Cada mañana me despierto antes de que amanezca para leer Unanueva vida. Una farola parpadea en la plaza frente a mi casa, alguien barre la calle, no hay un solo cuadro recto en mi comedor. Completo silencio. Abro el libro. De inmediato, entro en una sala de operaciones y me topo con el cuerpo de Lucia Berlin sobre una camilla. Respira, aunque de forma casi imperceptible. Paso las páginas y me veo haciendo una incisión en el abdomen de Lucia, mirando dentro y encontrándome con una representación mantenida en secreto durante años. Cada mañana, Una nueva vida me lleva a presenciar un exorcismo de cocinas con los cristales empañados, árboles frutales, manos jabonosas y copas vacías en forma de cartas de amor.
Igual que una cirujana que se pone los guantes y sonríe al anestesista, yo también comienzo mis propios rituales: prendo una vela de miel o lavanda, estiro los dedos de los pies cada varios minutos, miro por el balcón al terminar un relato, ensayo o entrada de diario.
Otoño en Sevilla, ficus y cotorras.
—El domingo 29 de octubre cambia la hora y me siento exageradamente triste al despertar con el sol ya amanecido y un taladro constante en algún lugar de la plaza—.
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Pienso que todo el mundo debería leer a Lucia Berlin en las horas precisas en las que el día ha comenzado pero la calle sigue a oscuras. De hecho, Una nueva vida (Alfaguara, 2023) provoca las mismas sensaciones que esos fragmentos del día: el estremecimiento al caminar de madrugada y, a la vez, lo cautivador de una mañana nocturna y en silencio.
Al transitar por estas lecturas, parece que Una nueva vida en realidad no esté dividido en secciones (relatos inéditos, artículos y ensayos, diarios nunca publicados), o al menos que la diferencia entre ellas haya sido difuminada a propósito. Los cuentos se mezclan con los diarios, los artículos contienen eventos que aparecerán en sus cuadernos, algunas frases de los ensayos se han leído en relatos anteriores. En el artículo «Diseñar la literatura: el autor como tipógrafo», Lucia afirmó que su fuente de inspiración solía ser un elemento visual. «El temblor de una mimosa amarilla, el perfil de un rostro será absolutamente lo único que lleve conmigo a la página en blanco». El detalle, lo específico y precioso de cada imagen relatada, es lo que hace que los textos de Una nueva vida —así como toda la literatura de Lucia Berlin— sean un baile entre lo real y la ficción.
Un loro grita «¡Vente, mijo!» por encima de una música de tango. Una prostituta de lujo y un escritor se enamoran mientras se dan de comer con palillos chinos. Una mujer finge su propio secuestro. Un turista japonés muere durante una corrida de toros y no retiran el cadáver hasta que el espectáculo llega a su fin. ¿Qué es verdad y qué es mentira?, es una pregunta muy común ante la narrativa de Lucia Berlin. Para mí, en cambio, es más pertinente la (contra) pregunta: ¿acaso importa?
Lucia tomaba una vivencia personal y a su alrededor construía las ruinas de la ficción de tal manera que casi tocamos las piedras. Esto es lo que resulta del todo impactante: su narrativa es tan sensorial, íntima y directa que nos permite quedarnos sin aliento frente a las azucenas de «Suicidio» o sentir en nuestros dedos la ansiedad de la mujer que no sabe cómo cortar las uñas de sus pájaros exóticos en «Las aves del templo».
Louise Glück dijo: «Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria». Esta verdad no se aplica a Lucia, quien pese a todo, e incluso en su etapa más adulta —como vemos en los diarios—, conservó los ojos devoradores de la infancia. La piel erizada, dispuesta a absorber cada sensación nueva o vieja. Fue su «glotonería de los sentidos», de la que habla Sara Mesa en el prólogo, aquello que le permitió seguir asombrándose frente al mundo. En este libro, Lucia nos enseña una vez más que lo hermoso también se encuentra en el desamparo, en la tristeza y la muerte.
Ella misma lo propone en su ensayo «Bloqueada», en el que narra los problemas que rodearon a la escritura del relato «Sombra». Según ella este relato, que en apariencia trata sobre guirnaldas y toros, de hecho «habla de la valiente y hermosa muerte de mi hermana». Cuando leí esta frase, me pareció estar junto a su autora en la terraza de una casa, las dos solas, fumando cigarros y bebiendo vino sobre sillas de metal frío. La escuché susurrarme las palabras como si fuéramos dos amigas que se hacen confesiones. En esa noche, imaginada a la vez que auténtica, Lucia hablaba muy suave y yo tuve que inclinarme para oírla mejor.
Lucia Berlin vivía dentro de sus historias. La honestidad cruda, sensible y descalza con que las construía hace que las lectoras vivamos allí también. En sus diarios de París escribe: «Muy de vez en cuando consigo crear una emoción genuina sobre la página y solo entonces podría decirse que existo». ¿Cómo no caminar por sus mundos, si eran un fragmento más de ella misma?
Esta es la literatura y la vida de Lucia Berlin: una invitación a abrir su cuerpo y entender que realidad y ficción son parte un solo relato y, sin duda, narran las verdades con igual atrocidad y belleza.
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Citas de Una nueva vida que leí mientras taladraban el suelo bajo mi casa, y que consiguieron hacer que el ruido desapareciese:
«Se tumbó de nuevo en la parcela de calabazas a escuchar la música».
«Arlene colocó las bandejas en una gran mesa y Arminda, la hermana de Gus, ahuyentaba las moscas con un folletín titulado Amor auténtico».
«Presidiendo la mesa, evidentemente, estaría Sylvia Plath. Hice una primorosa campanita de cristal para su vajilla, pero se me rompió en el horno».
«Se acordó de esconder los cigarrillos en el dobladillo de las cortinas sucias».
«Me dormí en una tumbona de plástico, la cara me quedó marcada por cicatrices tribales. Una preciosidad».
«Ojos claros y abiertos, siempre confiados. Nunca esperabas que nada saliera mal».
«Nuestro lamento viene de lejos, de lo más profundo, de donde nos conocimos».
«—Ya no aparezco en mis sueños —dijo Sally. Claudia entendió mejor entonces lo que se sentía al estar muriendo».
«Como esperaban la muerte, les pilló todavía más por sorpresa».
«Primavera en Albuquerque, lilas y cuervos».
«A lo que aspiro es a escribir cada nueva historia imaginando cada palabra delicadamente compuesta en Electra 12 e impresa en papel Ingres verjurado libre de ácido».
«Día deslumbrante y soleado. Los demonios se han ido, inexplicablemente. Espero que sea porque los he mirado cara a cara».
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Las ruinas de la ficción
Reseña de «Una nueva vida», de Lucia Berlin
ALFAGUARA. (Barcelona, 2023). 336 páginas
Por Mercedes Duque Espiau
Publicado en revista MERCURIO, España, 22 de noviembre 2023