Proyecto Patrimonio - 2019 | index   |  Joaquín Trujillo Silva     |  Autores |
        
          
          
          
          
          
        
         
        
        
        
        La
        bruja
        Manto
        *
                  Libreto de opera
         
          JTS
          
          
          
        
          
            
            .. .. .. .. .. 
        
PERSONAJES
        Tiresias, viejo  ciego vidente transexual (bajo);  luego Tiresias-hada (mezzo).
          Interpretado primero por un  actor masculino y luego por una actriz, lleva primero la túnica como de un  monje. Sus ojos son blancos, cuando se enoja son negros. Su barba es gris,  larga y frondosa. Enredaderas cubren su atuendo y le coronan la cabeza entre  cuyo cabello blanco asoman pequeños pájaros como si su cabeza fuese un nido.  Después será un hada celeste, con alas de mariposa nocturna.
        Manto, su hija, una vidente, una bruja (soprano). Viste una túnica de sirvienta. Es delgada y muy pálida. Sus cabellos  desgreñados parecen las púas de un erizo. 
        Creonte, rey de Tebas (barítono). Hombre gordo, pequeño y de rostro  rasurado. A veces viste de armiño, de frac, otras veces uniforme militar  cargado de condecoraciones en el pecho. Cuando no lleva corona, lleva casco  prusiano. Casi siempre una capa.
        Antígona, su sobrina rebelde (soprano). Primero en  traje de baño, después en bata. Otras con la túnica de las griegas arcaicas.
        Hemón, novio de ella e hijo de Creonte (tenor). Atlético. Primero en traje de baño,  después con uniforme militar y buzo de gimnasio.
        Ismena, hermana de Antígona (soprano ligera). Es  rubia, ligera de ropa. Sus piernas son muy notorias.
        Eurídice, reina de Tebas, mujer de Creonte y madre de Hemón (contralto). Es un ama de casa. Lleva  un delantal de cocina. Sus ojos son como dos pétalos marchitos, pero siempre  sonríe.
        Dante, poeta (actor). Viste como Dante.
        Virgilio, su guía (actor). Viste como Virgilio.
        Guardaespaldas,  doncellas, atletas, coro del Hades.
        
        1
          Sobre un  puente colgante en altura, Virgilio acompañado de Dante Alighieri.
        DANTE (Al público, con un acento ligeramente  italiano) Medio milenio antes que Cesar y Cristo rehicieran el mundo,
          Sófocles escribió la historia de una princesa aún  más antigua,
          una que se hizo criminal y santa por darle sepulcro  a un maldito.
          Mucho después, en tiempos de Cesar y Cristo, Séneca  reescribió
          la historia de Edipo, el padre de esa princesa  amiga de su padre.
          Esta vez hubo un nuevo personaje: Manto, la hija de  Tiresias,
          el adivino que advirtió y al que nadie rico  escuchó.
          Esa otra hija fue una bruja. Esta historia es sobre  esa bruja.
          a quien visité en el círculo infernal de los  impostores.
          Por distintos motivos, todos estos personajes
          yacen condenados al Infierno, el antro sin  esperanza.
          
  VIRGILIO (Con voz cavernosa y monótona, señalando al  público) Cuántas veces te he dicho, Dante, discípulo mío, que no debes  hablar a las sombras del Infierno sin mi permiso. Ellas ya no creen en  nosotros. Solo creen en sus celulares. Que suenan ahora y callan para siempre.
        Junto a la  fanfarria inicial de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, se escucha un in crescendo de miles de celulares  a la vez, operadoras de buzones de voz, notificaciones de redes sociales,  correo electrónico, etc.
          
  DANTE (Tras extinguirse la fanfarria) Virgilio, la comedia se acabó. ¡Silencio!
        Desaparecen  Dante y Virgilio.
          Un viento  seco y persistente, cuya intensidad varía. De vez en cuando se escucha repicar  un teléfono. Además, metralletas, cañonazos y bombas.
        2
          Luz intensa.  Un quitasol. Antígona y Hemón, en trajes de baño, están recostados sobre camas  de playa. A lo lejos, Manto callada con una bandejilla en las manos. Dante y  Virgilio en una esquina.
          
          DANTE ¿Son ellos,  maestro?
          VIRGILIO Ellos son  Antígona y Hemón, jóvenes patricios de Tebas, primos y novios a la vez, que se  divierten mientras sus parientes cercanos se matan entre sí.
          ANTÍGONA (Se palpa el cuello) Ninguna gota de  agua moja los campos, pero el sol con feroz calor nos embellece.
          HEMÓN Cuando acabe  la guerra civil quiero casarme contigo, princesa Antígona, prima y sobrina mía.
          ANTÍGONA Pero la  guerra nunca acabará, príncipe Hemón, primo por madre 
          y tío-paterno mío.
  HEMÓN Quizás un  día en que todos duerman.
  ANTÍGONA Una noche,  querrás decir.
  HEMÓN Una noche  con los invitados que hayan vencido el sueño.
  ANTÍGONA Que hayan  entrado en nuestro sueño.
        
          Dúo
            HEMÓN
            Quedarme en vela contigo
            es lo que quiero lograr,
            para podernos amar
            como hacen los vecinos
            cuando ya nadie los ve,
            y no queda un solo tres
            que haga pensar en hijos. 
                ANTÍGONA 
            Duérmete, niño, duérmete ya.
                HEMÓN 
            Tan solos tú y yo, te digo,
            así es como quiero estar,
            que no haya otro niño más
            que beba el sol en tu ombligo.
                ANTÍGONA 
            Duérmete, niño, duérmete ya.
        
        ANTÍGONA (Como si de pronto se alegrara) Entonces no  hay para qué esperar el fin de la guerra. El sueño siempre la detiene.
          HEMÓN No, el sueño  alarga la guerra.
          (Indica a  Manto con la mirada) ¿Quién es ella?
          ANTÍGONA (Alarga el cuello con desgano. Observa a  Manto con una sonrisa compasiva) ¿Ella? ¿De quién hablas?
          HEMÓN Esa, la que  nos mira.
          ANTÍGONA ¿No es la  servidumbre? (Yergue la cabeza. Duda)
          Parece que es… 
              DANTE (A Virgilio) Manto, ¿no es verdad?
              VIRGILIO (A Dante) La bruja Manto. Mírala y  calla.
              ANTÍGONA (A Hemón) ¿No es la hija de Tiresias, el  vidente?
              HEMÓN Ah, claro…  sí, déjala, es la servidumbre.
        
          Solo
            MANTO
            Una hija, dos hijas, tres hijas
            Cuatro hijas, cinco hijas, seis hijas
            Siete hijas, ocho hijas, nueve hijas
            Diez hijas, cien hijas, mil hijas
            todas vírgenes como esta hija.
        
        Apagón.
        
          3
          Cantos,  graznidos y gorjeos de pájaros (ruiseñores, loicas, perdices, cuervos,  espátulas, canarios, codornices, taguas, jilgueros, tordos, chincoles,  cernícalos, palomas, etc.) que poco a poco se van apagando. El ciego Tiresias  lleva una rama de árbol como bastón (sobre la que está posado un pájaro, tal  vez una perdiz), pero deambula afirmándose al hombro de Manto, su hija.
          
          TIRESIAS Mis ojos  están cerrados porque vi a casta Atenea bañarse como una ninfa en soledad de  mil años.
          DANTE (A Virgilio, por lo bajo) ¿Y este?
          VIRGILIO (A Dante) Tiresias.
          DANTE (A Virgilio) ¿El que…?
          VIRGILIO (A Dante) Silencio. Escuchemos.
          TIRESIAS (Continuando) …Y mis oídos abiertos a  los pájaros están porque Atenea no pudo devolverme la vista pese a los ruegos  de mi madre. Los dioses han buscado en mí a un juez que dirima entre sus  combates de viento, calor, tormenta, diluvio. A disgusto de mis fallos me han  hecho mujer a veces; otras me han hecho un hombre, pero siempre un hombre viejo  que apenas puede contra otros hombres.
          DANTE (A Virgilio) Ahora entiendo.
          TIRESIAS (Continuando) Eso es lo que recuerdo  pues mientras envejecía el joven, se hacía joven la mujer. A fin de mantener un  juez vivo, que por vivo, recuerde tantos sucesos, los dioses me han hecho  longevo. He oído desplomarse reyes y templos, abrirse ríos, roerse ciudades,  hacerse abuelos de abuelos a los hijos de los hijos de los hijos.
          DANTE (A Virgilio) Qué crueldad más infernal  tener que saberle a los nobles las genealogías en vivo.
          VIRGILIO (Sin perder la seriedad, a Dante) Escuchemos, pequeño escribiente florentino.
          TIRESIAS (Continuando) Ningún imprevisto ha  habido pues los pájaros me anuncian lo que, en vuelo, ven venir a lo lejos.
          DANTE (Aparte) Ya me temía que los pájaros eran espías.
          MANTO (Aparte) Oh, ah… cuántas veces me ha tocado  soportar este mismo cuento.
        
          Solo
            (Canta,  aparte)
            Cuenta el cuento una vez más
            para quedarme dormida
            y no me despierte el par
            de tiernos primos en la esquina
            que se besan por llamar
            el amor de la que mira.
        
        TIRESIAS (Mientras Manto hace como que  bosteza) A la hora en que los perros recuerdan que fueron lobos, yo escucho  al búho decir cuánto el hombre ya no sabe por causa de su humano amor. No  aprendiste de mí este don, Manto, más bien te fue regalado para defender tu  mente de mi mente, que a veces se hace poderosa. Para que pudieras doler como  un algodón que se hincha entre las espinas que lo engendran. Y entre nosotros  dos, hija, los pájaros han cantado mucho más, por lo que no hay mentiras entre  nosotros.
        A lo lejos,  se escuchan las risas de Antígona y Hemón.
        MANTO (Recobrando la gravedad súbitamente) Es  tan raro, madre, que hables ahora como padre sin preferir esa verdad que todas  las aves silban repitiendo sin cesar; es tan frío que bajes del oído a la fosa  de la boca, esa fosa por la que asoma el roedor que los sordos llaman lengua.
          TIRESIAS Hablo para  dar consejo a los reyes que visito y al pueblo que me asedia. Si ellos pudieran  oír los anuncios de los tordos y las loicas otro gallo se tulliría en sus  regazos, pero solo oyen al ratón que tú y yo evitamos con asco.
          MANTO ¿Qué buscas  decirme, padre, que no puedan confiarme los pájaros? Me hablas como si yo fuese  uno más de ellos, cuando ¿no soy yo tu sangre por fuera?
          TIRESIAS Nunca he  dejado de hablarte. Antes los alados lo hicieron más alto.
          MANTO (Enojada) ¿Acaso no ves la  contradicción? 
          TIRESIAS ¿Y tú acaso ves que  podría no haberla? Quien no la ve nunca, no tiene cabeza, y quien nada más ve,  no tiene pies. 
        El pájaro del  bastón emprende el vuelo. Tiresias se retira con aire sonámbulo, como si ya no precisara  la guía de Manto.
        
          Solo
            (Tiresias  canta:)
            Pájaros todos,
            negros y blancos,
            grandes y chicos
            bajos y altos,
            pobres y ricos,
            cuéntenme mucho,
            cuéntenme poco,
            cuéntenme más
            cuéntenme menos
            todo lo lindo
            todo lo feo,
            porque yo como
            esas semillas
            que dan los reyes
            a todos igual.
        
        Sale Tiresias.
          Manto se  permanece sola. Ya casi no se oye el canto de los pájaros, ni sus graznidos, ni  sus gorjeos ni sus piares.
          
          MANTO (Se observa con frenesí las palmas de las manos.  Dibuja en ellas con la intensidad de los ojos) No quiero saber más  lo que debieran saber ellos, que creen saber tanto; no quiero saber más para  serles útil dando la alarma; para salvarlos sin que ellos teman el peligro.  Quiero no saber nada y que por eso se pierdan, serles camino del error… pues no  amamantan de otra forma.
        Entra Creonte  con sus guardaespaldas.
        LOS  GUARDAESPALDAS (En un coro  magnífico:) ¡Abrid paso al absoluto Rey!
          CREONTE (A los guardaespaldas) No temáis por mí,  aquí me hallo entre amigos.
          LOS  GUARDAESPALDAS Los amigos hieren más fuerte.
          CREONTE (A Manto) ¿Dónde está el vidente?
          MANTO (Hace una reverencia maquinal) A su  servicio, alteza…
        Silencio  durante el cual se escucha una gotera. Creonte clava sus ojos en los de Manto,  que no parece entender que él aguarda una respuesta.
        CREONTE El vidente  Tiresias…
          MANTO Anda próximo  al río. 
          CREONTE ¿Qué hace?
          MANTO Busca los  pájaros 
          CREONTE ¿Pájaros?
          MANTO Los que se  le perdieron.
          CREONTE ¿Dónde está?  Demando su consejo.
        Nuevo  silencio. Creonte espera que Manto diga algo, pero ella no dice nada. Con la  cabeza gacha, revisa la palma de su mano izquierda.
          MANTO (Siempre con la cabeza gacha) ¿Un rico  busca consejo de un pobre?
          CREONTE (Ofendido, se repone al momento) Es un mito que  los reyes seamos ricos.
        
          Solo
              (Canta  a sus guardaespaldas)
            Somos reyes porque  somos pobres,
            pobres importantes,  pero pobres.
            Pobres somos que  cuidan su nombre
            como un tesoro que se  cultiva.
            Nunca tendremos otra  guarida
            que esta pobre  pobreza ejemplar.
            Nuestra vida visible  sin par
            es una guardia que  nos abriga.
        
        MANTO (Aparte) Pero que cerdo más  mentiroso. (Levanta la vista. A Creonte) Yo también sé de los tiempos.
          CREONTE (Ríe) ¿Qué sabes tú? ¿A ver?
          MANTO Sé que  seguirás la ley de los dioses y ordenarás honras al bueno y al malo; a  Polínices y a Etéocles, los que debían turnarse en el trono de Edipo; que se  mataron el uno al otro, mas fue uno, y no el otro, el que invadió Tebas, dando  lugar a la guerra civil que detuvisteis en una sola mañana, alteza. (Hace una nueva reverencia).
          CREONTE ¿Qué puede  saber de batallas una hembra?
          MANTO ¿Qué puede  saber de hembras un tonto, un tonto que no sirve para nada más que mandarme?
          LOS  GUARDAESPALDAS (Que rodean a Manto) ¡Una sospechosa justo entre nosotros! ¡Hablas con el rey de Tebas!
          MANTO Rey no por mucho tiempo.
        Creonte  se larga acompañado de sus guardaespaldas. Cuando está a punto de salir,  regresa:
        CREONTE (A Manto) Lagartija negra, ¿qué sabes tú  de mi tiempo? Háblame como el agua o cállate como el hielo.
          MANTO (Ríe, agachando otra  vez la cabeza) Alteza,¿en  verdad quieres verte con mis ojos? 
          LOS  GUARDAESPALDAS ¡Habla!
          MANTO Tal vez.
        
          Dúo con coro
            MANTO
            (Canta  con lentitud)
            Ulí, ulí, olá
            Ulelilolilá
            Lula, lulú, lilo,
            Lalá, lololalo,
            Tilá.
            Los  guardaespaldas dan un paso atrás, mientras susurran. Creonte repite secamente:
            LOS  GUARDAESPALDAS
            (Cantan)
            Oh, oh, oh, oh…
            CREONTE
            (Canta)
            A-di-vi-na,  a-di-vi-na…
          Los  pájaros pían, graznan, gorjean desmesuradamente.
        
        MANTO (Como en trance, lentamente) Sé que el  pulpo Hades no quiere en sus palacios al enemigo del pueblo, a ese que vino  contra la Tebas de siete puertas entreabiertas. A ese que hizo arder fuegos  alrededor de multitudes asfixiadas y que, de no ser por su hermano, hubiese  consolidado la paz de su crimen.
          CREONTE (Muy serio, baja la voz) ¿Y cómo complacer al  pulpo Hades?
          MANTO Hacedte rey  tal cual fue Edipo, sin temer a las esfinges. El cielo está muerto, se desgajó  del Hades. El destino del cielo es quitarle los muertos a la fosa uno por uno.  Confía en que el cielo estará de tu lado… Alteza (Pronunciada reverencia).
        Apagón.
        
          4
          Antígona está  insomne. Se escucha un inmenso cantar de pájaros mañaneros que poco a poco se  va apagando. 
          ANTÍGONA Me dan tanta risa esos seres alados que, en el alba, dicen y dicen algo que no sé… no sé si sea que olvidan y cada mañana creen y  proclaman nacer; o sea que recuerdan un poco, solo un poquinto nada más, y por la mañana comentan que la noche no era el fin de los tiempos.  Vienen así hace tanto tiempo, desde antes que humano oído pudiera el sueño  arrancársele de entre las sábanas; desde mil años antes que el hombre se  levantase con ellos y desayunase bajo el padre Zeus, en compañía del coro.
          Y bueno, se van callando  bajo la luz que proclaman.
        Entran las doncellas de Antígona. Descorren las corinas. Se hace la luz.
        
          Solo con coro
            LAS DONCELLAS
            (Entran cantando)
            El mundo es de día
            De noche en tu pieza
            Despierta, princesa.
            Es tarde, mañana…
            ANTÍGONA (Sin levantarse de la cama. Se abraza a la almohada)
            Que el día me despierte  con un sueño.
        
        Entra Manto. 
          MANTO (Con un conjuro) Duérmanse, aves  mañaneras.
        Todas las  doncellas se desploman dormidas. Apagón.
          Cuando  vueleve la luz, Antígona en camisón de dormir está sentada. Manto la peina  lentamente mientras, muy de vez en vez, se lo humedece escupiéndoselo.
        ANTÍGONA ¿Cómo me  decías que te llamabas?
          MANTO (Con una reverencia, mientras la peina) Medusa…
          ANTÍGONA (Ríe como una niña) No… La lengua no me  deja hablar, por eso te lo pregunto.
          MANTO (Con una reverencia, mientras la peina) Manto,  princesa… Manto.
          ANTÍGONA Dime, Manto,  ¿qué dice tu padre?
          MANTO ¿Sobre qué,  princesa?
          ANTÍGONA Sobre que mi  tío Creonte se siente en el trono de Tebas, que ocupó mi padre Edipo.
          MANTO (Hace otra reverencia y continúa peinándola) No dice  nada.
          ANTÍGONA ¿No tiene  nada qué decir?
          MANTO Las aves no  le dicen nada.
          ANTÍGONA ¿Y no hay  otra magia que pueda hacerlas cantar?
          MANTO Él no es un  mago, es un vidente.
          ANTÍGONA ¿No es lo  mismo?
          MANTO Son tan  distintos como la noche lo es del día.
          ANTÍGONA ¿Y eso por  qué?
          MANTO (Siempre peinándola) Los pájaros le  hablan en la puerta de la oreja, pero él no invoca a los pájaros.
          ANTÍGONA ¿Y por qué  los pájaros ya no le hablan?
          Silencio.
          ANTÍGONA Los pájaros  cantan con facilidad. A veces me despiertan sus conversaciones de madrugada.
          MANTO (Al oído de Antígona) Porque comieron del  cadáver.
          ANTÍGONA ¿Un cadáver?  ¿Cuál cadáver?
          Silencio  largo.
          MANTO (Susurrándole al oído) El de su hermano,  princesa, el príncipe Polinices.
          ANTÍGONA (Sobresaltada) ¿Qué dices? Habla  más.
          MANTO Hablo poco y  hoy he hablado demás.
          ANTÍGONA (Como dando una orden) Para mí no es  suficiente.
          MANTO Quedará sin  sepultura. Son las órdenes de su tío.
          ANTÍGONA (Llora) ¡Ay Edipo, padre! ¡Ay Yocasta,  madre! ¡Afrodita me gesta en su vientre! ¡Su flecha hizo de mí una isla! Soy  una tonta del amor.
          MANTO El amor es  para las siervas pues poco tienen que perder.
          Entra  Immanuel Kant quien se desliza en cámara lenta. Diálogos simultáneos de  Antígona y Manto, por un lado, y Dante y Virgilio, por el otro. 
          ANTÍGONA (A Manto) Y Tiresias, tu padre, Manto,  ¿no puede aconsejarlo bien?
          MANTO (A Antígona) Sus consejos provienen de  los pájaros, pero los pájaros están callados, princesa. Solamente el gallo  cacarea todas las mañanas para todos por igual, princesa, y no sólo por  despertar a mi padre.
          Entra  Immanuel Kant que pasa caminando por la mitad de la escena.
          DANTE (A Virgilio) ¿Y ese caballero quién es?
          VIRGILIO (A Dante) Es el gran filósofo de la  oscura Germania Immanuel Kant, que hace su paseo matutino.
          ANTÍGONA (Manto) Debe ser un malagüero.
          DANTE (A Virgilio) ¿Y tiene que cruzarse por  en medio del escenario?
          VIRGILIO (A Dante) Él no cruza por en medio, el  medio es el que se le cruzó a él.
          MANTO (A Antígona) Nada se sabe del silencio.
          DANTE (A Virgilio) Que alguien lo saque a  patadas. Esto no es una columna de Carlos Peña.
          MANTO (Mira de reojo con la cabeza gacha) ¿Y  por qué no se lo dice usted, princesa?
          ANTÍGONA ¿A mi tío  Creonte?
          MANTO (Le escupe el cabello repetidas veces  mientras la peina) ¿Por qué no lo aconseja usted? Entre los miembros de la  casa de Layo podrán entenderse fácilmente…
          ANTÍGONA Ay, qué  dolor. La casa de Layo está dividida por la suerte de Edipo, mi padre, y la de  mis dos hermanos, Polínices y Etéocles, que se mataron él uno al otro. ¿Qué  podría decir yo? Soy mujer y estoy maldita a causa de los varones.
          Silencio  largo.
          MANTO Decir, no sé  qué usted… pero sí... hacer.
        
          Dúo
            Cantan
            ANTÏGONA 
            ¿Decir?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            ¿Qué decir?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            ¿Y por qué?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            ¿Y cómo?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            ¿Y dónde?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            ¿Para qué?
            MANTO
            Hacer.
            ANTÏGONA 
            Yo no sé.
            MANTO
            Hacer.
            LAS DONCELLAS
            (Que  despiertan a un gesto de Manto, repiten)
            El hacer, el hacer, el hacer…
        
        ANTÍGONA ¿Hacer qué?
          MANTO Sepultarlo  usted.
          ANTÍGONA ¿Yo? ¿y con  qué?
          MANTO Con sus  diminutas manos.
          ANTÍGONA ¿En razón de  qué me das ese consejo? ¿Qué sabes de mi destino? Dime cuanto sepas. ¿Heredaste  de tu padre la videncia?
          MANTO De él heredé  el buen consejo; y de mi madre, las artes de hacer prodigios.
          ANTÍGONA ¿Y no moriré  yo también, por complacer a mis hermanos en lo profundo? Soy la novia del  príncipe Hemón, hijo amado del tío Creonte, hermano de mi madre, esa que se  colgó de una viga con los cordones de su enagua al ver que habíase acostado con  su hijo, mi padre Edipo. ¿Tengo algo que hacer en pos de la ciudad y de una  sangre tan negra?
          Silencio. 
          MANTO (Hablando con resolución) Los designios  de los dioses claman que ningún cuerpo muerto viva fuera de los recintos del  Hades. A partir del suelo comienza el cielo que es gobierno de Zeus olímpico.  Devuelva, princesa, a su lugar a los vivos y a los muertos, tal como su padre,  el rey Edipo, supo que su lugar estaba en Colono, en el exilio y en la  abducción por la ventosa tormenta.
          ANTÍGONA ¿Y qué hará  Hemón cuando me vea removiendo la carne y la tierra contra órdenes de su padre?
          MANTO (Bajando su boca hasta el oído de Antígona)
          Hará ceder a su padre Creonte en favor de la  princesa Antígona; porque usted será algún día la reina con la venia de Zeus y  de Hades.
        Apagón.
           
        5
          Luces.  Creonte con traje de armiño. En la punta de su báculo la cabeza de una oveja.
          Con  estruendos, el coro del pueblo murmura, lo aplaude, lo ovaciona. 
          
          CREONTE ¡Terrorista  que detonó bombas entre inocentes de acto y pensamiento, para disponerles el  pensamiento contra la paz de un poder que los dioses han consentido con el cese  de la guerra! ¡Terror castigado en las llamas de su propio incendio mortal!  ¡Que sea él entonces una brasa apagada sin decoro! ¡Que no tenga honor fúnebre  quien nos obligó a honrar antes de tiempo nuestra vida! ¡Y que sí lo tenga  quien defendió con su cuerpo la ciudad; que ese cuerpo sea lavado, ensortijado,  amortajado y hecho descender, con su perdón, a la ciudad más antigua, más  profunda, más remota, más oscura, esa negrísima ciudad que algún día recibirá  al resto del universo! ¡Porque todos los cielos giran en torno a la tierra y la  tierra tiembla porque busca la fosa de Hades!
          LOS  PARTIDARIOS: (Repite) ¡Viva  Creonte!
        Apagón.
        
          6
          Antígona e  Ismena tejen una especie de manta. Sus cabezas están apoyadas la una contra la  otra.
          ANTIGONA Querida  Ismena, ¿viste las noticias?
          ISMENA Algo supe.
          ANTÍGONA ¿Qué,  exactamente?
          ISMENA Vi los  reportajes del verano, las playas atestadas de castillos de arena y agua  salada.
          ANTÍGONA ¿Pero viste  la política?
          ISMENA Sí. El tío  Creonte, inauguró una montaña.
          Silencio. 
          ANTÍGONA ¿Y lo del  Poli?
          ISMENA (Molesta) ¿Qué cosa?
          ANTÍGONA Lo que le  hizo.
          ISMENE (Hace un gesto para que Antígona se calle) Mejor hablar sobre lo que no tiene remedio, mejor no hablar sobre lo  insoportable.
          ANTIGONA …Una  sirvienta leal me contó que el tío Creonte...
          ISMENA (La interrumpe) Veo que puedes  soportarlo.
          ANTÍGONA Enséñame  entonces a soportar la carne, las vísceras y los huesos de nuestro hermano,  esparcidos por las garras, por hocicos y los picos.
          ISMENA ¡Y eso qué  importancia tiene!
          ANTÍGONA Los dioses,  las leyes remotas.
          Silencio.
          ISMENA Son viejas  mitologías que trenzan los brazos no por amor. Piensa en esto, Antígona,  piénsalo bien y tranquilízate: Cada cuerpo tiene una sombra que es una sola luz  del lado del sol. Cuando se extinguen las palabras, los suspiros, el hambre y  la sed, la sombra pasa al Hades y el cuerpo queda aquí
          como una piedra fresca que debe secar Apolo,  llevarse Eolo, u ocultar Gea. Sólo vive la sombra que Hades siempre recibe. En  cuanto a la carne, carne solo es. No es Poli esa bazofia.
          ANTÍGONA (Alzando la voz) ¿Incluso como alimento  de perros y pájaros?
          ISMENA (Susurrando) No vale la pena  gritar y llorar. La carroña es carroña, a la vista o velada. En cuanto a la  sombra, nadie, ni el edicto del tío Creonte puede retenerla aquí, arrancársela  al viejo Hades, aun como alimento de pájaros y perros. Recuerda, tú que amas  los cuentos de niños: No lo pudo el bello Orfeo con todo el Olimpo a su favor,  mientras Eurídice volvía tras él desde los intestinos de Hades, y Orfeo se  volteó a verla, cuando Apolo ya salía a lavarles las caras.
          Silencio.
          ANTÍGONA Ésta que  tejemos será la mortaja del Poli.
          ISMENA Esta será la  manta que abrigue a mi hijo pues hay nuevas vidas en la casa de Layo.
        
          Solo
            ISMENA
            (Canta)
            La vida se ha hecho nueva
            la muerte se ha hecho vieja
            de nada sirve gritar.
          Estamos hechos de muerte
            en parte también de suerte
            solo nos queda bailar.
          Déjate ya de pensar
            de hacer odiosa la fiesta
            que sea lo que Dios quiera.
        
         
        7
          Una mesa con  un mantel. Están sentados Creonte, Hemón y Eurídice. Creonte lleva puesta una  corona, Hemón viste de gimnasta y Eurídice un delantal de cocina.
          EURÍDICE (Espanta las moscas con la mano) Dicen  que han aumentado las moscas.
          HEMÓN (Cómplice) ¿Por qué será?
          EURÍDICE (Con el matamoscas en al aire) Dicen que  han aumentado.
          CREONTE ¿Quién anda  diciendo esas cosas?
          EURÍDICE La gente…
          CREONTE Eso es  cualquier cosa. ¡Nombres!
          HEMÓN Dicen que han  aumentado las moscas porque los dioses están…
          CREONTE (Interrumpe a Hemón) Tonterías, siempre  ha habido moscas. Desde niño las recuerdo posarse en mis brazos, en mi nariz.  Todos hemos aprendido a reír con sus cosquillas.
          EURÍDICE Pero ahora  pican como arañas malas.
          HEMÓN La furia de  los dioses.
          Eurídice con  el matamoscas va espantando a las que se posan junto al plato de Creonte.
          CREONTE ¡Tonterías y  más tonterías! (Como dando un discurso) Cada flor, cada insecto, cada humana sonrisa no existen porque las hayan  acariciado los dioses. Existen a pesar de ellos. Porque los dioses han dejado  hacer a la primera luz y a la primera sombra. Mientras luchen sólo entre sí y  menos a través nuestro, mejor para nosotros que somos la esperanza viva de los  muertos.
          EURÍDICE (Triunfal, blande el matamoscas y ríe) Maté a dos.
        
          Dúo
            Hemón y  Euridice cantan mientras dan golpes en la mesa con los matamoscas. Creonte come  sin desconcentrase.
            HEMÓN
            Mata la mosca, madre.
            EURIDICE
            Tú mata la otra también.
            HEMÓN
            Mosca del plato del rey
            EURIDICE
            Sal o muérete de hambre
            HEMÓN
            Mosca que todo lo sabes
            EURIDICE
            Robate la mala ley.
            HEMÓN
            Todas las mocas del mundo
            EURIDICE
            Tengan o no tengan rumbo.
            HEMÖN
            Hagan al padre que escuche
            EURIDICE
            Con su rumor el embunche
            HEMÓN
            Que vea lo que no ve.
           
        
        8
          Antígona con  una lanza en la mano.
          
          ANTÍGONA El tío  Creonte quiere dejar fermentar como si fuese un alimento la carne de nuestra sangre.  Sangre de dioses que nos han elegido para visitar la tierra, que nos han hecho  de tierra, de lodo, de sangre, de amor y guerra.
          Hermano, es cierto que soy princesa y que no sé  nada de buscar por el olor la muerte como el perro, pero voy a encontrarte para  esconderte en los palacios inversos de Hades; voy a encontrarte aunque seas  hecho cuncunas, osamentas o flores pues la basura es muerte más cerca de la  vida, como lluvia de ser río.
          Para que nadie me vea, seré más tonta, más fea.  Diré no saber nada de leyes ni de reyes; sólo de muertos y de vivos y de polvo  de caminos.
        Apagón.
         
        9
          Manto se  observa en una poza de agua.
          
          MANTO Espejo que  sólo yo veo y que mira de reojo al mundo, dime: quién es la más bella, si yo o  la princesa Antígona. Ella es princesa, es verdad, pero de no haber sido por  mis consejos hubiese permitido
          el ultraje de Hades, a manos de su tío. 
          Tiresias  aparece por la espalda.
          TIRESIAS El espejo no  te dirá nada. Serás tú quien vea por él; y en silencio serás la juez, Manto, de  tu propia causa. Los brujos hacen por los ojos sus artes transformatorias; por  los ojos malogran leche, agua, flor, casa, niño en cuna y el espejo finalmente  les pone los ojos en contra.
          La ceguera me  bendijo: apartó de mí para siempre el agua serena como un gato que es un espejo  no buscado. ¡El espejo ya no me cruza! Pero tú, Manto, ten cuidado de hallarte  en la verdad del mundo como en vanidad de agua quieta.
        Apagón.
         
        10
          Luz intensa.  Enjambres de mosquitos, avispas, ladridos de perros. Entran perros quiltros.  Antígona viene detrás.
          
          ANTÍGONA (Se tapa la nariz) Esta luz y ese olor…  Esas moscas azules… estos perros jadeantes…
          esos pájaros nocturnos… (Va a vomitar pero se contiene. A los perros) Avancen, hermanos de  la mujer,
          el hermano está cerca. Ay… el olor antes guiaba,  pero ahora… tanto olor ya no me guía.
        Apagón.
           
        11
          Hemón (con un  brazo enyesado) y Creonte (ahora con uniforme militar).
          HEMÓN Padre, estoy  con usted.
          CREONTE Te luciste  defendiendo la ciudad. Hemón, hijo amado. No sabías que al defenderla del  traidor Polínices, defendías tu futuro reino.
          HEMÓN ¿Mi reino,  dice usted?
          CREONTE Ganaste una  ciudad libre sin ser su rey, pero vas a heredarla tarde o temprano.
          HEMÓN Serví a la  ciudad en su honra no en la mía.
          CREONTE Hijo, tú  honra y la de ella serán la misma, y es que también voy a hacerme hijo de Hades
          como todos tienden a serlo.
        Apagón.
         
        12
          Cielo  estrellado. Manto observa las estrellas.
          
          TIRESIAS 
          Quien se mide con las estrellas, a pesar de ser  pequeño, tiene en ellas su reino.
          MANTO Quien se  mide con estrellas es que no sabe que es pequeño y ni aquí ni en ellas tiene  reino.
        
          Solo
            (Canta)
            Yo contaré cada estrella
            para que pueda vivir.
            Yo pensaré en cada una
            para quedarme con ellas
            y con esto decidir
            si vivo aquí o en la luna.
        
        Apagón.
           
        13
          Antígona  sobre un promontorio. Agitada.
          
          ANTÍGONA He logrado  sepultarte, hermano mío, bajo piedras, bajo escombros, bajo plantas, vasijas,  basura, bajo caca.
          He logrado sepultarte. Visita la casa negra de  nuestros padres. 
          Ahora baila en los palacios invertidos de Hades.  Baila para que yo baile por dentro. No hay leyes de tiranos, sólo rutas de  dioses.
        
          Solo
            (Canta)
            Tumba para él
            eso es lo que quiero
            Tumba para él
            es lo que yo anhelo
            Tumba en la que él
            despierte sin miedo
            Tumba en la que él
            duerma sin llorar
            Tumba en vez de altar.
        
        Aparece  Manto. Levanta una mano con decisión.
          MANTO Despiértate,  carne, corre a perderte; cumple las leyes de Creonte; salva a tu hermana de  acompañarte en la sombra.
          El cuerpo  bajo Antígona se mueve. La deja caer. El cuerpo se escabulle. Manto lo monta,  galopa sobre él y ambos desaparecen. Aparece Hemón que corre a socorrer a  Antígona.
          HEMÓN Antígona,  amiga, hermana.
          ANTÍGONA Sólo tengo  un hermano que huye de mí aun estando muerto.
          Apagón.
           
        14
          Creonte sentado en una silla vienesa, viste un frac. Manto en una  esquina va deshojando una flor. Entra Antígona con la cabeza gacha. Se escucha  un pequeño sollozo de Antígona.
          
          CREONTE (Enternecido. Va hacia Antígona) Pobre Antígona ¿por  que lloras?
          ANTÍGONA Porque fui  contra el edicto y sepulté al hermano.
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) ¡Cómo pudo  hacerlo!
          CREONTE (Molesto) ¿Por qué lo hiciste?
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Los dioses,  Antígona, los dioses…
          ANTÍGONA (Secándose las lágrimas) Lo mandan los  dioses.
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Ah… los  dioses sin hablar pesan más que todas las palabras
          del rey Creonte.
          CREONTE (Furioso) ¿Acaso no valen mis palabras?  ¿No valen las leyes del estado más que leyendas y supersticiones?
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Qué son esas  leyes al lado de las viejas.
          ANTÍGONA Las leyes no  escritas, que vienen de lo antiguo, valen más que las palabrotas.
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) ¿El huevo  vale más que la gallina?
          CREONTE ¡Qué sería  de los hombres si mandase sobre ellos el pasado!
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Los dioses  serían obedecidos.
          ANTÍGONA Los dioses  hablarían todavía nuestra lengua.
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Pues ya no  la hablan.
          CREONTE Tú lo has  dicho, no la hablan ya; y no por eso dejamos de hablarnos entre nosotros.
          MANTO (Arranca un pétalo. Aparte) Pero el agua  baja del cielo y sube hacia el cielo, también.
          ANTÍGONA Hablamos  gracias a los dioses. Los pájaros, en cambio, requieren del intérprete.
          MANTO (Arranca el último pétalo. Aparte) Tal  cual las leyes no escritas.
        Apagón.
           
        15
          Creonte y  Hemón, uno frente al otro.
          
          CREONTE Muy princesa  será Antígona, pero su rama está podrida y el árbol vivirá gracias a otra. Yo  soy esa rama de la familia real y ordené a mil voces despojar de la tierra el  cuerpo del traidor; dejarlo hacerse comida de pájaros, de roedores, de  langostas y los canes carroñeros. (Furioso) ¡Ahora morirá ella y sí será sepultada para que ni aún muerta  reencuentre a su perdición!
          HEMON
        
          Solo
            (Poniéndose de rodillas, canta repetitivamente)
            No quiero ser rey sin reina
            ni puedo quedarme así.
            No quiero reino sin ella
            ni puedo oponerme a ti.
            No quiero, no puedo no…
            Ni puedo, ni quiero, si…
        
        HEMÓN (Siempre de rodillas) Padre, no me hagas  rey y déjala vivir a ella.
          CREONTE No serás rey  por mi venia sino a causa de mi sangre y a causa de mi muerte, según las leyes  antiguas que tanto gustan a esa.
          HEMÓN Esas mismas  que la unen, sin quererlo, al traidor.
          CREONTE ¡Ah… tonto  que oyes chismes de mujeres y tomas partido como una de ellas!
        Se escucha un  rumor de voces.
        CREONTE ¡Ah! Se  acercan mis nuevos hijos. Los jóvenes atletas.
        Entran los  atletas.
        LOS ATLETAS (En un coro magnífico:) ¡Heil! ¡Heil,  Creonte, invicto rey de Tebas!
          CREONTE Magníficos  jóvenes de Tebas que desgastáis las energías del odio en los estadios, que caís  rendidos cada día de tanto venceros a vosotros mismos, mientras estáis  malgastando lo malo y acumulando lo bueno, ¿qué hacen vuestros decadentes  príncipes, incestuosos hijos de Edipo? Se matan entre sí arrastrando con ellos  a la ciudad y no contentos, ahora remueven cadáveres por el puro gusto de no  parir hijos sino que, como parteras del Hades, nos recuerdan a todos nuestro  destino mortal. Esta ha sido la clase de roedores, rapiñas y vinchucas que os  ha gobernado, sumiendo a la ciudad en guerras internas, pobreza y pestilencia.
          LOS ATLETAS ¡Malditas  sean las viejas princesas!
          CREONTE ¡Así es!  Malditas sean las viejas princesas que más parecen brujas, arpías, erinias.
          LOS ATLETAS ¡Viva  Creonte, nuestro salvador!
          CREONTE No temblarán  mis manos.
          LOS ATLETAS No temblarán  tus manos.
          CREONTE Ni mi boca  callará.
          LOS ATLETAS Ni tu boca  callará.
          CREONTE Todo lo  sabré.
          LOS ATLETAS Todo lo  sabrás.
          CREONTE ¡Diré y haré,  haré y diré! ¡Yo dictaré las palabras!
          LOS ATLETAS (Se ponen de rodillas) ¡Díctanos la tarea!
          CREONTE ¡Callen para  que sea el rey!
          LOS ATLETAS (Repetidamente) ¡Heil, heil, heil, heil!
        Silencio.  Hemón mira horrorizado. Apagón.
           
        16
          Manto y  Tiresias.
          
          MANTO (Aparte) Esa Antígona… Su odio es más  duro que su amor, por eso manda, sobre el corazón, su mente. Yo soy más débil  que mi rabia y mi rabia no alcanza a la diosa.
          TIRESIAS Manto, ningún  pájaro quiere decirme nada. ¿Estoy sordo?
          MANTO (De mala gana) Sordo no estás porque me  llamas y me escuchas.
          TIRESIAS Mira con tus  ojos ¡solamente por hoy! Mira los intestinos de las cosas mismas y dime lo que  ves. (Susurrando) Muy bajo, que nadie  pueda oírte entre los vivos.
          Manto levanta  los brazos. Se toma la cabeza con ambas manos.
          MANTO (En alta voz) ¿Qué veo, me preguntas?  Tú, ciego y vidente que siempre me cubriste los ojos con tu mano de mujer, tal  como a ti un día la casta Atenea.
          TIRESIAS Shhhhh…
          MANTO (En alta voz) Voy a decírtelo ahora. No  te quejes cuando lo sepas. (Enciende un  fuego y lo escudriña)
        Oscuridad  negra. Solamente el fuego de Manto. Gritos horribles del coro invisible.
        CORO DEL  HADES
        
          Coral
            Ah, Oh, Ah, Oh, Uh…
            Pulpo
            Ah, Oh, Ah, Oh, Uh…
            Sal.
          
        
        El Coro del  Hades se mantiene cantando durante el siguiente diálogo mientras se proyecta un  enorme pulpo en el fondo:
        MANTO (Como en trance) Comida que devora a su  comensal… eso miran mis ojos. (Asustada) Eclipses de lunas que no existen, incendios que salen del mar para ennegrecer  el cielo; lluvias que tatúan la piel con signos calumniosos; árboles que son  columnas de serpientes; flores que son ramos de gusanos; jabalíes que se hunden  en el mar, delfines que se internan en la selva. Niños cabeza de cabra, cabras  cabeza de gato, gatos cabeza de niño, ratas del tamaño de un caballo agreden a  viudas y ancianos; monstruos del tamaño de una pulga entran por orejas y comen  por dentro la cabeza. Plantas que vuelan y son insectos mortales. Y ahora cielo  y mar se ramifican, se hacen una sola telaraña, que de rincón en rincón está  por todas partes, como los cortinajes del mundo.
          TIRESIAS Ay, eso es,  sólo eso y es horror y es el Hades mismo con sus tentáculos pestilentes que  sale de su fosa a conquistar lo que es suyo. Los pájaros se han comido a un  hijo de Hades y hay guerra sin cuartel entre el cielo y el infierno. Los  muertos pertenecen a la tumba. Los vivos, al cielo y a ras de suelo. Los  pájaros han enceguecido como yo. Por eso ya no cantan, ya no graznan. Porque  gracias a las palabras el humano puede decir las cosas en vez de verlas. Pero  ¿qué puede contar el pájaro si ahí mismo no lo ve? Ven más porque no gozan de  memoria, todo cada día es nuevo para ellos, y entre tantas noticias conocidas,  yo que soy longevo, soy quien separo al pájaro del nido, al pájaro del cielo, y  al pájaro del gato.
        Apagón.
           
        17
          Creonte. A su  alrededor el coro de los atletas va repitiendo cada una de sus palabras.
          
          CREONTE ¿Quién gobierna al  Hades? Su consorte, Perséfone; es ella la que consume sus intestinos. Ella no  descansa porque es democracia la diosa de la muerte. Nada la sacia, y mientras  nos esmeramos por existir, ella va uno a uno mordiendo todos nuestros frutos,  pasando su rastrillo por sobre la escabrosa tierra, sin gritar, sin reír, sin  llorar. Los más audaces quieren danzar con ella, creyendo que la distraen, ella  hace como que ríe, como que baila, como que se muere. Pero ella jamás baila  ninguna danza. La muerte ya gobierna la muerte, nadie puede matarla, pero sí  podemos, si queremos, negarle nuestra momentánea fuerza.
          LOS ATLETAS ¿Quién gobierna al  Hades? Etc… 
        Entran Manto  y Tiresias. Hacen una reverencia.
          
          CREONTE Habla.
          TIRESIAS El pueblo  favorece a Antígona.
        Los atletas  ríen.
        CREONTE El pueblo  siempre aclama la rebelión de sus príncipes. Se siente así presente en los líos  del palacio.
        
          Solo con coro
            (Canta, casi recitando)
            Al pueblo le gusta ver
            peleándose a sus señores
            No te dejes convencer
            por todos esos rumores
            que inventan por no parar
            la única que no para,
            la fiesta de ver pasar
            cabezas que él mismo aclama.
            LOS ATLETAS
            (Canta, repetitivamente)
            El pueblo es una patraña, etc.
          
        Los atletas  ríen más fuerte.
        TIRESIAS Cuando se  impide gobernar a la cordura del pueblo, acaba igual gobernando pero locamente,  Creonte.
          CREONTE Se lo llama  cuerdo cuando teme la locura de sus señores. Si el pueblo supiera gobernarse a  sí mismo nunca hubiese coronado un rey.
          MANTO (Aparte) Tontos, creen saber del coro,  pero no saben nada de mí.
          TIRESIAS Como tampoco  oyó Edipo los avisos... Creonte, vengo a informarte que no habrá augurios para  Tebas mientras siga el hijo de Edipo flotando sobre la tierra; mientras siga a  la vista del cielo y oculto para Hades.
          CREONTE (Furioso) Desvergonzado charlatán,  mezcla de macho y de hembra, decide tu cuerpo antes de clamar por los ajenos.
          LOS ATLETAS ¡Heil, heil,  heil, heil!
          TIRESIAS Los pájaros  ya no me cantan.
        Los atletas  ríen burlescos.
        LOS ATLETAS Los pájaros  ya no le cantan.
          CREONTE No vengas a  interceder por la carroña famosa. Por el pobre no dices nada.
          TIRESIAS Los reyes no  son ricos.
          CREONTE Son pobres  con importancia.
          TIRESIAS Más  importancia tiene el futuro. Los pájaros ya no me cantan.
          CREONTE ¡Nadie te  cantará más. entérate de una vez, te lo dice un rey! Hemos descubierto los  números; sabemos ahora de memoria lo que tú oyes a los animales. Nuestros ojos  están abiertos. Los tuyos cerrados, hueros.
          TIRESIAS Ten mucho  cuidado, Creonte, con todo aquello que vas dejando atrás.
          CREONTE (Con burla y repugnancia) El hombre es un insecto, la mujer es una  araña. ¿Que eres tú? Acláralo. ¿Acaso una cuncuna?
          TIRESIAS Eres sabio, Creonte.  Sí, soy una cuncuna. Una cuncuna que ha sido mariposa muchas veces, mucho antes  que tú rompieras el huevo del que saliste como un polluelo… mojado. 
        Salen  Tiresias y Manto. Regresa Manto. Hace otra reverencia.
        
          Solo
            (Aparte,  canta)
            Es hora de hacerme famosa
            diciéndole todas las cosas
            al tonto que las quiere oír.
            Es el momento para mí
            larguísimamente esperado
            en que suplo al viejo tan raro
            ¡que no me dejaba vivir!
        
        DANTE (Al público) ¡Ahí la tienen en gloria y majestad! ¡Juventud, divino tesoro!
          VIRGILIO (A Dante) Calla. No vayas intervenir.
          DANTE (A Virgilio) ¿Intervenir yo? ¿En  este manicomio? Con Florencia para mí fue bastante. Fui desterrado, calumniado,  juzgado y condenado en en ausencia, quemado en efigie…
          VIRGILIO (A Dante) ¡Silencio!
          MANTO (A Creonte) Excelencia, los pájaros han  sido callados a su nombre, por mí. Silbaban a mi padre contra el nuevo gobierno. (Hace una reverencia).
          CREONTE (A Manto) Poco a poco se nos someterán  todos los animales, todas las plantas, todas las piedras
          LOS ATLETAS ¡Todo, todo,  todo!
          MANTO Pero  Antígona anduvo comandando a los animales de buenos olfatos para hacerse del  cadáver. Hasta que el olor confundió todo… Ella lo sepultó bajo basura. Y así  cumplió mandamientos derogados. Yo animé el cuerpo con hechizos y lo envié al  fondo de mar donde Hades no tiene reino ni puede llegar Antígona.
          CREONTE Eres  ingeniosa: pusiste al océano entre el cielo y el subsuelo. Hiciste bien,  hechicera. ¿Cómo puedo recompensarte?
          MANTO Dame…
          CREONTE ¿Dame…?
          MANTO (Rápido) Dame a tu hijo por señor.
          CREONTE Ya eres su  sierva.
          MANTO No. Como su  reina.
          CREONTE (Ríe) Él será rey y tú eres…
          Interrupción.  Clama desde lo alto. Creonte y Manto lo observan. Mientras grita Tiresias, el  viento se hace más intenso. Manto saca un cigarrillo, Creonte le da fuego de un  encendedor. Manto fuma.
          TIRESIAS ¡Quien  advierte hace suficiente! ¡El futuro es sólo un consejo! ¡Los brujos quieren  cambiar el curso antiguo de las aguas! ¡Los videntes anunciamos los cursos y  morir de sed prefieren a mojarse en aguas negras! ¡Soltad las agujas! ¡Soltad  las palas! ¡Soltad los martillos! ¡Dejad de beber el agua! El destino se está  muriendo. ¡Los brujos están dibujando como niños sobre las piedras!
          MANTO (Refiriéndose a Tiresias, mientras menea la  cabeza) Qué viejo más absurdo. Pobre de mí, teniendo a este loco por sola  compañía.
        Apagón. Manto queda  sola.
           
        18
          MANTO Hasta hoy  los videntes hemos predicho el destino pero no hemos sabido transgredirlo  poniéndolo al servicio del amor como los elixires de las brujas. ¿Para qué  saber si no se puede hacer? Y ¿para qué hacer si no se puede rehacer? Sabré  para rehacerme y me acompañaré por luz que me muestre al sol en un día de sol.
        CORO HADES ¡Ah, oh, ah,  oh, uh!
        Reaparece  Tiresias.
          TIRESIAS (A Manto, tímida y lentamente) Bajo los párpados está la luz, una luz que no  ven los ojos. A veces la ven en ojos ajenos como si el sol fuese ojo tuerto.
          MANTO (Llena de desprecio) Calla, embuste de  cuerpo, tu esmero no te define. Tú hablas aludiendo pájaros que se cantan solos  a sí mismos y nada dicen a los hombres. Deja de predecir mi ruina que para  evitarla me hice piedra como árbol en el torrente. La ratonera no nos salva, el  perro la vuelve una trampa porque siempre mete el hocico. No hay tumba segura  en el Hades.
          A vista o a ceguera de mujeres, todo acaba por  pudrirse, solo el amor es una tregua.
          TIRESIAS ¿Adónde vas,  Manto? ¿Qué amor es ese?
          MANTO Eso  respóndetelo, vidente.
          
          Apagón.
        
        21
          Hemón y  Antígona. Un mar al fondo.
          
          ANTÍGONA Soy puro  amor. El amor os hará invisibles.
          HEMÓN Tu amor al  perverso hermano te ha hecho ingratamente visible a ojos de mi padre. “Que sea  lanzada al agua pronfunda, que en ella procure apagar el odio para siempre”, ha  dicho de ti Creonte.
          ANTÍGONA ¿Dijiste que  en el fondo del mar?
          HEMÓN Sí, mi padre  ha cedido sin ceder. Lo ha sepultado bajo las aguas, pero tú no irás allí si yo  no voy contigo.
          ANTÍGONA (Altiva) Cielo y mar son océanos que  cruzan aves y peces. En lo profundo del mar, donde no llega luz de Febo, cada  monstruo consigo arrastra una sombra tan oscura como él y como el día. Sólo en  el inframundo de Hades la sombra logra levitar, logra danzar y volar en los  palacios inversos.
          Corre a  hundirse en el mar. Hemón va tras ella. Manto lo intercepta. 
          MANTO ¡Príncipe  Hemón!
          HEMÓN (Empuja a Manto y sale tras Antígona) ¡Déjame!
          MANTO (Alza los brazos) ¡Cronos déjate!
          Cesa el  viento. Se detiene el tiempo. Queda Antígona detenida al fondo. Manto se dirige  a Hemón que también se mantiene inmóvil.
          MANTO (Tiembla como conteniendo ella misma el  transcurso del tiempo. Le habla al oído) Príncipe Hemón, escúcheme… Aunque  sea fuera de Cronos. Anduve con la cabeza gacha oyendo a los pájaros vivir. Mi  padre me enseñó la posición del lazarillo que con la cabeza así inclinada mira  para no tropezar y que, al no tropezar, triunfa entre los vivos que con los  años se hacen ciegos y más tontos. Y es que no aprender a cerrar los ojos  durante el tiempo de las flores.
          Mi corazón es lo que más late; me había dejado  morir en paz. Pero un día he visto por mirar al hijo de Creonte; ese joven con  sus ojos inmensos abiertos, con su boca pequeña y abierta, con su pecho hundido  en su cuerpo.
          Iba bajo la visión de Febo Apolo sin ser tan lindo  como el dios. Y entonces quise volver a mirar y mirar, mirar, mirar, mirar y  tocar, tocar, tocar y tocar y besar, besar, besar, yo, que heredé los oídos del  padre y los ojos de una madre que no pudo enseñarme a extirparlos como lo  hiciera el rey Edipo.
          Todo lo que se rompe (eso que se hace basura) está  más cerca de volver a nacer. Pero si se duerme entre los hielos de Hades nunca  tendrá vida eterna.
          Corren el  viento y el tiempo. Manto cae. Hemón la mira primero y sale después tras  Antígona. Ambos se hunden en el mar. Se levanta el mar y reaparece la  proyección del pulpo.
        
          CORO DEL  HADES
            (Canta)
            ¡Oh, ah, uh!
        
        El coro se  mantiene cantando hasta el final de la pieza. Entra Creonte, desesperado.
          
          CREONTE ¡Hijo mío,  rey futuro! (Cae y se pone de pie con  esfuerzo. A Manto) ¡Maldita bruja! Saca el cuerpo del mar donde lo enviaste  para complacerme. ¡Es una orden de tu rey!
          MANTO Las brujas  tenemos un solo rey que pone y depone reyes, Creonte.
          Comienzan a  reunirse los perros.
          MANTO (A los perros) Hermanos míos, con  quienes urdí de niña la ruina del sol, otra vez han caído para ustedes las  sobras del banquete.
          (Aplaude)
          ¡A comer!
          DANTE Estoy tan triste que la muerte no lo es tanto.
          VIRGILIO Tu alma está atravesada de espanto. 
          DANTE Esto de las mujeres gobernando no me parece tan dulce. 
          VIRGILIO ¿No te acompaño gracias a tres damas del cielo que me hicieron el  encargo?
          DANTE Tú eres mi guía, mi señor, mi maestro.
          VIRGILIO Más bien soy el tonto de los mandados.
          DANTE (Señalando a Manto) Esta es la loba sin nombre que a tanta gente hace miserable. Es la  loba que bloquea todos los caminos.
          VIRGILIO Ella es Manto, fundadora de Mantua. 
          DANTE ¿Es acaso una bruja la madre y la abuela de todos los poetas?
          VIRGILIO Tú lo has dicho por mí.
          DANTE He llorado, y me he desmayado por todos, menos por ti, bruja sin  cocción. Te condeno a llevar senos en la espalda y solo mirar el pasado.
          VIRGILIO Mira, calla y pasa.
          DANTE ¡No lo  permitiré!
          VIRGILIO Ingenuo  hidalgo, el infierno no termina contigo.
          DANTE Y porque  también mezcló su veneno en el cáliz de la justicia, yo la veré para siempre en  esta fosa del inferno.
          MANTO (Ríe, a Dante) Eso, deja tu huella en el  infierno, hijo mío. (A Dante y a  Virgilio) Ustedes, poetas, no son más que brujos que perdieron los poderes.  Sus poesías son inútiles conjuros que no sirven ni para acompañar una cuna  vacía. Sois los decadentes nietos de la bruja Manto. ¡Postraos ante mí!
          (Al público) Y vosotros,  esclavos mimados de los amos, atreveos a hacer todos los males transformadores  del mundo.
          Yo Manto rompo el infierno y libero a todos los  muertos que los dioses olvidaron. Que no haya ni alto ni bajo ni bello ni feo.  ¡Que todo se revuelque en su propia mierda!
          Canto  simultáneo de miles de pájaros. Se apura el viento. Aparece Tiresias  transformado en hada blanca. Su presencia detiene a los perros que ahora gimen.
        
          CORO DEL  HADES
            (Canta)
            ¡Tiresias!
        
        TIRESIAS-HADA (Como si flotara) Me has obligado a  volver a mi forma de hada hechicera, porque, Manto, te has hecho bruja.
          Tonta. Por huir del solo saber, y buscar tantos  quehaceres, el destino ha tenido que servirse de tu suerte.
          El rey no debe morir.
          El rey debe desvivirse. Creonte debe saber. Porque,  si muere, se levantará como nuevo.
          Y tardará tanto, otra vez, el día en hacerse día.
          Gime Creonte.  Cae a los pies de Tiresias-hada.
          CREONTE (Gatea. Se cubre la cara con las manos) No soporto el sol. Entra por mis ojos y quema mi mente. Quiero dormir, no saber  del trono ni de vivos ni muertos.
          Ahora entiendo a Edipo.
          El hijo que era mi vida eterna, sin nadar flota,  por mi empeño en hacerme obedecer. Mi reina Eurídice no flota, pero cuelga de  una viga tal cual Yocasta, mi pobre hermana.
          Busco la puerta del Hades, donde no llegan el sol  ni la luna, pero Hades me rechaza, me cuelga al cuello el peso del cielo y la  luz.
          TIRESIAS-HADA Lo que la  inteligente paz divide la guerrera necesidad lo reúne.
          ¡Ninguna conmoción en el orden de los vagabundos!
          Dejémoslo enloquecer, lentamente, bajar a la vida  de bestia, como Nabuco en Babilonia, para que se haga cuerdo, cuerdo como un  pájaro muerto, pues los ángeles son tan viejos como Dios, y la locura es el  primer planeta de la cordura.
        Pájaros en  vuelo, en todas direcciones. El sol se expande como una supernova. 
          Suena el  teléfono.
        MANTO (Corre a contestar) Padre, ¡ahora sí  llaman de verdad!
          TIRESIAS (Le quita el auricular de las manos y cuelga) No saldrás  hasta que llegue tu madre.
        Apagón final.
        
        FIN DE LA BRUJA MANTO
        ***