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Reencuentro con Enrique Lafourcade

Por Francisco Véjar
El Mercurio, 17 de junio de 2012

 

 

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El escritor reparte sus horas entre el collage y la lectura. Este año, República Dominicana le hará un homenaje por su novela "La fiesta del rey Acab".

Enrique Lafourcade se estableció en Coquimbo, junto a su mujer, la artista Rossana Pizarro. El lugar se llama Jardines de Peñuelas. Al franquear la puerta de su casa se divisan plantas y flores, y el jardín se une con la vista al mar. Lafourcade ya no hace vida literaria. Sin embargo, vuelve a lo que siempre amó: la poesía. Con frecuencia relee a Gabriela Mistral; en especial su libro "Tala" (1938). Y sobre la mesa de la terraza tiene lápices de colores y un volumen de "Alicia en el país de las maravillas", de Lewis Carroll, subrayado. En la actualidad, sus inquietudes las materializa en el collage o pintando las fotografías de escritores y poetas, como Alain Fournier o Rimbaud. Y cuando asoma la nostalgia, tararea la melodía de "Según pasan los años", de la película "Casablanca".

Atrás quedaron las tertulias con Luis Oyarzún, Enrique Lihn o Alejandro Jodorowsky. Lafourcade recuerda: "Las tertulias del atardecer eran con cerveza, café con leche, helados, en bares y cafés que se llenaban de estudiantes de terno y corbata, muchos de ellos peinados a la gomina. Mediodías y tardes en el Forestal. Trasnoches en Il Bosco, en el Café Iris. Eran las clases extraordinarias a las que se incorporaban Nicanor Parra, Félix Schwartzman, Eduardo Anguita, Santiago del Campo y el Chico Molina".

Por esos días, Lafourcade publicaba su primera novela, "El libro de Kareen" (1950), inspirada en su hermana Ximena, quien murió a los 17 años. Pero es en 1954 cuando da un vuelco en la literatura nacional al publicar la "Antología del nuevo cuento chileno", libro que dio el acta bautismal a la Generación del Cincuenta y cuyo prólogo se transformó en el primer manifiesto de esa nueva promoción de escritores. La idea era superar el criollismo, con una apertura hacia los grandes problemas contemporáneos. Entre los antologados destacan Claudio Giaconi, Alberto Rubio, José Donoso, Jaime Lazo, Guillermo Blanco, Margarita Aguirre, María Elena Gertner, Armando Cassígoli, Mario Espinosa, Jorge Edwards y Enrique Lihn.

Y antes de terminar la década, en 1959, publica "La fiesta del rey Acab", novela que aborda de manera satírica la figura del dictador Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana. La escribió dos años antes de que Trujillo fuera asesinado. En una entrevista con André Jouffé en 2003, Lafourcade dijo: "Había prisa por publicarlo porque se organizaba un congreso de cancilleres en Santiago al que vino el canciller de Santo Domingo. Trujillo funcionaba todavía con todos sus poderes. Mario Vargas demoró más de 30 años en darse cuenta de esto y no sé por qué motivo le puso 'La fiesta del chivo' si el mío se llama 'La fiesta del rey Acab'. Son coincidencias de temas, de títulos... pero nunca Vargas Llosa se ha referido a mi libro". Fuera de Chile fue considerada una pieza maestra, y se tradujo al alemán, inglés, rumano y francés.

A más de cincuenta años de la aparición de ese libro, el actual embajador de República Dominicana en Chile, Pablo Maríñez, anuncia que "La fiesta del rey Acab" será reeditada por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), cuyo fundador y presidente honorario es el actual Presidente de República Dominicana, Leonel Fernández. "La publicación -dice Maríñez- estará lista el segundo semestre de este año y contará con un prólogo de mi autoría. Además se le rendirá un homenaje a él".

Lafourcade es autor, además, de "Pena de muerte" (1952), "Novela de Navidad" (1965), "En el fondo" (1973), "El gran taimado" (1984), "Mano bendita" (1993) y "El Inesperado" (2004), entre muchas otras obras de ficción. Un caso aparte es "Palomita blanca" (1971), que se convirtió en uno de los mayores best sellers chilenos y contó con una versión cinematográfica, dirigida por Raúl Ruiz en 1973. Sus notables crónicas dominicales publicadas durante décadas en "El Mercurio" también dieron origen a varios volúmenes, como "Inventario I" (1975) y "El pequeño Lafourcade ilustrado" (1985). Y "Animales literarios de Chile" (1981), donde sumerge al lector en el mundo cotidiano y mágico de Enrique Lihn, Eduardo Molina, Vicente Huidobro, María Luisa Bombal y Alejandro Jodorowsky, entre otros. A pesar de haber sido un polemista irredento, Lafourcade pudo tocar la más fina fibra al escribir sobre la muerte de Stella Díaz Varín o de Cecilia Echeverría.

Según su propia confesión, se inició en la escuela de Joaquín Edwards Bello. Gardeliano hasta la médula, durante años animó tertulias literarias en su librería de la Plaza Mulato Gil de Castro. Allí llegaban Antonio Avaria, Roberto Alifano, Miguel de Loyola, Carlos Bolton y Carlos Iturra. Y es cierto, se echa de menos su fino humor y el conocimiento proverbial sobre escritores chilenos y extranjeros.



 

 

 

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Por Francisco Véjar
El Mercurio, 17 de junio de 2012