GABRIELA MISTRAL MURIÓ AQUÍ
                    (UN POCO + AL NORTE)
                  
                  en un país sin nombre voy a morir,
                    vaticinó la poeta sobre su propio 
                    final, en su testamento, no obstante,
                    dejó expreso que debía ser no otro
                    que Montegrande, un pequeño pueblo
                    en medio del Valle de Elqui, el sitio 
                    de descanso para sus restos mortales
                    —que aún no lo hacen, recuérdese, 
                    del todo debido a la triste historia
                    por la que ha transitado su mandato
                    que legara los derechos de publicación 
                    sudamericanos en beneficio absoluto
                    de los niños de sus rondas sin tiempo—,
                    yo me pregunto de vez en cuando
                    si lo mismo me va a ocurrir a mí, escrito
                    tengo con firma de abogado y testigos 
                    que es mi deseo, manifiesto en sano
                    juicio, que se me creme y que las cenizas 
                    se esparzan sin mayores ceremonias
                    sobre las aguas de la Caleta Portales
                    —nada puedo garantizar a la fecha
                    respecto a lo que pudieran producir
                    económicamente mis obras poéticas 
                    y académicas, hasta el momento 0
                    casi, pero sí me gustaría que llegara
                    a los comedores para aquella gente
                    en situación de calle en Valparaíso—,
                    lo más probable es que así suceda y
                    que muera de un ataque al corazón 
                    en este país  sin nombre, imaginando,
                    como americanista cabal que soy, 
                    calcada llévola su recadería, un río,
                    un árbol, una limestone o la huella allí 
                    que siempre estuvo —I mean before
                    we humans— de un Merychyus elegans
                    extinto hace millones de años, entonces,
                    se  me ocurre que why not Winnemucca
                    if  we really wanted vernos retratados 
                    for ever en uno de los oldest petroglyphs 
                    that  have been dated in North America
                    y que carved contiene the first escalera
                        al cielo en estas tierras a su ancho y
                    largo de la inevitable carrera de salvación,
                    la espacial, pero ahora que recuerdo bien
                    aquello que aprendí con un monje un día
                    (me) lo repito porque tal vez en no tenerlo
                    esté lo mejor de sí y a pesar de sí misma,
                    que los nombres son como esos alfileres
                    sangrientos en el mapa de un general o,
                    similarly, los finitos de un coleccionista 
                    de insectos, o, en definitiva, las sílabas
                    balbuceantes de nuestro TOC adánico
                  
                   
                  2.- 
                  [poema de la continuación 2023 de El  Escudo de Chile (2022)]