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BOMBAL, CON OJOS NUEVOS
BOMBAL: NEW GAZES

Biografía y textualidades, naturaleza y subjetividad. Ensayos sobre la obra de María Luisa Bombal,
editado por Macarena Areco y Patricio Lizama

Lorena Amaro Castro
Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile
lamaro@uc.cl




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Pocos secretos parece guardar, para un lector del siglo XXI, la obra de María Luisa Bombal, quien iniciara su carrera literaria en Argentina en 1935, con La última niebla. Si bien publicó poco –tres novelas, cinco cuentos y algunos otros escritos–, Bombal recibió desde muy temprano la atención de críticos muy importantes, como Amado Alonso, Ricardo Latcham y Cédomil Goic. Ellos pusieron énfasis en su vanguardista técnica narrativa, con la que a juicio de Goic inauguró la literatura contemporánea en Chile y rompió definitivamente con el naturalismo impuesto por Mariano Latorre y otros autores. También subrayaron su relación con la literatura fantástica y maravillosa; los arquetipos con que reafirmaba cierta visión de lo femenino; sus diálogos con la cultura cinematográfica, que conoció por dentro, como guionista; y, desde una mirada más política y contextualizada, su problematización de la existencia de las mujeres burguesas, a las que representó tentando formas de subjetivación que de algún modo resistían –con menor o mayor éxito, es decir, en un arco de representaciones que iría desde La amortajada (1938) a El árbol (1939)– a los mecanismos de opresión patriarcales.

A estos enfoques habrían de sumarse estudios precursores como los de Hernán Vidal, Lucía Guerra, Marjorie Agosín y Susana Munnich, y, más tarde, los refinados análisis de Kemy Oyarzún y Rubí Carreño. Sin embargo, a pesar de la multiplicidad de textos en torno a la literatura bombaliana, siguen existiendo aspectos que merecen una revisión, aspectos que el libro Biografía y textualidades, naturaleza y subjetividad. Ensayos sobre la obra de María Luisa Bombal, editado por Macarena Areco y Patricio Lizama, hoy ponen de realce, lo cual me parece la mayor contribución de este volumen: el hecho de que un libro de ensayos nos permita poder seguir leyendo con ojos nuevos hoy, en 2015, a María Luisa Bombal, autora, en apariencia, canónica.

¿Por qué, otra vez, Bombal? Procuraré explicarlo a través de una anécdota: a la escritora le hacía gracia que La amortajada fuera, en su tiempo, uno de los libros más robados de las bibliotecas chilenas. El asunto la divertía y halagaba, porque demostraba que si bien ella había vivido gran parte de su vida en el extranjero, no había sido olvidada en su país de origen. Sin embargo, esos robos eran gestos muy mínimos frente a la presencia real que le debía nuestra literatura y que jamás llegó a tener, ni siquiera al momento de su regreso definitivo a Chile, el por otras razones fatídico año de 1973. De algún modo, la historia de Ana María, la famosa amortajada que sobrevuela su vida y escudriña a sus deudos con los ojos entreabiertos, se proyecta en María Luisa, su creadora, quien aparece en nuestra historia cultural como una autora fantasmagórica, aparentemente aceptada, pero paradojalmente despreciada, a la que se le negó en varias oportunidades, como todos saben, el Premio Nacional de Literatura, un premio que, aunque no lo queramos, es muy importante en nuestro imaginario cultural. Para muchos, María Luisa Bombal, antes que una escritora, fue sobre todo un ícono de la mujer fatal y seductora; para otros, una alcohólica, una derechista, o simplemente una extraña. La suya fue una identidad negada, rechazada, e incluso suplantada, como lo fuera también, aunque por otros motivos, la de Gabriela Mistral, autora de otro inquietante viaje postmortem, el de Poema de Chile.

Los 18 estudios de este nuevo e importante volumen dan un nuevo acento a los estudios bombalianos. No es el primer acercamiento de naturaleza colectiva en torno a la obra de la autora –en este sentido, es preciso destacar la Valoración múltiple publicada en La Habana en 2008–. Pero, sin duda, es un completísimo volumen, que ofrece lecturas plurales tanto de la biografía como de la escritura bombaliana, desde nuevas matrices comprensivas. Tiene su origen en el importante congreso realizado por la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en conjunto con la Escuela de Literatura de la Universidad Finis Terrae en 2010, congreso propiciado por Lucía Guerra, probablemente la persona que más sabe y ha sabido sobre la literatura bombaleana en Chile y fuera de nuestro país, autora de los importantes ensayos críticos La narrativa de María Luisa Bombal: Una visión de la existencia femenina (1980) y Mujer, cuerpo y escritura en la narrativa de María Luisa Bombal, trabajo al que se suma el haber tenido a su cargo la edición de sus Obras completas (1996) y la traducción a nuestro idioma de Casa de niebla.

Revisemos el libro. Lo primero que hallamos es una dedicatoria a otro importante traductor de Bombal, Richard Cunningham, fallecido en 2014, que llevara la obra de Bombal al inglés. En este volumen se incluye un texto suyo sobre los problemas de la traducción y la inserción de un texto en otra esfera cultural, referido particularmente al caso de La última niebla. Ciertamente, el homenaje a Cunningham, como la inclusión en el libro de imágenes de Bombal y de páginas facsimilares de la primera obra publicada por ella, confieren al conjunto de este volumen, editado con detalle y acierto por Patricio Lizama y Macarena Areco, un carácter humano y cercano, que refrenda las aproximaciones desmitificadoras de sus autores.

En la primera sección se da curso a una serie de reflexiones sobre la biografía de Bombal. Aunque desmentida en el momento más fuerte del estructuralismo, lo cierto es que lo que Antoine Compagnon ha llamado “ese monstruo fabuloso de la viobra” (cit. en Dosse) se encuentra y se ha encontrado de algún modo siempre, como dice François Dosse (2007), “en el centro mismo de la inteligibilidad literaria”. Richard Cunningham, Lucía Guerra y Manuel Peña, conocedores no sólo de la obra sino de la propia escritora, abordan de distintos modos en sus textos la cuestión de la vida, dando sus propios testimonios de amistad y procurando explicar los factores culturales, históricos y genéricos que impactaron tan fuertemente no sólo en la existencia de Bombal, sino también en su construcción como autora y particularmente, en el caso del texto de Guerra, en el silencio de sus últimos años. A estos artículos se suman los originales aportes de Chiara Bolognese y Cynthia Rimsky; en tanto Bolognese se centra en el libro Quando Internet non c’era, del italiano Angelo Morino, quien combina autobiografía y biografía para dar cuenta de su quest por Bombal en Internet, Rimsky analiza la cabeza que cruzó el Atlántico en 1931, cargada de imágenes de los cuentos de Andersen, para encontrarse con el accidente de amor, el de Eulogio Sánchez, que destruiría, dice esta otra genial escritora chilena, “amor, paraíso y príncipe” (87) de los cuentos de hadas. Pasión, geometría, poesía y muerte son los vectores que Rimsky observa en la construcción biográfica de Bombal.

En la sección “Textualidades” se han privilegiado las lecturas que ponen en diálogo las obras de Bombal con otras producciones. Se abordan principalmente fenómenos de intra e intertextualidad. Tiziana Gibilisco encabeza esta exploración con un artículo sobre el problema de la traducción y reescritura de La última niebla, de 1935, en House of Mist, de 1946. Según Gibilisco, “la obra de María Luisa Bombal se adapta, cambiando de género, a su nuevo público. Un público que no quiere interpretar un texto ni dudar de la realidad que lo rodea” (116).

En esta sección los abordajes son muy variados. Cynthia Carggiolis revela los vínculos materiales y simbólicos entre lo que denomina vanguardia doméstica y texto tejido, rearticulando la idea de la Madre como origen primordial de la escritura poética. Propone una original lectura de La amortajada: leer como un canto rapsódico en que el marido cumple el rol de Atropos, la parca que corta los tejidos de la vida. En Viaje inmóvil y viaje funerario en Bombal y Neruda, Patricio Lizama vincula las textualidades de estos dos autores, quienes fueran amigos y compartieran la mesa de la escritura en Buenos Aires, estudiando particularmente la apropiación que hace Bombal de los tópicos del viaje plasmados por Neruda en Residencia en la tierra, en el marco de la producción vanguardista de la época. Por su parte, Laura Scarabelli propone un diálogo entre Bombal y Arthur Schnitzler, analizando las figuraciones de dos muertas de papel: Else y Ana María, en dos textos que encaran, dice, “el cuestionamiento de un sujeto en profunda crisis, típico del movimiento vanguardista en las dos orillas, la europea y la latinoamericana” (140) y en que la réverie se convierte en una forma de compensación de vidas desdichadas. David García propone releer también La amortajada, esta vez a la luz de sus relaciones con Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, novela publicada en 1966; en ambas está presente no solo la temática de la muerte y el velorio, sino también, cito, “un radical intento de explorar en los límites del lenguaje” (156), en que, según este académico español, “los muertos hablan, los vivos ya no lo parecen tanto” y “Orfeo y Eurídice se pasean de la mano gracias a una cuestión de estilo” (156).

Wolfgang Bongers propone una lectura muy contemporánea, de carácter intermedial, en que aborda el diagnóstico de Walter Benjamin sobre las transformaciones perceptuales y los cambios estéticos y sociales provocados por el cine en su conocido ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, y la noción de “giro pictórico” que emplea William Mitchell para analizar la época del capitalismo avanzado y multinacional, con miras a productivizar estas nociones en los textos de Bombal. Como se sabe, ella escribió guiones y reseñas cinematográficas, pero más allá de eso, como plantea este ensayo, despliega una serie de imágenes que en su materialidad textual remiten al cine como complejo técnico y cultural, entre ellas, cito, la “insistente presencia de superficies reflectoras como el agua y espejos que serían (…) objetos sinécdoque de la pantalla cinematográfica” (191). Para finalizar la sección, hallamos la novedosa, provocativa e informada lectura de Jorge Manzi Cembrano, quien cuestiona lo que llama los “lugares comunes” de María Luisa Bombal, analizando –y enjuiciándolos– los referentes estético-culturales desplegados por la autora en sus textos.

El tercer y último apartado del libro presenta ensayos sobre “Naturaleza y subjetividad”, donde felizmente se encuentran dos lecturas que reafirman la presencia de Bombal en las actuales producciones latinoamericanas; las críticas Macarena Areco y Rubí Carreño ponen en relación la obra bombaliana con la narrativa de Alejandro Zambra, autor chileno nacido en 1975: en tanto Areco analiza los modos en que estos escritores abordan las relaciones entre subjetividad y naturaleza –fuga y muerte en Bombal, artificio y escritura en los libros Bonsái y La vida privada de los árboles–, Carreño plantea un original análisis de El árbol bombaliano, en que la pérdida de unidad con el espacio semiótico materno simbolizado en la sombra del gomero sólo puede ser restituida, sostiene, por el lenguaje artístico, para luego analizar la “emocionalidad lúcida” (235) de la fusión música-literatura en los textos arbóreos de Zambra. Desde una perspectiva ecocrítica, Mauricio Ostria aborda la lógica poética bombaliana, cifrándose particularmente en la cineraria que Fred, hijo de Ana María, descubre en La amortajada. Por su parte, Sebastián Schoennebeck analiza las relaciones de los textos bombalianos con el paisaje, observando que el “el paisaje de Bombal con el cual la mujer se identifica es el espacio en el cual paradójicamente el sujeto se deslocaliza, se extravía, perdiendo su sujeción con los discursos de género y nación” (257). Se refiere así al jardín, en una derivación polarizante, dice, respecto del paraíso terrenal bíblico ordenado por Dios. En “Cadáver y silencios: análisis de La amortajada de María Luisa Bombal”, Daiset Sarquis se sitúa en el cuerpo como modelo de representación del yo, en este caso, un cuerpo silenciado: el cadáver. Para cerrar el volumen, Alejandra Wolff ofrece un original análisis desde la mirada del arte y el “gabinete de curiosidades”, esto es, aquellas colecciones de objetos curiosos y exóticos traídos desde lugares remotos a Occidente en los siglos XVI y XVII, en cuya disposición arbitraria observa un símil con la narrativa corporal bombaliana. Es la falta de una jerarquía constitutiva de los ‘cuartos de maravillas’, dice, lo que le ha servido de modelo para formular un recorrido o lectura que dé cuenta de la agudeza perceptiva del cuerpo que protagoniza la novela.

La variedad teórica y analítica del volumen es, en suma, fascinante, como lo es también el esfuerzo de sus editores por presentarnos un recorrido coherente y cuidadoso, en que el tránsito de un ensayo a otro se produce sin baches, por el contrario, con mucha lógica y sentido de las progresiones temáticas que integran el volumen. Esto, obviamente, no tiene nada de casual, ya que es producto de un trabajo exhaustivo y deliberado, que no podemos sino agradecer a sus autores y editores.

 

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Referencias

Areco, M. y Lizama, P. (eds.). (2015). Biografía y textualidades, naturaleza y subjetividad. Ensayos sobre la obra de María Luisa Bombal. Santiago de Chile: Ediciones UC.

Dosse, F. (2007). El arte de la biografía. México: Universidad Iberoamericana.



 

 

 

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