Debo elegir  la rabia 
                
              Debo elegir la rabia,
              la furia, el llanto y el grito y la herida y  otra vez la rabia.
            Veo que corre mi sangre, que no es mi  sangre, 
              y siento que aquí nadie puede ser feliz.
            Ser feliz es una maldición.
                  
              Hay que vivir como si nada importara,    
              golpeándose el pecho; elegir la rabia, 
              tomar un poco de ron, y pensar que nada  importa.
            Elegir el fuego, el insulto, la voz irritada,
               la queja, la mano empuñada, la casa  vacía, la soledad, la mesa sola. 
            Vuelvo a elegir la rabia,
               y pienso en toda la mierda que debo  decir. 
              Esta noche será húmeda hasta los ojos, 
              y no por la lluvia de este invierno  inconcluso.
            Pienso en el invierno, 
              en las hojas cayendo de los árboles,
               en el moho de las paredes, en el  aullido de un gato, y me da rabia.
            Vuelvo a elegir la rabia porque todo es una  terrible porquería.
               Nadie se ama, nadie se toma de la  mano, 
              nadie se besa. El amor no es cierto.
            Elijo la rabia para detener el tedio
              de esta casa sin vida.
             (del  libro: Maldita poesía)
             
             
            Viene  llegando la tarde
            A: Rosemary, Nidia, Alma Lagos.
            La tarde viene llegando,
              sombría,
              opaca,
              media muerta.
              Mi casa no tiene jardines,
               ni sol, ni sombra en los patios.
              Ni voces en los pasillos. 
              Me hiere profundamente la soledad  de las persianas
              y todo el silencio me ahoga.
              Aquí soy yo, allá, en otro sitio,  me convierto. 
              No sé en qué, pero lo hago.
              Aquí no vienen las palabras todos  los días
              o solamente los domingos.
              Aquí no hay poesía en ningún  sitio. 
              Nadie olvida la distancia y sus  colores bipolares.
              Aquí nada vale. Todo ha muerto. 
              El silencio ha vuelto a  posesionarse de mi boca.
            He amanecido sin querer a nadie. 
              Voy yendo despacio a cualquier  parte donde mi voz reconozca tu nombre. 
              Hay un charco de silencio afuera  de la casa .
              ¿Y qué digo entonces? ¿Qué pienso  entonces?
              La tarde no refleja nada.
              Viene llegando la tarde: oscura,  solitaria.
              Viene rugiendo, como si en verdad  fuese un monstruo.
             
             
            Amanezco
            Amanezco, y no precisamente en la  mañana.
              Abro los ojos, y caminan lento,  buscando quién sabe qué cosa.
              Aquí las horas tempranas,  envuelven por completo la casa.
              Sigue latiendo algo dentro de mí,
              Y mi cuerpo tendido en la cama,
              pensando en todo
              pensando con los ojos abiertos
              con las manos abiertas
              con el corazón abierto como flor
              con las palabras abiertas pero  mudas.
              con los pájaros nocturnos yéndose  a su nido
              y no a mi techo
              y no a mis árboles
              y no a mi patio trasero
              y no a colgarse a los balcones
              y cantar cualquier cosa que se  les ocurra.
            Amanezco y no precisamente en la  mañana
              no precisamente en la tarde
              no precisamente en la madrugada.
              aquí el tiempo se diseca
              se vuelve otro
              se reinventa
              renace
              huye
              y vuelve cada vez que quiere.
              Amanezco
              y no precisamente 
              en las jornadas correctas del  tiempo.
             
             
            La abuela
              
                  A:  Lupe, a mamachón y  Eva.
                                              
                  La abuela sueña con vivir siempre
                  Todavía atrapa anocheceres infinitos
                  En la profundidad de sus manos.
                  
                  Ignora al tiempo tostándose en sus mejillas.
                  La abuela aun recuerda
                  Aquella guitarra marchitándose en sus dedos.
                  Su infancia imposible sin muñecas,
                  Mezclada de cal, y de ríos crecidos hasta la rodillas.
                  Aun recuerda el nombre de sus enamorados,
                  Y por siempre recuerda
                  El parto doloroso de sus hijos.
                  La abuela, aun cree que cuando despertamos
                  Es para nacer de nuevo.
                  Ella aun descubre palabras
                  Vestidas de colores
                  Formas, y cosas.
                  Ella, ha venido a bordar junto a mi,
                  La transformación de sus antepasados.
             
             
             Mis ojos
            Mis ojos no son ya aquellas  calles solitarias y muertas,
              la piedra que golpea la tibia  mirada que no observa.
              No son los trenes que avanzan  cargados de gente,
              sin nombre,     
              sin cuerpo,
              sin sombra, 
              sin sueño y sin amorío.
              Mis ojos ya no cruzan la soledad,
              aquella flor vacía que cae lento  en cualquier agujero.
              Ya no son lunas y cielos  deshojados.
              Ya no son 
              lágrimas, ni dolor.
              Ni agua que se pudre en otras  aguas.
            Mis ojos
              ya tienen un color y no  precisamente el de la noche.
             
             
            Cabalga  la noche
            Cabalga la noche sobre la ventana 
              como la lluvia sobre los rostros
              como la ciudad sobre la palabra.
             
             
            Se me han  agotado las palabras.
            Y de nuevo me quedo vacía.
              Pienso en todas las tardes,
              en todas las noches,
              en todas las mañanas
              en el único nombre que mi boca pronuncia.
              Y lo pronuncio sin ninguna prisa.
              Hay algo que voy acumulando dentro de mí.
              Hay tantas cosas que me vuelven nostálgica.
              Pero solo observo todo.
              No tengo nada que escribir, las manos se me han paralizado por completo
              mis manos entonces también se vuelven vacías, mudas. Parapléjicas.
              Se me han agotado las palabras.
              Que alguien me diga que decir entonces.
              Para no morir en absoluto silencio.
             
             
            Hoy  no he muerto
            Aviéntame  hasta donde quieras.
              Caifanes 
            Hoy no he muerto, 
              no tengo cerrados  los ojos 
              ni amordazados los  labios. 
              Ni el cuerpo  endurecido. 
            Hoy no pienso dejar  este mundo 
              no pienso enfermar  de gravedad 
              no pienso dejar que  me entierren bajo tierra 
              sin ningún motivo 
              sin ninguna excusa  valida para no seguir viviendo 
              sin ninguna excusa  que realmente valga la santasíma pena. 
              No, hoy no he  muerto, mi corazón todavía late 
              todavía siento  fluir mi sangre 
              y eso, que no sé si  es precisamente roja. 
              Y si corre  realmente por mis venas o fuera de ellas. 
              Hoy no he muerto,  no he visto la luz al final del túnel; 
              no me veo  confundida por escoger caminos 
              no me han colocado en  un ataúd, ni me han cruzado las manos 
              para sostener un  crucifijo sin ningún significado; 
              ni he escrito  ninguna carta para mi enamorado 
              ni para mi hijo que  apenas balbucea sus primeras voces. 
              Ni para mis viejos  vestidos que guardo en el armario 
              ni para la anciana  que pasa a diario por la casa. 
              Y es que quisiera  decirle tantas cosas. 
            No, hoy no he  muerto, todavía siento mi pulso 
              todavía parpadean  mis ojos 
              todavía descifro  enigmas en tu espalda 
              todavía descubro mi  nombre en tu boca 
              todavía, 
              todavía 
              todavía suceden  todas las cosas que yo quiero. 
             
             
            Sigo viva
            Intenté suicidarme. 
              Sigo viva por todas mis  desgracias, 
              anotando los restos de mis  días en una libreta polvosa. 
              La vida para mí sólo era un  juego de niños, 
              un ir y venir sin  propósito.
            He saboreado la nada,  aprendí a contemplarme,
               a desvanecerme, a  sentir pudrirse la soledad.
               A verme inútil todas  las veces que quise,
               a no tener fe en  nada, 
              a odiar los aguaceros
              y el bullicio del sol.
              Odié por completo el  griterío de los niños en los recreos,
               la pulcritud de los  hospitales, los parques
               y las calles  completamente habitadas.
              Consumí la locura en todos  mis tiempos,
               absorbí lo que no le  quedaba. 
              Ahora mi nombre quizá sea  locura. 
              Intenté suicidarme. 
              La muerte lanzó los dados y  no tuve suerte. 
              Sigo viva,
              viva, 
              viva.
             
             
            La  lluvia sueña que es ciudad y viceversa
            Son las siete y  treinta de la noche de un día jueves, del mes de abril.
              
              Lo  raro es que llueve, hace viento, pero con algo de calor, el calor alborota la  ciudad.
              
              Hacía  un par de días o meses que no llovía, la lluvia baja con rabia, con cierto  celo; aunque de igual forma se le escucha triste. La lluvia esta noche viene  vestida de ecos.
             Yo  estoy sola, con un silencio casi agudo en mi cuarto que perfectamente podría  escucharse el correr de mi sangre, sino fuera por la lluvia. Pobre lluvia, como  baja queriendo romper los techos y los adoquines, esos mismos adoquines que ni  sombra tienen. La lluvia sueña que es ciudad y viceversa, a veces aúlla como  si  fuera un perro, pero vuelve a ser  ciudad, se va la lluvia, se va tristemente como se van las voces y los sueños y  nosotros mismos.
             
             
            Cielo
            Si te imaginas que al final 
              el cielo sólo fuera un anuncio de papel.
              Agustín Fernández Mallo 
            Me faltan siglos
              para dejar de ser.
            La palabra
              me sobra a veces.
            Los movimientos de la tarde
              se desprenden hasta caer en la  curvatura de mis ojos.
            El sol es un conjunto de monedas  lanzadas al aire.
            Un trazo de papel 
              rayado por un niño es el cielo.
             
             
            Ciudad  inversa
            “…Nadie sueña al mundo”…
                Jorge Luis Borges
            
                  La ciudad
                  es una lámpara
                  un abanico.
                  
                  A veces
                  es un pájaro,
                  espejo de la muerte,
                  polvo de nuestro propio cuerpo.
                  
                  Un niño que nos usa como barrilete,
                  un perro que nos lame las sombras.
                  
                  Hombres y mujeres
                  que avanzan en cualquier sentido.
                  A veces simplemente no avanzan.
                  
                  Es larga,
                  sin movimiento
                  sin respiración.
                  
                  La ciudad es nada más
                  restos de basura
                  que vuelan en un cielo negro
                  o azul
                  
                  o amarillo. 
                  Esta ciudad,
                  es como un mal verso
“es una silenciosa batalla en el ocaso,
              
              un latido de  guitarra, o una vieja espada”.
              La ciudad
              es un río
              cargado de piedras
              donde la piedra azota al río.
              Esta ciudad,
              esta precisa ciudad
              es el mundo
              que nadie sueña.
             
             
            Hablaré  de mi infancia
            Hablaré de las pequeñas crueldades de la infancia, 
                Anne Sexton
            Hablaré de mi infancia,
              de mis vestidos cuadriculados,
              de mis muñecas polvosas,
              de mi casa de madera.
              Y diré que soy la segunda hija,
   y diré que soy la única mujer,
              la que siempre jugó sola,
              con todos los fantasmas de la casa,
              la temerosa.
            Hablaré de mi infancia
              de todas las enfermedades que me rodeaban,
              del viento que congelaba la ventana desplomada,
              de todas las veces que mis padres llegaban del trabajo a media noche;
            de las voces que venían del patio trasero,
              de los fantasmas que me hablaban desde el armario,
              desde el libro añejado que jamás intenté leer
              y que no recuerdo su titulo.
              Desde el vidrio empañado del espejo;
              otra vez el espejo empañado.
               Hablaré de mi infancia
              sin temor a regresar a ella
              a volver a vivirla,
               a volver a caminar,
              con las rodillas empolvadas,
              con el pelo largo hasta la cintura,
              con la fría timidez en mis ojos,
              con el silencio rebalsándose" en mi boca,
              con la soledad en mi cuarto,
              con la soledad en todas las paredes de mi casa,
              con la soledad ,
              siempre la soledad
              callándome la voz inocente
              que guardé toda  en mi infancia
             
             
            Pienso escribir
                          Pienso escribir cualquier cosa.
              
              Desgarrar la palabra,  hilvanarla.
              Mencionar mil veces mi  nombre y el tuyo.
              Negar mi amor por vos
              volverme fría
              con los nervios templados.
              
              
              Pienso escribir cualquier cosa.
              Hablar de la lluvia que aun  no llega
              hablar de las paredes de mi  casa
              de mis sueños
              de los tuyos
              volver a recordar cada cosa que me decís
              mientras me duermo.
              
              Pienso escribir cualquier  cosa
              escribir sobre vos
              sobre mi
              sobre ellos.
            
             Sobre todo lo que importa 
              y lo que realmente no  importa.
              Pero escribir.
            
             Hablar del niño que  lloriquea
              del juguete roto
              del ruido del mediodía
              de la distancia
              del sol que se hace naranja  cada vez
              Que cae la tarde.
              
              
              De todas las veces que me transforma.
              De las veces que soy y que  no soy.
              Pienso escribir cualquier  cosa
              Del Art poetic, 
              de lo que existe y no  existe.
              De lo bueno y lo malo.
              Pero escribir
              Sin importar la condición,
              El tiempo,
              la distancia,
              lo desaparecido
              y lo que se encuentra
              de que se va
              y de aquello que jamás  regresa.