1.
Nada más leer las líneas iniciales del poema “Nápoles” que abre el libro Delta de Juan Yolin —“Viejos aviones Curtiss C-46A llenos de agujeros despegan de espaldas en un aeródromo de las Bahamas”— me vino a la memoria una obra del colectivo de artistas cubanos Los carpinteros que una vez vi en Buenos Aires, en una galería muy moderna de Puerto Madero. La obra era un aeroplano cuyas alas y fuselaje tenía enterradas numerosas flechas por la parte de abajo. El avión lucía como un animal que había sido cazado por indígenas desde tierra para ser exhibido como una presa mecánica en esa gran sala de vidrios espejados y suelo reluciente. Una suerte de historia natural de la conquista del cielo. O una sociología primitiva de la lucha contra la máquina. En esa intersección, entre el arte contemporáneo, el vuelo primitivo de las flechas y el vuelo moderno de los aviones, el cielo luce como trasfondo de la historia humana.
Etnográficamente hablando, esas tribus aisladas en mitad de la selva pudieron alcanzar el pájaro de metal disparando con sus arcos, apuntando a un animal extraño, un ave ruidosa, dura, incomible. El piloto en la cabina de ese aparato perforado se convirtió, a su vez, en un antropólogo perdido, el último piloto de la modernidad. Podríamos empezar a pensar en una historia invertida que retrocede hacia el triunfo aborigen. La poesía no solo versa: tergiversa. A eso apuestan los poemas de Yolin: una lectura calibradamente tergiversada de la historia.
Juan Yolin
2.
“Nápoles” era el nombre de la hacienda levantada por Pablo Escobar (1949-1993), un reino de mansiones y bestias exóticas repartidas sobre el lomaje verde de Colombia. Entre ahí y Bahamas, la isla del Caribe, el cielo era un puente para avanzar hacia la frontera. Las referencias que ofrece el poema “Nápoles” surcan los cielos de la geografía planetaria para empezar a sobrevolar la globalidad temprana. En ese mundo de hace 40 años, un poderoso cartel viola por el aire las fronteras del Imperio Americano para llevarle el polvo de su perdición. La droga no reconoce fronteras: como el capitalismo. La droga es el capitalismo. El ancho cielo se convierte en un espacio para revertir el poder angloprotestante. Los ángeles de Pablo Escobar y sus vuelos de entrega y reconocimiento atraviesan los sectores más porosos del imperio. Yolin describe como un testigo retroactivo, que también vuela hacia atrás el Cessna de la Administración, la DEA. El brazo de la ley y el de la droga se cruzan en el aire, a mil metros de altura. La poesía permite atrapar ese momento imposible en el firmamento como signo de una época y de una forma de poder.
Si la imagen del poema inicial de Delta ya menciona las armas y provisiones, una partida de aviones, una forma de riesgo para lograr la supervivencia, más adelante, los poemas avanzan biográficamente sobre la violencia a partir de la conquista del cielo. La heroína Margot Duhalde (1920-2018) que vuela cazabombarderos tras las líneas como una dominatrix que ordena sus aparatos de sumisión; las veteranas sin gloria de la guerra de las Malvinas que en su olvido confunden la muerte y la vida extraterrestre o “el sonido de una cabina que se abre” (39) para eyectar al vacío a la amada de Raúl Barón Biza (1899-1964): de pronto el aire se llena de furia y ráfagas de asalto. Yolin rehace la historia desde esas vidas y espectros.
Como primera señal, Delta nos dice que todo se reescribe. Volamos en retroceso. Como en el recordado poema de Gonzalo Millán, las tropas vuelven a sus cuarteles, las balas a sus fusiles. El llamado de esa avioneta asaeteada de Los carpinteros, nos lleva a pensar, entonces, que la lucha contra la máquina voladora, retorna a la pugna original entre nuestra modernidad de pacotilla y nuestras vilipendiadas raíces indígenas. Delta toma altura para leer los momentos desaparecidos del siglo pasado en busca de una justicia poética que termine de aceptar el vacío. Tendremos que volver a escribir la historia como poesía. Volveremos a relatar el mito, a describir “el borde de lo abierto/ o la dimensión de la apertura” (11) para seguir completando los versos que hacen del relato de nuestras conquistas, un logrado compendio de fracasos.
3.
La modernidad se asocia con los aeropuertos y sus pistas de aterrizaje. La soledad de las multitudes en tránsito, el tiempo suspendido por la espera. El cielo abierto desde la torre de control. La pérdida del suelo es lo que nos vuelve ciudadanos del mundo. Delta se escribe desde la elevación de la máquina que nos arranca del lugar para entregarnos a toda la superficie planetaria. Ahí donde ya no cabe la asociación vernácula, nuestro modo de existir cambia.
la oposición entre ver y existir
como algo decisivo (51)
Nuestro modo de ver se expande.
A medida que nos elevamos, vemos abajo, cada vez más pequeño, el barrio, el campo, la plaza donde juegan los niños. Como una hebra en el estanque de arena, la caravana de camellos desciende en hilera una gran duna amarilla. El mundo se presenta como otro órgano, un registro esférico y global, un escenario para el desarrollo del poder capital.
en ninguna parte
ni adentro ni afuera
y al mismo tiempo presente
de un modo extremado
o bien particular (13)
En algún punto, Delta se asoma a la invención del espacio aéreo como una gesta culminatoria del siglo XX. Santos Dumont (1873-1932), el primero en programar un vuelo, y en levantar un aparato volador “por sus propios medios, sin ser impulsado” (73). Leemos en el poema “Anotaciones en un libro de Mishima” (52):
el cielo existe
pero eso no es suficiente
4.
Antes o después de la despresurización de la cabina, tenemos que saber que todos fuimos indígenas y, de alguna manera, lo seguimos siendo.
-Pregunta: ¿cuándo dejamos de ser indígenas?
-Respuesta: cuando nos subimos a un avión y empezamos a volar.
5.
Tras el advenimiento del espacio mundial conquistado por las flotas de aparatos voladores, hemos recuperado la lucha por ser indígenas. La ya mencionada obra de Los carpinteros y el poemario Delta guardan esa complicidad en la violencia del vuelo. El poema inicial de Yolin, con su avance invertido, parte desandando la historia y sobrevuela las ruinas, los momentos tortuosos, las heridas y monumentos que jalonan nuestro progreso tecnológico. Como el Ángel de la historia, que mira la catástrofe que tiene al frente mientras avanza de espaldas al futuro. De pronto, todo puede ser reconstruido, el mundo es un recuerdo por venir. Los indígenas han desaparecido pero están por todas partes. La historia recomienza en “Nápoles”,
todo el cartel está, nuevamente, sano y salvo. (8)
La droga vuelve a su estado vegetal, el polvo se reconvierte en hojas, la tontera regresa a su infancia, nace, es preconcebida, aborta. No existe aún. Se vacía la felicidad.
El trabajo es realizado, en su mayoría, por mujeres indígenas. (9)
Y en ese viaje hacia el futuro de cara al pasado, la imagen edénica recae en las manos de las mujeres que acunan las ramas de los arbustos y hacen dormir con sus cuidados el poder masculino. Seguimos hacia atrás volando en el poema; la idea americana desaparece. El mundo pierde los aviones. El cielo se vuelve inalcanzable. Los pájaros recuperan su espíritu. Nosotros volvemos a ser indígenas.
6.
Si la poesía nos enseña, en este caso, a volver a leer la historia, los versos de Delta se elevan en una crítica invertida de sus logros. Al volver sobre los detalles de la escena histórica, se puede apreciar en su cruel dimensión los errores que nos forman, la relatividad de nuestras causas, la violencia ecológica del heroísmo que nos mueve, la tristeza incógnita que encontramos en nuestras revoluciones. Leer en reversa ayuda a hacer obvio que habría bastado una ligera intervención para que todo hubiese sido distinto. Pero seguramente ahí está el fondo de este libro construido con vidas desaparecidas como las nubes: la belleza no dura, el error tampoco.
7.
En el poema “La bruja de las pampas” aparece la mirada de María Reiche (1903-1998), la vieja antropóloga alemana que cuida como una jardinera paciente las líneas extendidas sobre el desierto del Perú. Por años, la mujer lucha para que volvamos la vista a la tierra desde el cielo. Persuade a la fuerza aérea peruana para que la ayude a realizar un levantamiento fotográfico volando sobre las líneas trazadas en el polvo. A bordo de un bimotor sobrevuela un lagarto, un mono, un laberinto. El resto de su vida será consagrado a salvar este sitio arqueológico, una cartografía astronómica trazada en las pampas desiertas de Nazca:
pasará este cielo como todo
y este pueblo no me deberá nada
salvo este secreto
barrido de las líneas (58)
Con María Reiche, Yolin recupera el testamento astronómico codificado en el suelo por los antiguos; un legado que solo se aprecia desde el aire. Observar el saber milenario rescatado desde un avión ofrece, tal vez, la oportunidad de entender a la inversa la forma de volvernos modernos… retornando a ser indígenas. Sobrevolar la América anterior, descubrir la historia precolonial y hacernos dueños de nuestro origen: entender mejor el cielo y las estrellas que nos cubren en esta parte del mundo. Volver a juntar los versos, levantar la mirada, proferir un suspiro.
el cielo se enceniza y nace de nuevo
bajo una luz distinta
más severa (71)
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Juan Yolin: Ha publicado la muestra Frutos de temporada: poemas en la Región de Valparaíso (2024, Editorial PLO); Ingentrificables (Premio Medalla Colibrí IBBY Chile, 2023, Ediciones Libros del Cardo); Techo Ilimitado (2019, Editorial PLO). Junto a Raúl Zurita, en Ascesis(2015, Ediciones Puro Chile). Sus publicaciones han sido incluidas en las siguientes colecciones: Viñetas de mar y valles: historieta nueva de la Región de Valparaíso (2024, Dibujos que hablan); En otoño: muestra del novísimo ensayo de la región de Valparaíso (2023, Schwob Ediciones); De Manifiesto: expresiones ciudadanas a un año del Estallido Social (2020, Editorial Oso Liebre y Núcleo Milenio Arte Performatividad y Activismo) y Galería Metropolitana 2011-2017 (2017, GALMET). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, portugués y croata.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Delta: indígenas del aire.
"Delta" de Juan Yolin, Ediciones Casa de Barro, diciembre 2024, 86 páginas.
Por Pedro Donoso.