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Ciudad Capital de Emiliano Valenzuela. Cuervos y callejones

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De ese licor inhalamos, la nariz sucia, símbolo de inocencia y de precocidad
juntos para reanudar nuestra lucha en secreto, por no sabíamos no ignorábamos qué causa

E Lihn / La pieza Oscura




Emiliano Valenzuela. Fotógrafo. Publica el 2014 por Editorial Das Kápital el libro Ciudad Capital, un fotolibro vertical, tamaño exposición (15x22cm), fotografía en blanco y negro.

Hablemos primero del gesto editorial: Das Kapital es una editorial que se mueve en el ámbito de los independientes (no definiremos “independientes” en este texto por falta de tiempo, pero por sobre todo, por falta de consenso respecto al tema). La edición independiente en chile, desde el fanzine hasta el libro objeto, ha trabajado sistemática y profundamente en poesía y en narrativa; convirtiéndose, de acuerdo al contexto de precarización cultural en el que se ha visto sometido el país, en el método más asequible de publicación para autores emergentes, e incluso, consagrados. Sin embargo, la edición del fotolibro en su unidad de artefacto visual ha sido poco explorado por estas formas de edición.

Es necesario  hablar de algunos referentes: Las fotografías antologadas en Ediciones Económicas de Fotografía Chilena,   que recopila los trabajos fotográficos de autores como Paz Errázuriz, Luís Weinstein y Mauricio Valenzuela. También podemos nombrar trabajos más contemporáneos como el del libro 80 días, proyecto en el que participaron el poeta Jaime Pinos, el fotógrafo Alexis Díaz y los músicos Carlos Silva y Félix Lecaros; publicado por una alianza entre Alquimia y Siega Ediciones con el sorprendente trabajo de diseño de Estudio Navaja. En términos más actuales podemos ver los fotolibros de ediciones La Visita. Esto por nombrar algunos casos.



Comprendemos entonces que el tema de la fotografía no ha sido explorado por las editoriales independientes, y el gesto que hace Das Kápital al publicar el trabajo de Emiliano Valenzuela es una señal de rumbo, comprendiendo actualmente la imagen como un lenguaje necesario, cada vez más accesible, con el que se está volviendo a nombrar (y ojalá reconstruir, algún día) el espacio en que vivimos.


El libro:

Ciudad Capital, entendiendo este fotolibro como un fragmento de la producción fotográfica de Emiliano Valenzuela, es esa habitación de la película Carretera Perdida de David Lynch donde el doble del personaje principal se encuentra con las proyecciones de las películas porno que filmaban con la femme fatal de la historia. En esta Pieza Oscura se escucha el ritmo de la ciudad, una ciudad que puede ser Santiago o cualquier otra parte del mundo, pero que llamaremos Ciudad Capital, un lugar que se encuentra sumergido en un pozo de agua oscura.



El ojo de Emiliano Valenzuela busca documentar pequeños momentos claves del habitar, a veces siniestro, que tienen los objetos y las personas desperdigadas dentro de una ciudad: una retórica de lo cotidiano, pero en un idioma críptico. Somos capaces de ver estos objetos del mundo que habitamos con la sorpresa de no haber reparado en ellos.

En el lenguaje del libro encontramos un uso fundamental del flash, el contraste alto y la sobreexposición de la luz, una estética que inevitablemente hace referencia a la fotografía forense de accidentes y crímenes. Los personajes, vivos o inanimados, se encuentran sorprendidos bajo un foco de luz incandescente siendo la sorpresa un rasgo definitorio de las criaturas que habitan la Ciudad Capital. Podemos recordar también las primeras películas de terror, el rostro de los monstruos bajo la tormenta o el molino donde muere el doctor Frankestein iluminado por las llamas y los fotogramas de la Caída de la casa Usher en el cine ya más expresionista.

El terror como medio expresivo está presente en la Ciudad Capital, los personajes, anónimos todos, siempre destacan el blanco de sus ojos, rasgo distintivo de aquellos que huyen o que tienen miedo. Incluso aquellos elementos fotografiados, como edificios, autos o detalles del paisaje parecen tener ojos que miran al lector.

La estética de la Náusea.

El ritmo en Ciudad Capital, es el ritmo de Santiago en los días del odio, o de cualquier pueblo  que haya pasado por el odio, una música similar a la banda sonora de la película Birdman de Iñarritu, o la melodía que subyace a la Ciudad de Millán. Este habitar intenso se refleja en la densidad de las fotografías de Valenzuela, las texturas parecen ocupar un espacio enfermo de la imagen, el negro en las siluetas y la intensa insidia de la luz sobre las cosas nos recuerdan Los Cuervos de Masahisa Fukase. Podríamos decir que los personajes de las fotografías de Emiliano Valenzuela: los edificios, las personas, las bolsas de basura, las moscas, son bandadas de cuervos con ojos blancos perdiéndose en la ciudad.

Lo que vemos retratado es el efecto que causa la ciudad sobre sus habitantes. Comprendemos que vivimos en un lugar donde es más fácil imaginar terrores espirituales o metafísicos, podemos fácilmente pensar en desastres ecológicos, en una peste que transforme a las personas (algunas personas) en muertos vivientes, invasiones de extraterrestres, etc. Pero somos incapaces de imaginar el final del capitalismo. Sin embargo, el desastre es, en verdad, económico. Una economía enferma produce heridas en las ciudades, y las ciudades heridas producen marcas en sus habitantes. En su desnudez, Ciudad Capital contrasta cuerpos tatuados, hombres y mujeres desnudos, con edificios expuestos por años a la intemperie, generando una comunión en dónde el dolor, geográfico y físico son compartidos.



Por esto, el mareo es una directriz en la lectura del trabajo de Emiliano Valenzuela; la Náusea, no desde un barroquismo intenso, sino desde la sensación de volumen presente en las fotos. Hay un vértigo intrínseco como si estuviésemos viendo a los personajes de Ciudad Capital desde una gran altura, y al mismo tiempo, por el intenso contraste de luz y negro en el lenguaje del libro, el lector observa la ciudad desde el fondo de un pozo de agua oscura.  Al mirar estas bandadas de cuervos que habitan la Ciudad Capital, nos es inevitable recordar la densidad de los mangas de terror japoneses, también descendientes de un apocalipsis económico, como Uzumakide Junji Ito,

Hyōryū Kyōshitsu de Kazuo Umezu; o sus descendientes occidentales más contemporáneos, como La cosa del Pantano de Alan Moore, que nos han enseñado que el terror está presente en la vida cotidiana.

La esperanza:

La enfermedad y la herida en los personajes de Ciudad Capital, no es terminal. Los cuerpos desnudos de edificios, personas o callejones no se encuentran en un estado de agonía. Están en una constante resistencia.

 

Fotografías: Emiliano Valenzuela; Ciudad Capital;
Editorial Das Kapital, 2014

 

 

 



 


 

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"Ciudad Capital" de Emiliano Valenzuela.
Cuervos y callejones
(Das Kapital, 2014).
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