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Las Lilas tocadas: perspectivas referenciales del intimismo femenino en
«Lo que ocultan los vestidos» de Lila Calderón
Editorial Bordes (2014)

Por Paulo San Páris



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 En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las
explicaciones.

Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda
ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural”

(Julio Cortázar).

 
Lo que ocultan los vestidos, es la obra de la poeta Lila Calderón que nos convoca presentar en esta ocasión. No puede pasarse por alto como lector las sugerencias carismáticas e intimistas del título convocante, las sensaciones de lo secreto, lo oculto, lo misterioso deben ser la primera mirada detonante para cual lector casual.

Hannah Arendt señalaba que las mujeres en cuanto sexo diferenciado biológica y socialmente, tienen un rol intimista por el mismo hecho de la fecundidad. Asimismo, Susan Sontag, pensaba que las bases patriarcales de una sociedad occidental han sido peyorativas con el Ser-hembra por las mismas razones de esta interiorización psicológica del Ser-mujer. Quizás esos patrones conductuales y biológicos son las razones del porqué el Ser-macho no puede acceder con tanta facilidad, a ese intimismo, lo que finalmente, hacen de la mujer un ser misteriosamente atractivo.

Para el sujeto común de la sociedad posmoderna, es un hecho irrefutable el desplazamiento que ha vivido la mujer históricamente, replegándola a un ser de segunda categoría. Hoy en día la concebimos como una sujeta social más allá de su mismo rol histórico, el Ser-Hembra es en sí un ser de lucha y accionar proyectivo con plenas capacites intelectuales superlativas, ninguna sorpresa. Lo era desde hace mucho.

Lila Calderón en Lo que ocultan los vestidos, nos entrega una invitación precisamente a esto, a ver el intimismo de lo femenino, a sentir y ser parte de una idea de lo femenino emplazado en una sociedad discordante y muchas veces agresiva con su género. La poeta parece, al igual que la Mistral, consciente de aquello, y es por esto mismo, que nos convoca a una obra trazada por recuerdos y figuras de su vida íntima. En este mismo sentido, García Márquez alguna vez señaló, en una entrevista, que existen tres tipos de vidas: la vida pública, la vida privada y la vida íntima, hacía este deslinde maravilloso entre lo privado y lo íntimo como una instancia tan replegante  en  uno mismo, en una fundición tan interior, que sólo somos capaces de tenerla en ese instante de  “intimismo inconsciente” que es el dormir.

Estructuralmente, la obra, está segmentada en ocho capítulos progresivos, movimientos consonantes y rítmicos que van cabalgando por distintitos momentos de lo íntimo, en ellos podemos tocar a distintas Lilas, la misma poeta, pero también a sus “otro yos”, su otredad, sus ideologías y sus correspondencias con el mundo actual.

Escrituras Mortales y Metafísicas es su primer capítulo, y ello abarca temas que religan el recuerdo; se trazan con un tono evocativo nostálgico, pero que siempre están presente:

“Nos ponemos espinas de rosas en la nariz,
Simulamos ser rinocerontes,
Jabalíes, dinosaurios,
habitar el averno
y dejar que el eco
nos conduzca al mito…”

El segundo capítulo titulado Desplazamientos son textos de carácter, situaciones, trazados por un hablante crítico, que se sitúa y evalúa desde ahí, la sociedad posmoderna y su posición ante ella. Estructuralmente se ajustan a una prosa poética lo que es significativo con la intencionalidad del contenido textual:
 
“(…) Estoy en Santiago sentada en el escaño de un ilusorio paseo peatonal mientras dejo pasar el tiempo frente al local de revelado urgente (…).”

El tercer y cuarto capítulo absorta ante el paso de la musa y La casa siempre gana, respectivamente. Tratan temas distintos, el primero se compone de un texto único que señala la admiración por una mujer embarazada, una nueva musa, la valoración de la figura materna en cuanto a la fecundidad, no como ser reproductor, sino como un ser contemplado en cuanto a la magnificencia del misterio de la vida, tema que vuelve a tocar otro tipo de intimismo:

“Basta un trino del idioma
Materno
Que desvía la flecha
Y da vida al misterio.
El encanto de una gotera
Sobre el estanque de un espejo
Y el lápiz que revela
En su baile
El aliento de la musa
Que no dice
Nada
Cuando pasa”.

En cambio, en La Casa siempre gana son una serie de textos de carácter narrativo que guardan un perfil crítico a la sociedad de consumo, de allí su nombre. Es interesante el manejo de imágenes  de progresión surrealistas como en el texto “billetes de cinco mil pesos” que imprimen una alteración espacio-tiempo y que incitan a quebrar metafísicamente la rutina santiaguina.

El quinto y sexto capítulo El oleaje que mece las almas y Ya vive y se le oye cantar, respectivamente; abordan la temática de la fecundidad y el nacimiento, están marcados por dedicatorias íntimas y de carácter familiar que se vinculan a la vida de la poeta emocionalmente.

El séptimo capítulo homónimo del libro es el que finalmente le da sentido y vida a esta obra, la poeta nos da un indicio de lo declarativo de este capítulo al autocitarse en un epígrafe. Todo el capítulo es un poema extenso que secuencia en imágenes las declaraciones de ocupación de esta nueva mujer, la sujeta enunciativa aclara, convoca, se rebela contra las posturas y visiones que se tienen de su Ser femenino, adopta una actitud con una voz casi beligerante que llama a la correspondencia actual con su género, se admite como propulsora de un cambio íntimo y social, y desde allí extrae simientes para construir un edificio donde no entran los poetas llenos de ego. Sus palabras diseminadas alcanzan no sólo al patriarcalismo, sino que también es una crítica infundiosa al espiritualismo de algunos poetas. Condenados siempre a perseguir la fama por su ego y no a derramarse por el trabajo escritural:

“Y puedo rebelarme
Y puedo escapar de una vez
Y para siempre
De las dictaduras de la humanidad
De las tragedias griegas
Y las condenas prometéicas,
De las hogueras medievales.
¡Oh cuánta locura ardiendo
En esos bosques
Alimentados por el Ego!
Aprended poetas
El Ego cuando no da vida mata.”

Los siguientes parecen ser subcapítulos titulados, Cebras y  reglas, Autorretrato de artista y estampas de la vida diaria, respectivamente. O tal vez pueden funcionar como capítulos independientes. Cada uno de ellos están transversalmente enunciados desde una voz emotiva, desde las perspectivas de la creación del artista, Lila expone parte de sus trabajos pictóricos a los cuales también se dedica, y realiza un correlato escritural con ellos. Asimismo en Autorretrato de creador, asistimos a su esencia más íntima, que pone desde el principio su desacralización a un demiurgo:

“soy un creador
Lo declaro,
Lástima no
A imagen y semejanza
Del Padre (…)”

Y más adelante se permite el sarcasmo al hacer escrituras de cruzamiento con la Figura de Neruda:

“Y puedo escribir los versos
Más tortuosos esta noche,
Luego de ver las noticias
Que retumban aquí o allá
Sobre la tierra (…)”

Finalmente, al igual que en nuestro epígrafe citado, sólo una duda nos queda de todo el macizo léxico, ¿Cuál es el real público destinatario pensado por la poeta? ¿Los hombres? ¿Las mujeres? ¿Ambos? O no hay destinatarios pensados, sino sólo el libro abierto como botón de flor a dos manos sostenido de letras y pasajes que se ocultan bajo los vestidos; y tal vez, para algunos, sea necesario levantarlos como un joven púber con  toda su curiosidad hormonal a cuestas, o quizás no sea necesario ver lo que ocultan los vestidos, sino que proceder con todo decoro y respeto a que cada ser se interiorice para sí mismo, tal como decía la Mistral “Es todo cuanto sé decir de mí y no me pongáis vosotros a averiguar más”.



 



 

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