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Poemas de Karen Valladares
(Honduras, 1984)




.. . .. .. .. .

Debo elegir la rabia

Debo elegir la rabia,
la furia, el llanto y el grito y la herida y otra vez la rabia.

Veo que corre mi sangre, que no es mi sangre, 
y siento que aquí nadie puede ser feliz.

Ser feliz es una maldición.

Hay que vivir como si nada importara,   
golpeándose el pecho; elegir la rabia, 
tomar un poco de ron, y pensar que nada importa.

Elegir el fuego, el insulto, la voz irritada,
 la queja, la mano empuñada, la casa vacía, la soledad, la mesa sola.

Vuelvo a elegir la rabia,
 y pienso en toda la mierda que debo decir. 
Esta noche será húmeda hasta los ojos, 
y no por la lluvia de este invierno inconcluso.

Pienso en el invierno, 
en las hojas cayendo de los árboles,
 en el moho de las paredes, en el aullido de un gato, y me da rabia.

Vuelvo a elegir la rabia porque todo es una terrible porquería.
 Nadie se ama, nadie se toma de la mano, 
nadie se besa. El amor no es cierto.

Elijo la rabia para detener el tedio
de esta casa sin vida.

 (del libro: Maldita poesía)

 

 

Viene llegando la tarde

A: Rosemary, Nidia, Alma Lagos.

La tarde viene llegando,
sombría,
opaca,
media muerta.
Mi casa no tiene jardines,
 ni sol, ni sombra en los patios.
Ni voces en los pasillos.
Me hiere profundamente la soledad de las persianas
y todo el silencio me ahoga.
Aquí soy yo, allá, en otro sitio, me convierto.
No sé en qué, pero lo hago.
Aquí no vienen las palabras todos los días
o solamente los domingos.
Aquí no hay poesía en ningún sitio.
Nadie olvida la distancia y sus colores bipolares.
Aquí nada vale. Todo ha muerto.
El silencio ha vuelto a posesionarse de mi boca.

He amanecido sin querer a nadie.
Voy yendo despacio a cualquier parte donde mi voz reconozca tu nombre.
Hay un charco de silencio afuera de la casa .
¿Y qué digo entonces? ¿Qué pienso entonces?
La tarde no refleja nada.
Viene llegando la tarde: oscura, solitaria.
Viene rugiendo, como si en verdad fuese un monstruo.

 

 

Amanezco

Amanezco, y no precisamente en la mañana.
Abro los ojos, y caminan lento, buscando quién sabe qué cosa.
Aquí las horas tempranas, envuelven por completo la casa.
Sigue latiendo algo dentro de mí,
Y mi cuerpo tendido en la cama,
pensando en todo
pensando con los ojos abiertos
con las manos abiertas
con el corazón abierto como flor
con las palabras abiertas pero mudas.
con los pájaros nocturnos yéndose a su nido
y no a mi techo
y no a mis árboles
y no a mi patio trasero
y no a colgarse a los balcones
y cantar cualquier cosa que se les ocurra.

Amanezco y no precisamente en la mañana
no precisamente en la tarde
no precisamente en la madrugada.
aquí el tiempo se diseca
se vuelve otro
se reinventa
renace
huye
y vuelve cada vez que quiere.
Amanezco
y no precisamente
en las jornadas correctas del tiempo.

 

 

La abuela

A: Lupe, a mamachón y  Eva.

La abuela sueña con vivir siempre
Todavía atrapa anocheceres infinitos
En la profundidad de sus manos.

Ignora al tiempo tostándose en sus mejillas.
La abuela aun recuerda
Aquella guitarra marchitándose en sus dedos.
Su infancia imposible sin muñecas,
Mezclada de cal, y de ríos crecidos hasta la rodillas.
Aun recuerda el nombre de sus enamorados,
Y por siempre recuerda
El parto doloroso de sus hijos.
La abuela, aun cree que cuando despertamos
Es para nacer de nuevo.
Ella aun descubre palabras
Vestidas de colores
Formas, y cosas.
Ella, ha venido a bordar junto a mi,
La transformación de sus antepasados.

 

 

 Mis ojos

Mis ojos no son ya aquellas calles solitarias y muertas,
la piedra que golpea la tibia mirada que no observa.
No son los trenes que avanzan cargados de gente,
sin nombre,    
sin cuerpo,
sin sombra,
sin sueño y sin amorío.
Mis ojos ya no cruzan la soledad,
aquella flor vacía que cae lento en cualquier agujero.
Ya no son lunas y cielos deshojados.
Ya no son
lágrimas, ni dolor.
Ni agua que se pudre en otras aguas.

Mis ojos
ya tienen un color y no precisamente el de la noche.

 

 

Cabalga la noche

Cabalga la noche sobre la ventana
como la lluvia sobre los rostros
como la ciudad sobre la palabra.

 

 

Se me han agotado las palabras.

Y de nuevo me quedo vacía.
Pienso en todas las tardes,
en todas las noches,
en todas las mañanas
en el único nombre que mi boca pronuncia.
Y lo pronuncio sin ninguna prisa.
Hay algo que voy acumulando dentro de mí.
Hay tantas cosas que me vuelven nostálgica.
Pero solo observo todo.
No tengo nada que escribir, las manos se me han paralizado por completo
mis manos entonces también se vuelven vacías, mudas. Parapléjicas.
Se me han agotado las palabras.
Que alguien me diga que decir entonces.
Para no morir en absoluto silencio.

 

 

Hoy no he muerto

Aviéntame hasta donde quieras.
Caifanes

Hoy no he muerto,
no tengo cerrados los ojos
ni amordazados los labios.
Ni el cuerpo endurecido.

Hoy no pienso dejar este mundo
no pienso enfermar de gravedad
no pienso dejar que me entierren bajo tierra
sin ningún motivo
sin ninguna excusa valida para no seguir viviendo
sin ninguna excusa que realmente valga la santasíma pena.
No, hoy no he muerto, mi corazón todavía late
todavía siento fluir mi sangre
y eso, que no sé si es precisamente roja.
Y si corre realmente por mis venas o fuera de ellas.
Hoy no he muerto, no he visto la luz al final del túnel;
no me veo confundida por escoger caminos
no me han colocado en un ataúd, ni me han cruzado las manos
para sostener un crucifijo sin ningún significado;
ni he escrito ninguna carta para mi enamorado
ni para mi hijo que apenas balbucea sus primeras voces.
Ni para mis viejos vestidos que guardo en el armario
ni para la anciana que pasa a diario por la casa.
Y es que quisiera decirle tantas cosas.

No, hoy no he muerto, todavía siento mi pulso
todavía parpadean mis ojos
todavía descifro enigmas en tu espalda
todavía descubro mi nombre en tu boca
todavía,
todavía
todavía suceden todas las cosas que yo quiero.

 

 

Sigo viva

Intenté suicidarme.
Sigo viva por todas mis desgracias,
anotando los restos de mis días en una libreta polvosa.
La vida para mí sólo era un juego de niños,
un ir y venir sin propósito.

He saboreado la nada, aprendí a contemplarme,
 a desvanecerme, a sentir pudrirse la soledad.
 A verme inútil todas las veces que quise,
 a no tener fe en nada,
a odiar los aguaceros
y el bullicio del sol.
Odié por completo el griterío de los niños en los recreos,
 la pulcritud de los hospitales, los parques
 y las calles completamente habitadas.
Consumí la locura en todos mis tiempos,
 absorbí lo que no le quedaba.
Ahora mi nombre quizá sea locura.
Intenté suicidarme.
La muerte lanzó los dados y no tuve suerte.
Sigo viva,
viva,
viva.

 

 

La lluvia sueña que es ciudad y viceversa

Son las siete y treinta de la noche de un día jueves, del mes de abril.

Lo raro es que llueve, hace viento, pero con algo de calor, el calor alborota la ciudad.

Hacía un par de días o meses que no llovía, la lluvia baja con rabia, con cierto celo; aunque de igual forma se le escucha triste. La lluvia esta noche viene vestida de ecos.

Yo estoy sola, con un silencio casi agudo en mi cuarto que perfectamente podría escucharse el correr de mi sangre, sino fuera por la lluvia. Pobre lluvia, como baja queriendo romper los techos y los adoquines, esos mismos adoquines que ni sombra tienen. La lluvia sueña que es ciudad y viceversa, a veces aúlla como si  fuera un perro, pero vuelve a ser ciudad, se va la lluvia, se va tristemente como se van las voces y los sueños y nosotros mismos.

 

 

Cielo

Si te imaginas que al final
el cielo sólo fuera un anuncio de papel.
Agustín Fernández Mallo

Me faltan siglos
para dejar de ser.

La palabra
me sobra a veces.

Los movimientos de la tarde
se desprenden hasta caer en la curvatura de mis ojos.

El sol es un conjunto de monedas lanzadas al aire.

Un trazo de papel
rayado por un niño es el cielo.

 

 

Ciudad inversa

“…Nadie sueña al mundo”…
Jorge Luis Borges

La ciudad
es una lámpara
un abanico.

A veces
es un pájaro,
espejo de la muerte,
polvo de nuestro propio cuerpo.

Un niño que nos usa como barrilete,
un perro que nos lame las sombras.

Hombres y mujeres
que avanzan en cualquier sentido.
A veces simplemente no avanzan.

Es larga,
sin movimiento
sin respiración.

La ciudad es nada más
restos de basura
que vuelan en un cielo negro
o azul

o amarillo.
Esta ciudad,
es como un mal verso
“es una silenciosa batalla en el ocaso,

un latido de guitarra, o una vieja espada”.
La ciudad
es un río
cargado de piedras
donde la piedra azota al río.
Esta ciudad,
esta precisa ciudad
es el mundo
que nadie sueña.

 

 

Hablaré de mi infancia

Hablaré de las pequeñas crueldades de la infancia, 
Anne Sexton

Hablaré de mi infancia,
de mis vestidos cuadriculados,
de mis muñecas polvosas,
de mi casa de madera.
Y diré que soy la segunda hija,
 y diré que soy la única mujer,
la que siempre jugó sola,
con todos los fantasmas de la casa,
la temerosa.

Hablaré de mi infancia
de todas las enfermedades que me rodeaban,
del viento que congelaba la ventana desplomada,
de todas las veces que mis padres llegaban del trabajo a media noche;

de las voces que venían del patio trasero,
de los fantasmas que me hablaban desde el armario,
desde el libro añejado que jamás intenté leer
y que no recuerdo su titulo.
Desde el vidrio empañado del espejo;
otra vez el espejo empañado.
 Hablaré de mi infancia
sin temor a regresar a ella
a volver a vivirla,
 a volver a caminar,
con las rodillas empolvadas,
con el pelo largo hasta la cintura,
con la fría timidez en mis ojos,
con el silencio rebalsándose" en mi boca,
con la soledad en mi cuarto,
con la soledad en todas las paredes de mi casa,
con la soledad ,
siempre la soledad
callándome la voz inocente
que guardé toda  en mi infancia

 

 

Pienso escribir

Pienso escribir cualquier cosa.

Desgarrar la palabra, hilvanarla.
Mencionar mil veces mi nombre y el tuyo.
Negar mi amor por vos
volverme fría
con los nervios templados.


Pienso escribir cualquier cosa.
Hablar de la lluvia que aun no llega
hablar de las paredes de mi casa
de mis sueños
de los tuyos
volver a recordar cada cosa que me decís
mientras me duermo.

Pienso escribir cualquier cosa
escribir sobre vos
sobre mi
sobre ellos.

Sobre todo lo que importa
y lo que realmente no importa.
Pero escribir.

Hablar del niño que lloriquea
del juguete roto
del ruido del mediodía
de la distancia
del sol que se hace naranja cada vez
Que cae la tarde.


De todas las veces que me transforma.
De las veces que soy y que no soy.
Pienso escribir cualquier cosa
Del Art poetic,
de lo que existe y no existe.
De lo bueno y lo malo.
Pero escribir
Sin importar la condición,
El tiempo,
la distancia,
lo desaparecido
y lo que se encuentra
de que se va
y de aquello que jamás regresa.

 

 

* * *

Karen Valladares (Honduras, 1984). Poeta, escritora, gestora cultural. Ex miembro de los talleres Edilberto Cardona Bulnes y Máscara suelta. Integró la asociación nacional de escritoras de Honduras (ANDEH). Codirectora de la revista Metáfora, miembro fundador del movimiento literario Poetas del Grado Cero. Miembro de la editorial cartonera Grado Cero. Textos traducidos al inglés, alemán y polaco. Ha publicado: Ciudad Inversa (Grado Cero, 2010). Su obra es incluida en antologías como: Sociedad anónima (editorial pez dulce, 2007); Antología 2017, nuevos poetas contemporáneos de América Latina (Miselena Caserola, Argentina, 2010); Recopilación de poesía femenina iberoamericana (Cascadas de palabras, 2010); Canto de sirenas, autoras iberoamericanas; Barcos sobre el agua natal, antología de poesía hispanoamericana del siglo XXI, editorial Litoral. Sus poemas aparecen en destacadas revistas de literatura Hispanoamérica. Ha participado en diversos festivales y encuentros literarios tanto en su país como en el extranjero, entre los que destacan: 1er encuentro centroamericano de escritores, Honduras, 2005. El pacífico escribe, Acapulco, Gro, México, 2010. 1er encuentro latinoamericano de poesía joven Vásquez de Coronado, Costa Rica, 2010. XX edición del FIPR (Festival Internacional de poesía en Rosario), Argentina, 2012.



 

 


 

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Poemas de Karen Valladares.
(Honduras, 1984)