Vladimir Nabokov, en su proceso creativo, enfrentaba la escritura de cada una de sus novelas como se enfrentan los problemas de ajedrez: lúdica y estratégicamente. Asimismo, consideraba que las composiciones ajedrecísticas eran comparables con las composiciones poéticas. En su novela La defensa de Luzhin, Nabokov plantea este vínculo entre ajedrez y arte desde la escena donde el protagonista de esta historia sostiene una conversación con un violinista amigo de su padre, quien frente al tablero afirma: "Las combinaciones son como melodías. ¿Sabe usted?, sencillamente, puedo oír las jugadas". Se trata de una melodía, música extraña que a medida que avanzan las piezas van creando sonoridades que van reflejando la vida cotidiana, los enfrentamientos constantes, la soledad, el enigma de la vida, la creación misma.
El novelista ruso lo plantea así, y Juan Zamudio, poeta arequipeño, consciente de ello, en Continuidad de los alfiles organiza cada poema y elemento de su corpus como piezas de ajedrez cuidadosamente ordenadas y distribuidas en el espacio en blanco, el espacio de la escritura. Como si una historia se entretejiera mientras el tiempo no deja de avanzar ni de escribirse en el lienzo de la ciudad, esa realidad circundante que rodea al poeta y se instala en sus “ojos”, en su “boca”, en su “corazón”, en su pura desnudez, lo avasalla y otras veces lo lleva a afrontar una “defensa” frente a las circunstancias y eventos que le saca al paso la vida.
De hecho, el primer enfrentamiento es con la escritura cotidiana, con la creación y su proceso, ese que no siempre te deja plasmar en el papel esa imagen pura que surge de la pulsión o la ceniza. En “Prontuario”, poema inaugural del libro, la palabra a veces se torna extraña, inconexa, grotesca; el verso a veces se cae tras tanto colgar palabras inútiles en la estructura del poema. Versos van y vienen y es complicado reconocer la imagen pura, original, de la que se modifica ante el ruido exterior e interior del yo poético. En ese juego de vaivenes es donde se instala la premisa de la obra: la vida va y viene y siempre existirán poemas como instantes que se deshacen en el fuego, otros que van a parar al papel y otros tantos que se los lleva el viento hacia otro andén de palabras. Al poeta le queda solo contemplar el espectáculo, al tiempo que no cesa su avance a través de la atmósfera, una “Contemplación del aire” que se complementa en esta primera sección con los poemas “Fetiche”, “Leve retorno”, “Cerco eléctrico”, “Puerto Salaverry” y “Campiña de Moche”. La sublimación de quehaceres cotidianos y situaciones complejas y oscuras cobra protagonismo en esta parte y plasma imágenes que van desde lo sensorial hasta lo nostálgico, remitiéndose a figuras asociadas a espacios y personajes del norte del Perú, con los que estuvo vinculado desde muy joven.
Son los vínculos, los encuentros y desencuentros los que dirigen el paso del poeta a través de su vida, los que en cierta forma la determinan. Estas relaciones son poetizadas en la segunda parte, “Postales de Valerie Solanas”, adoptando un cariz entre ominoso, sarcástico y crítico. Esto último puede notarse más en los poemas “Alas de cera”, “Avenida” y “Serie B”; en el primero, donde es el poeta quien se reconoce a sí mismo como un pelícano desplumado, un Ícaro que se siente vulnerable y frágil ante lo inefable; en “Avenida” la fragilidad se aborda desde la imagen surreal del poeta desnudo con un cartel que dice lo más obvio, aunque no todos puedan percatarse de ello; en “Serie B”, Zamudio dedica directamente el poema a Valerie y lanza al aire las melodías que hacían falta para comprender, quizá, un extremista “Manifiesto SCUM” o su tentativa de asesinato a Warhol en 1968, a manera de macabro descargo. No son pocos los artistas que han hablado de Solanas en su obra (Lou Reed entre los más conocidos); no obstante, Zamudio lo hace no desde el fanatismo, no desde el repudio y el juicio sumario: lo hace desde una sobria posición de fotógrafo, que este caso va captando las nebulosas imágenes necesarias para (con Billy The Kid, Lucho Hernández dixit, incluido) comprender un alma en constante batalla contra el mundo patriarcal.
Finalmente, “Escombros de niebla” cierra el libro con siete poemas que juegan con el yo poético a manera de un espejo, donde este ve reflejados ahora sus recuerdos, las ausencias y la presencia de ese instante inefable que nos espera a todos al término de esta vida. La memoria, lo inefable, Dios y demás cuestiones metafísicas son abordadas aquí para concluir con un rito de purificación donde la palabra se esparce ahora en distintos cuerpos poéticos, a la espera de esa continuidad más allá de la vida. Porque esta nunca se detiene y Zamudio, comprendiéndolo, se deja llevar por ella hasta hallar esa respuesta a una existencia que, a diario, nos va sobrecogiendo y maravillando, al punto de no saber exactamente en qué instante del juego de la vida nos encontramos abrazando o quemando junto al fuego El Poema.
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Esteban Couto. Nació en Chimbote, Perú, (1987). Ha publicado los poemarios: Saco de carbón (2011), reeditado el 2017 y 2022; Ese animal hecho de estaciones (2014), El paraíso desterrado (2017), Orbes (2018) y Homisciente (2022)
Poemas de «Continuidad de los alfiles» de Juan Zamudio
Cerco eléctrico
Par de imágenes no dejan espacio
a la contemplación del aire
Hombre y mujer
sentados en la misma banca
frente al mar
Trozo de silencio
los separa del asfalto
Un niño al incendiar su casa
la ve de lejos y comienza a masturbarse
Imagen irreconocible como los gestos obscenos
que en la oscuridad y a solas se repiten
y no ocasionan vergüenza
sólo un ligero y genérico temblor
Proyecto de un atentado
Les tenderé inadvertida celada
«Boca quiera a la intemperie de la bruma»
Avenida
Estoy desnudo
Una pelota es lanzada
violentamente
hacia esta esquina
Nadie vendrá a recogerla
Lo de la pelota lo inventé
pero que nadie vendrá
es cierto
Estoy desnudo
con un cartel colgado al cuello
que dice
«Estoy desnudo»
Espacio en blanco
Dios en forma de un hueso rojo
me habla desde allá
donde el otro que no seré
eleva su cometa en la inmovilidad
de la infancia
Me habla desde allá
donde el otro que no seré
lanza una esfera líquida
hacia atrás
sobre el abecedario
lo más lejos posible de su piel
Lanza una esfera rupestre
también hacia atrás
pero ésta demora en dejar caer
su sombra
y va a saludar a papá
blandiendo una espada de aire
y clavándosela en el corazón
a Dios en forma de un hueso rojo
lo lanzo y vuelvo a encontrarlo
desde hace mucho
Intento lanzarlo
una y otra vez
por encima de esta duna
Es imposible
Quizá su polvo y el mío
sean materia de un mismo principio
Ahora entiendo lo que decía Dios
en forma de un hueso rojo
«Al recuerdo y a la duna
el viento demora en deshacerlos»
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
EN EL TABLERO DE LA VIDA.
"CONTINUIDAD DE LOS ALFILES" de Juan Zamudio
Arequipa: Deshuesadero, 2023, 56 páginas
Por Esteban Couto