Antes de la tela o la entretela fue el hilo en el telar, el hilo que es trama, y trama el curso de la creación.
En el telar se tensan las palabras, el imaginario, el léxico y fluyen desde el gen hasta vestir la poética familiar. No es el vestuario el que nos viste, somos nosotros quienes damos el ánima que construye realidad.
Lila, mi madre, como Ariadna, hilvanó una realidad paralela, concreta y real, y el laberinto entonces, desde siempre fue un espacio de juego, un puzle, espejos y reflejos de las múltiples posibilidades de ser o no ser.
Los primeros recuerdos son efectivamente hilos, lanas, telas, agujas, y una máquina de coser, que en sus engranajes supieron explicar los mecanismos y las sutilezas, el cerebro que procesa, la mano que manifiesta, los sentidos maravillados, y así, el sentido de la vida.
Este libro transcurre a lo largo de ese tejido, se acumula en costureros y dedales de memoria, se manifiesta en cada obra, texto, plástica, pintura, instalación, en ella misma, y en su puesta en escena diaria.
De la misma manera que el ser humano idea el disfraz o la indumenta, se plantea en el tiempo y la época aquello que necesitamos para vestir los sueños o los miedos, la rabia, la tradición, el goce en el cuerpo. A través del libro los poemas delatan, engendran, se vuelven gráciles y magníficos, se deconstruyen, y en lenguaje de señas o símbolos se visten y descueran, porque las pieles al final son siempre eso, el recuerdo de la vida, la muerte, el trofeo del bárbaro.
La lectura es viaje, y en este, el hilo de las parcas reluce en las tijeras, en la visión de la sacerdotisa, en la caverna del eremita, y esa luz implacable transita de la lámpara a nuestras cabezas, y ahí se oculta, mimetiza, disfraza con un hilo tan fino como fuerte, tensado en el látigo o la gorguera, pendiente del surco en la cadena, en el eslabón cosido a sangre, o a gusto, y despierta lo crudo, la belleza en esta ruta de la seda.
VESTIDOS DE DOBLE FAZ
I
Hay vestidos de palabras
para silenciosas mujeres
y secretas entretelas
en vestidos carcelarios.
II
Y vestidos de innoble metal
con rejillas
o claves insalvables.
Vestidos con corazas
burkas, escudos
y capas interiores
como telas de cebolla.
III
Hay vestidos con mangas
con bolsillos para cartas
botones, nudos
amarras, broches, cadenas
o dentados cierres
y candados
y tristes velos.
IV
Y enaguas con alforzas
debajo del vestido
y encendidos girasoles
sobre tumbas sin nombre.
V
Hay inestables vestidos
para atardeceres con niebla.
De raíces ardientes
sus festones gruesos
crepitan, bailan
entre relámpagos y risas
en el delirio del can-can.
Vestidos extremos
con rayos y rubor
y dudosos reflejos
en los espejismos del alcohol
y la memoria.
Sonámbulos, oscilantes
atraen, imantan
hacia el eslabón perdido
de una larga noche
sin salida de emergencia.
VI
Y hay hábitos grises
fecundados in vitro
con las notas del angelus
volando
bajo el secreto
de sus blancas tocas
ahogadas en almidón.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Cruz de calce en el tejido del tiempo
«Telas y Entretelas» de Lila Calderón
Por Lila Díaz Calderón