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Artesana de sí misma. Gabriela Mistral, una intelectual en cuerpo y palabra
Claudia Cabello Hutt. West Lafayette: Purdue University Press, 2018, 240 páginas.

Por Lorena Amaro
Instituto de Estética, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
Publicado en AISTHESIS Nº64 (2018)


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Sabemos que durante las largas décadas que siguieron a su muerte, la obra y la imagen de Gabriela Mistral fueron sometidas a una utilización estereotipada y reduccionista, que solo a fines de la década de los ochenta fue revisada y desmontada con sagacidad política y literaria por críticos y críticas como las de Raquel Olea, Eliana Ortega, Soledad Bianchi, Adriana Valdés, Patricio Marchant, Grínor Rojo, Licia Fiol-Matta, entre otros. Por lo mismo, quizás en algún momento pudo parecer que tras los años aciagos de la dictadura se había avanzado más que suficiente en este trabajo de restitución y valoración. Sin embargo, numerosas recopilaciones, reediciones, lecturas críticas del último lustro, revelan que Mistral tiene aún mucho por ofrecer a sus antiguos y nuevos lectores. Solo en 2018, se han incorporado a la extensa bibliografía en torno a su obra los libros Somos los andinos que fuimos (Cuarto Propio), de Magda Sepúlveda, una relectura de la poesía mistraliana a la luz de los estudios culturales; Manuscritos: poesía inédita (Garceta Ediciones), recopilación y estudio de poemas desconocidos de la autora, realizada por Lorena Garrido, y el ensayo al que me referiré aquí, Artesana de sí misma. Gabriela Mistral, una intelectual en cuerpo y palabra, de Claudia Cabello Hutt.

Cuando podía parecer imposible remover más la lectura de la controvertida, multifacética y genial escritora, la escritura de Cabello plantea nuevos escenarios, preguntas y reflexiones en torno a la construcción de la inagotable poeta y ensayista como “una intelectual moderna de influencia internacional”, y nos revela que la crítica sigue al debe frente a una escritora que alborotó los signos de identidad, los discursos sobre la patria y la comprensión del lugar de Hispanoamérica en el orden mundial de la primera mitad del siglo XX.

¿Desde dónde y con qué herramientas logró la poeta, perfilada por Claudia Cabello, muy coherentemente con su propio discurso, como una “artesana”, construir su imagen de intelectual y hacerse un espacio en el excluyente campo cultural del período que debió vivir? Este nuevo ensayo da cuenta de esa elaboración a través de cinco grandes capítulos, en que hallamos importante información sobre los años chilenos de Mistral y cómo, desde una posición periférica en tanto maestra rural, logró cimentar lo que sería una extensa e importante red de colaboración intelectual panamericana. Se trata principalmente de un estudio del campo literario y las redes y diálogos que posibilitaron la difusión e impacto internacionales del trabajo de la poeta.

No es extraño que Claudia Cabello haya elegido como escena inaugural de su texto el momento en que, alentada por una multitud, Mistral abandona Chile para dirigirse a México en el año 1922: “Delegaciones escolares, maestros, el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile y de México, autoridades nacionales y locales se congregaron en Santiago para despedirla” (1). El efecto de esta narración en el lector es la sorpresa: por un breve momento se podría pensar que lo que aquí se describe es su funeral, realizado el 21 de enero de 1957 en el Cementerio General. Pero no. Quizás eso es lo que busca causar su autora: mostrarnos cómo, ya treinta años antes, Gabriela Mistral había sido incorporada al relato de la nación en un lugar particular, un lugar que pese a los testimonios de acoso y rechazo por parte de sus compatriotas −acoso que llevó a Mistral a dejar definitivamente Chile− ocupa hasta hoy, como madre queer, pero sobre todo como precursora de múltiples caminos, que comenzó a abrir, con muchas dificultades, un camino para la mujer intelectual, una construcción casi imposible en esa época.

¿En qué se basaba el enorme reconocimiento con que contó la poeta ya en 1922, año de su partida a México? Este libro ofrece las claves para responder a esta y otras preguntas, además de ofrecer información inédita a partir de materiales hasta hoy desconocidos, que forman parte del legado de Mistral recibido por la Biblioteca Nacional en 2007, así como también de cartas y documentos consultados por Cabello en otros archivos. Así realza el lugar que ocupó la poeta, sacándola de la nota a pie de página en que la ponen importantes estudiosos de la historia intelectual latinoamericana y colocándola en el lugar que justamente merece, en una situación de horizontalidad respecto de otros autores de relevancia de esa época, como Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y otros. El texto permite entrever, como si lentamente se corriera una persiana cerrada por años, las bambalinas de su performance en un campo de poder adverso a la mujer, en que no solo logró hacerse ella un espacio, sino que intervino también en la promoción y circulación de otros autores latinoamericanos y en que es posible apreciar su modo de hacer política, desde un discurso que se deslinda, sin embargo, de la política tradicional.

Entre los materiales inéditos que explora Cabello están, por solo citar un ejemplo, los importantes y desconocidos epistolarios que Mistral sostuvo con Anna Melissa Graves y Alice Blackwell, escritoras norteamericanas cuya amistad y complicidad fue central en las incursiones intelectuales y políticas que la poeta emprendió en Estados Unidos. Para cerrar, Cabello aborda las preguntas y objetivos planteados en los primeros capítulos del libro en dos apartados que dedica a la construcción pública de la imagen autoral de Gabriela, un aspecto de los estudios sobre el campo intelectual que hoy resultan tremendamente iluminadores, más aún cuando se alude, como ocurre aquí, a una figura compleja, y se acude para ello a un legado poco conocido, de incipiente circulación, que revela los imaginarios en colisión durante ese período.

Son muchos los aspectos relevantes de este ensayo, entre ellos la contemporaneidad y contingencia del pensamiento mistraliano a la luz de los hechos políticos y sociales que estamos viviendo en Chile y en el mundo, sobre los que de seguro Gabriela Mistral no se habría callado: me refiero a cuestiones como la de los niños del Sename en Chile, las violentas e irracionales políticas discriminatorias de Donald Trump en Estados Unidos, que amenazan con una nueva e insoportable forma de totalitarismo o bien, el recrudecimiento del conflicto en Nicaragua, país de Augusto Sandino, cuya revolución contra las políticas del imperialismo fue aplaudida por Mistral. De nada de esto se habría callado y eso es lo que la torna tan cercana y tan vigente. Algunos temas que parecen especialmente relevantes en la exposición de Claudia Cabello son, por ejemplo, las estrategias a través de las cuales la prosa política de Mistral buscó autoridad desde el campo de la educación antes que desde la esfera estética o política, y cómo la poeta llevó adelante ese operativo. En este sentido, es crucial el concepto de “campamento de base”, propuesto por Cabello, de gran originalidad y plasticidad para definir la construcción de los espacios desde los cuales la poeta arriesgaba sus incursiones en los espacios patriarcales y hegemónicos, estableciendo, como aquélla señala, campamentos “seguros” desde los cuales hacer sus avanzadas tácticas en busca del posicionamiento de sus planteamientos discursivos e ideológicos. Un concepto interesante en sí mismo y que puede ser de provecho no solo para el análisis mistraliano. También destaca el modo en que, si bien Cabello no pretende concretar aquí una biografía de la poeta, nos ofrece lo que ella misma llama “el rompecabezas de Mistral”, una imagen que, cito, “se disgrega, se multiplica y se extiende forzándonos a cuestionar no solo la imagen y la obra, sino los marcos de interpretación y las intenciones con que el público, el Estado y la crítica se acercan a ella” (142). Entre las muchas entradas que deja abierto este juego de encajes y desencajes, se encuentran las estrategias de posicionamiento intelectual de Mistral en su prosa. Cabello se detiene particularmente en las maneras que la poeta halló para abordar cuestiones propias de la crítica literaria: escribiendo cartas a distintos periódicos para expresar su opinión sobre tal o cual literatura, o planteando sus ideas estéticas en prólogos y otros escritos paratextuales. Este asunto reclama mayor atención entre los investigadores futuros, ya que el espacio de la crítica, como bien plantea Cabello en su ensayo, es de gran complejidad para la autoría femenina: al mismo tiempo que el crítico plantea un juicio sobre un texto, implícitamente sostiene su autoridad para expresar ese juicio. Hasta ahora no había visto relevada, con tal claridad, la función de la crítica en el caso de Mistral. Quizás fuese este un espacio aún vacante, o por construir: revelar el pensamiento crítico y literario de Mistral, de la mano de las reflexiones que sean necesarias para nutrir aún más su relación con el feminismo, la política, el americanismo, los pueblos originarios, la reforma agraria y la religión. Se ha dicho ya muchas veces que fue una autora multifacética y efectivamente, el silencio de décadas ha hecho necesario ante todo que se despejara el denso velo impuesto a su poesía y sus ensayos. ¿Por qué no cambiar también el relato sobre la crítica en nuestro país, dominada a principios del siglo por las voces conservadoras de Pedro Nolasco Cruz o Emilio Vaïsse (Omer Emeth), para colocarla a ella en un lugar señero en ese ámbito del trabajo literario? Se trata tan solo de una de las aristas que puede tener la lectura de un libro tan bien informado, con un relato tan bien cimentado y fluido, como el de Claudia Cabello, que debería continuar para abordar ya no solo los años formativos, de preparación al despegue internacional de la poeta, sino que también el análisis de los años de madurez y de labor diplomática de Mistral, etapa en que consolidó su trabajo y su imagen pública. Una segunda parte que no vendría mal conocer con miras a la construcción siempre en progreso de una autora tan importante, continental y mundialmente.

Un solo alcance, que no obsta al aportador trabajo de Cabello: en próximas ediciones quizá se podría revelar y comentar más extensamente el material visual del legado incorporado a la Biblioteca Nacional en 2007, legado que en gran medida vertebra y da sentido a este nuevo y excelente ensayo mistraliano.



 

 

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