por eso manda, sobre el corazón, su mente. Yo soy más débil que mi rabia y mi rabia no alcanza a la diosa.
TIRESIAS Manto, ningún pájaro quiere decirme nada. ¿Estoy sordo?
MANTO (De mala gana) Sordo no estás porque me llamas y me escuchas.
TIRESIAS Mira con tus ojos ¡solamente por hoy! Mira los intestinos de las cosas mismas y dime lo que ves. (Susurrando) Muy bajo, que nadie pueda oírte entre los vivos.
Manto levanta los brazos. Se toma la cabeza con ambas manos.
MANTO (En alta voz) ¿Qué veo, me preguntas? Tú, ciego y vidente que siempre me cubriste los ojos con tu mano de mujer, tal como a ti un día la casta Atenea.
TIRESIAS Shhhhh…
MANTO (En alta voz) Voy a decírtelo ahora. No te quejes cuando lo sepas. (Enciende un fuego y lo escudriña)

Oscuridad negra. Solamente el fuego de Manto. Gritos horribles del coro invisible.

CORO DEL HADES

Coral
Ah, Oh, Ah, Oh, Uh…
Pulpo
Ah, Oh, Ah, Oh, Uh…
Sal.

El Coro del Hades se mantiene cantando durante el siguiente diálogo mientras se proyecta un enorme pulpo en el fondo:

MANTO (Como en trance) Comida que devora a su comensal… eso miran mis ojos. (Asustada) Eclipses de lunas que no existen, incendios que salen del mar para ennegrecer el cielo; lluvias que tatúan la piel con signos calumniosos; árboles que son columnas de serpientes; flores que son ramos de gusanos; jabalíes que se hunden en el mar, delfines que se internan en la selva. Niños cabeza de cabra, cabras cabeza de gato, gatos cabeza de niño, ratas del tamaño de un caballo agreden a viudas y ancianos; monstruos del tamaño de una pulga entran por orejas y comen por dentro la cabeza. Plantas que vuelan y son insectos mortales. Y ahora cielo y mar se ramifican, se hacen una sola telaraña, que de rincón en rincón está por todas partes, como los cortinajes del mundo.
TIRESIAS Ay, eso es, sólo eso y es horror y es el Hades mismo con sus tentáculos pestilentes que sale de su fosa a conquistar lo que es suyo. Los pájaros se han comido a un hijo de Hades y hay guerra sin cuartel entre el cielo y el infierno. Los muertos pertenecen a la tumba. Los vivos, al cielo y a ras de suelo. Los pájaros han enceguecido como yo. Por eso ya no cantan, ya no graznan. Porque gracias a las palabras el humano puede decir las cosas en vez de verlas. Pero ¿qué puede contar el pájaro si ahí mismo no lo ve? Ven más porque no gozan de memoria, todo cada día es nuevo para ellos, y entre tantas noticias conocidas, yo que soy longevo, soy quien separo al pájaro del nido, al pájaro del cielo, y al pájaro del gato.

Apagón.
 

17
Creonte. A su alrededor el coro de los atletas va repitiendo cada una de sus palabras.

CREONTE ¿Quién gobierna al Hades? Su consorte, Perséfone; es ella la que consume sus intestinos. Ella no descansa porque es democracia la diosa de la muerte. Nada la sacia, y mientras nos esmeramos por existir, ella va uno a uno mordiendo todos nuestros frutos, pasando su rastrillo por sobre la escabrosa tierra, sin gritar, sin reír, sin llorar. Los más audaces quieren danzar con ella, creyendo que la distraen, ella hace como que ríe, como que baila, como que se muere. Pero ella jamás baila ninguna danza. La muerte ya gobierna la muerte, nadie puede matarla, pero sí podemos, si queremos, negarle nuestra momentánea fuerza.
LOS ATLETAS ¿Quién gobierna al Hades? Etc…

Entran Manto y Tiresias. Hacen una reverencia.

CREONTE Habla.
TIRESIAS El pueblo favorece a Antígona.

Los atletas ríen.

CREONTE El pueblo siempre aclama la rebelión de sus príncipes. Se siente así presente en los líos del palacio.

Solo con coro
(Canta, casi recitando)
Al pueblo le gusta ver
peleándose a sus señores
No te dejes convencer
por todos esos rumores
que inventan por no parar
la única que no para,
la fiesta de ver pasar
cabezas que él mismo aclama.
LOS ATLETAS
(Canta, repetitivamente)
El pueblo es una patraña, etc.

Los atletas ríen más fuerte.

TIRESIAS Cuando se impide gobernar a la cordura del pueblo, acaba igual gobernando pero locamente, Creonte.
CREONTE Se lo llama cuerdo cuando teme la locura de sus señores. Si el pueblo supiera gobernarse a sí mismo nunca hubiese coronado un rey.
MANTO (Aparte) Tontos, creen saber del coro, pero no saben nada de mí.
TIRESIAS Como tampoco oyó Edipo los avisos... Creonte, vengo a informarte que no habrá augurios para Tebas mientras siga el hijo de Edipo flotando sobre la tierra; mientras siga a la vista del cielo y oculto para Hades.
CREONTE (Furioso) Desvergonzado charlatán, mezcla de macho y de hembra, decide tu cuerpo antes de clamar por los ajenos.
LOS ATLETAS ¡Heil, heil, heil, heil!
TIRESIAS Los pájaros ya no me cantan.

Los atletas ríen burlescos.

LOS ATLETAS Los pájaros ya no le cantan.
CREONTE No vengas a interceder por la carroña famosa. Por el pobre no dices nada.
TIRESIAS Los reyes no son ricos.
CREONTE Son pobres con importancia.
TIRESIAS Más importancia tiene el futuro. Los pájaros ya no me cantan.
CREONTE ¡Nadie te cantará más. entérate de una vez, te lo dice un rey! Hemos descubierto los números; sabemos ahora de memoria lo que tú oyes a los animales. Nuestros ojos están abiertos. Los tuyos cerrados, hueros.
TIRESIAS Ten mucho cuidado, Creonte, con todo aquello que vas dejando atrás.
CREONTE (Con burla y repugnancia) El hombre es un insecto, la mujer es una araña. ¿Que eres tú? Acláralo. ¿Acaso una cuncuna?
TIRESIAS Eres sabio, Creonte. Sí, soy una cuncuna. Una cuncuna que ha sido mariposa muchas veces, mucho antes que tú rompieras el huevo del que saliste como un polluelo… mojado.

Salen Tiresias y Manto. Regresa Manto. Hace otra reverencia.

Solo
(Aparte, canta)
Es hora de hacerme famosa
diciéndole todas las cosas
al tonto que las quiere oír.
Es el momento para mí
larguísimamente esperado
en que suplo al viejo tan raro
¡que no me dejaba vivir!

DANTE (Al público) ¡Ahí la tienen en gloria y majestad! ¡Juventud, divino tesoro!
VIRGILIO (A Dante) Calla. No vayas intervenir.
DANTE (A Virgilio) ¿Intervenir yo? ¿En este manicomio? Con Florencia para mí fue bastante. Fui desterrado, calumniado, juzgado y condenado en en ausencia, quemado en efigie…
VIRGILIO (A Dante) ¡Silencio!
MANTO (A Creonte) Excelencia, los pájaros han sido callados a su nombre, por mí. Silbaban a mi padre contra el nuevo gobierno. (Hace una reverencia).
CREONTE (A Manto) Poco a poco se nos someterán todos los animales, todas las plantas, todas las piedras
LOS ATLETAS ¡Todo, todo, todo!
MANTO Pero Antígona anduvo comandando a los animales de buenos olfatos para hacerse del cadáver. Hasta que el olor confundió todo… Ella lo sepultó bajo basura. Y así cumplió mandamientos derogados. Yo animé el cuerpo con hechizos y lo envié al fondo de mar donde Hades no tiene reino ni puede llegar Antígona.
CREONTE Eres ingeniosa: pusiste al océano entre el cielo y el subsuelo. Hiciste bien, hechicera. ¿Cómo puedo recompensarte?
MANTO Dame…
CREONTE ¿Dame…?
MANTO (Rápido) Dame a tu hijo por señor.
CREONTE Ya eres su sierva.
MANTO No. Como su reina.
CREONTE (Ríe) Él será rey y tú eres…
Interrupción. Clama desde lo alto. Creonte y Manto lo observan. Mientras grita Tiresias, el viento se hace más intenso. Manto saca un cigarrillo, Creonte le da fuego de un encendedor. Manto fuma.
TIRESIAS ¡Quien advierte hace suficiente! ¡El futuro es sólo un consejo! ¡Los brujos quieren cambiar el curso antiguo de las aguas! ¡Los videntes anunciamos los cursos y morir de sed prefieren a mojarse en aguas negras! ¡Soltad las agujas! ¡Soltad las palas! ¡Soltad los martillos! ¡Dejad de beber el agua! El destino se está muriendo. ¡Los brujos están dibujando como niños sobre las piedras!
MANTO (Refiriéndose a Tiresias, mientras menea la cabeza) Qué viejo más absurdo. Pobre de mí, teniendo a este loco por sola compañía.

Apagón. Manto queda sola.
 

18
MANTO Hasta hoy los videntes hemos predicho el destino pero no hemos sabido transgredirlo poniéndolo al servicio del amor como los elixires de las brujas. ¿Para qué saber si no se puede hacer? Y ¿para qué hacer si no se puede rehacer? Sabré para rehacerme y me acompañaré por luz que me muestre al sol en un día de sol.

CORO HADES ¡Ah, oh, ah, oh, uh!

Reaparece Tiresias.
TIRESIAS (A Manto, tímida y lentamente) Bajo los párpados está la luz, una luz que no ven los ojos. A veces la ven en ojos ajenos como si el sol fuese ojo tuerto.
MANTO (Llena de desprecio) Calla, embuste de cuerpo, tu esmero no te define. Tú hablas aludiendo pájaros que se cantan solos a sí mismos y nada dicen a los hombres. Deja de predecir mi ruina que para evitarla me hice piedra como árbol en el torrente. La ratonera no nos salva, el perro la vuelve una trampa porque siempre mete el hocico. No hay tumba segura en el Hades.
A vista o a ceguera de mujeres, todo acaba por pudrirse, solo el amor es una tregua.
TIRESIAS ¿Adónde vas, Manto? ¿Qué amor es ese?
MANTO Eso respóndetelo, vidente.

Apagón.

21
Hemón y Antígona. Un mar al fondo.

ANTÍGONA Soy puro amor. El amor os hará invisibles.
HEMÓN Tu amor al perverso hermano te ha hecho ingratamente visible a ojos de mi padre. “Que sea lanzada al agua pronfunda, que en ella procure apagar el odio para siempre”, ha dicho de ti Creonte.
ANTÍGONA ¿Dijiste que en el fondo del mar?
HEMÓN Sí, mi padre ha cedido sin ceder. Lo ha sepultado bajo las aguas, pero tú no irás allí si yo no voy contigo.
ANTÍGONA (Altiva) Cielo y mar son océanos que cruzan aves y peces. En lo profundo del mar, donde no llega luz de Febo, cada monstruo consigo arrastra una sombra tan oscura como él y como el día. Sólo en el inframundo de Hades la sombra logra levitar, logra danzar y volar en los palacios inversos.
Corre a hundirse en el mar. Hemón va tras ella. Manto lo intercepta.
MANTO ¡Príncipe Hemón!
HEMÓN (Empuja a Manto y sale tras Antígona) ¡Déjame!
MANTO (Alza los brazos) ¡Cronos déjate!
Cesa el viento. Se detiene el tiempo. Queda Antígona detenida al fondo. Manto se dirige a Hemón que también se mantiene inmóvil.
MANTO (Tiembla como conteniendo ella misma el transcurso del tiempo. Le habla al oído) Príncipe Hemón, escúcheme… Aunque sea fuera de Cronos. Anduve con la cabeza gacha oyendo a los pájaros vivir. Mi padre me enseñó la posición del lazarillo que con la cabeza así inclinada mira para no tropezar y que, al no tropezar, triunfa entre los vivos que con los años se hacen ciegos y más tontos. Y es que no aprender a cerrar los ojos durante el tiempo de las flores.
Mi corazón es lo que más late; me había dejado morir en paz. Pero un día he visto por mirar al hijo de Creonte; ese joven con sus ojos inmensos abiertos, con su boca pequeña y abierta, con su pecho hundido en su cuerpo.
Iba bajo la visión de Febo Apolo sin ser tan lindo como el dios. Y entonces quise volver a mirar y mirar, mirar, mirar, mirar y tocar, tocar, tocar y tocar y besar, besar, besar, yo, que heredé los oídos del padre y los ojos de una madre que no pudo enseñarme a extirparlos como lo hiciera el rey Edipo.
Todo lo que se rompe (eso que se hace basura) está más cerca de volver a nacer. Pero si se duerme entre los hielos de Hades nunca tendrá vida eterna.
Corren el viento y el tiempo. Manto cae. Hemón la mira primero y sale después tras Antígona. Ambos se hunden en el mar. Se levanta el mar y reaparece la proyección del pulpo.

CORO DEL HADES
(Canta)
¡Oh, ah, uh!

El coro se mantiene cantando hasta el final de la pieza. Entra Creonte, desesperado.

CREONTE ¡Hijo mío, rey futuro! (Cae y se pone de pie con esfuerzo. A Manto) ¡Maldita bruja! Saca el cuerpo del mar donde lo enviaste para complacerme. ¡Es una orden de tu rey!
MANTO Las brujas tenemos un solo rey que pone y depone reyes, Creonte.
Comienzan a reunirse los perros.
MANTO (A los perros) Hermanos míos, con quienes urdí de niña la ruina del sol, otra vez han caído para ustedes las sobras del banquete.
(Aplaude)
¡A comer!
DANTE Estoy tan triste que la muerte no lo es tanto.
VIRGILIO Tu alma está atravesada de espanto. 
DANTE Esto de las mujeres gobernando no me parece tan dulce.
VIRGILIO ¿No te acompaño gracias a tres damas del cielo que me hicieron el encargo?
DANTE Tú eres mi guía, mi señor, mi maestro.
VIRGILIO Más bien soy el tonto de los mandados.
DANTE (Señalando a Manto) Esta es la loba sin nombre que a tanta gente hace miserable. Es la loba que bloquea todos los caminos.
VIRGILIO Ella es Manto, fundadora de Mantua.
DANTE ¿Es acaso una bruja la madre y la abuela de todos los poetas?
VIRGILIO Tú lo has dicho por mí.
DANTE He llorado, y me he desmayado por todos, menos por ti, bruja sin cocción. Te condeno a llevar senos en la espalda y solo mirar el pasado.
VIRGILIO Mira, calla y pasa.
DANTE ¡No lo permitiré!
VIRGILIO Ingenuo hidalgo, el infierno no termina contigo.
DANTE Y porque también mezcló su veneno en el cáliz de la justicia, yo la veré para siempre en esta fosa del inferno.
MANTO (Ríe, a Dante) Eso, deja tu huella en el infierno, hijo mío. (A Dante y a Virgilio) Ustedes, poetas, no son más que brujos que perdieron los poderes. Sus poesías son inútiles conjuros que no sirven ni para acompañar una cuna vacía. Sois los decadentes nietos de la bruja Manto. ¡Postraos ante mí!
(Al público) Y vosotros, esclavos mimados de los amos, atreveos a hacer todos los males transformadores del mundo.
Yo Manto rompo el infierno y libero a todos los muertos que los dioses olvidaron. Que no haya ni alto ni bajo ni bello ni feo. ¡Que todo se revuelque en su propia mierda!
Canto simultáneo de miles de pájaros. Se apura el viento. Aparece Tiresias transformado en hada blanca. Su presencia detiene a los perros que ahora gimen.

CORO DEL HADES
(Canta)
¡Tiresias!

TIRESIAS-HADA (Como si flotara) Me has obligado a volver a mi forma de hada hechicera, porque, Manto, te has hecho bruja.
Tonta. Por huir del solo saber, y buscar tantos quehaceres, el destino ha tenido que servirse de tu suerte.
El rey no debe morir.
El rey debe desvivirse. Creonte debe saber. Porque, si muere, se levantará como nuevo.
Y tardará tanto, otra vez, el día en hacerse día.
Gime Creonte. Cae a los pies de Tiresias-hada.
CREONTE (Gatea. Se cubre la cara con las manos) No soporto el sol. Entra por mis ojos y quema mi mente. Quiero dormir, no saber del trono ni de vivos ni muertos.
Ahora entiendo a Edipo.
El hijo que era mi vida eterna, sin nadar flota, por mi empeño en hacerme obedecer. Mi reina Eurídice no flota, pero cuelga de una viga tal cual Yocasta, mi pobre hermana.
Busco la puerta del Hades, donde no llegan el sol ni la luna, pero Hades me rechaza, me cuelga al cuello el peso del cielo y la luz.
TIRESIAS-HADA Lo que la inteligente paz divide la guerrera necesidad lo reúne.
¡Ninguna conmoción en el orden de los vagabundos!
Dejémoslo enloquecer, lentamente, bajar a la vida de bestia, como Nabuco en Babilonia, para que se haga cuerdo, cuerdo como un pájaro muerto, pues los ángeles son tan viejos como Dios, y la locura es el primer planeta de la cordura.

Pájaros en vuelo, en todas direcciones. El sol se expande como una supernova.
Suena el teléfono.

MANTO (Corre a contestar) Padre, ¡ahora sí llaman de verdad!
TIRESIAS (Le quita el auricular de las manos y cuelga) No saldrás hasta que llegue tu madre.

Apagón final.

FIN DE LA BRUJA MANTO

***

 



 

 

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La bruja Manto.
Libreto de opera.
Joaquín Trujillo Silva